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domingo, 22 de septiembre de 2013

Jonrones loma arriba

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Cancha de baloncesto rústica

Cancha de baloncesto rústica Existe en el Escambray villaclareño una localidad que vive de su historia, con originales leyendas y donde la creatividad marca el trabajo del movimiento deportivo
Norland Rosendo
digital@juventudrebelde.cu
21 de Septiembre del 2013 18:46:11 CDT
Recostado a las lomas del Escambray, Güinía de Miranda parece un sobreviviente de los escenarios donde fueran filmadas películas del oeste. Aún tiene, incluso, algunas herrumbrosas argollas en las que cierta vez amarraran caballos en el mismo centro del poblado.
La historia de Güinía es muy rica y legendaria. Sus moradores se ufanan de ser el primer poblado liberado por el Che Guevara tras su arribo a Las Villas en octubre de 1958.
Por las lomas de esta zona fueron capturados en tiempos de la conquista, allá por el siglo XVI, los indios Baconao y Mabey, según el libro Mitos y Leyendas de Las Villas, del folclorista Samuel Feijóo.
Parece que este pueblo está hecho de fábulas. Todo el mundo tiene una historia que contar. Y del deporte atesoran varias. Aquí jugó pelota el Gigante del Escambray, Antonio Muñoz, a la edad de 16 años.
Aquí un lugareño conectó un jonrón que, a juzgar por la distancia donde dicen que cayó la pelota, se voló casi dos estadios juntos.
Y ahora, todos están pendientes de Manuel, el muchacho que fue sexto lugar el año pasado en el decatlón del campeonato mundial de atletismo juvenil y se entrena en el equipo nacional de esa especialidad.
Manuel Alejandro González Conde es la nueva esperanza para que Güinía tenga un «campeón de verdad, de los que salen por la tv», como me dijo un niño en el parque de la localidad.

Tan alto como las montañas

Pero Manuel y otros niños y niñas de allí que han comenzado su ascenso en la pirámide deportiva cubana son el resultado de un trabajo estable de los profesionales del Inder en la zona.
Para el director del combinado deportivo local, Silvio Castellón, el reto de su colectivo es tan enorme como las montañas azulosas que bordean al pueblo.
«Cubrimos un área muy extensa, con escuelas y asentamientos muy distantes, adonde se va en bicicleta, a caballo, a pie o en “botella”. Todas las instituciones docentes cuentan con profesores de educación física y de ajedrez», explica.
«También atendemos el programa Educa a tu hijo, y hemos logrado promover la práctica de ejercicios en grupos de trabajadores y adultos mayores, entre ellos los que conviven en la Casa de Abuelos de la localidad», subraya Silvio.
Además, en Güinía existen entrenadores que garantizan la práctica de seis deportes: béisbol, softbol, ajedrez, baloncesto, atletismo y fútbol, en los cuales están inscriptos más de 180 estudiantes.
El quehacer sistemático de los técnicos del Inder les ha granjeado un alto reconocimiento de la población y de las autoridades locales. Félix Marín Correa, presidente del Consejo Popular, opina que gracias al aporte de ellos el verano fue más que calor y baños en los ríos.

Por puro invento «casero»

Orisbel López Valera, profesor integral de Cultura Física, es uno de los que no dejan que la falta de recursos afecte la realización y calidad de las actividades. Sus inventos bien merecen un premio a la innovación y otro a la ocurrencia.
«Los tableros de ajedrez de cartón son muy sensibles. Si se mojan se rompen, si los doblas se parten. Y así poco a poco se van acabando.
«Entonces, se me ocurrió hacerlos de pajas de maíz. Como las hay moradas y blancas, las tejía intercalando ambos tipos y creé unos tableros ecológicos con los que se puede jugar incluso bajo la lluvia.
«Ya no tengo que preocuparme por el deterioro de los tableros y dudo que en otros lugares haya un invento parecido», cuenta mientras muestra uno de los ejemplares.
«Un día los niños de una escuelita de campo me pidieron que les enseñara a jugar bádminton. Querían ser como Osleinis Guerrero. Y ahí mismo me quedé en blanco. No tenía más que una raqueta.
«Esa tarde me puse a pensar en cómo buscar una alternativa. Y ahí me vino a la mente hacer una raqueta con fibras de un bejuco llamado guaniquiqui y cordel de pescar.
«Algunos amigos me ayudaron, y a los pocos días ya estaban los niños aprendiendo los elementos básicos del bádminton. Realmente no tienen las condiciones ideales para la práctica de ese deporte, pero funciona. Y ahora las empleo mucho en los festivales recreativos de las comunidades serranas», se ufana.
Pero no es Orisbel el único que le saca punta a la imaginación. Su colega Ulises Herrera, nacido y criado en una finca, necesitaba pelotas para juegos participativos. Las que le habían asignado eran pocas y no sabía qué hacer cuando fueran muchos niños.
Se sentó debajo de una palma a comerse unos mangos y tuvo que pararse rápido cuando sintió que se iba a desprender una yagua. «¡Dios mío, si eso me cae en la cabeza…!».
A los pocos minutos, aún sin salir del susto, se le «encendió el bombillo»: «Hummm, ¡aquí está la solución!» Y de fibras de yagua hizo pelotas. De varios tamaños y pesos. Incluso, para niños con discapacidades visuales les puso un cascabel dentro.
Sus pelotas de yagua han servido también para el entrenamiento de softbol, no para el juego, pero sí para el agarre, los movimientos de lanzamiento y otros ejercicios básicos.

Las pequeñas gigantes

Cuesta trabajo creer que tan chiquitas logren imponerse en competencias donde las rivales las superan en estatura y fortaleza física. Pero ellas van tan bien entrenadas y dispuestas, que nada las detiene en su afán de seguir siendo las pequeñas gigantes.
Son las alumnas de Zeidel Bombino y Eddy Juvier, un dúo de entrenadores de baloncesto, cuyos resultados les han granjeado el respeto en la región central del país. El grupo de muchachitas desafían los obstáculos con tenacidad y mente positiva, dos cualidades que les refuerzan los profes en cada sesión de entrenamiento.
Como parte de la estrategia para seguir captando talentos y a la vez contribuir a la práctica deportiva en el poblado, suelen improvisar torneos a nivel de barrios, en canchas construidas con recursos propios de cada zona.
Juegan con dominio técnico y habilidades tácticas, pero, sobre todo, con el corazón, como dice Zeidel, solo así pueden imponerse sin tener la estatura ideal.
«Estas niñas les ponen ritmo, alma y entrega a cada partido. No se dejan intimidar por rivales grandes. En los momentos más tensos del juego sacan el extra, demuestran por qué son las pequeñas gigantes», afirma Eddy.
Mientras, desde las gradas improvisadas en los portales, varios padres y vecinos aplauden a las niñas. Epifanio Mendoza, presidente de uno de los CDR de Güinía, las alienta y cree que la iniciativa de recorrer las cuadras ayuda a la recreación.
Así, el deporte en este paraje villaclareño vive de historias y de presente. Durante el pasado play off de la Serie Nacional, Antonio Muñoz se dio una vuelta por Güinía y se detuvo ante un partido de béisbol barrial.
Volvió al auto y salió con algunas pelotas. «Muchachos, cojan estas, y sean buenos, miren que aquí me inicié yo», les dijo con la emoción de volver a sus raíces.
Y cuentan que el primer batazo con la bola nueva se fue de jonrón. ¿Será el augurio de otro Gigante del Escambray?

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