En efecto, los medios de comunicación confirman que los europeos tienden a acusar a Alemania de todas sus desgracias, considerando que es el “chivo expiatorio” de la crisis financiera, a pesar de que este país es el principal donante de los fondos de rescate del euro. La crisis hizo aflorar algunos conceptos estereotipados que parecían haber quedado definitivamente en el pasado. En algunos países con problemas financieros, los manifestantes portan caricaturas, en las que la canciller alemana Angela Merkel aparece con el famoso bigote de Hitler o en uniforme de las SS. En Chipre, hubo carteles que decían: “¡Merkel, estás robando nuestros ahorros!”.
Pero una cosa es que lo digan los manifestantes que no saben a quién más expresar su indignación por el alza de los precios, la pérdida de empleos, los recortes de sueldos y pensiones y otros problemas, y otra muy distinta que lo hagan políticos y funcionarios públicos. La agencia Reuters informó que el ministro de Exteriores de Luxemburgo, Jean Asselborn, acusó a Alemania de pretender a la hegemonía en la zona del euro y agregó que “Alemania no tiene derecho a decidir por la Unión Europea el modelo a seguir”. El exprimer ministro italiano Silvio Berlusconi jugó la carta antialemana en su reciente campaña electoral. Según expertos, esa retórica le ayudó a ganar el 30 % de los votos en los comicios.
Todo esto puede acabar con la confianza entre los miembros de la UE. Por cierto, nuestro experto Vladislav Belov, director del Centro de Estudios de Alemania en el Instituto de Europa, sostiene que los ánimos anti-alemanes se manifiestan más bien a nivel de la ciudadanía que entre los funcionarios de Estado.
Alemania pide que sus vecinos asuman al menos parte de la responsabilidad y solidaridad por lo que ocurre en la zona del euro y la Unión Europea. Actualmente resulta que Angela Merkel y su ministro de finanzas Wolfgang Schäuble son los malos de la película que pretenden germanizar a Europa. Esto no es verdad. Lo cierto es que Alemania se hace más fuerte en esta situación que debilita a sus socios.
Todos estos roces tienen su origen en la disparidad económica dentro de la Unión Europea. De acuerdo a una encuesta sociológica realizada por la revista alemana Focus, dos tercios de los alemanes no entienden por qué se les acusa de la crisis europea y cuál es la razón de los respectivos ánimos hostiles. El resto dice que lo entiende porque, al rescatar a los bancos en quiebra en otros países, Alemania se preocupa, en primer término, por los intereses de sus entidades financieras y comerciales, y no de los ciudadanos de a pie.
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