Soy Danielista porque soy sandinista y soy sandinista porque soy farabundista y como no soy nica de nacimiento, sino de corazón voto por la revolución.
Ni voy a mencionar a los espantapájaros de la oposición, ya que sé quiénes son, lo que han hecho, están haciendo y harán: tratar de ganar las elecciones por mandato imperialista sin importarles lo que pase a la Chavalada Pijuda.
Amo a Nicaragua por lo que es, la tierra donde Sandino y Farabundo incendiaron la Montaña Negra, cuyas llamas revolucionarias han llegado a todos lados.
Amo al sandinismo y al pueblo nicaragüense porque pocos son los pueblos del mundo que te abren las puertas de la casa sin conocerte, comparten lo poco que tienen y te regalan lo que les sobra: amor y poesía.
Amo a Nicaragua porque nunca me preguntaron si tenía hambre, sino que me dijeron: ven a comer Chavalo. Amo a Nicaragua porque amo a las Brigadas Internacionales.
Soy sandinista porque de ellos aprendí que el canto es permanente si no, no es canto.
Soy Danielista porque conociendo al pueblo nica si no lo quisieran ya lo hubieran bajado a puros bojazos a mano abierta.
Amo a mi Nicaragüita porque en una casa familiar de mi pueblito natal en El Salvador, llegó un día, un tal Rigoberto, el Nica; quien seria después, el héroe nacional que comenzó a sacudir la dinastía criminal somocista. Ese muchacho aquí estuvo, me repetía mi tío.
Amo a Nicaragua por Carlos Fonseca, por Luisa Amanda Espinoza, por el viejo Tomás y por toda la Chavalada a quien no le decían dos veces para irnos a dar verga contra la Contra.
Amo a Nicaragua porque te amo a ti Jossy, Kuanna, Black Dalia o como putas te llames niña panameña a quien le llegó la regla por primera vez en la montaña, porque así mismo amo a los chavalos que enronquecieron tirando la metralla y somos los mismo y los mismos junto a nuestras compañeras haremos que de nuevo truene y tiemble la montaña.
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