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miércoles, 8 de enero de 2014

LOS NECIOS

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Economista Hugo Noé Pino
1.
Terrorismo económico contra los más empobrecidos
Nuestra Palabra, Editorial Radio Progreso
En palabras del economista Hugo Noé Pino, el llamado paquetazo navideño aprobado por el gobierno Lobo-Hernández “constituye uno de los ajustes fiscales más inequitativos y groseros que se hayan aprobado desde la década de los noventa”, ya que encarecerá el nivel ya de por sí precario de vida de millones de hondureños y hondureñas.
Con este paquetazo se eleva del 12 al 15 por ciento el impuesto sobre ventas, impone más impuestos a las llamadas de celulares, aumenta en 5 lempiras el precio de los combustibles con su consecuente impacto en los precios del transporte público, entre otras cosas, con lo cual se pretende recaudar alrededor de 16 mil millones de lempiras.
Evidentemente, la clase política hondureña sabe que existen otras formas de recaudar ingresos para el Estado y una de ellas tiene que ver con dos factores fundamentales que colocan a Honduras como uno de los países más pobres, violentos y corruptos del mundo.
El primero tiene que ver con la evasión fiscal, particularmente grandes empresas privadas que evaden el pago de impuestos y que si el gobierno tuviera voluntad política para combatir la evasión tributaria podría recuperar al menos 45 mil millones de lempiras, es decir, 29 mil millones más que los recauda con el paquetazo.
El segundo tiene que ver con la corrupción pues de acuerdo con el coordinador de Transformemos Honduras, Carlos Hernández, Honduras pierde anualmente 18 mil millones de lempiras sólo en las cuentas de las secretarías de Estado que manejan mayores presupuestos.
Por tanto, si el gobierno saliente de Pepe Lobo y el entrante de Juan Orlando Hernández tuvieran un compromiso serio con la ciudadanía, lo primero que hubieran hecho es adoptar medidas efectivas para combatir la corrupción y la evasión tributaria. No obstante, prefirieron proteger a los corruptos y evasores, y aplicarle a la población una pesada carga que provocará mayor pobreza y migración forzada.

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2.
Hoy abren ofertas y adjudican construcción del aeropuerto de Palmerola, Honduras

La construcción del proyecto se realizará bajo el esquema de alianza público-privada e incluirá una contraparte del Estado hondureño en caso de que sea necesario. Quien se adjudique la obra tendrá a su cargo el diseño, financiamiento, construcción, mantenimiento y operación del nuevo aeropuerto durante 30 años de concesión.
Redacción / EL LIBERTADOR
Tegucigalpa. Han pasado más de cinco años desde que el gobierno de Manuel Zelaya propuso como medida urgente trasladar las operaciones aéreas del peligroso aeropuerto internacional de Toncontín a las instalaciones de la base militar Palmerola en Comayagua.
La solución que expuso Zelaya fue manejado de manera irresponsable por los grupos de poder y sus medios de comunicación, a pesar de la pérdida de vidas humanas derivados de accidentes aéreos provocados por la densidad demográfica en torno a Toncontín y el reducido tamaño de la pista, debido, en particular, al incumplimiento del contrato de concesión otorgado por el Estado a la corporación privada de Freddy Nasser y Miguel Facussé, llamada Aeropuertos de Honduras (Grupo Terra).
Ahora, pasados varios años, y tras un proceso ha comenzado la apertura de las ofertas para la concesión del aeropuerto internacional en Comayagua. Esta iniciativa fue promovida por el gobierno que siguió al de Zelaya derrocado por golpe de Estado en junio de 2009.
La Comisión para la Promoción de la Alianza Público Privada (Coalianza), creada en el actual gobierno por el Congreso Nacional, ya anunció la apertura de audiencias públicas para la contratación del inversionista interesado en la construcción del aeropuerto internacional de Palmerola.
Con el concurso internacional se busca una compañía que invierta y opere el nuevo aeropuerto con una inversión en la primera etapa que rondaría 107 millones de dólares, han dicho los técnicos de Coalianza.
