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viernes, 19 de noviembre de 2010

CHILO, EL MESIAS



Desde que comenzó a dormir debajo del tapesco de las gallinas, al cual se había
metido tratando de pensar que era gallo y reencarnar como tal, al Chilo, quizá la mierda de las gallinas le terminó de joder e
l cerebro, que poco le había funcionado en su normalidad.
Anterior a esa profunda metamorfosis, siempre anduvo junto con Juan Mellón quien
no era más cuerdo, pero que sin embargo; pudo haber influido mucho en recomendar dormir bajo el tapesco ya que este dormía encaramado en el palo de las gallinas que estaba al mismo tiempo sobre el chiquero de los chanchos aguacateros.

Bien lo recuerdo, fue un día de cuaresma cuando la Choca Abelina Gritolera
corría cual venada en brama bajo el abrazador calor de Ateolandia. Ta lluvisnando en verano, decían los cipotes, por eso es que la venada anda en brama. Ya va parir, decían.
EL apocaliches de San Juan se está cumpliendo, gritaba la Pilar Sarica, el fin
del mundo está cerca.

Chilo y Melón aparecieron vestidos el uno, con una túnica morada y Melón con una
amarilla. Puta dijo Manuel Bullanguini, que temprana ha llegado navi
dad, ya vinieron los reyes magos.
Cuando en la Misa del Gallo Deschorchado, Don Chusito Camisón, el cura (así le
decíamos porque no ajustaba para sotana y se ponía un camisón que le había regalado a cambio de algún polvo, la Chela Bendaña), dijo: “Te negarán tres veces”. Chilo gritó: Nos hueviaremos tres reses, no anda llevando calzón, así me dijo Melón, la gente se levantó y no se había percatado aun de los dos esperpentos vestidos con túnicas coloridas, la misa perdió solemnidad y se convirtió en un mar de carcajadas y hasta don Chusito se bajó del pulpito para examinar a los Reyes Magos. Están mejores las sotanas de los Reyes, gritó la voz ronca del viejo Ponciano Montañés y Ermitaño, quien con el Dr. Espino observaban los actos de los comediantes.

La misa terminó en función y a continuación la procesión. La gente había quitado
los ojos del redentor y ojos y oídos para la pareja dispareja, ya que Chilo era tamaño esqueleto barbudo y peludo y Melón, chiquito, pálido y panzón. Las cadenas chirriaban estridentemen
te: “A la redención del santísimo una limosnita por amor de Dios” y Vamos con Chilo, para mí y para vos. Cuándo calmarán mis penas, y la voz de Melón, cuando las alcancías estén llenas.

En la oscuridad se escuchó otra voz: Tanto mico y pocos pico! La María
Tacuazina, jefa de la guardia de don Chusito, llegó con una Coleman tratando de identificar al desbocado malvado. Otra voz: Señor ya no te pierdas, don Chusito va averga y sí, esa era la voz del Mesías Chilo, que en nada estaba equivocado, ya que don Chusito se había atravesado dos pijazos dobles de chaparro volador que le había puesto los ojos de Cadejo, por ahí te la entretejo.

Cuando el Santo Entierro iba llegando al Calvario, de los callejones
salieron las cotuzas a quienes también se las estaban enterrando en plena cuaresma. Bandidas grito la María Tacuazina, ni el viernes santo se ponen calzón.

Pasada la misa nos fuimos a dormir un rato, para amanecer con las
celebraciones del Sábado de Gloria. Como la tradición es robar sin robar y guindar a Judas a buena manan iba disparado para ver los robos del ama
necer: Dos cabras de la Verónica bramaban desesperadas, las habían encasquetado en una tarima que habían hecho en el copo de un árbol de pan como de sesenta metros de altura, la Verónica tiraba mas puteadas que los bramidos de las cabras, la Ña Luz, despegaba sus ollas poncheras que habían puesto en unas hornillas que no se sabía de donde las habían sacado, la María Ester Pajarita, recogía con sus hijos sus güegüechos, gallinas y patos, los buseros sus buses y carros viejos que habían sido empujados hacia la plaza, el helicóptero del Dr. Espino estaba guindado de la panza de una ramas de la inmensa araucaria, las vacas de ponciano0 ya habían sido ordenadas y balaban por la ausencia de los terneros, era un mar de cachivaches viejos y la gente amontonándose buscando sus pertenencia. Cuando oí: ugando mamá ugando, el gallo con la gallina, cipota que haces ahí, peladita en esa esquina. Vi hacia arriba. El la inmensa ceiba estaban guindados de las patas Chilo y Melón. Don Chusito pedía que no les hicieran daño ue ya la habían pagado guindados toda la noche. Los bandidos, dijo la María Tacuazina, ni calzoncillos se ponen.

De regreso a mi casa se dejaba oír: ugando mamá ugando…te negará tres
veces, ya se hueviaron las reses, ugando mama ugando, el gallo con la gallina.
Cipota que haces ahí, te va a ver la Abelina.


Paul Fortis

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