UN DIA DIFERENTE
Al fin Ponciano, tuve un dia diferente, en esta anti-vida donde medio sobrevivo en este país
Que tú sabiamente llamas El Salador, donde sino nace salado te salan a pura verga!
Por defectos en mis ojales, que están como los de Mateyo, quien dice te veyo,y no te veyo y no ve nada, leí con mi visión opaca dado el mal del pijo y la Paca-Garse, que me zampo un pijazo en los ojales, que la plática del cuento que ahora te cuento y del que no te doy descuento aunque me siento contento según estos dulces pensamientos era a las 3:30 p. m-la y resultó que la mencionada charla que no tuvo nada de charlatanería, era hasta las 6:30 p. m. en ese enorme caserón donde a cualquiera se le duermen las patricias que se llama Feria Internacional.
De gran suerte Ponciano, me encontré con el maishtro Renan que es hasta ahora uno de los pocos periodistas con quien se puede hablar llanamente sobre un verdadero periodismo, periodismo que por ninguna condición mentera se arrodilla a tratar de presentar falacias como verdades absolutas, quien además me obsequió dos buenos libros de su autoría y me sirvió como un día intelectual para visitar las mejores ventas de libros a lo largo de la Feria Nacional del Libro, lo cual hizo mi tarde placentera viendo las piezas artísticas presentadas por la Secretaria Nacional de Cultura.
Lo que no me preció Poncianito, es que habían nos libros, de autores sólo conocidos en otros planetas y a precios como la Canasta Básica o sea por las nubes, y yo, Ponciano no me voy a gastar cuarenta turcas en u libro que poco o nada me va a enseñar o peor del que nada puedo aprender, sin embargo; me encontré con autores de peso y con precios al alcance de los empleados de alta categoría los que lastimosamente no leen ni visitan dichas ferias.
En eso de estar esperando Ponciano, me encontré con unos ex guerrinches y ex coroneles platicando como en los días raros que los esposos tienen buenas relaciones y los dos lados hablaban de sus libros que según lo poco que pude oír contienen el enfoque bifocal de cómo matar gente. Ay Ponciano! Siempre la aglomeración de gente me causa un aflicción seguida de una gran hambre que tuve que atravesarme cinco hot dogs, y dos tazas de café que me dejaron convertido en un Ado para el resto de la semana es decir: acabado, porque la Paca también se aravezó en un par de minutos como diez sanguches y media docena de gasiosas y tuve como siempre que pagar el pato que otro se comió.
Gracias al Diablo, cuando tenés hambrosia las horas pasan como ilusiones de camarones a la barbacoa, y se llegó la hora de la charla para la cual hice el esfuerzo de caminar como veinte kilómetros de los que midió el Diablo, cuando lo quería pijiar Judas, lo que trajo como resultado de quedarme dezuelado, de suerte no desmuelado por un vergazo que casi me mete un carro por caminar en este país donde la única ley es que no hay ley, y las leyes decretadas en la Asamblea de Dios, son decretadas con el conocimiento a-priori de que nadie las cumple.
Entramos a un salón, de una tal Carmen González, que ni sé qué putas ha hecho para que le pongan ese nombre y fui recibido como un Rey de Bastos, por la Cónsul Magdalia quien nos presentó a los ponentes del Cuento de La Libertad. Por ahí, tuve el gusto de ver a Toño Nuñez de Balboa, encargado de prensa de la Embajada del Orinoco, y a diferentes interesados en la literatura de la Isla de La Libertad.
La ponencia, nos habló sobre el cuento que a diario se produce en la isla, en una isla donde todos son autores y actores de su propia historia heróica. De bruto, como siempre lo he sido solté mi lengua de camalión sediento, y expresé mi crítica a los pseudo críticos del arte nacional, quienes no teniendo desarrolladas ninguna capacidad de pensar muchos menos de crear se dedican a criticar a los que luchan por hacer arte nacional; me agradó mucho Ponciano, un atardecer diferente alejado de las excusas, recusas y reculadas de los politiqueros y el estar aislado aunque fuera por un momento del panfleterismo de los plumíferos articuleros y ora-culeros, me regresó un poco de vida a esta anti vida que por huevos tengo que continuar.
Un poo triste porque Pedro Pérez Prado no llegó y el mambo no se bailó!
Juan Novelero
Editorial Libro sin letras
San Salador
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