Capaz no nos dimos cuenta.

Gran manifestación popular en las ruinas romanas de Sabbratha

¿Cómo es que en unas semanas la "oposición" libia controla la segunda ciudades del país, Benghazi?. De acuerdo a varios reportes, una oposición que permanece sin identificarse, gobierna la ciudad. El presidente venezolano, Hugo Chávez, quien ha sido de los más coherentes a la hora de analizar la conflictividad en el Mundo Árabe, urgió a que los líderes de esa oposición aparezcan, porque, consideró "alguien se tiene que hacer cargo de lo que está pasando". Aunque sea, si existen varios líderes, que alguno dé la cara. No le van a tirar una bomba la aviación, porque ya quedó demostrado que esa jugada nunca la hizo el Congreso General Popular.

A medida que pasan los días, el verdadero objetivo que tienen los yanquis y la OTAN va quedando más claro: invadir Libia dentro del menor tiempo posible. Para que nadie pueda aclarar qué pasó en verdad en aquél país, porque la verdad se está develando de a poco. Venezuela condenó en la ONU cualquier intento de los Estados Unidos y sus socios, para intervenir Libia y expoliar -como no puede ser de otro modo, y como no la entienden de otra forma- sus recursos petrolíferos. También, criticó el doble rasero del Departamento de Estado, que cuando le conviene, habla de violaciones a los derechos humanos, al tiempo que esconde su propia porquería en Afganistán, Irak y Pakistán. La expulsión de Libia del Consejo de DD HH de la ONU, fué cuestionada pues "ningún país puede ser condenado a priori", según palabras de Jorge Valero, representante de la R.B de Venezuela ante la ONU.

Ahora, parece que nos empezamos a dar cuenta que el Congreso General Popular controla, en efecto, aún más territorio del magro "10%" con que nos mintieron las transnacionales de la desinformación. Continúa controlando el 75% (quizás más), como informé este fin de semana. Las ciudades de Tripoli (la capital del país), Sabratha (9 mil habitantes, y en la cual Telesur reportó el apoyo de la población al Líder Kadafi), Surman, Al-Harsha, Sebba, Sirtha, y muchas más, están bajo control del Congreso General Popular, hasta donde hemos podido consignar, y se registran en todas ellas manifestaciones en favor del Kadafi. Muchos, inclusive afirmaron que están dispuesto a dar su vida por el "dictador pop", según describiera un bochornoso artículo del diario argentino Clarín -del cual dudo que tenga siquiera un enviado en Libia-. La tercera ciudad del país, Misrata, está parcialmente controlada por las Fuerzas Armadas y las milicias populares, por lo cual parece que el control se le escurre de las manos a los terroristas de Benghazi, la única ciudad que ahora están subyugando. De paso, la aviación nacional ha destruido depósitos de armas en el Oriente del país, para evitar que los terroristas puedan seguir robando armas y sigan masacrando al pueblo. Han asesinado, como señala Al-Jazeera, a docenas de trabajadores inmigrantes, provenientes del Africa subsahariana.

El apoyo a la Revolución del 69 trasciende ciudades y tribus. Los terroristas que controlan Benghazi quieren tener allí una posta para promover la disgregación del país. Más no podrán. La Revolución tiene suficientes apoyos y un liderazgo probado, el de Kadafi, para poder controlar la situación. ¿O acaso hay quien no se dé cuenta del financiamiento y entrenamiento externo con que cuentan los "revolucionarios" de Benghazi?. En tan pocos días, la "oposición", o mejor dicho, sus bandas armadas, llegaron a hacerse con el control de varias ciudades: lo que nunca pasó en Egipto o en Túnez, a pesar del aplastante apoyo populares a las revueltas contra los tiranuelos Mubarak y Ben Alí. Como no han podido doblegar a Khadaffi ni al Congreso General Popular, se dice que estarían llegando grupos de operaciones especiales del ejército yanqui. Ah, y el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, dio su apoyo moral a una eventual invasión, pues se declaró escandalizado con lo sucedido en Libia, y condenó las "violaciones a los derechos humanos", y los culpables de éstas, que nunca ocurrieron, deberán ser juzgados, concluyó el diplomático títere surcoreano.