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miércoles, 26 de junio de 2013

BRASIL: MARACANAZO POLITICO

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http://2.bp.blogspot.com/-4a1-mrh0rvc/UZEMCdJNAEI/AAAAAAAAR9c/CHzyECCn4qg/s200/G%25C3%2593MEZ+BARATA.13.jpgJorge Gómez Barata
 
 
Brasil protagoniza su tercera sorpresa en diez años. La primera fue la llegada al poder de Luis Ignácio Lula da Silva y la intensificación del crecimiento económico que catapultó al país al círculo de las potencias emergentes y lo preservó de la crisis que azota la economía occidental. Lo  inédito es que tales realizaciones fueron conducidas por un partido de izquierda de matriz socialista: el Partido de los Trabajadores de Brasil (PT) y un presidente obrero, sin formación universitaria, bienes ni fortuna, que en 2002, luego de tres intentos fallidos, accedió al poder.
 
Con una orientación centrista e impresionante talento, forjando alianzas y evadiendo conflictos, Lula ejerció la primera magistratura durante 8 años, en los cuales realizó una extraordinaria obra política, económica y social, incluso diplomática y cultural. Bajo su conducción Brasil redujo los vestigios de autoritarismo propios de la política tradicional, desmontando además  deformaciones introducidas por los gobiernos neoliberales que le precedieron. Al dejar el poder era más popular que al asumirlo. 
 
El segundo acto de esta historia lo protagoniza actualmente el pueblo brasileño, particularmente la juventud de las grandes ciudades que, evidenciando madurez, sin militancia ni conducción política visible, sin convocatorias ni atavismos partidistas, sin rencores antigubernamentales ni violencia, ha desatado un fulminante y eficaz levantamiento nacional que tiene perpleja a la opinión pública y a la izquierda latinoamericana, que aún no sale de su asombro, preguntándose: ¿Por qué? 
 
Todo indica que los rebelados no ponen en duda la eficiencia de los gobiernos socialistas para hacer avanzar el país, pero sí su capacidad de administrar el éxito en función de los intereses de las mayorías, que no están dispuestas a aceptar que se dilapiden en lujos y frivolidades los resultados del crecimiento del país.
 
La tercera sorpresa es la inédita capacidad de la presidente Dilma Rousseff para administrar la crisis, reaccionando con coherencia, flexibilidad y fidelidad a su origen y sus bases. La ex guerrillera, que muchas veces salió a las calles a manifestar descontento, incluso fue a la cárcel y sufrió torturas, no se ha desteñido.
 
De alguna manera la mandataria, a la vez, sube la parada a su propia administración y a la derecha neoliberal, y aprovecha los dramáticos eventos para, en lugar de confrontar a la oposición popular, sumarse a ella, y con esa fuerza más, auspiciar una reforma política que incluye la convocatoria a una Asamblea Constituyente, y un referéndum para adoptar una nueva constitución.
 
Se trata de una lección a tres bandas: para la izquierda paternalista que es capaz de movilizar a las masas, profundizar su cultura política y su protagonismo participativo, pero no de percatarse que los pueblos crecen. Del Maracanazo político deberían aprender los liderazgos omniscientes y autistas que creen saberlo todo y se desconectan de las realidades, y aquellos que convocan a las masas a votar para luego despreciarlas.
 
Como consecuencia de la “rebelión de las masas” hay en la política brasileña un giro pero no es a la derecha, cuyos voceros declaran: “Queríamos oposición pero no tanta. Allá nos vemos.
 
La Habana, 26 de junio de 2013

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