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jueves, 7 de febrero de 2013

Balcanes: efecto "boomerang"


22.11.2012, 23:53
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косово флаг
Foto: La Voz de Rusia

Cuando el 16 de noviembre el presidente del Tribunal para la Antigua Yugoslavia, el norteamericano Theodor Meron, declaró que los generales croatas Ante Gotovina y Mladin Markac son inocentes y recobran la libertad, en toda Croacia comenzaron los festejos.

En la plaza central de Ban Jelacica, en Zagreb, los millares de reunidos coreaban “Ante”. Pero en Serbia consideraron que se trató de una nueva ofensa contra país y contra todas las personas que Ante Gorovina y sus subalternos asesinaron y expulsaron en agosto de 1995.
A lo largo de su existencia el tribunal condenó a sesenta serbios, doce croatas, cinco bosnios y dos albaneses. Los serbios fueron condenados a un total de 1112 años de reclusión, los croatas a ciento sesenta y seis, los bosnios a 41,5 y los albaneses a diecinueve. Cuatro serbios recibieron cadena perpetua, mientras que ningún croata, bosnio o albanés recibió tal pena. He aquí otro detalle de los documentos oficiales del Tribunal para la Antigua Yugoslavia: el tribunal liberó a dos serbios, siete croatas, tres bosnios y dos albaneses. En la cárcel del tribunal murieron trece serbios, dos croatas y un bosnio antes del pronunciamiento de la sentencia.
La Exfiscal General del Tribunal para la Antigua Yugoslavia, Carla del Ponte, a quien difícilmente se pueda llamar amiga de los serbios, inmediatamente después de la liberación de Gotovina y Markac, dijo al periódico serbio Blic:
Estoy en un estado de conmoción y de gran asombro. Es increíble que haya sucedido algo semejante después de que Gotovina fuera condenado por el tribunal a veinticuatro años de prisión. No puedo estar de acuerdo con la resolución tomada por el juez Meron. Soy solidaria con el pueblo de Serbia, con las víctimas de la operación Tempestad. El juez contaba con todas las pruebas de culpabilidad de los croatas, pero el tribunal hizo caso omiso de ello y tomó una resolución bastante controvertida.
En aquellos tiempos yo trabajaba en los Balcanes y junto con el grupo de filmación del noticiero Vremia de la televisión rusa, fui testigo de la operación Tempestad. Recorrimos toda la Krajina Serbia y con nuestros ojos vimos casas de serbios incendiadas y animales domésticos abandonados y enloquecidos de pánico. A este horrendo espectáculo se sumaba el nauseabundo olor a muerto. Esto no se olvida durante toda la vida. En Knin, donde los vencedores medio borrachos celebraban la victoria, caímos en el Cuartel General, donde los comandantes croatas no podían comprender cómo periodistas rusos aparecieron en ese territorio. Allí vi por primera vez a Ante Gotovina, que estaba al mando del Cuerpo de Knin. Obviamente, el general se negó a dar una entrevista y ordenó a sus subalternos a expulsar rápidamente a los testigos innecesarios de la ciudad. Al ver todo lo que filmamos camino de Knin, el jefe del servicio de espionaje local obligó al camarógrafo Vladímir Golovniá a borrar una parte del video. Los militares croatas no querían que en Rusia vieran lo que hicieron con sus manos durante la operación Tempestad. Según diferentes evaluaciones, durante cuatro días de la operación Tempestad, los croatas deportaron de la república Krajina de Serbia a entre doscientos y doscientos cincuenta mil serbios, varios miles fueron asesinatos o se dieron por desaparecidos.
Al cabo de una semana el presidente de Croacia, Franjo Tudjman, recibió a nuestro grupo en su residencia. El Dr. Tudjman hizo un relato sobre la operación Tempestad y se jactó de sus triunfos. Estaba satisfecho, feliz y decía permanentemente que, por fin, Croacia se convirtió en un Estado libre. Tudjman hablaba de sus generales héroes, de sus soldados, pero nada dijo de que le operación Tempestad se desarrolló según el guión de los servicios secretos norteamericanos y del embajador de EEUU en Zagreb, Peter Galbraith. Esto me lo dijeron más tarde mis colegas periodistas.
Y, días atrás, esto lo reconoció el propio Ante Gotovina. Además, el 17 de noviembre entrevistado por el diario Kurir de Belgrado, Gotovina llamó a todos a quienes expulsó de sus casas en agosto de 1995 a regresar a Croacia: “es la patria de ustedes como la mía”. Claro que el general nada dijo del estado de las propiedades de los casi doscientos mil refugiados, de quién pagaría su traslado y las compensaciones por los perjuicios físicos y morales. ¿El presidente, el primer ministro o el Parlamento de Croacia? Es que las arcas del Estado están casi vacías. ¿O quizás la Unión Europea, que está pasando por sus más grandes problemas financieros, asigne dinero para esta operación?
Ahora en La Haya están preparando un nuevo golpe para Belgrado. No se excluye que el 29 de noviembre, el mismo juez Meron pueda levantar todas las acusaciones de otra figura odiosa: el albanés kosovar Ramush Haradinaj. En Prístina dicen que será la resolución más justa en toda la historia del Tribunal para la Antigua Yugoslavia. En Kosovo ya están preparando una recepción solemne a su héroe y hasta le prometen una gran carrera política. El exgeneral croata, que ahora está al frente de todos los servicios de seguridad en Kosovo, Agim Çeku, dijo hace unos días que Haradinaj es digno de ocupar el cargo de primer ministro y Hashim Thaçi debe ser el presidente. Los otrora jefes de campaña, que limpiaron de serbios la provincia, tal como en agosto de 1995 lo hizo Ante Gotovina en Croacia, hace mucho que son considerados héroes nacionales. En La Haya no pueden llegar a comprender que en los Balcanes la memoria histórica es muy larga. Allí no se estila perdonar las ofensas y crímenes. Y en bumerán, lanzado este mes de noviembre por el Tribunal para la Antigua Yugoslavia, puede golpear a aquellos que no quieren o no pueden encontrar la verdad de los sucesos que conmocionaron a la antigua Yugoslavia en los años noventa del siglo pasado.
mj/rl/ap

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