Ayer se realizó la recepción de las ofertas técnicas y económicas de las empresas interesadas, mientras que hoy 7 de enero será la apertura de las ofertas y la adjudicación del proyecto a la mejor propuesta.
La construcción del proyecto se realizará bajo el esquema de alianza público-privada e incluirá una contraparte del Estado hondureño en caso de que sea necesario. Quien se adjudique la obra tendrá a su cargo el diseño, financiamiento, construcción, mantenimiento y operación del nuevo aeropuerto durante 30 años de concesión.
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3.
Estados Unidos demoniza a países con políticas soberanas
Para Estados Unidos, es un blanco de su política imperialista cualquier país que lleve una política independiente del capitalismo global y se esfuerce para mejorar su propia posición y las condiciones de vida de su pueblo.
Así opina el analista político norteamericano Michael Parenti, en entrevista concedida a la emisora La Voz de Rusia.
“Cualquier líder que use los recursos y la mano de obra de su país para la prosperidad y el autodesarrollo de su pueblo es visto como malvado y hostil hacia EE.UU. y Occidente”, dijo.
Mencionando los ejemplos de Yugoslavia, Irak, Afganistán, Libia, Siria o Irán, el experto afirmó que para las élites imperialistas existen solo dos tipos de país: satélites y enemigos.
“Y cualquier país que pueda seguir su propio camino y hacer lo que decida, cualquier país que pueda excluir a EE.UU. y a la plutocracia occidental, ese país se convierte en un obstáculo para las ganancias y el dominio de estos últimos”, resaltó Parenti.
Por eso EE.UU. demoniza a los líderes de esos países, sostuvo el experto recordando a Slobodan Milosevic, Muammar Gaddafi, Sadam Husein y Bashar al Assad.
El autor de varios libros sobre geopolítica, señaló que la política de Occidente está dirigida a asegurar el capitalismo global y sus inversiones en él.
“Es una guerra de clases, muy bien disfrazada bajo cosas como la seguridad, las elecciones democráticas y las guerras humanitarias o la lucha contra el genocidio y el terrorismo”, añadió.
Hablando de Oriente Medio, Parenti dijo que Occidente no interviene en los países gobernados por dictadores y asesinos mientras esos líderes dan acceso al Fondo Monetario Internacional, al Banco Mundial y a los inversionistas plutócratas occidentales, “convirtiendo a su pueblo en una fuerza laboral que funciona a nivel de servidumbre”.
“EE.UU. apoyó a algunos de los peores y horribles líderes, en Afganistán, por ejemplo”, dijo el experto en referencia a los muyahidines que lucharon contra los comunistas en la década de los 80 del siglo XX.
“Washington apoyaría al propio diablo”, exclamó.
Según el analista, a Occidente le enfada todo lo que se parece a una democracia social. “No buscan desarrollo, sino explotación”, subrayó.
(Con información de Russia Today)
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4.
El origen militar de Internet y el nuevo poder de las corporaciones


Una de las ideas que atizó el fundador de la Biblioteca de Alejandría, exiliado de Atenas en Egipto, era la promesa de reunir todos los libros del mundo para el rey Ptolomeo. En el siglo XX, la idea inicial de Internet apuntaba a compilar y compartir el conocimiento. Un hombre bastante desconocido por muchos llamado Vannevar Bush, científico que por coincidencia participó en el Proyecto de creación de la Bomba Atómica, creía que era necesario después de la Segunda Guerra Mundial impulsar el intercambio sabio de datos y en julio de 1945 publicó su controversial ensayo “Cómo podríamos pensar” en Atlantic Monthly. Dado que toda suspicacia es válida, la nota del editor que introdujo el texto no puede ser ignorada hoy: “Como Director de la Oficina para la Investigación y el Desarrollo Científico del gobierno de los Estados Unidos, el doctor Vannevar Bush coordinó a unos seis mil de los más prominentes investigadores estadounidenses de la época en actividades destinadas a aplicar la ciencia al desarrollo de sistemas de armamentos. En este significativo artículo Bush presenta a los científicos un incentivo una vez que la guerra ha terminado, y les anima a dedicarse a la ingente tarea de hacer más accesible el inmenso y siempre desconcertante almacén de conocimiento de la raza humana. Durante años, las invenciones de la humanidad han servido para aumentar el poder físico de las personas y no su poder mental. Así, los martillos hidráulicos multiplican la fuerza de las manos, los microscopios agudizan la mirada y los motores de detección y destrucción constituyen los nuevos resultados, aunque no los resultados finales, de la ciencia. En este momento, explica Vannevar Bush, tenemos en nuestro poder instrumentos que, desarrollados de manera adecuada, pueden proporcionar al género humano el acceso y el control sobre el conocimiento que hemos ido heredando a lo largo de toda nuestra historia”.
