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miércoles, 27 de abril de 2011

LOS NECIOS

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1.
Países latinoamericanos y del Caribe apoyan mediación para el retorno de la democracia en Honduras

Caracas, 26 Abr. AVN.- El canciller de la República, Nicolás Maduro, indicó, este martes, que las delegaciones de los países que fundarán, próximamente, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) aprobaron una declaración especial para respaldar el esfuerzo de los presidentes Hugo Chávez, de Venezuela, y Juan Manuel Santos, de Colombia, para el retorno de la democracia en Honduras.
“Hubo intervenciones sumamente motivantes y de gran contenido en el sentido de respaldar el esfuerzo que está haciendo el presidente Hugo Chávez y el presidente Santos de Colombia para buscar un entendimiento político para el restablecimiento del presidente (Manuel) Zelaya a Honduras, para las garantías democráticas, para las fuerzas de la resistencia y para llegar a un acuerdo en el tema de Honduras”, dijo al término de la reunión preparatoria de la cumbre que prevé el nacimiento del Celac.

El pasado 16 de abril el presidente Chávez sostuvo en Miraflores, Caracas, una reunión con el ex presidente de Honduras José Manuel Zelaya, a fin de iniciar el proceso de negociación del retorno de la democracia en el país centroamericano, luego del golpe de Estado, perpetrado en junio 2009. Esta reunión responde a una iniciativa planteada por Santos, durante su más reciente encuentro con Chávez, en Cartagena, Colombia, el pasado 9 de abril.

El ministro de Relaciones Exteriores comentó que estas gestiones son un paso más para el retorno de Honduras a los espacios de debate internacional como la Organización de Estado Americanos (OEA), organismo del que fue excluido, luego del golpe de Estado contra el presidente Zelaya.

Maduro recalcó que en la declaración, aprobada por consenso, los países de la naciente Celac agradecen la información aportada por Colombia y Venezuela sobre la base de la mediación en Honduras, al tiempo que expresan su deseo de éxito en el trabajo para la restitución de las garantías democráticas en el país centroamericano.

“Toda América Latina y el Caribe acompañan y se incorporan a que esta gestión que se está haciendo junto al presidente Zelaya y el presidente (Porfirio) Lobo tenga un buen final, vaya a buen puerto y se trabaje en función de reincorporar a Honduras, después de que se dieran un conjunto de pasos para las garantías democráticas, reincorporarla a los espacio de debates regional y subregional”, comentó Maduro en rueda de prensa realizada en un hotel capitalino.

Tanto el presidente depuesto, Manuel Zelaya, como el actual mandatario hondureño, Porfirio Lobo, han manifestado intenciones para restablecer el diálogo y el entendimiento en el país centroamericano.

A continuación el comunicado:

Comunicado de los Ministros de Relaciones Exteriores de América Latina y el Caribe sobre la mediación de Colombia y Venezuela en Honduras

Los Ministras y Ministros de Relaciones Exteriores de América Latina y el Caribe, reunidos en la ciudad de Caracas, República Bolivariana de Venezuela, en el marco de la Cumbre de América Latina sobre Integración y Desarrollo (CALC), agradecieron la información suministrada por Colombia y Venezuela sobre los avances en la mediación en Honduras.

Las Ministras y Ministros de Relaciones Exteriores de América Latina y el Caribe, expresaron su apoyo y deseos de éxito en el trabajo de mediación que adelantan los Presidente Hugo Chávez Frías de la República Bolivariana de Venezuela y Juan Manuel Santos de la República de Colombia.

Caracas, 26 de abril de 2011

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2.
Entrevista con Juan Barahona, subcoordinador del FNRP, con el periódico digital salvadoreño CONTRAPUNTO

Algo se mueve en Honduras


El gobierno de Lobo busca negociar su reingreso a la OEA. El sub coordinador general del FNRP cuenta cómo está la situación

Por Fernando de Dios

SAN SALVADOR
– La situación económica de Honduras es desesperada. Los altos precios de las materias primas, sobre todo del petróleo, están empujando al gobierno de Porfirio Lobo Sosa a buscar el apoyo de los países latinoamericanos que no reconocen su legitimidad para su reingreso a la Organización de Estados Americanos (OEA).


Su objetivo es que ese reingreso se produzca durante la Asamblea General de la OEA que tendrá lugar el próximo 5 de junio en San Salvador.

Ello permitiría al gobierno hondureño acceder a préstamos de organismos multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). También beneficiarse de las condiciones ventajosas de financiación para el petróleo que otorga Petrocaribe, la empresa formada en el seno de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), liderada por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez.

El pasado 9 de abril, de forma inesperada, Lobo Sosa apareció como invitado a una reunión en Bogotá entre Chávez y el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos.

Este súbito movimiento diplomático, auspiciado por el gobierno de Estados Unidos, dio como resultado el compromiso de Chávez y Santos de mediar en una negociación que permita el reingreso de Honduras a la OEA.

También dejó claro que la diplomacia estadounidense ha llegado a la conclusión de que la situación de Honduras no se puede solucionar al interior del país, por lo que busca una salida en la que se involucren otros actores protagónicos en el continente.

Pocos días después, el 16 de abril, el mandatario venezolano recibió en Caracas al depuesto presidente Manuel (Mel) Zelaya y a representantes del Frente Nacional de Resistencia Popular de Honduras (FNRP), que le entregaron por escrito sus reivindicaciones como movimiento político opositor al régimen emanado del golpe de Estado del 28 de junio de 2009.

Éstas consisten en el regreso a Honduras de Mel Zelaya y del resto de exiliados, entre los que están relevantes figuras políticas como la ex canciller Patricia Rodas; el respeto de los derechos humanos y la reparación de los abusos cometidos tras el golpe; la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente que redacte una nueva Carta Magna, tras la cual se deberán convocar elecciones; y el reconocimiento del FNRP como organización política que pueda concurrir a esos comicios.

Hace dos meses, el FNRP consolidó su organización con la celebración de una asamblea general en la que nombró cuadros dirigentes para los 18 departamentos del país y acordó una línea política de acción unitaria contra el régimen que gobierna desde el golpe de Estado del 29 de junio de 2009.

El FNRP aglutina a numerosos sectores sociales, profesionales y políticos de izquierda opuestos al actual régimen. Denuncia la represión y la intimidación que sufren los opositores y exige la disolución del gobierno y la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente que devuelva a Honduras al orden constitucional.

A la cabeza del movimiento quedaron Mel Zelaya como coordinador general y Juan Barahona como sub coordinador general.

En San Salvador, Juan Barahona explicó a ContraPunto qué implica este proceso abierto en Honduras y qué se puede esperar de él.


¿Por qué han venido a El Salvador?

Nuestra presencia en El Salvador es con el interés de dar a conocer la situación política que tenemos en el país. Porque estas cosas que se están dando en el país no transcienden, principalmente la represión que vivimos. Últimamente hacia afuera la imagen que se da de Honduras es que se vive en un país en democracia y en orden constitucional, y en este momento que nos aproximamos a la Asamblea General de la OEA acá en El Salvador, esa es la imagen que más se está dando a conocer. Entonces nuestro interés aquí es dar a conocer la realidad del país que vivimos, una realidad de represión permanente, de crímenes producto del golpe de Estado y que al momento de llegar la Asamblea de la OEA todas estas cosas se manejen, se sepan. Porque no queremos que Honduras vuelva a la OEA sin haberse dado cambios allá para volver al orden constitucional.

En Honduras vivimos un régimen de facto desde el 28 de junio de 2009 y no es posible que se vuelva a la OEA, después de haber sido expulsada por unanimidad, sin haberse producido cambios. Nosotros hemos planteado últimamente como Frente, a través del presidente Chávez y el presidente Santos de Colombia, nuestra posición frente a Porfirio Lobo Sosa, para que podamos llegar a un acuerdo en el país que permita volver al orden constitucional a través de una (Asamblea Nacional) Constituyente, respeto a los derechos humanos, regreso de los exiliados y que se reconozca al Frente como una organización política.

Este tema sí es la gran novedad. Parece que se abre un proceso de negociación entre ustedes como FNRP y el gobierno de Lobo, pero ¿en qué términos se va a plantear esa negociación dado que ustedes no reconocen al gobierno de Porfirio Lobo como legítimo?

