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Cualquier persona puede ver la bicicleta del último emperador ruso Nicolás II y el traje de amazona de Catalina la Grande en la exposición única El deporte y la familia imperial, que comenzó el 21 de diciembre en el Museo de Arte de Sochi, en los preliminares de los Juegos Olímpicos. Más de doscientas muestras exclusivas, entre ellas fotografías de la familia real durante un paseo después del almuerzo, fueron traídas a la capital olímpica del museo de Peterhof.
El tema Los Románov y el Deporte nunca
antes ha sido considerado como tema para una exposición monográfica. Si
bien sobran materiales para discusiones y estudios. Justo gracia a los
Románov en el país comenzaron a desarrollarse modalidades de deporte
como el tenis, la esgrima, el remo, y el ciclismo. A partir del siglo
XVIII todos los miembros de la familia del zar practicaban el deporte y
prestaban mucha atención a su forma física, cuenta Elena Kalnítskaya,
directora general del museo de Peterhof.
–Primero
se trataba de juegos al aire libre. Luego, en tiempo de Pedro I, se
introdujo la preparación física obligatoria en todos los centros de
estudios militares. En el siglo XIX en Europa se desarrolló el ciclismo y
comenzaron a construirse canchas de tenis. Algunas cosas vinieron de
Inglaterra, otras de Francia. Y la propia palabra deporte procede de la
vieja expresión gala de sport. Todos los grandes príncipes se
preocupaban de su salud. Las mujeres se aficionaban al tenis, paseos en
canoas y croquet. En el siglo XVIII la caza también era considerada como
una especie de deporte. Muchas emperatrices rusas se dedicaban a la
caza, sobre todo Anna Ioánovna.
La apasionada
cazadora Anna Ioánovna que subió al poder reemplazando al nieto de Pedro
el Grande, siempre tenía colgada de la pared una escopeta cargada. Y si
cerca del palacio volaba, desafortunadamente, un pájaro, la emperatriz
disparaba sin pensar. Como diversión. También tiraba sobre objetos
comunes. Los visitantes pueden valorar la precisión de tiro de la
soberana por una tabla que se guarda en el palacio Monplaisir de
Peterhof. Es una muestra única, está toda perforada por balas.
Prácticamente el 90 % de las muestras se exhiben por primera vez.
En la exposición vecina Deporte-Arte-Sochi,en
la que se exhiben más de doscientos trabajos de autores de todos los
rincones del país, se podrá seguir cómo se desarrollaba la cultura
física en Rusia. Por supuesto, las principales modalidades del deporte
son las de invierno. A los admiradores del legendario hockeísta
soviético Valeri Jarlámov les interesará sin duda el retrato de la
estrella de la super-serie de 1972. Los que gustan de la pintura podrán
contemplar a los patinadores pintados sobre tela con ayuda de cera
caliente. Esta exposición es una de las mayores del mundo por el número
de géneros que se exhiben allí.
Cualquier persona puede
visitar las exposiciones: durante la Olimpíada en todos los museos de la
ciudad la entrada será libre. Tal regalo lo hacen los organizadores de
los Juegos a sus huéspedes. Y habrá qué ver. El Museo Nikolái Ostrovski
albergará una exposición del conocido pintor Serguéi Andriyaka, maestro
de acuarela y fundador una escuela propia. Sus asombrosos paisajes y
bodegones muchas veces se expusieron en museos europeos. En el Museo de
Historia, en la exposición Antiguo Oro de Kubán y Chernomorie, se podrá ver hallazgos arqueológicos únicos. La muestra más antigua cuenta más de cinco mil años.
radio/sk/er
Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.
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