Sin más palabras, lo que planteó Bush iría más allá en la oferta de un dispositivo que jamás se construiría al que llamó Memex (Memory Index, índice de Memoria), concebido a partir de máquinas calculadoras como las que imaginó el pensador Gottfried Wilhelm Leibniz o el aparato de Charles Babbage. Se trataba de un artilugio basado en la noción de huellas de la memoria que se almacenaban como se hacía en los microfilms con la diferencia de que podían retransmitirse: la versión de esta máquina suponía que se instalarían artefactos en otros países y de esta forma se establecería una red.
Todavía en 1948, Bush insistió con Memex II, que no interesó a ninguna revista y se editó post-mortem, pero en cambio fundó en 1922 la empresa American Appliance Company que hoy lleva el nombre de Raytheon y en 2013 es la quinta contratista más relevante del Pentágono, especializada en artilugios de guerra electrónica, misiles y programas informáticos de ciberseguridad por medio de su división en Texas. Durante la Guerra Fría, Raytheon apadrinó a decenas de políticos para centralizar sus negocios en una base estable. Qué vueltas da la vida entre los paréntesis: de Memex a Raytheon.
Esta relación entre Internet y el sector militar no termina ahí y es vital atar cabos para no ser incauto y confundir un ideal humanístico gestado en la antigüedad por una corriente de sabios preocupados por el porvenir con el crecimiento sostenido en los niveles de control y aprovechamiento de la información para imponer dominio cultural y tecnológico. Un usuario normal el dato mínimo que provee a los operadores de Internet, en 99% con conexiones militares, es un número de localización inmediata a la que se pueden añadir toda la información contenida en la computadora o teléfono.
En su origen, Internet nace oficialmente de la Red de Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada (ARPAnet) porque el Departamento de Defensa de EEUU no contaba con una red veraz para vincular a los contratistas con los programas de seguridad nacional. ARPAnet ponía el dinero y las Universidades a los investigadores y esa relación no ha cesado nunca: en principio la MILNET se distinguió de ARPAnet por su condición militar, aunque esa precisión es más un tecnicismo que otra cosa. La misma agencia sigue presente bajo el nombre de DARPA porque Defensa insistió en trascender con una nueva fase creando otra red más veloz.
La experiencia exitosa de esta red ocurrió en diciembre de 1969, casi paralela a la red de datos TYMnet que funcionó desde 1964 con dos ordenadores de tipo 940 SDS/XDS que usaban la red telefónica para enlazar computadoras. La diferencia es que la TYMnet que coordinaban Norma Hardy y Tymes Laroy fracasó y el éxito es el que fija el sentido de la gloria occidental. Otro experimento que se transformó fue SITA, la Sociedad Internacional de Telecomunicaciones Aeronáuticas, que comenzó en 1949 y siguió con modestia hasta convertirse en una vasta red en los aeropuertos de distintas capitales.
ARPAnet, con apoyo de Defensa no podía darse el lujo de tirar al cesto de la basura las carreras de sus protagonistas y fue producto del estupor de EEUU cuando el 4 de octubre de 1957 la Unión Soviética lanzó el satélite SPUTNIK y se desató el pánico entre los planificadores que veían en el comunismo un modelo a combatir ferozmente. Con su carácter conciliador, el Presidente Dwight E. Eisenhower comprendió que había recibido un mensaje de sus colegas soviéticos y convocó a las mentes más brillantes, les aseguró presupuesto y la Directiva 5105.41 y la Ley 85-325 para legalizar una red que asegurara que las comunicaciones se mantendrían activas ante un posible ataque nuclear.
