Luis Agüero Wagner
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Dice una poesía del rock Latino, refiriéndose a los conquistadores europeos que invadieron las tierras del nuevo mundo, que “Ellos vinieron, nos encubrieron; aquí encontraron, dioses que danzan, y nos dijeron, "cerra los ojos, dame la tierra, toma la biblia".
En el caso del actual ataque del aquelarre de países opulentos al territorio y pueblo libios, podrían parafrasearse aquellas letras diciendo que hoy dicen a los habitantes de este país africano: “Cierra los ojos, dame el petróleo y toma el manual de USAID”.
Tal vez el título adecuado para un texto de consulta, cuya necesidad se impondrá a los libios “democratizados” y “civilizados” a sangre y fuego por occidente será “Cómo sobrevivir sin petróleo en el desierto, según USAID”.
La historia es bien conocida en países como Paraguay, donde la embajada norteamericana controla la mayoría de las instituciones del estado paraguayo – y sobre todo sus negocios- a través del denominado Plan Umbral, con la coartada de combatir la corrupción. Aunque dicho “combate” es dirigido con total discrecionalidad por la legación diplomática imperial, lo curioso es que el país sigue apareciendo en los primeros lugares en el ranking de la corrupción a nivel global.
La mayoría de los funcionarios del gobierno del cura Fernando Lugo se dedican, entretanto, a embolsar grandes sumas de la “ayuda” proporcionada por USAID, lo cual les permite vivir a un tren de primer mundo, en tanto el resto de sus compatriotas se debate en la más espantosa miseria, y mata el hambre con las fórmulas democráticas que difunden estos intermediarios basándose en sus manuales redactados en Washington.
El Primer Disparo en París
No extraña que para el primer misil disparado sobre Libia, el Premio Nobel de la Paz Barack Obama haya contado con la oportuna asistencia del agente encubierto de la CIA Nicolás Sarkozy.
Según Thierry Meyssan, Nicolás Sarkozy ya se encontraba vinculado a la inteligencia norteamericana en sus tiempos de ministro del Presupuesto y vocero del gobierno del primer ministro derechista Chirac.
En Washington, Frank Wisner Jr. se convierte en sucesor de Paul Wolfowitz como responsable de la planificación política en el Departamento de Defensa. Nadie se fijó entonces en los lazos que lo unían al vocero del gobierno francés.
Según Meyssan, “Mucho antes de la crisis iraquí, Frank Wisner Jr. y sus colegas de la CIA planifican ya la destrucción de la corriente gaullista y el ascenso de Nicolás Sarkozy. La operación se desarrolla en tres tiempos: Primeramente, eliminación de la dirección del partido gaullista y toma del control de su aparato. Después, eliminación del principal rival de derecha e investidura del partido gaullista a la elección presidencial. Y finalmente, eliminación de todo contendiente serio de izquierda, para garantizar que la elección de Nicolás Sarkozy a la presidencia de la República Francesa”.
El papel francés en la crisis Libia, apenas de alcahuete e idiota útil de las grandes empresas petroleras norteamericanas, difícilmente pudiera extrañar a quien conoce antecedentes semejantes.
La facilidad con que el imperio norteamericano logra burlarse de la izquierda e instalar a una de sus fichas en la presidencia de un país, no es para nada una novedad en Latinoamérica. El cura Fernando Lugo, bolivariano y marxista según las fuentes cubanas y venezolanas, terminó desnudado como un abyecto lacayo de la embajada norteamericana. Como caso de prueba, acaba de reconvertir al Paraguay en el portaviones sudamericano del imperio, cediendo sus pistas de aterriza a los C17 Globemaster de Obama.
La Reconstrucción de Libia y el petróleo
Los demás dictadores que Estados Unidos sigue apoyando, pueden seguir en sus cargos tranquilos. Sucede que las empresas de los países poderosos se quedan con los recursos subyacentes respectivos, como en el caso de Paul Biya de Camerún, Gurbanguly Berdymuhammedov (o Berdymukhamedov), de Turkmenistán, Teodoro Nguema Obiang, de Guinea Ecuatorial, Idriss Deby, de Chad, Islam Karimov, de Uzbekistán, Meles Zenawi, de Etiopía, e incluso el Rey Abdullah Bin Abdul-Aziz, de Arabia Saudita. Todas estas dictaduras fantoches, defensoras de la esclavitud y la explotación del ser humano, recibieron y reciben el visto bueno, la aprobación y el respaldo de Washington, en proporción directa a las ofrendas con las cuales cada tirano traiciona a su pueblo entregando los recursos de su país.
Pero el petróleo libio no es la única fortuna en danza dentro de esta historieta. También está en juego la “reconstrucción” de Libia, y la misma guerra que, como sabemos, siempre es un negocio privado. Basta conocer la corrupción reinante en Irak para imaginarse el futuro libio: Según un reporte del New York Times del 17 de noviembre del 2008, agentes intermediarios lograron desviar 13 mil millones de la “ayuda” norteamericana. Otras fuentes valoran en 17 mil millones el descomunal desfalco en un país que para colmo, está arruinado por la guerra.
De la repartija no estarán ausentes los “socialdemócratas” europeos, siempre hábiles para explicar su participación en iniquidades de este tipo y prudentes para detectar como veletas, para dónde soplan los vientos.
Ya Publio Siro advertía que el cobarde gusta de llamarse a sí mismo prudente. LAW
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LAW, el Dreyfusard
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