Lo que ocurre es que está construido sobre un suelo variado y poco compacto y la tierra de debajo del edifico se empezó a hundir. A mediados de abril acabó la primera fase de la reconstrucción.
En todo el mundo, hay pocos monumentos de este tipo: el mausoleo de Mao Zedong, en Pekín; la cripta de Kim Il-sung, en Pyongyang, y el mausoleo de Ho Chi Minh, en Hanói.
Los científicos que controlan las condiciones del edificio en donde se encuentra el sepulcro, obra del famoso arquitecto soviético Alexéi Schúsev, se pusieron alerta tras descubrir alteraciones en el revestimiento del hidroaislamiento y la colocación de los paneles en la fachada. Las letras del mausoleo amenazaban con caerse.
La explicación es muy simple: fue construido en la línea divisoria de los ríos Moskova y Neglinka. El suelo es demasiado heterogéneo: una mezcla de arena, arcilla, restos vegetales descompuestos y turba (una especie de masa espesa con un alto contenido en agua). No es de sorprender que el edifico se empezara a hundir.
Es poco probable que el autor del proyecto conociera todos estos pormenores. Pero tampoco podía elegir, porque el encargo de la construcción suponía una orden de necesario cumplimiento.
El edificio ha sido salvado gracias a unos trescientos puntales que lo sujetarán de aquí en adelante, sirviendo de base sólida. Sin embargo, desde fuera estos cambios no se apreciarán. En la segunda etapa de la reconstrucción, se procederá a una reconstrucción científica. El aspecto del museo seguirá intacto.
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