Hacia 1962, Joseph Carl Robnett Licklider pensó en una solución para dar una respuesta contundente a los soviéticos y escribió un memorándum el 23 de abril de 1963 dirigido a los miembros de la “Red Intergaláctica de ordenadores” -similar al título de un libro de Isaac Asimov- que había contribuido a gestar en la Oficina de Procesamientos Técnicos de Información de ARPA. La anticipación era fabulosa, pero demandaba tecnologías ni siquiera existentes porque el lenguaje de programación de los sistemas era un bosquejo.
La Corporación RAND, que pasaría a ser un grupo de Think Tank o cuadro de asesores especialistas distribuidos en el mundo, incluso Catar, se reunió para efectuar cambios. Larry Roberts, un genio de la MIT (Massachusetts Institute of Technology) pensó bien en usar paquetes de información, leyó detenidamente el texto del precursor Licklider, y pudo sacar en claro que era posible adelantar una red que tuvo cuatro nodos en 1969 con una transferencia entre la Universidad de Los Ángeles y Stanford, 15 nodos en 1972 y su fórmula de paquetes que consiguió que los backbones o columnas vertebrales marchara sin percances.
Para resumirlo, un backbone es la unidad troncal que lleva mediante routers o enrutadores los datos comerciales, académicos y personales en gran masa por cableado. A diferencia de un paquete enviado por alguien siguiendo el correo normal, que puede ser desde un contrato hasta una lámpara, un paquete en informática es la descomposición en fragmentos de un mensaje con los rótulos de dirección y de identificación.
Al salir de ARPAnet, Roberts entendió que valía la pena pensar un tiempo, trabajó en DHL y luego como Ejecutivo de Telenet hasta 1980. Tres años después, se dedicó al Modo de Transferencia Asíncrona (en la calle es más fácil reconocerlo por sus siglas ATM) para facilitar las comunicaciones financieras y también este invento fue el soporte del Internet de Banda Ancha conocido técnicamente como Línea de Abonado Digital Asimétrica (ADSL). La asimetría procedería de que la recepción y envío no son equitativos, una supera a la otra.
Otro científico de la MIT que aprovechó ARPAnet fue Ray Tomlinson, quien recibió como empleado de Bolt, Beranek and Newman (que pasó a ser la BBN Technologies) el encargo de Defensa de buscar un modo de enviar el equivalente a los telegramas o cartas en medio de una batalla para mejorar las comunicaciones. Hacia 1971, ya era posible enviar un correo por esta vía y así se hizo utilizando un computador BBN-TENEXA (BBNA) de 64k, que fue la unidad receptora de un texto irrelevante que salió de otra computadora llamada BBN-TENEXB (BBNB) con 48k. Para comprobar el invento se imprimió en una terminal Teletype KSR-33. Nunca, hasta que recibió un premio en 2009 por haber inventado el signo de @ para diferenciar los correos, Tomlinson creyó en el valor de lo que hizo, pero algo supo que lo mantuvo alejado, se dedicó al campo a cruzar ovejas y perdió todo respeto en la información que circula.
También ligado a DARPA, bajo directrices de Defensa, estuvieron Vinton Cerf y Robert Kahn, quienes habían sido contratados por la Oficina de Técnicas de Procesamiento de Información y de sus trabajos derivaron nada menos que el Programa de Control de Redes y desde 1973 ambos trabajaron en superar esta etapa y crearon las matrices de transmisión de información condensadas en los Protocolos de Control de Transmisión (sus siglas serían TCP) y el Protocolo de Internet (el indispensable IP). Sin estos elementos, la red militar no habría podido conformarse en los años de mayor tensión con la Unión Soviética hacia 1983 cuando un ataque nuclear se vislumbraba desde EEUU sin considerar que la Unión Soviética declinaba sin remedio. Pero había demasiado dinero de por medio como para admitir esa decadencia ante la opinión pública. Los contratistas del Pentágono temían que si los políticos se enteraban de la descomposición soviética disminuirían los presupuestos.
