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martes, 27 de septiembre de 2011

El tándem se ha enrocado

Alexánder Frólov
Soviétskaya Rossía

Traducido del ruso por Josafat S. Comín


Este es el segundo presidente que dimite voluntariamente, cediéndole el trono a Putin. Pero si a Yeltsin le quedaba apenas seis meses de reinado, Medvédev renuncia a seis años enteros. ¿Será que van a tener razón los conspirólogos que afirman que aquí todo lo maneja una todopoderosa Orden secreta, de la que Putin es el protegido, o incluso el Gran Maestro?
Sea como fuere, los hechos, son los hechos. El partido que ha propuesto a Medvédev como cabeza de lista para las elecciones a la Duma, y a Putin como candidato a presidente, era completamente ajeno a esa decisión, hasta el momento en que se hizo pública. Al terminar la sesión del congreso, los “aparatchiki” de “Rusia Unida” ni siquiera se esforzaron en hacer ver que la decisión había madurado en el núcleo del partido. Todos ellos, creo que hasta el propio sec. gral. Grizlov incluido, llegaron al congreso sin conocer que sería Medvédev quien encabezaría la lista electoral, y que Putin se presentaría a las presidenciales. Es algo que reconoció a los periodistas el secretario del Comité electoral de “Rusia unida”, Vorobiov: “Todo esto ha ocurrido delante de sus ojos”. Claro que al mismo tiempo aseguraba que no había ofendido a los militantes el que el líder del partido no consultara con sus colegas, antes de hacer pública la decisión, ya que esta es “extraordinaria, seria, estratégica y determinante”.

De todas formas, este acontecimiento era perfectamente predecible, desde ese mismo momento en que Putin, convertido en primer ministro, no abandonó su residencia presidencial en Novo-Ogoriovo, mientras que a Medvédev le acondicionaron otra. Otro tema es que nadie esperase que una decisión de ese alcance fuese anunciada directamente en la apertura del congreso. Un politólogo bastante conocido, que fue invitado al congreso y estaba sentado tras la tribuna de oradores, da fe de que fragmentos enteros de la intervención de Putin estaban escritos a mano por el mismo. En la papeleta para la votación secreta, el apellido Medvédev fue incluido directamente en el congreso. Las prisas son evidentes, y las prisas como regla general, aparecen cuando los destinos de lo planificado penden de un hilo. Algo ocurrió, y las huellas de ese “algo” se ven en el registro taquigráfico del congreso. Al proponer a Medvédev como cabeza de lista en la lista electoral, Putin explicó: “Quiero decir con franqueza, que el acuerdo de qué hacer, de qué encargarse en el futuro, ya fue alcanzado entre nosotros, hace varios años”. ¿Pues, si tanto hace que existía ese acuerdo, por qué no anunciarlo “con franqueza” entonces? ¿Para no convertir a Medvédev en un “pollo sin cabeza” nada más resultar elegido?

Creo que la explicación hay que buscarla en otro sitio: Los últimos tres años y medio, Putin no ha tenido plena confianza en que Medvédev fuese a respetar ese acuerdo. Y bien que ha hecho; Como buen “chequista”, sabe que su obligación profesional es no confiar nunca en nadie. Por eso Putin estaba obligado a hacerse un seguro aparte, e incentivar a su ahijado: “Tenemos con Dmitri Anatólievich otras propuestas, referentes a la futura configuración de las competencias de gobierno, y voy a pedir a Dmitri Anatólevich (Medvédev) referirse a ellas en el transcurso de su intervención de hoy”. Una petición, que más parece un ultimátum: no te olvides de decir lo que se te ha ordenado.

¿Qué sentido tenía repetir la orden en público? Evidentemente para no dejar a Medvédev ninguna otra alternativa: Después de todo, poco le costaba al presidente agradecer la confianza puesta en él y volver a su sitio, en cuyo caso el congreso hubiera discurrido por cauces distintos, en los que el discurso programático de Putin hubiera sido completamente extemporáneo. ¿Qué pasaría después, tendría que estrangular a Medvédev con una bufanda y golpearle con una tabaquera en las sienes, como a Pablo I? La comunidad internacional no lo entendería.

Pero Medvédev no dio motivos. Después de agradecer brevemente por la propuesta (que todavía no se había debatido ni votado), acto seguido propuso a Putin como candidato a presidente, aceptando la jefatura de gobierno. Luego volvió a repetir, bajo presión, las palabras de Putin: “Lo que le estamos proponiendo al congreso, es una decisión profundamente meditada. Y diré más, realmente debatimos esta variante del desarrollo de los acontecimientos todavía en el periodo en que se estaba formando nuestra alianza”. (Enseguida vino a la mente el brindis, que pronunciara el ingenuo Mozart: “Por la amistad que une a Mozart y Salieri”).