Las pláticas no son directamente con el FNRP, sino a través de los mediadores, el comandante Chávez y el presidente Santos de Colombia. Nosotros lo que hicimos fue presentar a estos dos presidentes un documento por escrito donde planteamos la posición y las demandas del Frente. Ellos se las harán saber a Porfirio Lobo Sosa para ver si hay una voluntad de llegar a un acuerdo. Si hay voluntad, se firmaría un acuerdo entre Santos, Chávez, Lobo Sosa y Mel Zelaya, como presidente de la República al que se le da el golpe y como coordinador general del FNRP.

Este movimiento diplomático se dio en Colombia en el marco de una reunión entre Santos y Chávez en la que de forma, digamos inesperada, apareció el presidente Lobo, y se supone que este movimiento está originado o respaldado por el propio gobierno hondureño. ¿Lo interpretan ustedes como una reacción a la reciente asamblea del FNRP y a su consolidación como un movimiento político más organizado de lo que ha estado hasta ahora?

Esto se da en el marco de esa reunión y, por lo menos vía teléfono, Porfirio Lobo ha manifestado a Chávez y a Santos estar de acuerdo con los cuatro puntos que hemos planteado como Frente. Si eso es cierto, esperaremos a ver algún indicio positivo esta semana, que tendrán que anular los dos juicios que hay en contra Mel Zelaya, juicios políticos, para poder avanzar a un acuerdo, que tendría que ser antes de la Asamblea de la OEA que se va a dar acá en El Salvador, porque a ellos les interesa volver a la OEA en esta asamblea. Si no hay ningún acuerdo, nosotros creemos que es muy difícil que Honduras pueda regresar a la OEA.

Pero todo este cambio de actitud en Porfirio Lobo Sosa se da producto de dos cosas. Uno, la asamblea que tuvimos el 26 y el 27 de febrero, que fue una asamblea muy fuerte donde se muestra la consolidación del Frente a nivel nacional en los 18 departamentos, 298 municipios. Eso da una muestra de fuerza interna en el país y ahí hay un cambio en el actual régimen. Pero esta actitud de Lobo Sosa también es producto de la situación económica que tiene el país. En el país no hay dinero y ellos esperan que, una vez se regrese a la OEA, poder tener acceso a los desembolsos económicos vía préstamos, que los tienen parados, donaciones o lo que sea. En Honduras hay una crisis económica muy fuerte, muy sentida. El gobierno está sin fondos.

También está el tema del acceso al financiamiento que da Petrocaribe al petróleo, que es un acuerdo que estaba firmado y ahora está paralizado desde el golpe de Estado. Pero aparte de conseguir fondos para reflotar la situación económica, ¿identifican en esta negociación algún otro punto que el gobierno de Lobo Sosa vaya a poner en sobre la mesa?

No. Nosotros creemos que ellos están buscando tener acceso a los beneficios de Petrocaribe. En Honduras los derivados del petróleo están a un precio que nunca habían llegado. Ellos buscarán después del reconocimiento en la OEA y haber firmado un acuerdo, tener los beneficios de Petrocaribe, y eso lo han expresado ya los propios empresarios. Los mismos empresarios que dan el golpe de Estado dicen que se puede hacer negocios con Chávez, negocios económicos, pero fuera del ALBA, porque el ALBA es comunismo.

Al interior del FNRP también hay un debate, sobre todo en torno a presentarse o no a las próximas elecciones como partido político. ¿El planteamiento que ustedes hacen del reconocimiento del Frente como organización política va por el camino de convertirse en un partido político que pueda concurrir? Y, dado que también están exigiendo el retorno de Mel Zelaya al país, ¿sería él su candidato?

Zelaya es un líder en el país, líder en la resistencia que le ha llevado a ser el coordinador general (del FNRP), reconocemos eso. En los cuatro puntos que nosotros estamos planteando, estamos pidiendo que se reconozca al Frente como una organización política que pueda participar en próximos procesos electorales. Pero para nosotros ir a un proceso electoral en elecciones generales primero tenemos que haber participado en una Asamblea Nacional Constituyente para volver al orden constitucional, porque hoy vivimos un régimen de facto. Eso está planteado. Esperamos que sean aceptados esos puntos, que es una discusión que se dio internamente en la asamblea, pero que al final salimos bien porque la asamblea acordó que se debe participar en un proceso electoral si previamente se han cumplido algunas condiciones. Las condiciones son que regrese Mel Zelaya, que se cambie la Ley Electoral y que se cambie el Tribunal Supremo Electoral. En eso estamos de acuerdo y si en esta mediación eso lo logramos, hemos alcanzado el objetivo que discutió la asamblea. Todo lo que estamos planteando está dentro del marco político que la asamblea acordó.

Es decir, que una premisa fundamental es que haya una Asamblea Nacional Constituyente. Ahí está el dique. ¿Si no hay una Asamblea Nacional Constituyente ustedes no participarían en unas elecciones?

Muy difícil, muy difícil, porque eso significaría que vamos a participar en una condición de desigualdad con toda una estructura golpista activa. Eso sería para nosotros más bien avalarlo.

Y dado el clima político, represivo e intimidatorio, que se vive en su país, ¿cómo ve la posibilidad de que Honduras enfrente un proceso de esas características sin que se produzca más conflictividad social y más muertes, en definitiva?


En Honduras hay un problema social muy profundo, muy marcado. La lucha social en Honduras está en el marco de la lucha de clases. Y ahí lo que hay es una lucha frontal entre dos clases; una por mantener el poder y la otra por sacarlos del poder. Que eso nos va a llevar a más represión y a más muertos, eso no está descartado, eso está en la línea de la lucha. Pero que hay que hacerlo, hay que hacerlo. Nuestra lucha está diseñada en el método de la lucha pacífica, ahí nos hemos mantenido y ahí nos vamos a seguir manteniendo, en la lucha pacífica. Porque es la lucha que nos ha permitido incorporar a todo el pueblo hondureño, a toda la inconformidad contra el Golpe de Estado, incluyendo miembros de los paridos tradicionales. Entonces, lo que hemos logrado es reforzar y articular una fuerza política social, primero contra el Golpe de Estado, y ahora con objetivos claros de toma del poder político.

Pero a ese objetivo siempre habrá una reacción, que es la misma que produjo un golpe de Estado y más represión.


Si la oligarquía da un golpe de Estado para sacar a un gobierno que venía de la misma clase de ellos, de la clase terrateniente, que de ahí viene Mel Zelaya, lo sacan violentamente porque estaba haciendo pequeños cambios, pequeñas reformas –no eran cambios profundos los que hacía Mel Zelaya, eran pequeños cambios. Pero en la situación de atraso económico y político que vivimos en el país esos cambios fueron muy bien vistos y muy aceptados por el pueblo hondureño. Eso no lo toleraron. ¿Cómo van a tolerar ahora ver que el poder se les va de las manos y que lo van a entregar a la oposición? Seguro que ahí está la represión, que ahí está la muerte, ahí estamos claros.

Claro, esa es la gran dificultad de todo este proceso, porque llegar a un acuerdo entre FNRP y el gobierno de Porfirio Lobo supone que al menos algunas de sus reivindicaciones sean atendidas, principalmente, se entiende que la Asamblea Constituyente. ¿Hasta qué punto el gobierno de Porfirio Lobo podrá dar ese paso para que haya un acuerdo?

No sabemos. Por lo menos él verbalmente por teléfono manifestó a Chávez y a Santos estar de acuerdo con los cuatro puntos. Pero Porfirio Lobo Sosa dice una cosa y hace otra, por eso es que no se le cree. Para nosotros es importante tener un acuerdo. Que regresen los exiliados y con un acuerdo firmado, eso nos da pie también para seguir la lucha. Lo fundamental es el acuerdo.

Se ha involucrado en la mediación a Chávez y a Santos como representantes de los dos polos del juego que se da en el continente, pero hay otros países que no reconocen al gobierno de Porfirio Lobo ni apoyan su reingreso a la OEA, como Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Ecuador… ¿Ustedes conocen otros movimientos diplomáticos para que esos países también avalen ese proceso?

Nosotros en este momento estamos tratando de informar a todos estos países de la situación de Honduras y la posición del Frente, porque nosotros esperamos que estos países, que son países que han mantenido una posición muy firme desde el mismo día del golpe, no vayan a ser sorprendidos ahora votando a favor de que Honduras regrese a la OEA sin haber cambiado nada en Honduras, manteniendo el golpe y la estructura golpista intacta. Entonces no habríamos hecho nada. Nuestra esperanza está en que todos estos países, que no han reconocido a Porfirio Lobo Sosa y que han mantenido una posición contra el golpe de Estado, no voten a favor de Honduras mientras que en Honduras no haya cambios internos.