Durante el gobierno ignominioso de Bill Clinton, se lanzó el Internet 2 para eludir las computadoras lentas enlazadas, facilitar las comunicaciones rápidas y ya el Internet comenzaba a ser una realidad más popular, soportado por la propuesta de Theodore Holm Nelson y su Proyecto Xanadú –nombre tomado del poeta Samuel T. Coleridge- que logró encontrar la fórmula mágica de la interfaz atractiva con el usuario y lector. El hipertexto prometía ser y fue una Interfaz muy cercana a la interacción voluble con la gente.
La fascinación de Internet llevó al candidato a Vicepresidente Al Gore en 1992 a solicitar a los contratistas apoyar la iniciativa Nacional de Infraestructura de la Información (la INI) y se refirió a la importancia de crear la Autopista de la Información con equipamientos más potentes, versátiles, con cableado de fibra óptica para el flujo de datos y los gobiernos de las principales potencias se contagiaron de ese entusiasmo. De la INI se pasó luego a la GII o Iniciativa de información Global. Lamentablemente, todo eso terminó en una distopía alfabética porque el periodista Norman Solomon en el año 2000 se atrevió a cuestionar los objetivos conseguidos con un tremendismo que le ganó grandes enemigos por poner las cosas en su sitio:
“Sí, el correo electrónico es estupendo. Sí, Internet ha resultado valiosísimo para activistas con grandes ideales y pequeño presupuesto. Y sí, los motores de búsqueda son capaces de localizar una gran cantidad de información en segundos. Pero vamos a concentrarnos en lo que le ha ocurrido a la World Wide Web en general.
La reconsideración en la prensa de las expectaciones del público con respecto a Internet ha corrido en paralelo a la comercialización constante del ciber-espacio. Cada vez más, las grandes corporaciones están tejiendo la Red. Los sitios web con mayor tráfico así lo testifican. Casi todos los sitios web más populares son en la actualidad propiedad de grandes conglomerados. Incluso los resultados de los motores de búsqueda son cada vez más sesgados, pagándose lugares prioritarios entre bastidores. Hoy en día, "autopista de la información" es un término que suena pasado de moda, y ligeramente pintoresco. La World Wide Web ha perdido todo sentido aparte de hacer dinero. Es el triunfo del comercio electrónico.”
En 2014, la Red informática mundial (World Wide Web) tiene 3.82 billones de páginas, de acuerdo al índice que ofrecen los buscadores estadounidenses Google, Bing y Yahoo. La mayoría son empresas. Eso no hay que olvidarlo porque ya no hay Internet sin back doors o puertas de acceso para que los gobiernos obtengan información privilegiada. Unos sacan más partido que otros y EEUU va a la cabeza de los que mayores beneficios han obtenido de todo esto en una guerra comercial amoral.
Fernando Báez es autor de Los primeros libros de la humanidad (Fórcola, Madrid, 2013)

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5.
Emergen de las sombras los Snowden de los años 70 que denunciaron al FBI
Por Mark Mazzetti
The New York Times
Cometer un crimen perfecto es mucho más fácil cuando no hay nadie que vigile.
Por eso, una noche de hace casi 43 años, mientras Muhammad Ali y Joe Frazier se aporreaban durante 15 asaltos en una pelea por el título mundial, retransmitida a millones de espectadores de todo el mundo, unos jóvenes agarraron una ganzúa y una barra de hierro, entraron en una oficina del Federal Bureau of Investigation (FBI) a las afueras de Filadelfia y se llevaron prácticamente todos los documentos que había allí.
Nunca los capturaron, y los documentos hurtados que enviaron por correo de forma anónima a varios periódicos fueron la primera gota de lo que iba a convertirse en una lluvia de revelaciones sobre las extensas actividades de espionaje y guerra sucia del FBI contra grupos que se oponían a la guerra en Vietnam.
