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sábado, 22 de junio de 2013

Turquía: ¿Los de abajo no quieren y los de arriba no pueden?

 http://spanish.ruvr.ru/2013_06_22/Turquia-Erdogan-crisis-politica-protestas/ 
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La “primavera turca”, “ocupa Taksim”, la “revolución twitter” - tales definiciones se merecieron en la prensa los sucesos registrados en Turquía en la primera mitad de este mes. ¿Y más adelante qué?

Llega la hora de la comprensión de la situación conformada. Prácticamente todos tienen claro que el país no volvió al cauce anterior, es más, que el país ya no es el mismo que antes. Entretanto, el primer ministro, contra quien estuvo dirigido el filo del movimiento de protesta, manifiesta: “Hemos desalojado Taksim y el parque Gezi”. Parece que realmente se siente orgulloso de que la policía haya aplastado las manifestaciones de los “merodeadores, extremistas y marginales”. 
Mientras tanto, de afuera la situación se ve de otra manera. Extasiado con los éxitos económicos y con la absolutización de su poder personal, Recep Tayyip Erdoğan pasó por alto que el respaldo en las elecciones de la mitad del electorado no supone el amor de todo el pueblo. La segunda mitad resultó ser no tan amistosa como quisiera. Claro que en las manifestaciones de protesta si bien no participaron millones, sí lo hicieron cientos de miles de personas de la minoría activa, que determina el clima político en cualquier país. En tal o cual forma protestaron los habitantes de prácticamente todas las grandes ciudades del país y las inscripciones “¡Dimite, Erdoğan!” y “Resiste, Taksim” fueron vistas por el autor de estas líneas incluso en las rocas del puerto de difícil acceso en las montañas Pónticas. 
Así las cosas, la primera deducción es que la política e incluso las cualidades personales del presidente del Gobierno y el partido oficialista no convienen a buena parte de la sociedad y la disconformidad se vio expresada de forma más que evidente. 
La clase media de Turquía se manifestó a plena voz. Sus ideales vitales no cuajan con la situación política establecida. La mayoría de aquellos que se volcaron a las calles y plazas de decenas de ciudades expresaba su respaldo a las protestas a través de las redes sociales. En su mayoría son jóvenes instruidos y bastante acomodados, que nada tienen que ver con los partidarios de los islamistas, de los nacionalistas turcos, de los separatistas kurdos ni de los kemalistas. Y hoy en el parlamento están representados los partidos que expresan solo este espectro ideológico. Pero la encuesta social, realizada entre los “frecuentadores” de Taksim, muestra que las tres cuartas partes de ellos votan por el Partido Republicano del Pueblo (PRP), fundado por el “padre de la nación” Mustafa Kemal Atatürk aún en 1923. Desde entonces el partido prácticamente no ha cambiado su ideología, que se basa en el principio de la secularidad como alternativa a la religiosidad islámica. Pero el PRP, más que cualquier otra fuerza política, responde a los ánimos de los activistas de las protestas. No será exageración alguna considerar que Taksim “apostó” por la formalización política de las ideas del liberalismo de corte europeo. Las protestas no han promovido a sus adalides, pero en el país hay líderes capaces de “montar esta ola”. En calidad de candidato principal para liderar el “nuevo movimiento de izquierda”, se nombra con mayor frecuencia a Mustafa Sarigül, ex “republicano del Pueblo” y actualmente alcalde sin partido de una municipalidad distrital de Estambul. 
Cabe reconocer que los recientes sucesos evidenciaron que, sobre todo, la policía puede conducir al país hacia un “sultanato sharía”. Este cuerpo del orden público, según el primer ministro, “rindió el examen de democracia”, pero “necesita ser reforzado”. Los comentarios están de más: todo el mundo vio en directo por la televisión la marcha de ese “examen”. 
Y, por último, sobre el telón de fondo de los últimos hechos se hizo más notoria la escisión en la cúpula gobernante, cuyos signos hace mucho que se discuten en la sociedad. Ahora este proceso puede dar grandes sorpresas. Los métodos autoritarios, a los que está acostumbrado el primer ministro, su marcada falta de deseo de hacer algún tipo de concesiones, empiezan a generar una inquietud cada vez mayor en su entorno. Mientras el jefe de Estado repite a toda voz las consignas y conjuros políticos de siempre, sus correligionarios se permiten manifestarse en contra de la línea del caudillo. La prensa registra la mayor cantidad de estas “desviaciones” en las intervenciones, ni más ni menos, que de los viceprimeros ministros Bülent Arinç y Beshir Atalay, y hasta del presidente Abdulá Gül. 
El primer ministro afirma que no reconoce el Parlamento Europeo, que expresa su disconformidad con sus acciones contra los manifestantes, mientras que el presidente se lamenta de que se está desmoronando la imagen internacional del país; el primer ministro insiste en que el tercer puente a través del Bósforo lleve el nombre de un sultán, conocido como verdugo de decenas de miles de alevitas, a la vez que el presidente propone darle el nombre de uno de los ideólogos del alevismo turco; el primer ministro se niega a reconocer el proceder demasiado severo de la policía, mientras que el presidente se disculpó ante la sociedad por la actuación policial. Y no solo se trata de las palabras. 
Mientras Erdoğan llama a esperar la resolución judicial sobre la suerte del parque Gezi, con el que todo empezó, obreros municipales están plantando en ese lugar un centenar de árboles, dos mil rosales y doscientas dos mil “flores por temporada”. En un nuevo discurso, el líder del país describe de forma pintoresca hechos de profanación por los activistas de Taksim de los valores islámicos, y prácticamente al día siguiente esos “hechos” resultan ser un claro invento. ¿Acaso no se trata de una desinformación consciente por parte del primer ministro? 
Los “de abajo” han demostrado a todas luces que “no quieren” más, y parece que muchos de los “de arriba” comprendieron que “no pueden” más. El caso del primer ministro es más complicado. De los gobernantes esperan como mínimo un cambio de imagen. El primer ministro “esculpió” tanto tiempo su imagen de líder decidido, que jamás se equivoca y sin alternativa, que ahora simplemente no está en condiciones de renunciar a ella. 
Por cierto que aún es prematuro “enterrar” a Erdoğan-político, pero ya no está muy claro quién encabezará el Partido de la Justicia y el Desarrollo en las próximas elecciones, y tampoco se sabe qué tipo de partido será. 
mj/kg

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