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viernes, 31 de agosto de 2012

Las contradicciones de Rommey



En su discurso ante la convención republicana de Tampa debe convencer a conservadores y moderados de que puede derrotar a Obama y devolver la prosperidad al país

Rico pero normal. Moderado pero conservador. Distante pero cercano. Mormón pero accesible. La cuadratura del círculo. En su discurso ante la convención republicana de Tampa Mitt Romney debe convencer a conservadores y moderados de que puede derrotar a Barack Obama y devolver la prosperidad a Estados Unidos. Para eso deberá afianzar una candidatura que, después de unas primarias muy intensas, sigue siendo bastante frágil. Sus propios colegas de partido reconocen, como decía el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie que "va a ser un reto".
Es posible que el mejor recuerdo de Romney no lo deje el candidato sino su mujer Ann que en su intervención describió con cariño "al hombre que conocí en una fiesta del colegio y que siempre ha ayudado a los demás", un político que "trabajará más duro que nadie". Un retrato que no corresponde al del empresario que ganó 42 millones de dólares en los últimos dos años, procedentes de los dividendos de sus inversiones (y de los que sólo pagó 15% a Hacienda) ni al ex presidente de Bain Capital, la firma de inversiones que se especializó en desguazar y "sanear" empresas.
El Romney de Tampa tiene que hacer olvidar el Romney de las meteduras de pata de las primarias republicanas, el de "las empresas son personas amigo mío" o de "me gusta despedir a la gente" o el que, en su corta gira internacional este verano, criticó las olimpiadas inglesas en Londres y achacó a "diferencias culturales" las desigualdades económicas entre palestinos e israelíes en un discurso en Jerusalén.
"No creo que guste a todo el mundo", reconocía el propio Romney hace unos días en una entrevista a la página web Politico, "pero sí creo que la gente está buscando a alguien que vaya a crear puestos de trabajo" y saque a Estados Unidos de la crisis, "alguien que tenga un historial distinto" que el de Obama.
En los últimos días Romney ha endurecido su mensaje. Es una difícil ecuación la de seducir a los moderados e indecisos y enardecer a los simpatizantes del Tea Party. Los estrategas republicanos se han dado cuenta de que el descontento de los estadounidenses con la economía (67% según la última encuesta del Washington Post) no acaba de trasladarse al presidente Obama que sigue cayendo bien (73%)  y al que muchos estarían dispuestos a dar una segunda oportunidad. De ahí a que los republicanos vayan a recentrar su mensaje en atacar sin piedad los resultados económicos de la Casa Blanca y atizar el malestar de la crisis.
Romney tiene un papel difícil. En muchos temas, el partido republicano parece estar desconectado con la realidad de la sociedad estadounidense. La reciente polémica sobre las declaraciones del aspirante a senador de Misuri, Todd Akin, que habló de "violación legítima", muestra que las llamadas "guerras culturales" las que se refieren al aborto, los derechos gay o el papel de la religión, siguen dividiendo profundamente al electorado y en cierta manera a los conservadores. Romney se distanció de la polémica Akin pero la convención republicana ha adoptado una plataforma que condena tajantemente el aborto (incluso en casos de violación o peligro para la madre) y condena el matrimonio homosexual (que 54% de los estadounidenses aprueban).
Si ganan en noviembre, con una previsible mayoría en ambas cámaras del Congreso, los republicanos podrían iniciar la mayor reducción gubernamental de la historia, mayor que la del presidente que tanto invocan, Ronald Reagan, o de su antecesor más inmediato, George Bush. Lo primero será, como tanto ha insistido Romney, y su candidato a la vicepresidencia, Paul Ryan, acabar y privatizar el plan de salud de Obama ("Obamacare") y básicamente borrar lo poco que han conseguido los demócratas en los últimos cuatro años. Además de reducir la presión fiscal para los ricos a mínimos históricos.
Romney lo ha confirmado esta línea al elegir a Ryan, "una decisión", decía el ultraconservador Grover Norquist (cuya plataforma anti-impuestos "American for Tax Reform" ha firmado el 95% de los congresistas republicanos) " que ha contestado a todas las preguntas" sobre el tipo de política que piensa implementar.
Fuente: http://www.publico.es/internacional/441541/romney-busca-afianzar-su-imagen

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