Lunes, 21 de Septiembre de 2009 / 09:14 h
Dagoberto Gutiérrez
El discurso del Presidente de la República del 15 de septiembre confirmó, oportuna, necesaria y sabiamente, lo que circulaba en las calles como mariposas sin alas: que el parido que ganó las votaciones del 15 de marzo perdió el gobierno el 1 de junio, y que el presidente Funes, no tiene ningún compromiso con ese partido, recordemos que se afilió al FMLN para poder ser candidato, pero no militante.
Aquí no hay ninguna conducta pérfida del Presidente porque se trata de afiliarse aunque no se comparta el ideario político que además, resulta brumoso, desdibujado y penumbroso; sin embargo cuando el Presidente se declara militante de “La Unidad Nacional” rompe toda relación gubernamental con el FMLN en instala en el alma de cada ser humano del país una profunda incertidumbre y angustia.
Las esperanzas depositadas en Don Mauricio han trocado en duda, desencanto y hasta desengaño; pero la cabeza fría indica que el partido FMLN le debe explicación inteligente a sus votantes, que son más inteligentes que el partido político, éstas son más urgentes que la conducta política del Presidente porque el partido debe explicar por qué no alcanzó acuerdos políticos con Mauricio, por qué se limitó a los acuerdos electorales, por qué no participó en el establecimiento del rumbo político y se limitó a disputar los cargos públicos, y por qué apoya y celebra las victorias de ARENA, como las elecciones de la Corte Suprema de Justicia y la del Fiscal y, una vez expulsados del gobierno deben explicar cuál va ser la conducta de sus ministros en el gabinete.
Sabemos muy bien que el momento político esta preñado de preguntas y hemos de coincidir que esto es muy importante y conveniente, pero las organizaciones del pueblo, como cabeza lúcida, tensa y pensante necesita ponerse en marcha para afrontar tanto los retos como los desafíos que la coyuntura está presentando.
No hay tiempo que perder, hay que recrear la esperanza y la confianza y esto se logra construyendo un programa político del pueblo, fortaleciendo las organizaciones propias e independientes, y desde allí, aprender el oficio, áspero y oleaginoso, de construir alianzas y también unidades.
El gobierno, como lo sabemos es y ha sido siempre de Mauricio Funes, este Presidente ha optado ya por un rumbo político, económico determinado; pero el movimiento popular, puede, debe y tiene, que establecer una política frente al gobierno para agotar toda posibilidad y probabilidad de negociación.
Esta política supone superar aquella idea germinal de que el gobierno era el del pueblo, también supone superar la idea de que se estaba frente a un gobierno en disputa y exige saber que se esta frente a un gobierno que ha establecido un rumbo económico y político, que no supone un cambio de economía ni de poder político, ni de relación entre estado y mercado y que no está tan siquiera imaginando, ninguna desconexión, con el orden imperial.
Esta realidad, que se nutre en hechos reales, tiene ya un rumbo, pero hasta ahora parece necesitar de una apariencia popular, y aquí conviene jugarse las cartas para arrancar, en la mesa de negociación y no solo allí, los puntos programáticos más estratégicos del pueblo.
Se trata de una línea de negociación, entre movimiento popular y gobierno, partiendo de una independencia institucional y de una negociación entre el mismo movimiento popular.
Estamos hablando de un proceso frío y sereno, dueño de mucha cabeza y sobre todo de mucho cerebro. En este proceso puede muy bien participar la parte progresista del partido FMLN, pero sobre todo la parte más lúcida del pueblo.
La sicología profunda de los seres humanos necesita ser resguardada y en los hombros del movimiento popular descansa la responsabilidad histórica, de defender la esperanza; pero esta siendo una construcción social y no un impulso subjetivo e individual como la fe, puede ser convertida en una esperanza nutrida en las fuerzas propias del propio pueblo, frente al cual hay un gobierno pendiente de demostrar que merece ser confiable para este pueblo.
