Entre la población de los países recién admitidos en la comunidad crecen los ánimos de nostalgia por los tiempos socialistas. ¿Cuál será el destino del más importante proyecto geopolítico de la segunda mitad del siglo XX? Los especialistas ofrecen escenarios muy diversos.
Marine Le Pen sostiene que a estas alturas Europa es incapaz de controlar la moneda, la economía y el desplazamiento de ciudadanos por su territorio. Dice que una vez que la Unión Europea deje de existir, llegará una época de renacimiento y prosperidad. No solo dentro de la UE hay escepticismo en cuanto al futuro del proyecto europeo. En Turquía, recién invitada por Bruselas a seguir negociando su ingreso a la UE, también se observa mucho menos interés por la integración. Solo el 20 % de los turcos está a favor de la misma contra el 75 % anterior. El viceprimer Bulent Arinc supuso que la causa radica en el comportamiento poco responsable de los países europeos que todo el tiempo han ido inventando nuevas barreras para Turquía sometiéndola a una especie de interrogatorios.
También hay más escepticismo entre políticos. Es una tendencia destructiva para Europa, opina nuestro experto Serguéi Utkin, del Centro de Análisis Situacional:
Están aprovechando el descontento de la población para lograr sus fines electorales, lo que siempre ocurre ante una crisis económica. En cuanto a Turquía, hace ya mucho que sus dirigentes aspiran al liderazgo regional y un líder regional no debería participar en grandes procesos integracionistas. Por cierto, algunos analistas piensan que Turquía tiende a sobrestimar sus fuerzas.
Hay expertos que aparte de los escenarios negativo y positivo pronostican una tercera opción que puede hacerse efectiva si los países miembros de la UE son más pragmáticos con los mecanismos de su gestión, para sacarles provecho de acuerdo a su propia visión de lo que es la unidad europea.
A estas alturas, la UE planea ampliarse con la admisión de Albania, Bosnia y Herzegovina, Islandia, Kosovo, Macedonia, Serbia, Turquía y Montenegro. La lista queda invariable desde el año anterior. Es decir, los mismos, en el mismo lugar. Y no hay ningún indicio de que el tema avance de aquí a poco tiempo, sobre todo, porque las leyes de dichos países aún no están armonizadas con las normas europeas. Islandia incluso advirtió hace poco que piensa retrasar la integración. Los crecientes ánimos alarmistas inducen a pensar en una modernización de la UE, sostiene el director del Centro de Estudios Germánicos del Instituto de Europa, Vladislav Belov.
Hay problemas económicos y políticos. Pero son una base para el desarrollo, porque cualquier crisis conlleva una renovación cualitativa. No veo razones globales para que tal o cual miembro de la UE abandone la organización en los próximos diez o quince años. Al mismo tiempo, no le recomendaría a la UE seguir admitiendo nuevos miembros. La estructura ya es bastante complicada.
El presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, ha señalado reiteradamente que los políticos de la ultraderecha se están volviendo cada vez más populares en la UE. Cree que ahí está el peligro. La actual situación sin duda influirá en las próximas elecciones al Parlamento Europeo. Rompuy estima que serán muy difíciles, porque no se trata únicamente de las batallas electorales a nivel personal, sino también de un bloque más fuerte de euroescépticos que por diversas razones están soñando con el papel de sepultureros de la Unión Europea.
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Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.