Pero es complicado que de aquí a junio se vean esos cambios, porque los acuerdos se firman, pero otra cosa es que se cumplan.

De los cuatro acuerdos, al 5 de junio, que es la Asamblea de la OEA, tal vez uno se pueda haber cumplido, que es el regreso de los exiliados. Pero los otros llevan más tiempo. La convocatoria de la Constituyente lleva más tiempo. El reconocimiento del Frente como instrumento político es un proceso que hay que seguir internamente, siguiendo lo que establece la ley. Y el respeto a los derechos humanos es un proceso diario, permanente.

Hay que cambiar dinámicas que están al interior de distintas fuerzas del país; las fuerzas de seguridad, el Ejército, el Poder Judicial…

Correcto, porque ahorita todos los poderes del Estado están coludidos con el golpe, como es la Corte Suprema, el Ministerio Público, el Congreso Nacional, la cúpula de la Fuerza Armada, la Policía… todos están coludidos en una sola línea defendiendo el golpe. Y atrás de esto está el poder económico de los empresarios oligarcas.

En este régimen golpista, heredero del golpe de Estado, nosotros no podemos esperar nada positivo como trabajadores. Es un régimen que obedece a los intereses de los empresarios.

Por eso, para que se dé lo que estamos hablando, tendría que darse un desmantelamiento de todo esto. ¿Hasta qué punto es posible? ¿Cómo se van a inmolar ellos mismos?

Es correcto. ¿Cómo ellos mismos se van a meter presos?

Claro, porque las exigencias del FNRP siempre incluyen que se pague por las violaciones de derechos humanos que se han producido desde junio de 2009…

Correcto, pero el general golpista Romeo Vásquez Velásquez lo sacan del Estado Mayor Conjunto y es el gerente de la empresa más rentable que tiene el país, que es la empresa de telecomunicaciones. Ahí está como el administrador. Y así los demás. Es posible que en este régimen no haya castigo para ninguno de ellos, porque además de eso se aprobó una amnistía para la cúpula de la Fuerza Armada, pero esos delitos es difícil que se olviden. En algún momento van a tener que pagar y el país no va a estar eternamente viviendo esta situación. Cambios van a haber y castigos vendrán.

Finalmente, quisiera que diera una opinión sobre el papel que juega el gobierno de El Salvador en todo este asunto, el apoyo explícito que desde el principio le ha dado al gobierno de Porfirio Lobo.

Nosotros vemos el triunfo del FMLN en El Salvador como algo positivo, como un avance importante para las fuerzas de izquierda latinoamericanas, sobre todo en la región centroamericana. Pero sabemos que el Frente hizo consensos y concesiones a nivel interno y que claramente no tenía todas las fichas del juego. Sin embargo, entiendo que son las elecciones más votadas para el FMLN, donde más avanzó, donde más poder del Estado tiene y tiene esa negociación con el Ejecutivo a nivel interno que no le permite tener una política internacional al estilo que hubiéramos esperado. Sin embargo, nosotros hemos recibido toda la solidaridad del partido, del FMLN, de su base, de sus cuadros, de su movimiento social desde el mismo momento del golpe de Estado y sabemos de esa inclinación del presidente por una política, digamos, más conservadora, más en relación con la política internacional norteamericana. Pero eso no debe confundir que lo que hay aquí en El Salvador es un avance de las fuerzas políticas progresistas de izquierda que es positivo sobre todo para el pueblo salvadoreño y para la región centroamericana.

Todos conocemos la división entre FMLN y Ejecutivo, pero en cuanto al papel protagónico del presidente Mauricio Funes en el apoyo del regreso de Honduras a la OEA, ¿cómo lo califican ustedes?

Nosotros podemos esperar respuestas de los militantes de la izquierda latinoamericana, de los que no han sido militantes no podemos esperar respuesta. Y por eso confiamos en la mediación que tiene Chávez, por eso confiamos en las acciones que gobiernos como el cubano han hecho a nivel internacional para integrarnos a nosotros como FNRP, por ejemplo en el Foro de Sao Paulo, en las instancias internacionales donde la izquierda debate, donde la izquierda se encuentra. Pero no podemos creer ni confiamos en las acciones que vengan de la política norteamericana a nivel internacional. Por eso para nosotros el panorama está claro y nosotros conocemos bien la situación interna del FMLN. Hemos sido pueblos cercanos al pueblo salvadoreño. La izquierda hondureña contribuyó con el proceso del FMLN y con el proceso del Frente Sandinista también. Se mantienen lazos desde aquella época. Muchos de nuestros militantes tienen familia salvadoreña, nuestros pueblos son hermanos, las fronteras son ficticias. Y sabemos cómo se están desarrollando las cosas aquí y sabemos, como te digo, en quien podemos confiar y en quien no, donde hay voluntades políticas y donde no.

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3.
“Si Honduras regresa a la OEA sería dejar un Golpe de Estado impune”

Juan Barahona habla con "La Página" de El Salvador


Juan Barahona, subcordinador general del Frente Nacional de Resistencia Popular de Honduras asegura que es una farsa que su país viva en armonía y democracia cuando a diario se vive represión y asesinatos, producto del Golpe de Estado en el 2009. La visita del hondureño a El Salvador tiene como objetivo reunirse con dirigentes del FMLN para obtener el apoyo en la Cumbre de la Organización de los Estados Americanos, para que Honduras no regrese al seno de la dicha entidad, si es que no se han dado cambios sustanciales.

¿Cuál es el objetivo de su vista a El Salvador?

Tiene como objetivo dar a conocer fuera de nuestras fronteras la situación real que vivimos en Honduras. Situación política, económica y social que tenemos en el país. Porque desde el Golpe de Estado se ha establecido un cerco a la comunicación para que no se conozca la realidad aún dentro del país.
Ahora igual, en este momento que se aproxima la Asamblea de la OEA aquí en El Salvador se pretende dar a conocer a Honduras como un país que vive en democracia y que respeta los derechos humanos y un país que se merece y se ha ganado el ingreso nuevamente a la OEA y no podemos permitir que hacia fuera se nos vea como un país que vive en armonía, que vive en democracia, cosa que no es cierto. Entonces nuestro objetivo es que en estos países centroamericanos se conozca la verdad.

¿Para el FNRP no hay democracia en Honduras?

No solo para la base del Frente, sino para todos los que vivimos en el país y para todos aquellos ciudadanos de cualquier país del mundo que saben, que entienden qué es vivir en democracia, sabemos que en Honduras no se vive en democracia desde el Golpe de Estado en 2009.

Vivimos, primero un orden inconstitucional cuando se rompe el orden constitucional con un régimen de facto, esto hace que tengamos un régimen represivo, con una intolerancia, donde no se respetan las leyes ya establecidas en el país. Si no se respetó la constitución, no se respeta ninguna ley secundaria y eso altera el orden legal. Vivimos un Corte Suprema de Justicia totalmente corroída con el Golpe de Estado y no hay justicia ni aplicación de la ley correctamente y…

¿A pesar que se han celebrado elecciones?


Correcto porque las elecciones tenían un objetivo para el golpismo; el Golpe se da seis meses antes de ir a elecciones generales. Pero ya en ese momento que está impuesto el Golpe de Estado las elecciones tenían un objetivo para ellos que era: no volver al orden democrático y constitucional, sino más bien limpiar el Golpe de Estado para dar la imagen que ya era borrón y cuenta nueva y que a partir de ahí vivíamos un gobierno democrático. Eso en teoría porque en la práctica y en base a ley eso no es cierto porque vivimos un régimen heredero del Golpe de Estado con las mismas políticas e intereses que obedece a los intereses de los empresarios oligarcas.

¿A qué situaciones reales se refiere por lo que asegura que en Honduras no existe la democracia que le quieren vender a la comunidad internacional?

Es que para volver a un orden constitucional democrático debemos convocar a una Asamblea General Constituyente para aprobar una nueva Constitución Política de la República, mientras eso no se dé viviremos bajo un régimen de facto. Además de eso vivimos una represión permanente en el país y una violación constante a los derechos humanos, no hay tolerancia a nada. Cualquier manifestación pacífica del pueblo es reprimida, hay capturados, procesados, golpeados, hay asesinatos, pero esa situación la vivimos los hondureños, pero hacia afuera no trasciende. Además afuera nos ven como el país de las maravillas, pero en Honduras vivimos una situación política de crisis, una situación económica de crisis; la pobreza y la indigencia se ha profundizado después del Golpe de Estado.

