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viernes, 27 de diciembre de 2013

Arte de atar manos

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Arte de atar manos

En la Historia del arte mundial, grandes obras han surgido de acontecimientos lamentables. En España, la crisis económica ni siquiera ha servido para ello. Los políticos han decapitado iniciativas artísticas, hasta dejar a los virtuosos censurados y a los habitantes con escaso consuelo espiritual.

El 2013 comenzó con una ceremonia de entrega de los premios Goya desviada de la fiesta de cine que acostumbra ser. Los monólogos y discursos de agradecimiento iban cargados de dardos hacia el ministro de cultura, José Ignacio Wert, por el aumento de los impuestos y los recortes al sector cultural. La presentadora de la gala comparó los más de cien millones de euros que recaudó el cine español en el 2012, con el dinero aportado a la banca, o los recortes en sanidad o educación.
El aumento del impuesto del 8 % al 21 % fue catalogado por muchos como la imposición de la razón del Estado sobre el estado de la razón. Así lo manifestó el propio presidente de la Academia de Cine español, Enrique González Macho. Para él, esto no hacía más que evidenciar el papel secundario que tiene la cultura al lado de la política.
Fuera de España, no son pocos los artistas que iluminan otros escenarios y observan con reticencia lo que sucede en casa. Una de ellas es la bailarina Tamara Rojo, directora artística del English National Ballet y en la actualidad una de las mejores exponentes de su arte en el mundo. En diferentes entrevistas Rojo ha denunciado el poco apoyo que los diferentes gobiernos españoles han otorgado a las artes.
"En España, el talento siempre florece a nivel individual, con gente como Antonio Gades o Sara Baras", declaró Rojo al periódico The Times a mediados de este año. “Lamentablemente nunca ha habido esta cultura en España, no hay una infraestructura clara para asignar los contratos, lo que implica un nivel de corrupción y que los acuerdos dependan de las amistades más que del mérito”. La bailarina no oculta su malestar por la "estrechez de miras" de los gobernantes por ni siquiera apreciar las artes como una manera de atraer dinero. “Aunque no te interese el ballet, desde un punto de vista cínico se puede ver que las artes traerán turismo u otras formas de negocio”, opina.
Además, se refirió a la filantropía como motor de las Artes desde el Renacimiento. “En España, las proclamaciones oficiales del talento patrio son redundantes. El arte, el cine, la danza, el teatro, la arquitectura o el diseño gráfico son un hervidero de creatividad y de generación de riqueza con españoles a la cabeza dentro y fuera de nuestro país. En España, el problema está en las estructuras. Y en una gestión cultural obsoleta cuyo rasgo principal es la confusión del ámbito de la política con el de una gestión profesional y libre de la cultura, siempre en detrimento de esto último.
Pero en la nación ibérica, cuando ya casi el año ha llegado a su fin, los primeros cálculos económicos del cine apuntan que las salas recaudarán 114,20 millones de euros menos que en el 2012.
En teatro, la asistencia de público ha bajado por culpa principalmente de la subida del IVA hasta el 21%. En la danza, en 2012 el bajón llegó hasta el 43,41% en su número de representaciones . Las ventas en libros habrán caído al final del 2013 por sexto año consecutivo, acumulando un 38%, de cumplirse los pronósticos de un 10% menos en estos últimos doce meses. El 68 % de quienes leen en formato digital lo hacen con descargas ilegales.
Según datos del diario El País, solo el 63% de los españoles dice leer al menos un libro al año, mientras la media europea es del 71 %. Durante 2012 se celebraron 116.446 conciertos en España, un 4,3 % menos que en 2011, con veintiseis millones de espectadores y una recaudación de 171,7 millones de euros. Desde hace una década las ventas de discos han bajado un 77, 5 %.
A la vista salta el error de concepto de quienes manejan las riendas del país. Y es que un libro, un cuadro, un ballet, tienen, sin duda, una parte rentable. Su elaboración sigue una cadena que, con suerte, termina en alguien que invierte recursos en ello. Pero es nada, si se compara con los beneficios que no se palpan.
Tal y como refiere el periodista español Juan José Millás, ir al cine, escuchar a Beethoven, leer a Dostoievski o visitar el Museo del Prado no son formas de consumo. Son formas de vida. Así que se debería denunciar al gobierno por recortar las formas de vida actualmente existentes. “El tipo verdaderamente peligroso es el que un sábado por la tarde se queda en casa leyendo. Quien domina las palabras tiene más capacidad de destrucción que un experto en explosivos. Si los lectores alcanzaran el tamaño que los sociólogos denominan masa crítica, acabarían generando un discurso que, colocado en el sitio adecuado, haría, al explotar, más daño que la Goma 2”.
Pero para evitarlo el gobierno se ha pertrechado de normativas y tramita ya en las Cortes Generales su ley de “seguridad ciudadana”, también conocida como ley mordaza, que anticipa un complicado escenario para quienes velan por el respeto a la libertad de expresión. Mientras, el proyecto del Ministerio del Interior va tomando fuerza. Se busca la forma más efectiva para acallar a la masa, ya sea a través de altísimas multas o de camiones equipados para lanzar chorros de agua y disolver manifestaciones, por un valor de casi medio millón de euros el ejemplar.
Antes tales circunstancias, España parece lejos aún de encumbrar a dirigentes que asuman que la cultura y la educación no constituyen un gasto sino una inversión. Cuando se destinan recursos a promover la lectura, la danza, el cine, se beneficia la sociedad toda. Es una cadena que comienza en el individuo y no debería terminar.
an/sk
Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.

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