MAÑANA SERÁ TARDE

Cerrar los ojos y los oídos al clamor por la paz de la humanidad es tan peligroso como presionar el detonador. Los explosivos están en espera.

Negociar con el enemigo sea quien sea es correcto si se negocia con fines de estabilidad y con ello el desarrollo, pero no se debe perder de vista que lo que debe primar son los intereses del pueblo.

Si no somos capaces de ayudar en la formación de las presentes generaciones, no nos quejemos de la violencia del futuro.

Si no sabemos interpretar las crisis del capitalismo, no podemos aspirar a un nuevo sistema. Si el sistema lleva el germen de su destrucción en sus entrañas, nuestro deber es acelerarlo.

Jamás podremos entender al pueblo si no nos educamos con él. Toda institución política que se aleje del pueblo está condenada al fracaso.

Sólo el pueblo salva al pueblo.

El grosero capitalismo tienen en su métodos de explotación a sus propios enemigos y no importan los adornos cuando su naturaleza es ser más destructivo cada dio, de tal forma que el número de ricos se reduce mientras se globaliza el hambre y la violencia.

Sin pena y sin gloria los sabuesos se llenan los hocicos de sangre y mueren envenenados por sus propios instintos de satrapía dejando a su paso la destrucción del bestiario en desbandada.

La humanidad se aferra al espejismo y ciega genética no busca el camino del puerto, sino el del cementerio.

No entendemos los filtros de la montaña y contaminamos el agua antes de beberla, somos los creadores de desastres naturales, de los peores desastres que la historia haya conocido.

Las convulsiones sociales marcan el ocaso de los imperios, el sistema en insostenible, la sociedad está próxima a parir, si no la asistimos el parto se puede retardar.