El Presidente Hugo Chávez de Venezuela es el mediador entre ustedes y el gobierno ¿cómo van esas negociaciones?

Nosotros le hemos entregado al presidente Chávez un documento donde planteamos la posición del Frente, la situación del Golpe de Estado y los cuatro puntos que estamos planteando para volver al orden constitucional y superar la crisis.

¿Cuáles son esos cuatro puntos?


Respeto a los derechos humanos; Convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente; Reconocimiento del Frente como un instrumento político y retorno a los exiliados encabezados por el expresidentes José Manuel Zelaya. Esto debe de darse para volver a la normalidad en el país, de lo contrario es muy difícil.

¿Qué tan factible ven el regreso del ex presidente Zelaya a Honduras?


Hay un primer paso y es que la Corte Suprema de Justicia debe anular los dos juicios políticos en contra de él, si eso no se da difícilmente puede haber acuerdo. Porque la Corte le anuló las dos órdenes de captura, pero no los juicios, entonces al llegar al país el compañero Zelaya iría preso, que es lo que quieren los golpistas.

¿Qué espera el FNRP de El Salvador?

Con el Frente Farabundo Martí hemos tenido buenas relaciones desde años atrás, desde cuando era una organización clandestina y ahora igual tenemos relaciones y esperamos contar con el apoyo de los compañeros, que de hecho hemos tenido ese apoyo. Pero esperamos tener ese apoyo en las decisiones que se van a tomar para que Honduras regrese o no regrese a la OEA.

¿Pero qué clase de apoyo esperan, porque ustedes saben que el Presidente Mauricio Funes ha sido uno de los que más ha gestionado para que Honduras regrese a la OEA?

Es correcto. Si no hay acuerdos a través de la mediación del presidente Chávez y el presidente Santos (Juan Manuel Santos, presidente de Colombia) Honduras no debe regresar a la OEA, porque eso sería dejar impune un Golpe de Estado en un país miembro de la OEA y eso sería avalar los Golpes de Estado en cualquier otro país miembro de la OEA, eso sería reconocer un régimen de facto y tener un país que vive fuera del marco constitucional en una Organización. Por eso, Honduras no debe regresar a la OEA sin haber dado muestras de querer cambiar toda la situación política y económica

¿Cree que pueda darse ese reconocimiento en la Cumbre?

No se olviden ustedes que el Golpe de Estado en Honduras se da, no para que se quede en Honduras, sino para exportarlo como un buen ejemplo a los demás países y ahí tenemos el Golpe de estado fracasado en Ecuador, que también se quiso dar en Guatemala. Tenemos el intento en Venezuela, entonces los golpes de estado en América Latina, hoy que vivimos una ola de gobiernos progresistas la única forma de parar esta ola de cambios solo puede ser con los golpes de estado para imponer regímenes militares y el golpe de Estado en Honduras no debe servir como un laboratorio para que no sirva como un ejemplo de exportación a otro país.

¿Cuál es la posición del presidente Lobo en cuanto a la mediación del presidente Chávez?

A nosotros lo que nos informó el presidente Chávez es que vía teléfono Porfirio Lobo había aceptado los cuatro puntos. Si eso es así pudiera ser que el acuerdo de la mediación esté cerca. Pero si eso no se da, si la anulación de los juicios no se dan en abril y el acuerdo de la mediación no se da en mayo, pues el acuerdo está muy lejos.

¿Qué otros países visitará usted en representación del FNRP?

Esperamos visitar Nicaragua y Cuba para que conozcan la realidad.

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4.
Un imperio de autócratas, aristócratas y matones uniformados comienza a tambalearse
Washington embarrancado

Tom Dispatch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens


Introducción del editor de Tom Dispatch

Las potencias imperiales se protegen de los riesgos. El ejemplo reciente más impresionante es Egipto. Mientras el Pentágono inyectaba dinero en las fuerzas armadas egipcias (aproximadamente 40.000 millones de dólares desde 1979), gracias a WikiLeaks sabemos que el gobierno entregaba montos mucho más pequeños (millones, no miles de millones) a diversas “organizaciones financiadas por el gobierno de EE.UU.” con ciertas relaciones con el Congreso o con los partidos demócrata y republicano. Parte de ese dinero, a su vez, se invertía en “campañas de construcción de la democracia” orientadas a enseñar a jóvenes activistas egipcios cómo organizar un movimiento contra su gobernante autocrático, cómo hacer mejor uso de las redes sociales, etc.

En otras palabras, en Egipto (y en otros sitios de Medio Oriente) Washington financiaba tanto a los autócratas como a los jóvenes activistas que se les oponían y quienes jugaron un papel crucial en Egipto en el movimiento de la Plaza Tahrir que derrocó al presidente Hosni Mubarak. Como dijo al New York Times uno de los activistas: “Aunque apreciamos el entrenamiento que recibimos a través de las ONG patrocinadas por el gobierno de EE.UU., y nos ayudaron en nuestras luchas, somos conscientes de que el mismo gobierno también entrenó al servicio de investigación de seguridad del Estado, responsable del acoso y encarcelamiento de muchos de nosotros”.

Mientras tanto, gracias a otros documentos del Departamento de Estado publicados recientemente por WikiLeaks, sabemos que, por lo menos en un país de Medio Oriente donde Washington no apoyó con entusiasmo al autócrata local –Siria– el Departamento de Estado canalizó cantidades importantes de dinero hacia el “financiamiento secreto de… grupos políticos opositores y proyectos relacionados, incluido un canal de televisión satelital que transmite programación antigubernamental al el país”. Preparaba, en otras palabras, una nueva elite para un futuro “cambio de régimen”.

Es una especie de grotesca ironía que una parte significativa del alto comando militar egipcio haya estado a finales de enero en Virginia del Norte, asistiendo a una reunión anual del Comité de Cooperación Militar Egipto-EE.UU., cuando se armó la grande en la Plaza Tahrir, gracias a esos activistas egipcios, algunos entrenados con dinero de Washington. La creación o apoyo de elites, como escriben Alfred McCoy y Brett Reilly, siempre ha sido crucial en el manejo de los imperios globales. E incluso las elites clientes es uno de los temas a los que pocas veces se dedica mucha atención, a pesar de que Gran Bretaña, por ejemplo, gobernó durante interminables décadas el Raj Indio con eficiencia impresionante, aunque opresora, con una cantidad sorprendentemente pequeña de personal de Inglaterra. ¿De qué otra manera, después de todo, podía seguir existiendo un imperio global? Y sin embargo, a medida que decrece la fuerza y la influencia de la gran potencia, esas apuestas –como la que Washington hizo en Egipto– comienzan a salir mal, desde un punto de vista imperial. Si McCoy, colaborador regular de TomDispatch y autor reciente de Policing America’s Empire, y Reilly tienen razón, el toque de Washington cuando se trata de mantener en línea a elites locales puede ciertamente haberse embarrancado. Tom

Washington embarrancado

Un imperio de autócratas, aristócratas y matones uniformados comienza a tambalearse

Alfred W. McCoy y Brett Reilly

En uno de los accidentes afortunados de la historia, la yuxtaposición de dos eventos extraordinarios ha puesto al desnudo la arquitectura del poder global de EE.UU. En noviembre pasado, WikiLeaks salpicó retazos de cables de embajadas de EE.UU., cargados de comentarios abusivos sobre dirigentes nacionales de Argentina a Zimbabue, en las primeras planas de periódicos de todo el mundo. Entonces, solo unas pocas semanas más tarde, Medio Oriente hizo erupción en manifestaciones por la democracia contra los dirigentes autocráticos de la región, muchos de ellos estrechos aliados de EE.UU. cuyos puntos vulnerables se habían detallado convenientemente en esos mismos cables diplomáticos.

Repentinamente, se pudieron ver los fundamentos del orden mundial de EE.UU. basados significativamente en dirigentes nacionales que sirven a Washington como leales “elites subordinadas” que son, en realidad, una abigarrada colección de autócratas, aristócratas y matones uniformados. También quedó a la vista la lógica más amplia de decisiones de política exterior estadounidense durante el último medio siglo que de otra manera era inexplicable.

¿Por qué la CIA iba a arriesgarse a controversias en 1956, en el clímax de la Guerra Fría, derrocando a un líder tan aceptado como Sukarno en Indonesia o alentando el asesinato del autócrata católico Ngo Dinh Diem en Saigón en 1963? La respuesta -gracias a WikiLeaks y a la “primavera árabes” queda ahora mucho más clara– es que ambos eran subordinados elegidos por Washington hasta que el uno y el otro se convirtieron en insubordinados y descartables.

