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sábado, 16 de octubre de 2010

Elecciones en Letonia o como funciona el voto étnico (II)


Una de las principales consecuencias de las elecciones ha sido la relativa simplificación del mapa electoral gracias a la concentración del voto en cinco coaliciones electorales. La alta fragmentación parlamentaria que caracteriza a Letonia se ha moderado bastante. Así, por primera vez desde que el país recuperó su independencia, el número efectivo de partidos de Laakso y Taagepera (N=1/ΣSi², donde Si es la proporción de escaños obtenidos del partido i) ha descendido del cinco para situarse en el 3,93 (en el 2006 el dato se sitúo en el 6). Lo que queda por ver es si estas coaliciones van a ser capaces de mantener la disciplina interna y su unidad en el parlamento. Si así ocurriera sería una buena señal para el sistema político letón, ya que esta relativa simplificación del mapa de los partidos, en un contexto de baja ideologización política, al menos facilitará una mejor visualización de las responsabilidades políticas y gubernamentales que normalmente quedaban difuminadas en amplias coaliciones gubernamentales (de las que además algunos partidos salían y entraban con cierta asiduidad) y en gobiernos de corta duración (la media de vida de los gobiernos en Letonia es inferior a un año).

No obstante, esto no asegurará que haya una rendición de cuentas efectiva y un comportamiento electoral consecuente con ello. Y es que una vez más la pertenencia étnica a uno de los dos grupos (letones y eslavos) limita la capacidad de crítica a los partidos. El votante de etnia letona cuando quiere castigar a un partido nacionalista letón suele cambiar el voto para favorecer a otro partido nacionalista letón que básicamente defenderá las mismas políticas económicas y sociales de derechas. La discusión, por lo tanto, se sitúa en otros términos. Se trata, como en esta ocasión, de discernir que opción política es la menos corrupta y más renovadora desde el punto de vista de los líderes. Aquí esta la clave del éxito de la coalición gubernamental Unidad que ha aparecido como abanderada de la renovación de líderes y de la lucha anticorrupción. Lo que gana ésta coalición (15 diputados) es una parte importante de lo que pierde (25 diputados) la coalición Por Una Buena Letonia, considerados como el partido de los oligarcas económicos y políticos (no es casualidad que sea el partido que más dinero ha gastado en la campaña electoral). Pero, ¿cuál es la distancia ideológica entre ambos? Distinguirla es una tarea difícil. De hecho los partidos principales en ambas coaliciones comparten afiliación en el Partido Popular Europeo. La diferencia principal quizás sea que en la coalición Unión hay un partido que se identifica con el liberalismo social (centro), mientras que en la coalición de los oligarcas hay un partido nacionalista que es manifiestamente religioso y anti-gay (cercano a la derecha extrema).

De cualquier manera, la coalición gubernamental que se formará es probable que excluya a los castigados oligarcas e incluya a las otras tres coaliciones nacionalistas letonas. Unidad sólo necesita de los 22 diputados (ascenso de cuatro) de la Unión de los Verdes y Campesinos (centro derecha) para alcanzar la mayoría absoluta, pero también es probable que haga sitio a la coalición Alianza Nacional que con su discurso de derecha radical y antieuropeísta ha mantenido sus ocho diputados. La coalición de estos tres es la que desde hace un año gobierna el país y podría ser que en el futuro siga gobernándolo con una mayor estabilidad a la acostumbrada en la política letona. Los partidos del gobierno han aumentado su peso parlamentario pasando de 44 a 63 diputados en la cámara de representantes (formada por cien escaños).

La novedad es que sólo hay una coalición gubernamental posible entre los partidos de derecha nacionalista letona, sólo valen coaliciones que incluyan a Unión y a la Unión entre Verdes y Campesinos. Por lo tanto, los cambios de gobierno no podrán ser habituales como hasta ahora, ya que la única alternativa es crear una coalición entre Unión y el Centro de la Concordia, o entre éste último y la Unión de Verdes y Campesinos. Tarea casi imposible si tenemos en cuenta que uno de los rasgos característicos de la política letona es marginar del poder a los partidos de izquierda, considerados los defensores de los intereses de los eslavos.