El robo cometido en Media, Pensilvania, el 8 de marzo de 1971, tiene resonancias históricas que llegan hasta hoy, después de que las informaciones dadas a conocer por el excontratista de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) Edward J. Snowden hayan vuelto a dar una imagen nada favorable de las actividades de inteligencia del Gobierno y hayan abierto un debate nacional sobre los límites de las operaciones de vigilancia del Ejecutivo norteamericano. Hasta ahora, los ladrones se habían mantenido en silencio sobre sus respectivos papeles en la operación. Se conformaban con saber que sus acciones dieron el primer golpe importante a una institución que había acumulado un poder y un prestigio inmensos durante el largo mandato de J. Edgar Hoover como director.
John and Bonnie Raines early in their marriage. John y Bonnie Raines al principio de su matrimonio.
“Cuando se hablaba con alguien de fuera del movimiento pacifista sobre lo que estaba haciendo el FBI, nadie podía creérselo”, dice Keith Forsyth, que por fin ha decidido reconocer su participación. “No había más que una forma de convencer a la gente de que era verdad, y era obtener los documentos escritos de su puño y letra”.
A estas alturas, ya no es posible juzgar por lo sucedido aquella noche a Forsyth, de 63 años, ni a otros miembros del grupo, y ellos han aceptado ser entrevistados antes de que se publique esta semana el libro escrito por una de las primeras periodistas que recibió los documentos robados. Betty Medsger, antigua redactora de The Washington Post, ha pasado años examinando el voluminoso expediente del FBI. sobre el caso y ha convencido a cinco de los ocho hombres y mujeres que participaron en el robo para que rompan su silencio.
A diferencia de Snowden, que descargó cientos de miles de archivos digitales de la NSA. en discos duros, los pacifistas utilizaron métodos del siglo XX: estudiaron la oficina del FBI durante meses, se pusieron guantes para meter los papeles en maletas y colocaron las maletas en los coches preparados para la huida. Al terminar, se dispersaron. Algunos siguieron comprometidos en la lucha contra la guerra, mientras que otros, como John y Bonnie Raines, decidieron que el peligroso robo iba a ser su último acto de protesta contra la Guerra de Vietnam y otras acciones del gobierno y que querían cambiar de vida.
“No necesitábamos llamar la atención, porque habíamos hecho lo que había que hacer”, dice Raines, hoy de 80 años, que había dispuesto con su esposa que otros familiares criaran a los tres hijos en caso de que les enviaran a la cárcel. “Los sesenta ya habían quedado atrás. No teníamos por qué aferrarnos a lo que habíamos hecho entonces”.
Keith Forsyth, a principios de 1970, fue el lock-picker designado entre los ocho ladrones. Cuando se dio cuenta de que no podía abrir la cerradura de la puerta principal del FBI oficina, rompió a través de una entrada lateral. Foto: The New York Times Foto de Keith Forsyth, a principios de 1970. El fue  el designado para encabezar la operación. Cuando se dio cuenta de que no podía abrir la cerradura de la puerta principal de la oficina del FBI, irrumpió por una entrada lateral. Foto: The New York Times

Un plan meticuloso

El robo fue idea de William C. Davidon, catedrático de física en Haverford College y un personaje fijo en todas las protestas contra la guerra en Filadelfia, que, a principios de los setenta, era un foco candente del movimiento pacifista. Davidon se sentía frustrado por el hecho de que años y años de manifestaciones organizadas no parecían haber surtido un gran efecto.
En el verano de 1970, meses después de que el presidente Richard M. Nixon anunciara que Estados Unidos había invadido Camboya, Davidon empezó a formar un equipo con varios activistas cuyo compromiso y cuya discreción le inspiraban confianza.
El grupo –en un principio nueve, antes de que se retirase un miembro– llegó a la conclusión de que sería demasiado arriesgado tratar de entrar en las oficinas del FBI. en el centro de Filadelfia, donde las medidas de seguridad eran estrictas. De modo que se decidieron por una oficina más pequeña en Media, en un edificio de apartamentos situado enfrente de los juzgados del condado.
Un bosquejo del FBI del "estudiante de la universidad," hembra que en realidad era Bonnie Raines disfrazado. Un bosquejo del FBI de “la estudiante de la universidad” que había pasado por la oficina de Media, y que en realidad era Bonnie Raines disfrazada.
