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viernes, 11 de octubre de 2013

¿Y a quién no se le ha apagado la llama olímpica?

 http://spanish.ruvr.ru/2013_10_11/Y-a-quien-no-se-le-ha-apagado-la-llama-olimpica-5300/

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La llama olímpica se encendió el 29 de septiembre en el templo de Hera, en la ciudad griega de Olimpia, cuna del evento. Desde allí viajó a Moscú en avión, donde este lunes comenzó un largo peregrinaje de 65 000 kilómetros que le llevará por todos los rincones de Rusia.

Los de Sochi pasan por ser los Juegos Olímpicos más caros de la historia pero en uno de los primeros relevos, el del armenio Shavarsh Karapetian, aún en la Plaza Roja, durante un evento solemne y con una audiencia planetaria, el fuego se apagó. Un funcionario que pasaba por allí sacó un mechero del bolsillo y encendió de nuevo la llama. La solución, tan efectiva como poco glamurosa, ha sido motivo de comentarios jocosos en medio mundo, pero los JJOO de Sochi distan de ser los primeros a los que se les extingue el fuego por el camino, algo que más bien se ha convertido en tradición. Si como dice la superstición, trae mala suerte que la llama se apague, llevamos una década olímpica verdaderamente gafada…
En los JJOO de Londres del año pasado no se apagó una sino tres veces. La primera durante el relevo del paratleta inglés David Follett, en el tercer día de recorrido por la geografía inglesa. El motivo oficial dado por la organización fue una ráfaga de viento y el mal funcionamiento del quemador de la antorcha. El segundo desliz fue el más previsible, durante el relevo de Zachari Franklin en una lancha de rafting. El viento la apagó y de hecho después tuvieron grandes problemas para encender de nuevo la antorcha, pues los quemadores estaban mojados. La tercera ocasión en que se le apagó la llama a Londres 2012 fue en el propio estadio ya durante los Juegos Olímpicos. La organización había recibido críticas por la ubicación del pebetero, que no se veía desde muchas zonas del estadio, así que decidió moverlo una noche, después de la competición, maniobra durante la que los operarios apagaron el fuego. Las autoridades dijeron que la cadena nunca se perdió porque en otra parte guardaban una antorcha con la llama madre.
Pese a que los chinos prepararon con esmero la cita de 2008, los JJOO de Pekín tampoco se libraron del mal fario. La llama olímpica realizó un generoso recorrido por medio mundo antes de llegar a China. A su paso por París, manifestantes partidarios de la independencia del Tíbet sabotearon el evento previsto y la antorcha se apagó en al menos dos ocasiones. Los relevistas tuvieron que terminar el tramo transportados en un autobús fuertemente escoltado por motos policiales, lanchas desde el Sena y hasta un helicóptero. Grecia es la cuna del olimpismo, pero la llama no corrió mejor suerte en los JJOO de Atenas 2004. Tras un recorrido por el Peloponeso en los días previos, el fuego llegó a la capital helena en helicóptero. Se organizó una recibimiento solemne ante 10 000 espectadores en el estadio Panatinaico, el que fuera escenario de los primeros JJOO de la era moderna, 1896. En el momento en que el presidente del comité olímpico griego, Lambis Nicolau, entregaba la antorcha a la presidenta del comité de organización, Gianna Angelopulos, la llama se apagó momentáneamente por una ráfaga de viento.
Los JJOO de Invierno de la última década han tenido algo más de suerte, la antorcha nunca llegó a apagarse, aunque también pasó calamidades. En la edición de Turín 2006, el recorrido por Italia fue una verdadera odisea. En Génova, como protesta por la construcción del tren de alta velocidad Turín-Lyon, un grupo de manifestantes intentó apagar el fuego lanzando cubos de agua al paso de los relevistas. En Trento un anarquista español llegó a robar la antorcha de manos de la relevista Eleonora Berlanda, pero mientras escapaba fue alcanzado y reducido por la policía. La llama no llegó a apagarse. Y así llegamos a los JJOO de Vancouver en 2010, quizá los más tranquilos, cuyo único incidente reseñable fue el de un aficionado arrestado por encenderse un cigarrillo con la llama olímpica.
vg/as
Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.

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