Estar frente a objetos que han sobrevivido el paso del tiempo, que han pasado por las manos de seres humanos que nacieron, vivieron, amaron y crearon hace miles de años, inevitablemente me obliga a pensar en la humanidad en un sentido mucho más amplio y abarcador, casi místico por momentos. Este tesoro, en el sentido literal de la palabra, podrá ser admirado a partir de hoy por el público asistente al Museo Pushkin de la capital rusa.
Para todas las culturas precolombinas, entre las que se podrían citar las Vicus, Mochica, Lambayeque y la Chimú, que residían por la costa norte del Perú, el oro no tenía el valor de cambio que le otorgaban los europeos, sino que se trataba de un material especial, con cualidades únicas, sagrado. Para ellos, el oro estaba asociado al sol, astro que materializaba la energía creadora, aquella que da vida. Es por ello que parte importante de los objetos museables expuestos tiene un sentido evidentemente ceremonial, ya sean adornos, diversas vasijas o incluso los cuchillos llamados tumi. Se trata de piezas que nos muestran con toda su magnificencia el arte y la cultura incas, la maestría de sus metalurgos y orfebres, los particulares motivos figurativos que nos abren una ventana a aquellos tiempos de esplendor que tan abruptamente cortaron los colonizadores europeos en el mal llamado “descubrimiento” de América. Se trata de una cultura riquísima y en gran medida desconocida para los habitantes del siglo XXI.
“Cuando estudiábamos estas piezas en libros o catálogos, no teníamos la conciencia total del lustre y la expresividad de los originales”, comentaba en las palabras de inauguración Irina Antónova, directora del Museo Pushkin. Y ciertamente, más allá del noble material que las conforma, estas piezas sorprenden y cautivan desde su autenticidad. Se trata de objetos que les acompañaban en determinados espacios, preponderantemente sacros, de la vida cotidiana de estos seres humanos, y por tanto, gozan de una rara mezcla de funcionalidad, carácter utilitario, y particular belleza.
El presente tesoro procede del Museo Oro del Perú y Armas del Mundo, creado en los años sesenta del pasado siglo por Miguel Mujica Gallo, quien se propuso por medio del incremento de su colección privada, rescatar para el Perú estas joyas. Con este anhelo, creó la Fundación que lleva su nombre y administra dicho museo. Se estima que la colección de piezas de contenido peruano asciende a más de siete mil piezas de metales preciosos, así como diversos objetos arqueológicos recuperados. La fundación cumplió y cumple a cabalidad sus objetivos, no solo evitando que se exportasen y dispersasen estas piezas por el resto del mundo, o fuesen dañadas por mercaderes inescrupulosos, sino conservándolas y permitiendo el estudio y disfrute de estas por parte de las generaciones venideras.
El embate de la colonización española fue demoledor para las culturas precolombinas. Los objetos de oro, despojados de todo su sentido ritual o artístico, simplemente eran refundidos despiadadamente en barras y enviados a las cortes de Europa. Es por ello que la presente exposición consta de muestras exclusívamente arqueológicas, lo cual, en mi opinión, las torna más interesantes, tanto por su belleza estética, como por el prácticamente impecable estado de conservación en que se encuentran.
El hecho de que una exposición como la presente haya abierto sus puertas en Moscú es el resultado de los esfuerzos de acercamiento mutuo entre los gobiernos de la República del Perú y la Federación Rusa. Mijaíl Schetinin, director del departamento latinoamericano del Ministerio de Relaciones Exteriores de la Federación Rusa recalcó el afianzamiento entre las relaciones de ambos países, al comentar durante la inauguración: “Perú es nuestro aliado constructivo en el marco de la ONU, de la ATEC, del continente latinoamericano. Llevamos a cabo una activa colaboración científica y económica, tenemos intercambios de estudiantes en las más diversas esferas del conocimiento. Entre nuestros países existe un sistema de exención de visas, lo que permite a los turistas rusos visitar los monumentos de la historia y la cultura del Perú”.
Es por ello que “Mil años del oro de los Incas” se convierte también en un puente cultural entre ambos países, entre las historias y las culturas de América Latina y Rusia, un puente por el cual bien vale la pena transitar.
La presente muestra fue inaugurada por Irina Antónova, directora del Museo Pushkin, con la presencia de Victoria Mujica, directora del Museo Oro del Perú y Armas del Mundo, el Sr. Gustavo Otero, embajador de la República del Perú, Mijaíl Schetinin, director del departamento latinoamericano del Ministerio de Relaciones Exteriores de la Federación Rusa, así como representantes del cuerpo diplomático e instituciones gubernamentales rusas. 
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