¿Por qué, medio siglo después, traicionó Washington sus supuestos principios democráticos respaldando al presidente egipcio Hosni Mubarak contra millones de manifestantes y luego, cuando flaqueó, utilizó su influencia para reemplazarlo, por lo menos inicialmente, por su jefe de inteligencia Omar Suleiman, un sujeto bien conocido por dirigir las cámaras de tortura de El Cairo (y prestárselas a Washington)? De nuevo, la respuesta es: porque ambos fueron subordinados fiables que habían servido durante mucho tiempo los intereses de Washington en ese crucial Estado árabe.

En todo Gran Medio Oriente, desde Túnez y Egipto a Bahréin y Yemen, las protestas democráticas amenazan con barrer a elites subordinadas cruciales para el despliegue del poder estadounidense. Por supuesto todos los imperios modernos se han basado en testaferros fiables para convertir su poder global en control local –y para la mayoría, en cuanto esas elites comenzaban a agitarse, a ser impertinentes y fijar sus propias intenciones, llegó también el momento en el que quedó claro que el colapso imperial era una de las posibilidades.

Si las “revoluciones de terciopelo” que se extendieron por la Europa Oriental de 1989 dieron el toque de despedida al imperio soviético, las “revoluciones de jazmín” que se propagan por Medio Oriente podrían marcar el principio del fin del poder global estadounidense.

Los militares son puestos a cargo

Para comprender la importancia de las elites locales, hay que volver a los primeros días de la Guerra Fría cuando una Casa Blanca desesperada buscaba algo, cualquier cosa, que pudiera detener la propagación aparentemente imparable de lo que Washington veía como un sentimiento antiestadounidense y pro comunista. En diciembre de 1954, el Consejo Nacional de Seguridad (NSC) se reunió en la Casa Blanca para elaborar una estrategia que pudiera amansar a las poderosas fuerzas nacionalistas de cambio que crecían en el globo.

En toda Asia y África, una media docena de imperios europeos que habían garantizado el orden global durante más de un siglo daban paso a 100 nuevas naciones, muchas –desde el punto de vista de Washington– susceptibles de “subversión comunista”. En Latinoamérica había atisbos de oposición izquierdista a la creciente pobreza urbana y a la carencia de tierras en el campo.

Después de un análisis de las “amenazas” que enfrentaban a EE.UU. en Latinoamérica, el influyente secretario del Tesoro, George Humphrey, informó a sus colegas del NSC que deberían de “dejar de hablar tanto de democracia” y “apoyar dictaduras derechistas si sus políticas eran pro estadounidenses”. En ese momento, en un destello de visión estratégica, Dwight Eisenhower interrumpió para señalar que lo que Humphrey estaba diciendo, era en realidad: “Está bien si son nuestros hijueputas”.

Fue una ocasión memorable, porque el presidente de EE.UU. acababa de articular con total claridad el sistema de dominación global que Washington implementaría durante los 50 años siguientes, dejando de lado los principios democráticos a favor de una dura realpolitik de respaldo a cualquier dirigente fiable dispuesto a apoyar a EE.UU. construyendo así una red mundial de dirigentes nacionales (y a menudo nacionalistas) que pusieran, en un santiamén, las necesidades de Washington por encima de las de sus países.

Durante toda la Guerra Fría, EE.UU. favoreció a autócratas militares en Latinoamérica, aristócratas en todo Medio Oriente y una mezcla de demócratas y dictadores en Asia. En 1958 los golpes militares en Tailandia e Iraq concentraron repentinamente la atención en los militares del Tercer Mundo como fuerzas que había que considerar. Entonces el gobierno de Eisenhower decidió llevar a dirigentes militares extranjeros a EE.UU. para darles más “capacitación” con el fin de facilitar “‘el manejo’ de las fuerzas de cambio liberadas por el desarrollo” de esas naciones emergentes. Desde entonces, Washington canalizó ayuda militar hacia el cultivo de las fuerzas armadas de aliados y potenciales aliados en todo el mundo, mientras utilizaba “misiones de entrenamiento” para crear vínculos cruciales entre los militares de EE.UU. y los cuerpos de oficiales de un país tras otro, -o, donde las elites subordinadas no parecían serlo suficientemente, para ayudar a identificar dirigentes alternativos.

Cuando los presidentes civiles se insubordinaban entraba en acción la CIA promoviendo golpes que llevaron al poder a sucesores militares confiables –reemplazando al primer ministro iraní Mohamad Mossadeq, quien trató de nacionalizar el petróleo de su país, por el general Fazlollah Zahedi (y luego el joven Shah) en 1953; al presidente Sukarno por el general Suharto en Indonesia durante la década siguiente; y, claro está, al presidente Salvador Allende por el general Pinochet en Chile en 1973, por nombrar solo tres de los casos correspondientes.

En los primeros años del Siglo XXI, la confianza de Washington en los militares de sus Estados clientes no dejó de aumentar. EE.UU., por ejemplo, prodigó 1.300 millones de dólares de ayuda al año a los militares de Egipto, pero invirtió solo 250 millones de dólares al año en el desarrollo económico del país. Como resultado, cuando los manifestaciones estremecieron al régimen en El Cairo en enero pasado, como informó el New York Times, dio su resultado la inversión de treinta años cuando los generales estadounidenses… y agentes de inteligencia llamaron sin bombo ni platillos… a los amigos con los que se habían entrenado”, incitando exitosamente a que el ejército apoyara una “transición pacífica” hacia, claro está, un régimen militar.

En otros sitios de Medio Oriente, Washington ha seguido, desde los años cincuenta, la preferencia imperial británica por aristócratas árabes privilegiando a aliados que incluyeron al shah (Irán), sultanes ( Abu Dabi, Omán), emires (Bahréin, Kuwait, Qatar, Dubai), y reyes (Arabia Saudí, Jordania, Marruecos). Por toda esa vasta y volátil región desde Marruecos a Irán, Washington cortejó a esos regímenes monárquicos con alianzas militares, sistemas de armas estadounidenses, apoyo de la CIA a la seguridad local, un refugio seguro estadounidense para su capital y favores especiales para sus elites, incluido el acceso a instituciones educativas en EE.UU. o escuelas en el exterior del Departamento de Defensa para sus hijos.

En 2005, la secretaria de Estado Condoleezza Rice resumió este historial como sigue: “Durante 60 años, EE.UU. buscó la estabilidad a costa de la democracia… en Medio Oriente, y no logramos ni lo uno ni lo otro.”

Cómo solía funcionar

EE.UU. no es de ninguna manera el primer poder hegemónico que basó su poder global en la telaraña de vínculos personales con dirigentes locales. En los Siglos XVIII y XIX, Gran Bretaña pudo imperar sobre las olas (como EE.UU. después dominó los cielos), pero cuando llegó a tierra necesitó aliados locales, como por ejemplo imperios del pasado, que pudieran servir de intermediarios en el control de sociedades complejas y volátiles. De otra manera, ¿cómo podría una pequeña nación insular de solo 40 millones con un ejército de solo 99.000 hombres gobernar un imperio global de unos 400 millones, casi un cuarto de toda la humanidad?

Desde 1850 a 1950, Gran Bretaña controló sus colonias mediante una serie extraordinaria de aliados locales –desde los jefes de las islas Fiji a los sultanes malayos, maharajás indios y emires africanos. Simultáneamente, mediante elites subordinadas, Gran Bretaña reinó sobre un “imperio informal” que incluía emperadores (de Pekín a Estambul), reyes (de Bangkok a El Cairo) y presidentes (de Buenos Aires a Caracas). En su clímax en 1880, el imperio informal de Gran Bretaña en Latinoamérica, Medio Oriente y China era mayor en población que sus posesiones coloniales formales en India y África. Todo su imperio global, que cubría casi la mitad de la humanidad, se basó en esos finos vínculos de cooperación con elites locales leales.

Después de cuatro siglos de incesante expansión imperial, sin embargo, los cinco principales imperios europeos en ultramar fueron repentinamente borrados del globo en un cuarto de siglo de descolonización. Entre 1947 y 1974 los imperios belga, británico, holandés, francés y portugués desaparecieron rápidamente de Asia y África, cediendo el paso a cien nuevas naciones, más de la mitad de los actuales Estados soberanos. Al buscar una explicación de este repentino y arrollador cambio, la mayoría de los eruditos están de acuerdo con el historiador imperial británico Ronald Robinson, quien genialmente argumentó que “cuando a los gobernantes coloniales se les acabaron los colaboracionistas indígenas”, su poder comenzó a palidecer.

