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miércoles, 26 de mayo de 2010

Memorias del Holocausto

La problemática que plantea la disyuntiva “realidad-representación”, o por otro lado, “historia-memoria”, no debería ser a priori un problema serio para un historiador o, al menos, una de sus principales funciones y virtudes debería ser precisamente saber separar esos dos “campos de trabajo” (valga para el caso, además, la expresión).

El libro del historiador Álvaro Lozano "El Holocausto y la Cultura de Masas” (Melusina, 2010) no es un libro de historia, sino, podríamos llamar, de “memoria” con tintes sociológicos. Habla para el público y remueve las conciencias de cineastas y políticos diversos, pero el mensaje final pretende ser una dura crítica moralista a la industria cultural del Soft Power norteamericano: la conciencia que heredamos del Holocausto no fue obra de historiadores especializados, sino de los mass media, de los museos oficiales de judíos norteamericanos (deseosos de la protección occidental y la justificación de su Estado en Oriente Próximo), de películas y documentales de diverso tinte. Elementos como el “ficticio Auschwitz para turistas” (reproducción distorsionada del original, que recibe millones y millones de visitantes al año), han acomodado, según Lozano, las tesis negacionistas. Lo que nos lleva otra vez al tema de la memoria y la cultura de masas. Y lo que nos lleva a reconsiderar nuevamente la importancia del papel y la función de los historiadores en la sociedad.

"El Holocausto y la Cultura de Masas" 978-84-96614-81-9 (Melsuina, 2010)


Interesante también como se presenta en el libro la nociva influencia de la cultura de masas en el terreno político (p.87-88):

En 1996, Hillary Clinton señaló ante el Congreso norteamericano que la imagen de los refugiados kosovares huyendo de las tropas serbias le recordaba escenas de La lista de Schindler. Un disidente serbio replicó sin ambages en The New York Times: Las personas que aprenden historia en las películas de Spielberg no deberían decirnos cómo tenemos que vivir”. Y añado, por supuesto: no deberían gobernar.

Mensaje también crítico con la banalización del mal posmoderna (el expreso deseo por renunciar a parte del conocimiento, a través del lenguaje, el relato, y la representación), con raíces en el debate heredero de las “visiones” de Daniel Goldhagen. Lozano advierte también de la recurrente visión que tiende a simplificar el mal con los verdugos. Y es que no se puede obviar el Holocausto, olvidando situarlo como un fenómeno mucho más profundo, ligado a una determinada línea de manifestación intrínseca de la "evolución" de las sociedades modernas.


Obra que referencia gran parte de los últimos trabajos sobre el Holocausto, desde el documental de nueve horas de Claude Lanzmann Shoah de los ochenta, al polémico último libro de Idith Zertal "La nación y la muerte".

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