Al comentar los acontecimientos, poniendo voz a la postura de la Iglesia ortodoxa rusa, el conocido arcipreste Chaplin, se deshizo en elogios: “Nunca antes en la historia de Rusia, el poder en el estado no se transmitía de forma tan pacífica, digna, honrada y amistosa. Es una auténtico ejemplo de bondad y honestidad en la política”.

Sentimientos totalmente opuestos, despertó este acontecimiento en el campo de los “leales liberales”, agrupados en torno al Instituto de Desarrollo contemporáneo (INSOR, por sus siglas en ruso), patrocinado por Medvédev. Allí están de riguroso duelo. No podría ser de otro modo. En dos semanas se han llevado dos golpes demoledores. Primero, en el congreso de “Pravoe Delo”, ponen a Prójorov en la calle, y ahora ordenan a Medvédev que se aparte. Las esperanzas de un nuevo tándem, en el que Medvédev fuera presidente y Prójorov primer ministro, se esfumaron como el humo, sin tiempo para condensarse. Medvédev ha resultado ser un debilucho en política, incapaz de hacer algo tan banal, como traicionar a su jefe.

Sin embargo, en opinión del director de la “Fundación de la política eficiente”, Pavlovski, Medvédev ha traicionado e insultado a 52 millones de ciudadanos que votaron por él, y esta es su capitulación política. El ayudante de Medvédev, Dvorkóvich, escribió en su blog: “No hay motivos para estar contentos. En el pabellón de Luzhnikí (lugar donde se celebró el congreso. N de la T), lo mejor es jugar al hockey”. Finalmente, el ministro de finanzas Kudrin, que se encontraba en ese momento en Washington, en el encuentro de ministros de economía del G-20, declaró que no trabajará en el gobierno de Medvédev, aunque se lo ofrezcan. Por lo visto tienen diferencias en la política económica. En las palabras de Kudrin asomaba un evidente despecho, como si el puesto de primer ministro se lo hubieran prometido a él.

La gente que se mueve por los pasillos del Kremlin asegura que Medvédev tenía muchas ganas de poder repetir mandato, pero que no se lo han permitido. En el congreso Putin lo consoló en nombre de los dos: “Tanto Dmitri Anatólievich como yo, consideramos que esto no es lo más importante, quién va a ocuparse de qué y en qué sillones se va a sentar”. Pues si no es lo más importante ¿Qué sentido tiene intercambiar asientos? ¿Dónde está el problema, acaso únicamente en la sed de poder de Putin?
Pienso que habríamos de cavar más hondo. Simplemente la enorme maquinaria burocrática, empezando por los ministerios de seguridad (esa “Orden” que he mencionado al principio), ha preferido a Putin como líder, todavía más dúctil y manejable que Medvédev. En estos últimos tres años y medio de presidencia, en Medvédev han surgido unas ambiciones absolutamente incomprensibles para la “Orden”, una amenaza potencial para la “estabilidad” del reino del petróleo y el gas: el “INSOR”, “Skolkovo”, la reforma del ministerio del Interior, la “modernización” etc. Mientras que Putin jamás en la vida ha tenido más ambiciones que las personales, y por ende, más inofensivas para la omnipotente burocracia.

¿Y qué pasa con el “partido gobernante”, con su “Frente Popular”, con sus “primarias” y el pretendido amplio debate de las decisiones a tomar en las bases del partido? Pues que a todo no ha hecho más que aplaudir. Medvédev explicó en el congreso: “El hecho de que hayamos tardado en hacer pública nuestra posición con respecto al escenario electoral, confío en que ustedes entiendan, es una cuestión de conveniencia política, que respeta precisamente las normas del género político en nuestro país”. ¿Qué leyes del género político son esas, que en opinión de Medvédev, deben funcionar “precisamente en nuestro país”? Igual que antaño. Andar derecho, aguantando la respiración, esperando las disposiciones de arriba, y cuando estas llegan gritar de alborozo, independientemente de su contenido. ¡Cuantas veces hemos pasado por esto! Recuerdo las amargas líneas de Tvardovski al final de la época de Stalin:

…en la sala de ceremonias,
Sin dejar que abriese la boca,
Ya se levantaban exclamando:
¡Hurra! De nuevo va a tener razón…

Y luego más, pero peor. Pero si cuando Stalin, al menos el entusiasmo era sincero, con Jruschov, lo que más había era lo que Lenin denominaba “pasotismo”. Que si maíz, pues maíz, que si quimización, pues quimización. Alcanzaremos a América en producción de leche y carne, así que ¡ten cuidado, vaca de Iowa! ¡Claro que sí, ten cuidado! Todo esto se ha repetido ahora fielmente en el congreso del partido “gobernante”. Sin embargo el destino que alcanzó a Jruschov, al igual que a Gorvachov, demostró lo poco que vale ese “entusiasmo profesional”.
Ese fantástico espectáculo de Luzhnikí, demuestra bien a las claras, que el régimen gobernante se acerca a su momento fatídico.

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