Durante la Guerra Fría, que coincidió con esta era de rápida descolonización, las dos superpotencias del mundo volvieron a los mismos métodos utilizando regularmente sus agencias de espionaje para manipular a los dirigentes de los Estados recientemente independizados. El KGB de la Unión Soviética y sus sustitutos como el Stasi de Alemania Oriental y Securitate en Rumania impusieron la conformidad política en los 14 Estados satélites soviéticos en Europa Oriental y desafiaron a EE.UU. en la busca de aliados leales en el Tercer Mundo. Simultáneamente, la CIA controló las lealtades de presidentes, autócratas y dictadores en cuatro continentes, utilizando golpes, sobornos y penetración clandestina para controlar y, cuando fue necesario, eliminar a dirigentes fastidiosos.

En una era de sentimiento nacionalista, sin embargo, la lealtad de las elites locales resultó ser un asunto complejo. Muchas eran impulsadas por lealtades conflictivas y a menudo profundos sentimientos de nacionalismo, lo que significaba que había que controlarlas muy de cerca. Tan críticas eran esas elites subordinadas, y tan problemáticas eran sus repetidas insubordinaciones, que la CIA lanzó repetidamente arriesgadas operaciones clandestinas para controlarlas, provocando algunas de las grandes crisis de la Guerra Fría.

Ante el aumento de su sistema de control global en una era de independencia posterior a la Segunda Guerra Mundial, Washington no pudo seguir trabajando simplemente con testaferros o marionetas, sino con aliados que –aunque desde posiciones más débiles– todavía trataban de maximizar lo que consideraban los intereses de sus naciones (así como los suyos propios). Incluso en la cima del poder global estadounidense en los años cincuenta, cuando su dominación era casi indiscutible, Washington se vio obligado a duras negociaciones con Raymond Magsaysay en las Filipinas, el autócrata sudcoreano Syngman Rhee y Ngo Dinh Diem de Vietnam del Sur.

En Corea del Sur durante los años sesenta, por ejemplo, el general Park Chung Hee, entonces presidente, negoció despliegues de tropas a Vietnam por miles de millones de dólares de EE.UU. para el desarrollo, que ayudaron a activar el “milagro” económico del país. Al hacerlo, Washington pagó la cuenta, pero consiguió lo que más quería: 50.000 de esos duros soldados coreanos como ayudantes pagados para su impopular guerra de Vietnam.

El mundo después de la Guerra Fría

Después de que cayó el Muro de Berlín en 1989, al terminar la Guerra Fría Moscú perdió rápidamente sus Estados satélites de Estonia a Azerbaiyán, cuando los sustitutos soviéticos, otrora leales, fueron derrocados o abandonaron el barco a la deriva del imperio. Para Washington, el “vencedor” y pronto la “única superpotencia” del planeta Tierra, el mismo proceso comenzaría pronto, pero a un ritmo mucho más lento.

Durante las dos décadas siguientes, la globalización promovió un sistema multipolar de potencias ascendientes en Pekín, Nueva Delhi, Moscú, Ankara y Brasilia, incluso mientras un sistema desnacionalizado de poder corporativo reducía la dependencia de las economías en desarrollo de algún Estado en especial, por imperial que fuera. Con la decadencia de su capacidad de controlar a las elites, Washington ha enfrentado la competencia ideológica del fundamentalismo islámico, de los regímenes reguladores europeos, del capitalismo de Estado chino y de la creciente marea de nacionalismo económico en Latinoamérica.

A medida que el poder y la influencia de EE.UU. disminuían, los intentos de Washington de controlar a sus elites comenzaron a fallar, a menudo de manera espectacular –incluyendo sus esfuerzos por derrocar a su pesadilla, Hugo Chávez de Venezuela, en un golpe chapucero en 2002, de separar a su aliado Mijeil Saakashvili de Georgia de la órbita rusa en 2008, y de deponer a su némesis Mahmud Ahmadineyad en las elecciones iraníes de 2009. Donde otrora bastaba un golpe de la CIA o dinero clandestino para derrotar a un antagonista, el gobierno de Bush necesitó una invasión masiva para derrocar a un solo dictador engorroso, Sadam Hussein. Incluso entonces vio que sus planes para cambios subsiguientes de régimen en Siria e Irán se bloquearon cuando esos Estados ayudaron, en su lugar, a una devastadora insurgencia contra las fuerzas de EE.UU. dentro de Iraq.

De la misma manera, a pesar de inyecciones de miles de millones de dólares de ayuda extranjera, a Washington le ha resultado casi imposible controlar al presidente afgano que instaló en el poder, Hamid Karzai, quien resumió memorablemente ante los enviados estadounidenses su díscola relación con Washington como sigue: “Si buscáis un títere, y lo llamáis socio, no. Si buscáis un socio, sí.”

Entonces, a finales de 2010, WikiLeaks comenzó a distribuir esos miles de cables diplomáticos estadounidenses que ofrecen visiones no censuradas del control debilitado de Washington sobre el sistema de poder por medio de sustitutos que construyó durante 50 años. Al leer esos documentos, el periodista israelí Aluf Benn de Haaretz pudo ver “la caída del imperio estadounidense, la decadencia de una superpotencia que gobernó el mundo a fuerza de su supremacía militar y económica”. “Los embajadores estadounidenses”, agregó “…ya no son recibidos en las capitales del mundo como ‘altos comisionados’… [son] burócratas cansados [quienes] pasan sus días escuchando aburridos las conversaciones de sus anfitriones, sin recordarles quién es la superpotencia y quién es el Estado cliente”.

Por cierto, lo que muestran los documentos de WikiLeaks es un Departamento de Estado con dificultades para manejar por todos los medios posibles un sistema global desafiante de elites cada vez más insubordinadas –a través de intrigas para reunir información e inteligencia necesaria, actos amistosos con el propósito de comprar conformidad, amenazas para forzar a cooperar y miles de millones de dólares de ayuda malgastados para comprar influencia. A principios de 2009, por ejemplo, el Departamento de Estado instruyó a sus embajadas de todo el mundo para que jugaran a ser policía imperial recolectando datos exhaustivos sobre dirigentes locales, incluyendo “direcciones de correo electrónico, números de teléfono y fax, huellas digitales, imágenes faciales, ADN, y escaneado de ojos”. Mostrando su necesidad, como cualquier gobernador colonial, de información incriminatoria sobre la gente del lugar, el Departamento de Estado también presionó a su embajada en Bahréin por medio de sórdidos detalles, dañinos en una sociedad islámica, sobre los príncipes herederos del reino, y preguntó: “¿Hay alguna información derogatoria sobre alguno de los príncipes? ¿Bebe alcohol alguno de los príncipes? ¿Consumen drogas algunos de ellos?”

Con la arrogancia de enviados de los últimos días del imperio, los diplomáticos estadounidenses parecieron buscar poder para dominar, desdeñando “la postura neo-otomana de los turcos en Medio Oriente y los Balcanes”, o conociendo las debilidades de sus elites subordinadas, por ejemplo la “voluptuosa rubia” enfermera del coronel Muamar Gadafi, el morboso miedo a los golpes militares del presidente paquistaní Asif Ali Zardari o los 52 millones de dólares de fondos robados del vicepresidente afgano Ahmad Zia Masud.

A medida que su influencia disminuye, sin embargo, Washington descubre que muchos de sus aliados locales elegidos son cada vez más insubordinados o irrelevantes, en especial en el estratégico Medio Oriente. A mediados de 2009, por ejemplo, el embajador de EE.UU. en Túnez informó de que “el presidente Ben Ali… y su régimen han perdido contacto con el pueblo tunecino”, y se basa “en la policía para mantener el control”, mientras “aumenta la corrupción en su círculo íntimo” y “aumentan los riesgos para la estabilidad del régimen a largo plazo”. A pesar de ello, el enviado estadounidense solo pudo recomendar que Washington “reduzca la crítica pública” y en su lugar se base sólo en “la franqueza privada a alto nivel” –una política que no produjo ninguna reforma antes de que las manifestaciones derrocaran al régimen solo 18 meses después.

