La noticia de la posible e inminente
construcción del canal interoceánico por
Nicaragua ha desatado las pasiones de las burguesías
en Centroamérica.
La burguesía sandinista, que emergió de la derrota de la revolución (1979-1990) y que actualmente controla con mano firme el gobierno y el Estado en Nicaragua, es la más débil de la región desde el punto de vista económico. No obstante, no ha perdido su olfato conspirativo de la época de la guerrilla, y pretende competir en medio de la vorágine neoliberal, no aumentando la producción agrícola – lo único que puede hacer-, sino convirtiendo a Nicaragua, en un ruta de transito de enormes buques que transporte mercancías de un continente a otro.
La historia de Nicaragua ha estado
marcada profundamente con el sueño no realizado de
construir el canal interoceánico. La
oligarquía nicaragüense fue la primera en
separar de la Federación Centroamericana en abril de
1838, creyendo que solo ella podría compartir los
beneficios de la construcción del canal.
Los filibusteros de William Walker
se tomaron Nicaragua, en el periodo 1854-1857, para tener
el control de la ruta del tránsito por el rio San
Juan. Las rivalidades entre la oligarquía
nicaragüense y costarricense por el control del rio
San Juan están ligadas al sueño dorado de
construir el Canal. El derrocamiento del gobierno del
general José Santos Zelaya, en 1909, que
inició un largo periodo de intervención
militar norteamericana hasta el asesinato del general
Sandino en 1934, fue por la veleidad nacionalista de aquel
de construir el canal con potencias imperialistas como
Japón y Alemania, cuando estas se armaban para
pelear los mercados a comienzos del siglo XX.
El canal interoceánico ha
sido más una maldición que una posible salida
al atraso y la miseria. Ahora el gobierno sandinista, ha
abierto nuevamente la Caja de Pandora, confiando en que las
necesidades económicas terminan imponiéndose
por encima de los intereses geopolíticos.
El gobierno sandinista ha buscado
como aliado al naciente imperialismo chino, que necesita
expandir su mercado en América Latina. Pero para
disipar temores del imperialismo norteamericano, el gobierno
de China parece actuar a través de voraces
empresarios que nacieron durante el proceso de
restauración capitalista en China en los
últimos 50 años.
La concesión formalizada por
medio de una Ley Especial es absolutamente neoliberal, cede
el rol del Estado a las empresas transnacionales, hiriendo
gravemente la soberanía nacional de Nicaragua y
Centroamérica.
Y con ello no estamos diciendo que
el Canal no debe construirse, sino que para lograrlo el
gobierno sandinista ha desnudado a Nicaragua, y la ha
dejado expuesta a los inevitables vejámenes de las
potencias imperialistas. La experiencia histórica ha
demostrado que lo que ocurre a cualquier de los
países de la nación centroamericana,
repercutirá inevitablemente en el resto.
La cúpula sandinista ha
terminado el proceso de metamorfosis política,
convirtiéndose en una burguesía neoliberal
que, para sobrevivir económicamente, ha abandonado
la tradición antiimperialista que nos heredera el
héroe continental, el general Augusto C.
Sandino.
Corresponde a los trabajadores
enarbolar las banderas del antiimperialismo, defender la
soberanía y la integridad territorial de las
secciones de la nación centroamericana, y ejercer el
control obrero sobre el megaproyecto de la
construcción del canal interoceánico por
Nicaragua.
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