Durante las últimas dos semanas los medios de comunicación se han regodeado sobre la marcha de una supuesta "crisis" económica en Venezuela, que ha derivado, como se debía esperar, en una crisis política y social. Pero la verdad sobre los acontecimiento es bien distinta a ese escenario de caos con el cual nos muestran desde hace tiempo la realidad -distorsionada por los genios del capital- venezolana.
La crisis energética es objeto constante de crítica punzante de parte de los analistas -podemos llamarlos falsificadores- de la burguesía. Hablan de que se vienen los apagones, porque el Gobierno decretó el racionamiento eléctrico. Y de que la crisis energética afectará inevitablemente a todo el país y se derrumbará la revolución bolivariana como un castillo de naipes. Ni tan tan. Es verdad, los apagones programados resultaron un fiasco porque afectaron incluso a comercios minoristas, por lo cual el ministro del área debió dar un paso al costado. Este tipo de medidas nunca son muy populares, pero hay que entender el contexto del momento, en el cual las sequías han afectado el nivel de los ríos, de los cuales proviene la energía hidroeléctrica: si no hay agua, no hay luz. La escasez de energía en cierto punto puede deberse a cierta ineptitud para que se realizaran obras públicas pertinentes. Argentina, por ejemplo, ha enfrentado una sequía en el 2008 y principios del 2009 y no han habido apagones o racionamiento energético. Sí tiene que haber -siempre en verdad- una política para que la población reduzca el uso de electricidad, es decir, que no abuse de la energía. Si es necesario en el momento, programar apagones, tratar de que no afecten a industrias y comercios, esto puede dañar a la economía seriamente. Que la población entienda que se pasa un difícil momento, y de paso, explicarle cuál es la situación concreta. Es un poco difícil, hay que admitirlo, cuando se tiene al 90% de los medios en contra de un gobierno, y cuando estos quieren, sin sonrojarse, derribar, matar a Chávez, esto no es una exageración. Y convierten de esa manera un problema energético, que debiera requerir el apoyo y el aguante de todos, en el apocalipsis.
Hace unos días el programa del canal C5N, Def TV (el nombre de por sí ya indica su línea), hizo un "reporte" sobre la "crisis venezolana", y citaron las problemática que le preocupan a los platudos burgueses: la inseguridad, la pésima relación que tiene el presidente venezolano con la "prensa libre" y la "corrupción burócratica" del bolivarianismo. El problema de la inseguridad corresponde más a una coyuntura que venía de antes de la Revolución, aunque cierto es que bajaron los niveles de pobreza y desocupación de forma exponencial -cuando Chávez llegó al gobierno hace diez años, casi el 80% de los venezolanos eran pobres, hoy lo son el 25%-, el que haya un nivel de criminalidad todavía alto, sí, es un problema por resolver, pero ¡qué gobierno no tiene problemas que abarcar!. ¡Qué joraca exigen estos chupasangre que se visten de traje y hablan en televisión dos horas, y después nunca más trabajan!. La prensa libre de Venezuela, nada. Pedro Brieger, conductor de Visión 7 Internacional (un programa que emite la TV Pública, con el cual no comparto toda su línea, pero se los recomiendo), fue lo más objetivo de los invitados de aquel viernes: indicó que la presión de los medios sobre el presidente venezolano es brutal, que casi todos los diarios y radios y TV son furibundamente opositores, que apoyaron sin disimulos el golpe de estado de 2002, y cuyo compromiso con la democracia es muy escaso, dado que defienden intereses corporativos, como todo empresario, algo que parece le entra en la cabeza a pocos.
Sobre la "corrupción burocrática". La burguesía siempre destaca que Chávez tiene "buenas intenciones" con sus planes sociales. Nada de intenciones, dijo Brieger. Fueron acciones concretas las que hicieron que Chávez se ganara el corazón de los venezolanos. Esto no es sensiblería de ningún tipo. Que muchos venezolanos tengan por primera vez acceso a la medicina, a medicamentos, a sillas de ruedas, a tratamientos médicos, que los pobres puedan hacerse atender en hospitales con tecnología de punta. O la revolución de la educación. La fundación de universidades y escuelas de todo el país. La erradicación del analfabetismo. Todo eso no han sido intenciones, sino logros indiscutibles de una política que priorizó el bienestar socialista, a la apropiación de la riqueza por unos pocos. Que defendió la soberanía nacional de Venezuela, cuando este país apoyó las campañas para subir el precio del barril de crudo en a comienzos del siglo XXI, que no se arrodilló a las empresas que violaban la ley, ni a los medios golpistas. Que expropió a los burgueses cuando estos demostraban que no podían cumplir una función en beneficio de la sociedad, sino que más bien actuaban (y siguen actuando) en su perjuicio.
Podemos tener desacuerdo con el presidente de Venezuela. ¡Pero quien dice que lo suyo no ha sido por el bien de su país!. Nada de recetas de libro de cocina, como las que proponen los trotskistas. Fíjense sino qué enemigos tiene enfrente Chávez y la Revolución. Los comunistas venezolanos, a su vez, tienen que ser consecuentes con sus ideas, tomar con pinzas todos los temas, apoyar cuando sea necesario, y rechazar lo que no se juzgue como progresista. No tengo dudas, igualmente, que Chávez ha hecho por romper los entuertos de la pobreza, la discriminación y la explotación.
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