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domingo, 14 de marzo de 2010

CARTA A DON PONCIANO


DESPUÉS DE LA TORMENTA


Hola Ponciano, saludándote desde un rincón chalateco. Vieras hermano que después del largo invierno que ha sido mi vida, quizá por el cachimbo de años que han curtido mi cuero de garrobo, me estoy dando el tiempo de mi vida. Quisiera ser mago para extender los minutos y eternizar lo que me queda de esta existencia que bien o mal ha sido lo que yo siempre he querido que sea.

Hace ya largo tiempo cuando apenas salía de la normal y me dieron mi primer trabajo en una escuelita de un cantón de mi región, entregué mis humildes servicios al proceso revolucionario de mi país y aunque no puedo decir que haya sido un hombre de armas, ello no significa que a lo largo de treinta años el enemigo no me hay tenido enlistado para darme corte de chaleco o ametrallarme en cualquier momento, de suerte sólo me metieron tres carceleadas por pertenecer a ANDES y lo demás es ya historia.

Yo siempre he amado a mi organización magisterial, al BPR y al FMLN y respeto y amo a toda la gente que participó y sigue participando en la lucha de liberación de forma incondicional, independiente del sector de que vengan; ya que cuando la guardia mataba al pueblo, no preguntaba siquiera como se llamaba o a qué organización pertenecía. Los años han pasado. Desde aquel tiempo ya hace cuarenta años, más de cien mil muertos, más de dos millones y medio en el exilio y un gobierno elegido por el pueblo. Por lo tanto, considero que en nombre de la sangre y del sacrificio de este pueblo valiente, digno e insigne, tenemos que abandonar todas las diferencias y trabajar unitariamente por el progreso de nuestra ciudadanía. Cada quien debiera llegar con humildad a su trinchera y hacer su trabajo fraternizando con todos sin importar las procedencias ya que si nunca tratamos de curar nuestras llagas, siempre estarán sangrando.

El respeto a nuestras hermanas y hermanos debe ser unos de los ejes que mueva nuestro trabajo, la claridad de objetivos, la honestidad y transparencia jamás deben separarse de todo militante ya que se debe predicar con el ejemplo.

Exijo, Ponciano, que el respeto a nuestras compañeras y compañeros, lo mismo para nuestro pueblo esté presente en todos nuestros actos. No importa si tienen un nombre o si son anónimos ya que el valor humano no se mide ni por nombres ni por puestos, pido que respetemos y honremos la memoria de nuestros héroes y mártires y que luchemos por darle a todo el pueblo en general una patria mejor con oportunidades y justicia social para toda la ciudadanía.

Nada hacemos con estar señalando diferencias entre el partido y el gobierno o estar criticando basados en la especulación. Un verdadero militante es aquel que ante todo lucha por darle al pueblo un mejor presente que asegure un mejor porvenir y que respete y respalde la decisión del pueblo de buscar los cambios por los caminos que el mismo pueblo elija.

A diario el chambre y la especulación entorpecen el trabajo, ello debe ser respondido con el trabajo organizado de la militancia con las bases y el pueblo en general, si hay problemas en nuestros niveles estructurales debemos colaborar en resolverlos y no en empeorarlos, el partido se solidificará en la medida que la militancia comprenda y aprenda que sólo la entrega incondicional a las luchas por la justicia social los convertirá en verdaderos militantes y en consecuencia, en seres diferentes que son los que la patria necesita.

La tormenta ha pasado Ponciano, es tiempo de limpiar y sembrar, para mañana aporcar y recoger nuestra cosecha.

María Luisa Guarjila

Chalatenango

LA CIUDAD DEL ENSUEÑO

LA CIUDAD DEL ENSUEÑO

Dormida en el tiempo del recuerdo y del futuro, bella y silente como el campo, alegre y sonora como las cascadas, calurosa y abrazadora como el litoral, productiva como el corazón de la madre tierra y telúrica como el volcán, la ciudad de perlas de obsidiana como diosa dormida se despierta de un sueño de dolor y sangre.

517 años de resistir al martirio y al olvido, tus hijos de bronce y tus niñas de pétalos eternos nos levantamos plantar de sonrisas este pueblo de héroes y mártires. Los pájaros de fuego se levantan, alzan vuelo eterno hacia el infinito y ya no caen como lluvia de sangre, iluminan los caminos por donde tus niños caminan seguros en el círculo del eterno retorno: Nos estamos liberando.

Siembra y cosecha. Las semillas del porvenir germinan en tierra fértil. Izalco se ilumina. Volverá el tatarabuelo a bailar con los furtivos venados y el canto de los pájaros bajará del volcán saludando a nuestros niños y ancianos, mientras los fuertes hijos de la tierra y las bellas mujeres de jade y obsidiana surcan y aporcan el porvenir del pueblo liberado.

Volverá a la ciudad a reinar entre sus hijos. Las ánimas volverán a sus cuerpos y se levantarán insurreccionados de sus tumbas colectivas y la luz volverá a iluminar el cielo y el cielo se vestirá de pájaros de fuego y el fuego caerá sobre los enemigos del pueblo ancestral.

La Ciudad del Ensueño se despierta jubilosa. Sus hijos alimentan la sonriente Pachamama, ella acaricia a sus recién nacidos. Nace la planta desafiando los retazos estériles, las tinieblas se alejan y la diosa de la luz llega con rayos y cantos de alegría, la vida ha vuelto a la CIUDAD DEL ENSUEÑO, un nuevo ciclo ha iniciado.

Abuela Maya ven a mí, dadme el calor de la sierra y la teluria de tus venas, dame tu sapiencia cósmica de tus aquelarres inmortales, dame tus enseñanzas heredadas de nuestra raza insigne y con ella la sabia de los dioses.

Vengo de mil muertes, ayúdame a recoger mi sangre derramada para entregarla por siempre a mis hermanos.

La Ciudad e levanta. Icemos los huipiles libertarios!

Paul Fortis