De la misma manera, a finales de 2008, el embajador estadounidense en El Cairo temía que “la democracia egipcia y los esfuerzos por los derechos humanos… están siendo sofocados”. Sin embargo, como admitió la embajada, “no quisiéramos ver la posibilidad de que haya complicaciones para los intereses regionales de EE.UU. si el lazo entre EE.UU. y Egipto se debilitara seriamente”. Cuando Mubarak visitó Washington unos meses después, la embajada instó a la Casa Blanca “a restaurar el ambiente cálido que ha caracterizado tradicionalmente la cooperación entre EE.UU. y Egipto”. Y así, en junio de 2009, solo 18 meses antes de la caída del presidente egipcio, el presidente Obama saludó a ese dictador útil como “un aliado incondicional… una fuerza de la estabilidad y el bien en la región”.

Mientras se desarrollaba la crisis en la Plaza Tahrir en El Cairo, el respetado líder opositor Mohamed El-Baradei se quejó amargamente de que Washington estaba empujando a “todo el mundo árabe hacia la radicalización con su política inepta de apoyo a la presión”. Después de 40 años de dominación estadounidense, el Medio Oriente era, dijo, “una colección de Estados fallidos que no agregan nada a la humanidad o a la ciencia” porque “no se ha enseñado a la gente a pensar o actuar y se le dio deliberadamente una educación inferior”.

A falta de una guerra global capaz de barrer simplemente un imperio, la decadencia de una gran potencia frecuentemente es un asunto espasmódico, doloroso, prolongado. Aparte del deterioro de las dos guerras estadounidenses en Iraq y Afganistán hacia algo que no está tan lejos de una derrota, la capital de la nación se retuerce ahora en la crisis fiscal, la moneda de la nación pierde su solvencia y los antiguos aliados forjan lazos económicos e incluso militares con el rival chino. A todo esto tenemos que agregar ahora la posible pérdida de testaferros leales en todo Medio Oriente.

Durante más de 50 años, a Washington le ha ido bien con un sistema de poder global basado en elites subordinadas. Ese sistema facilitó otrora la extensión de la influencia estadounidense a todo el mundo con una eficiencia sorprendente y (hablando relativamente) economías de fuerza. Ahora, sin embargo, esos leales aliados se parecen cada vez más a un imperio de Estados fallidos o insubordinados. Que no quepa duda: es probable que la degradación o el fin de medio siglo de semejantes lazos haga embarrancar a Washington.

Alfred W. McCoy es profesor de historia en la Universidad de Wisconsin-Madison, colaborador regular de TomDispatch y autor de Policing America’s Empire: The United States, the Philippines, and the Rise of the Surveillance State. También convocó al proyecto “Imperios en transición”, un grupo de trabajo global de 140 historiadores de universidades en cuatro continentes. Los resultados de sus primeras reuniones fueron publicados como Colonial Crucible: Empire in the Making of the Modern American State, y los resultados de su última conferencia, en Barcelona, en junio pasado, aparecerán el próximo año como Endless Empires: Spain’s Retreat, Europe’s Eclipse, and America’s Decline.

Brett Reilly es estudiante de posgrado de historia en la Universidad Wisconsin-Madison, donde estudia política exterior de EE.UU. en Asia.

Copyright 2011 Alfred W. McCoy and Brett Reilly

Fuente: http://www.tomdispatch.com/blog/175383/

http://www.cubadebate.cu/wp-content/uploads/2010/06/silvio-rodriguez-en-oakland_21.jpg

5.
Silvio Rodríguez: “La voz de la Revolución cubana es Fidel”

En vísperas de la visita de Silvio Rodríguez a los Estados Unidos, Judy Cantor-Navas, reportera de la revista de música Billboard, le hizo la siguiente entrevista que el cantautor reprodujo en su blog Segunda Cita y ha sido muy poco divulgada.

Judy Cantor-Navas
Billboard Magazine
Entrevista a Silvio Rodríguez

-¿Por que le parece importante tocar en los Estados Unidos, después de todo este tiempo y después de las barreras que se han puesto para usted y otros artistas cubanos? ¿Que significa para Ud. personalmente, profesionalmente, y quizás, para la música cubana en general y, más allá, para las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos?

-Por los Estados Unidos ha pasado prácticamente toda la música del mundo. Me veo como un músico más, de tantos que han ido por allá. Cuando yo era joven dibujaba historietas y uno de mis referentes era la revista MAD. No sé si será posible encontrar ejemplares de principios de los 60, cuando esa revista contaba con un fabuloso equipo de ilustradores como Jack Davis, Don Martin y Wallace Wood. Entre ellos también estaba Prohías, un cubano genial. Nunca fui a la costa del oeste y siento curiosidad por conocer esa zona, que fue parte de México. He escrito dos discos donde aparecen ángeles y me gustaría conocer la ciudad que se llama así. A nivel político entre los dos países, veo mi visita como un paso de avance, porque hacía 30 años que no me daban visa. Ojalá las relaciones avancen siempre en la dirección del respeto mutuo.

-¿Aquí en los Estados Unidos, se ve el hecho de que el gobierno norteamericano ha otorgado un visado a Silvio Rodríguez de manera muy simbólica - es decir, aunque hemos disfrutado de los conciertos de otros músicos cubanos últimamente, su gira es la que ´rompió el hielo´ de manera definitiva. ¿Aparte del deseo propio de hacer esta gira, Ud. siente una responsibilidad de ‘abrir caminos’ para otros músicos y artistas cubanos en los Estados Unidos?

-No sé hasta qué punto eso podrá ser cierto, porque últimamente han viajado algunas orquestas, jazzistas e incluso trovadores. Pienso en Los Van-Van, en La Charanga Habanera, en Roberto Carcassés, en Carlos Varela. Hoy salió que le habían otorgado la visa al grupo Mezcla, de Pablo Menéndez, un norteamericano que vive en Cuba hace 40 años. Me parece muy bien que esto pase y también me gustaría mucho que los músicos norteamericanos fueran a Cuba más a menudo.

-¿Le parece injusto que los artistas cubanos no pueden ser pagados para sus conciertos de manera normal y corriente bajo la ley de los Estados Unidos?

-Por supuesto que me parece injusto. Y todavía me parece más injusto que los cubanos no podamos usar lo que hemos ganado con trabajo honrado, porque si un banco norteamericano comprueba que resides en Cuba, confisca tu dinero en dólares, aunque no lo hayas ganado en los Estados Unidos.

-¿Durante las últimas décadas el embargo de los Estados Unidos ha afectado su carrera de manera directa? (De manera económica o artística)

-Hace 20 años yo impulsé la creación de tres estudios de grabación. Para hacerlos ayudé con lo que había ganado en conciertos fuera de Cuba. En aquel momento pudimos traer algún equipamiento de Inglaterra y de otros lugares de Europa. Después, cuando quisimos comprar piezas, resultó que muchas eran norteamericanas y se negaron a vendérnoslas, por miedo a sanciones económicas. Si un cubano compra un software norteamericano se lo venden, pero cuando necesita actualizarlo le sale un cartel que dice que las leyes de los Estados Unidos no lo permiten. Este año sólo podrán entrar dos alumnos de piano en cada escuela de música cubana y, en algunas, sólo uno. Eso es por los ajustes económicos que nos impone el bloqueo. Hay un tipo de sillas de ruedas para niños discapacitados que no podemos comprar directamente, por ser patentes norteamericanas. Pagarle a otros para que nos las compren nos duplica o triplica el coste. Cualquiera en mi país tiene mil historias parecidas sobre el bloqueo.

-Parece que esta nueva apertura para los músicos cubanos en los Estados Unidos (no como otras veces) puede seguir para el futuro predecible. ¿Como piensa que este intercambio puede afectar a la música cubana a largo plazo (en términos de ser más influenciados por la música americana por ejemplo)?

La música cubana ha demostrado ser indeleble, porque ha tenido muchas influencias y siempre ha conservado su esencia. Cuando el trío Matamoros estuvo grabando en New Jersey, en los años 30, absorbieron influencias armónicas, pero su son siguió siendo son. Cuando llegaron las Jazz Band a Cuba, Pérez Prado las puso a tocar mambo y Benny Moré las puso a tocar montunos. El blues influyó también al bolero cubano, pero nunca lo descaracterizó. Yo creo que es bueno que las músicas se junten porque de esos contactos siempre salen cosas interesantes. Gillespie decía que Chano Pozo le puso rumba al jazz norteamericano.

-Su canciones tienen cada una su propia mensaje, ¿Pero cual es el mensaje general que quisiera transmitir a las audiencias estadounidenses durante esta gira?