La decisión también tenía sus riesgos: nadie sabía con seguridad si una oficina tan pequeña iba a tener documentos sobre las operaciones de vigilancia de los manifestantes contra la guerra, ni si saltaría alguna alarma en cuanto abrieran la puerta.
El grupo pasó meses vigilando el edificio, pasando por delante a todas horas del día y de la noche, aprendiéndose de memoria las costumbres de sus residentes.
“Sabíamos cuándo volvían a casa del trabajo, cuándo apagaban la luz, cuándo se acostaban, cuándo se despertaban por la mañana”, dice Raines, que era profesor de religión en Temple University por aquel entonces. “Estábamos bastante seguros de conocer las actividades nocturnas en el edificio y alrededor de él”.
Pero cuando el grupo se quedó tranquilo fue cuando Bonnie Raines entró en la oficina y pudieron convencerse de que no tenía sistema de seguridad. Varias semanas antes del robo, Raines visitó la oficina haciéndose pasar por una alumna de Swarthmore College interesada en las oportunidades de empleo para las mujeres en el FBI.
El robo en sí se desarrolló sin ningún problema, salvo cuando Forsyth, el designado para forzar la cerradura, descubrió que el FBI había instalado en la puerta prevista un cierre que le era imposible abrir y tuvo que entrar por otra. El cierre de esta segunda puerta era un cerrojo sobre el picaporte que rompió con la barra de hierro.
Después de meter los documentos en maletas, los jóvenes se subieron a los coches que tenían preparados y se reunieron en una granja para examinar lo que habían robado. Sintieron gran alivio al descubrir que la mayor parte consistía en sólidas pruebas de que el FBI estaba espiando a grupos políticos. Decidieron identificarse como la Comisión Ciudadana para Investigar al FBI y empezaron a enviar documentos escogidos a varios periodistas. Dos semanas después del robo, Betty Medsger escribió el primer artículo basado en los documentos, después de que el gobierno de Nixon intentara sin éxito que el Post los devolviera.
Otros medios que también habían recibido papeles, entre ellos The New York Times, siguieron con sus propias informaciones.
El F.B.I. oficina de campo en Media, Pensilvania, de la que los ladrones robaron archivos que mostraban el alcance de la vigilancia de la oficina de política groups.BETTY Medsger La Oficina del FBI en Media, Pensilvania, asaltada por los jóvenes. Foto: BETTY Medsger
El artículo de Medsger citaba el documento quizá más perjudicial de todos, un memorándum de 1970 que permitía atisbar la obsesión de Hoover por cazar a los revolucionarios. En él se instaba a los agentes a intensificar sus interrogatorios de activistas antibélicos y miembros de grupos estudiantiles disidentes.
“Reforzará la paranoia endémica de esos círculos y convencerá aún más a todo el mundo de que hay un agente del FBI detrás de cada buzón”, decía el mensaje del cuartel general del F.B.I. Otro papel, firmado por el propio Hoover, revelaba una extensa operación de vigilancia de grupos estudiantiles negros en los campus universitarios.
Ahora bien, el documento que más habría ayudado a controlar las operaciones de vigilancia interna del FBI era una nota interna, con fecha de 1968, que contenía una palabra misteriosa: Cointelpro.
Ni los ladrones ni los reporteros que recibieron los documentos entendían el significado del término, y hubo que esperar a años más tarde, cuando el periodista de NBC News Carl Stern obtuvo más expedientes del FBI gracias a las obligaciones marcadas por la Ley de Libertad de Información, para que se perfilara qué era Cointelpro, abreviatura de Counterintelligence Program.
Desde 1956, el FBI llevaba a cabo un programa exhaustivo de espionaje de líderes de los derechos civiles, organizadores políticos y presuntos comunistas, y había intentado sembrar la desconfianza entre los distintos grupos de disidentes. Entre la siniestra lista de revelaciones se encontraba una carta con la que los agentes del F.B.I. habían querido chantajear al reverendo Martin Luther King Jr., al que amenazaban con denunciar sus aventuras extramatrimoniales si no se suicidaba.
