La reciente prueba nuclear en Corea del Norte ha provocado una ola de indignación a escala mundial, pues muchos países suscribieron tratados prohibitorios al respecto. 
La explosión de por sí no representa una gran amenaza al medio ambiente por ser relativamente pequeña su potencia y profunda la colocación de la carga bajo la tierra. Los países lindantes han reforzado el control radiológico, pero es más bien una acción propagandística que temores fundamentados. El Consejo de Seguridad de la ONU impondrá algunas sanciones nuevas, las autoridades de Pyongyang responderían en su forma tradicional, y todo se calmaría hasta la próxima prueba.
Y esto es lo que realmente suscita preocupación. A juzgar por todo, Corea del Sur y EEUU vienen aplicando una política consecuente y bien pensada con vistas a provocar Corea del Norte, creando la impresión de que este país está rodeado de pérfidos enemigos. Valga como ejemplo la reciente prueba nuclear, de cuya fecha que Pyongyang notificó con antelación a EEUU, Corea del Sur y a su vecina China.
El resto del mundo se enteró del ensayo por otros canales, pero todas las personas interesadas estaban bien informadas, lo que confirman los servicios secretos de Rusia. No veo ninguna apremiante necesidad de anunciar a bombo y platillo una explosión de seis o siete kilotones de potencia. Para el resto del mundo (salvo EEUU y Corea del Sur), las consecuencias no podían rebasar el marco político ni siquiera teóricamente.
Otro detalle ilustrativo. En diciembre pasado, Corea del Norte lanzó un vehículo impulsor, para colocar en órbita un ingenio espacial. Los expertos en la materia no tardaron en destacar que el cohete era de doble uso, o sea, en vez del satélite bien podría portar ojiva nuclear. Así y todo, al cubrir los trece mil kilómetros e impactar algún objetivo en el territorio de EEUU, podría desatar una guerra nuclear contra el “enemigo oficial” de Pyongyang. El que los vehículos espaciales, por regla general, sean de doble uso, no es ningún secreto. Lo son en Rusia, EEUU y otros países. Sería extraño que en Corea del Norte fuese la excepción.
Por obtener una eventual posibilidad de asestar golpe nuclear, contra Pyongyang se impusieron sanciones, sin hablar de las maniobras navales de EEUU y Corea del Sur frente a sus costas. Los activos de muchas entidades norcoreanas en el extranjero fueron congelados. Entre ellas figuran el Comité de tecnologías aeroespaciales, la Compañía nacional de minería, Bank of East Land. Además, al director general del cosmódromo de Corea del Norte, al director del Centro de control de satélites y a dos ejecutivos del banco arriba mencionado no recibirán visados para visitar países occidentales.
A título de respuesta, Corea del Norte no embargó las cuentas de los funcionarios de la ONU en su territorio ni tampoco les prohibió entrar en el país. Las autoridades norcoreanas de entrada anunciaron que su respuesta sería asimétrica. Y así ocurrió en realidad.
La situación en torno a Corea del Norte semeja hasta más no poder las rencillas infantiles, cuando varios chicos pasados de la edad, pretendiendo intimidar a los demás, empiezan a tomársela con un menor huérfano de padre quien tampoco es un angelito. Simplemente, tiene menos años. Persiguiendo sus objetivos, los golfos periódicamente se ensañan en el menor, haciéndolo llorar, hasta que él, en un arrebato de desesperación trae de su casa la pistola que su difunto padre había traído como trofeo al regresar de la guerra.
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Autor: Kiril Savitski