Realmente no me planteo esta visita en términos de un mensaje especial. No creo ser un arquetipo artístico, mucho menos político. De las muy variadas formas de música que se hacen en Cuba, yo hago trova, que es como decir una canción poética. Y dentro de la trova, me veo como uno de los muchos que hubo y que hay. Si he logrado cierta voz propia es porque he trabajado duro y he tratado de superarme, como lo hacen muchos otros artistas. Quizá me gustaría que pensaran que soy un vecino que viene a compartir su espíritu; alguien que viene con sentimientos de amistad y espera lo mismo.

-¿Después de los años, y de todas las experiencias de su carrera y su país, sigue creyendo que un mundo mejor es posible, y que la música tiene el poder de cambiar las cosas?

-La música y la poesía no tienen tanto poder como uno pudiera imaginar a los 20 años. Pero sin dudas tampoco son nulas o inútiles. La poesía y la música pueden ser muy influyentes en la conducta humana, porque pueden ser reveladoras, lo mismo a nivel cognoscitivo que a nivel sensorial. El arte mejora a las personas, de eso no tengo dudas, y son las personas las que pueden cambiar el mundo. Hay que dar mucho arte a la gente, para que las personas estén lo mejor inspiradas a la hora de tomar decisiones. De esta forma un mundo mejor estará más cerca de ser posible.

-¿Tiene recuerdos de un momento especifico en lo cual sentía el poder de una canción?

Una canción que escuché en una película, hace 10 años, me hizo dejar de fumar. Una canción mía consiguió que convirtieran en museo a un tren que estaba abandonado en un suburbio de una ciudad.

-Ud. tiene su propio estudio de grabación, Estudios Ojalá. ¿Como funciona el estudio, que tipo de actividad suelen tener allí? ¿Se limita al proyectos suyos, o es un estudio abierto a otros músicos?

-Ojalá se construyó en las dos habitaciones superiores de una pequeña casa. Yo aporté la tecnología y los instrumentos y el estado financió la remodelación. Yo lo dirijo, pero los estudios son propiedad estatal, como casi todo en Cuba. Hace sólo dos días Omara Portuondo y Chucho Valdés estaban grabando su segundo disco juntos. El primero también lo grabaron allí. A Chucho le gusta nuestro piano, un Steinway & Son que trajimos de Hamburgo. En él se grabó la integral de piano de Harold Gramatges, cuando aún vivía. Leo Brouwer grabó una parte de “Homo Ludens” con nosotros. Más del 60% de las grabaciones que hacemos son donaciones. Hemos podido ayudar a alumnos de las escuelas de música que necesitan enviar demos a los concursos; también a trovadores sin casas disqueras, o a intérpretes que nunca habían grabado un disco. Nuestro estudio se llama Ojalá, también por ser alternativo.

-¿Que efecto le parece que ha tenido la creación de más estudios de grabación y el acceso a nueva tecnología de grabación en la última década ha tenido sobre el sonido de la música cubana?

-Aunque el acceso a las nuevas tecnologías no lo hemos tenido fácil, el beneficio que veo es el hecho de que existan todas esas grabaciones que hemos podido hacer. Entre ellas hay algunos premios Granmys, y también premios de Cubadisco, grabados lo mismo en los estudios Abdala que en los estudios Eusebio Delfín (de la ciudad de Cienfuegos), o en los estudios Ojalá. Cuando dentro de 100 años alguien escuche grabaciones de estos tiempos, algunas serán las que hicimos nosotros. Estos resultados son para mí el mejor premio, porque yo perdí muchas canciones por no tener cómo grabarlas.

-Acaba de empezar la feria Cubadisco….¿le parece que esta nueva apertura de los Estados Unidos a los artistas cubanos puede impactar positivamente a la música cubana? Por otro lado, le gustaría ver a más artistas americanos tocando y grabando en la Habana? ¿Le parece que esto seria posible en un futuro próximo?

-Entre los músicos norteamericanos y los cubanos siempre ha existido admiración e incluso apoyo. Cuando a fines de la década del 70 ocurrió el Havana-Jam, ellos dejaron una mesa de sonido que la Empresa de grabaciones de Cuba (EGREM) usó durante años. Mucho después, cuando estábamos haciendo las primeras grabaciones en Ojalá y en Abdala, tuvimos a un entusiasta colaborador norteamericano, el ingeniero de sonido John Fausty, que nos enseñó secretos de la tecnología que acabábamos de adquirir. Ojalá aprueben que los norteamericanos puedan viajar normalmente a Cuba, eso incrementaría mucho los contactos y creo que ambas partes nos beneficiaríamos.

-Ud. acaba de estrenar su propio blog - por qué escribir un blog?

-Lo hice porque estaba de visita en el blog de un trovador venezolano y vi un letrero que decía ¿quiere hacer un blog? Me metí y cuando vine a ver tenía un blog propio. Yo no sabía muy bien en qué consistía y me he ido dando cuenta poco a poco. Lo lamentable es que a veces, por el trabajo, pasan días y no hay tiempo de escribir nada. Uno trata de decir cosas que tengan sentido, pero sin exagerar, porque entiendo que el blog es un lugar para estar en confianza, como entre amigos. Es un lugar donde uno puede jugar a Dios, porque puede poner y quitar lo que decida. Yo no he sido capaz de suprimir ni un solo comentario adverso, que los hay. He resultado ser un diosito bastante democrático.(*)

-En su último disco, hay reflexiones sobre la realidad cubana actual. Muchas veces se le ha descrito a usted como “La voz de la revolución” cubana — ¿se siente cómodo con esta descripción?

-Para nada. La voz de la Revolución cubana es Fidel. Y, cantando, lo fue Carlos Puebla. Yo comparto los principios que fundamentaron la Revolución. O sea, la respeto y podría decir que la siento como parte entrañable, porque me hice hombre aprendiendo de la Revolución. Fui miliciano con 14 años, cuando el desembarco por Bahía de Cochinos. Con 30 partí a ayudar a los angoleños, cuando la Sudáfrica del apartheid los invadió. Esas vivencias me dictaron canciones de combate, pero si Ud. revisa mi repertorio no encontrará loas adulatorias ni fanatismo. Nunca he tratado de escribir panfletos políticos; el gusto que tengo por la poesía no me lo permite. Me siento comprometido con la dignidad de mi pueblo, que ha pasado mucho sin doblegarse. Y también tengo un espíritu bastante autocrítico.

-He leído que tocó en Nueva York por última vez en 1978. ¿Bajo qué circunstancias se organizó ese concierto?

Lo organizaron las brigadas “Antonio Maceo” (jóvenes cubanos que cuando niños fueron llevados a los Estados Unidos) y “Venceremos” (norteamericanos amigos de Cuba). Fue en Broadway, en un teatro llamado Minskof, que en julio de 1978 estaba acabado de remozar. El auditorio estaba completamente lleno y el público pedía canciones por sus títulos . Yo no entendía cómo eso podía estar pasándome en los Estados Unidos. Año y medio después, en febrero de 1980, volví a cantar en Nueva York, en la Brooklyn Academy of Music. Esta vez iba con Pablo Milanés. Fue una noche en que nevaba mucho y eso nos retrasó dos horas. Nos llevamos una gran sorpresa cuando llegamos, pasadas las 11, y descubrimos que el teatro lleno aún nos esperaba.

-¿Con cual artista americano le gustaría compartir el escenario? ¿Habrá posibilidad de que se verá algún invitado en el escenario en Carnegie Hall?

-Conozco a Barbara Dane, que hace 40 años publicó el primer disco de mi generación en los Estados Unidos, en un sello llamado -imagínese- Paredón Records. Conozco a David Byrne, que hace 20 años tuvo la gentileza de publicar una antología de mis canciones. También conozco a Pete Seeger y a Harry Belafonte, de quienes guardo enseñanzas inolvidables. Lo cierto es que no me gusta estar molestando a las personas. Así que lo más probable es que cante con mis compañeros, que también son muy buenos músicos. Se trata del trío de cuerdas pulsadas Trovarroco, el baterista y percusionista Oliver Valdés, y la flautista y clarinetista Niurka González. No se los pierda, que son muy buenos.

19 de mayo de 2010.

(*) A partir de agosto o septiembre de 2010 tuve que monitorear el blog, por el carácter soez de algunas manifestaciones. (SRD)

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Este es un grupo de correos de amigos de la Organizacion Politica Los Necios. Creemos en el debate, en el ejercicio de opinar y difundir pensamiento revolucionario, sentimiento humano. Tambien para hacer acopio de ideas, observaciones, criticas y pensamientos que contribuyan con la construccion de una nueva sociedad hondureña y centro americana, que a la vez nuestra luz crezca y se comparta con el mundo.

¡Venceremos!

¡Necedad!

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