“No era solo que espiaran a ciudadanos estadounidenses”, dice Loch K. Johnson, catedrático de asuntos públicos e internacionales en la Universidad de Georgia, que entonces era ayudante del senador demócrata por Idaho Frank Church. “El propósito de Cointelpro era destruir vidas y arruinar reputaciones”.
La investigación llevada a cabo por el senador Church a mediados de los setenta puso permitió saber más sobre la extensión de los delitos cometidos por el FBI, y desembocó en una mayor vigilancia por parte del Congreso de las actividades del FBI y otros servicios de inteligencia. El informe final del Comité Church sobre las operaciones de vigilancia interna era muy directo. “Demasiados organismos oficiales han espiado a demasiada gente, y se ha reunido demasiada información”, decía.
Cuando el comité publicó su informe, Hoover ya había muerto y el imperio que había construido en el F.B.I. estaba desmantelándose. Los 200 agentes que había asignado al caso del robo en Media volvieron casi con las manos vacías, y el FBI cerró el caso el 11 de marzo de 1976, tres días después de que prescribiera el delito de robo.
Michael P. Kortan, portavoz del F.B.I., dice que “varios acontecimientos de esa era, incluido el robo en Media, contribuyeron a cambiar los métodos del F.B.I. para identificar y abordar las amenzas internas contra la seguridad y a que el Departamento de Justicia emprendiera una reforma de las políticas y los métodos del F.B.I., y creara unas directrices de investigación”.
Según el libro de Medsger, The Burglary: The Discovery of J. Edgar Hoover’s Secret FBI (El robo: el descubrimiento del FBI secreto de J. Edgar Hoover), solo uno de los ladrones figuraba en la lista definitiva de sospechosos que se manejó antes de dar el caso por cerrado.
Después, huyeron a una casa de campo, cerca de Pottstown, Pensilvania, donde pasaron 10 días clasificación a través de la documents.BETTY Medsger Después, huyeron a esta casa de campo, cerca de Pottstown, Pensilvania, donde pasaron 10 días clasificando la montaña de documentos. Foto: BETTY Medsger

Una retirada silenciosa

Los ocho asaltantes de la oficina apenas se comunicaron durante la investigación del FBI y no volvieron a verse jamás en grupo.
Davidon murió a finales del año pasado de Parkinson. Tenía pensado hablar públicamente sobre su papel en el robo, pero otros tres ladrones, en cambio, han preferido mantenerse en el anonimato.
Entre los que sí han revelado sus nombres —Forsyth, los Raines y un hombre llamado Bob Williamson—, existe cierta preocupación por cómo se va a valorar su decisión. John y Bonnie Raines dicen que sienten cierta afinidad con Edward Snowden, cuyas revelaciones sobre el espionaje de la NSA. les parecen un final digno de sus propios descubrimientos de hace tanto tiempo.
Saben que algunas personas les criticarán por haber participado en algo así, que, si les hubieran capturado y condenado, habrían podido estar separados de sus hijos durante años. Pero insisten en que nunca se habrían unido al grupo de ladrones si no hubieran estado convencidos de que iban a librarse de la cárcel.
“Parece como si hubiéramos sido increíblemente osados”, dice Raines. “Pero no había ni una sola persona en Washington —senadores, congresistas, ni siquiera el presidente— que se atreviera a pedir cuentas a J. Edgar Hoover”.
“Teníamos muy claro —concluye— que, si no lo hacíamos nosotros, nadie más lo iba a hacer”.
(Traducido por Diario, de México)


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Este es un grupo de correos de amigos de la Organizacion Politica Los Necios. Creemos en el debate, en el ejercicio de opinar y difundir pensamiento revolucionario, sentimiento humano. Tambien para hacer acopio de ideas, observaciones, criticas y pensamientos que contribuyan con la construccion de una nueva sociedad hondureña y centro americana, que a la vez nuestra luz crezca y se comparta con el mundo.

¡Venceremos!
¡Necedad!

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