El significado de esto es que por primera vez va a quedar muy clarito quienes son los responsables del gobierno y sus acciones, y cuál es la alternativa de gobierno. Este escenario produce una especie de vértigo entre los partidos nacionalistas letones, acostumbrados como estaban a gobernar entre todos con coaliciones gubernamentales que cambian a menudo sus componentes para así difuminar las responsabilidades. Ahora en cambio, no va a ser posible si se mantiene la unidad de las coaliciones electorales (que está por ver), y por ello el Primer Ministro Valdis Dombrovskis ha anunciado que intentará alcanzar un acuerdo de legislatura con el Centro de la Concordia para lograr su apoyo en el Parlamento. Incluso ha apuntado que podría dejar un ministerio para que el partido de centro-izquierda, aunque no entrase directamente en el gabinete, pudiera designar a una persona de su confianza para ocupar el cargo.

Los nacionalistas letones tienen miedo, el partido de centro-izquierda ha subido nada más y nada menos que 12 diputados, logrando con 29 un record para la izquierda representada en el Parlamento letón. Los mejores resultados hasta la fecha habían sido los 25 diputados que recogió la coalición de izquierdas Por los Derechos Humanos en la Unida Letonia en el 2002. Por aquel entonces la coalición la conformaban el Partido de la Concordia Nacional, el Partido Socialista de Letonia (comunista) e Igualdad de Derechos. Sin embargo, esta coalición se dividió de cara a las elecciones del 2006, lo que dividió también el voto de izquierdas entre el Centro de la Concordia (17 diputados) y Por los Derechos Humanos en la Unida Letonia (6 diputados). Pero, en esta ocasión el voto se ha concentrado en la opción más moderada de izquierdas (Centro de la Concordia) en detrimento de la opción más radical que se ha quedado sin representación en el Parlamento. La noticia es que además de concentrar el voto útil, la coalición que une a socialdemócratas, socialistas (comunistas) y al partido -socialdemócrata- de Daugavpils (segunda ciudad de Letonia en el sureste del país donde se habla un dialecto propio y mucho ruso) ha conseguido cruzar las líneas étnicas. Su apoyo cada vez crece más entre los étnicamente letones, tal y como lo atestigua el tener un 29% de la representación parlamentaria cuando el porcentaje de eslavos con ciudadanía letona no llega al 20%.

Con su propuesta Dombrovskis quiere evitar que cualquier desastre político o económico siga sin ensuciar al partido del centro-izquierda. Y es que la coalición del Centro de la Concordia no tiene prácticamente ningún mérito. Lo que tiene a su favor es que nunca ha gobernado y, consecuentemente, no ha estado salpicada por los escándalos de corrupción y tampoco en el desastre económico en el que han sumido al país todos los partidos nacionalistas letones. Por lo demás, es una coalición bastante gris. El grueso de la alianza se agrupa en el nuevo partido socialdemócrata Concordia creado en febrero de 2010 (hasta ahora de los diecisiete diputados de la coalición trece eran socialdemócratas y cuatro socialistas –comunistas–) y que más allá de hacer una defensa abstracta de lo público no dice casi nada más. Su lema de la campaña electoral ya era bastante significativo de su política naïf: “todo irá bien” (viss būs labi).

La pregunta que queda en el aire es, ¿suscribirán algún tipo de acuerdo con el gobierno? No parece lo más aconsejable para sus intereses, el gobierno los siguientes meses y años va a seguir dilapidando al estado letón mientras sube los impuestos, así que no parece que tenga mucho sentido que accedan a ensuciarse las manos sin participar directamente en el gobierno. Lo único que podría hacer que lo apoyasen es que el gobierno diese un giro con alguna medida que reconociese algún tipo de derecho lingüístico a los rusos hablantes o una mayor flexibilización para el acceso a la ciudadanía de los habitantes eslavos que no tienen la ciudadanía. Ambos temas son peligrosos para el gobierno, ya que se podría dar por serguro que en las próximas elecciones el electorado nacionalista letón acabaría castigando a los partidos del gobierno.

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