La lucha por la justicia y la redención, tiene una línea larga, por eso es que debemos prepararnos para eso, para una lucha larga; pero sin olvidar que la coyuntura, por desengañadora que sea, tiene la virtud de ponernos a todos y todas con los pies sobre la tierra, y esta es la condición fundamental para pensar bien.
La sicología del pueblo busca un gobierno del pueblo y para el pueblo, y, al mismo tiempo, sueña con que un gobierno así haga las cosas de diferente manera, y aunque no está ocurriendo así, el alma popular pide a gritos que sea así, y se enfrenta, de ese modo, a la realidad más real y más terca, que esta diciendo a gritos, que las derechas, tienen el poder en el país, que ARENA gobierna en el país, que el partido que ganó la elección presidencial parece no saber nada de lo que esta ocurriendo y parece estar pensando más en las próximas elecciones, la presidencial, la de alcaldes y diputados , y no en la coyuntura quemante que estamos comentando.
El movimiento popular tiene en sus manos la mayor responsabilidad histórica de conducción, y sus fuerzas necesitan convertirse en poder político suficiente para convocar, escuchar y concertar, los acuerdos políticos populares, necesarios, para influir en los acontecimientos.
No hay tiempo que perder, es la hora de pensar actuando de actuar pensando, de otro modo el pan se te puede quemar en el horno y este horno se te puede apagar.
Aquí no hay ninguna conducta pérfida del Presidente porque se trata de afiliarse aunque no se comparta el ideario político que además, resulta brumoso, desdibujado y penumbroso; sin embargo cuando el Presidente se declara militante de “La Unidad Nacional” rompe toda relación gubernamental con el FMLN en instala en el alma de cada ser humano del país una profunda incertidumbre y angustia.
Las esperanzas depositadas en Don Mauricio han trocado en duda, desencanto y hasta desengaño; pero la cabeza fría indica que el partido FMLN le debe explicación inteligente a sus votantes, que son más inteligentes que el partido político, éstas son más urgentes que la conducta política del Presidente porque el partido debe explicar por qué no alcanzó acuerdos políticos con Mauricio, por qué se limitó a los acuerdos electorales, por qué no participó en el establecimiento del rumbo político y se limitó a disputar los cargos públicos, y por qué apoya y celebra las victorias de ARENA, como las elecciones de la Corte Suprema de Justicia y la del Fiscal y, una vez expulsados del gobierno deben explicar cuál va ser la conducta de sus ministros en el gabinete.
Sabemos muy bien que el momento político esta preñado de preguntas y hemos de coincidir que esto es muy importante y conveniente, pero las organizaciones del pueblo, como cabeza lúcida, tensa y pensante necesita ponerse en marcha para afrontar tanto los retos como los desafíos que la coyuntura está presentando.
No hay tiempo que perder, hay que recrear la esperanza y la confianza y esto se logra construyendo un programa político del pueblo, fortaleciendo las organizaciones propias e independientes, y desde allí, aprender el oficio, áspero y oleaginoso, de construir alianzas y también unidades.
El gobierno, como lo sabemos es y ha sido siempre de Mauricio Funes, este Presidente ha optado ya por un rumbo político, económico determinado; pero el movimiento popular, puede, debe y tiene, que establecer una política frente al gobierno para agotar toda posibilidad y probabilidad de negociación.
Esta política supone superar aquella idea germinal de que el gobierno era el del pueblo, también supone superar la idea de que se estaba frente a un gobierno en disputa y exige saber que se esta frente a un gobierno que ha establecido un rumbo económico y político, que no supone un cambio de economía ni de poder político, ni de relación entre estado y mercado y que no está tan siquiera imaginando, ninguna desconexión, con el orden imperial.
Esta realidad, que se nutre en hechos reales, tiene ya un rumbo, pero hasta ahora parece necesitar de una apariencia popular, y aquí conviene jugarse las cartas para arrancar, en la mesa de negociación y no solo allí, los puntos programáticos más estratégicos del pueblo.
Se trata de una línea de negociación, entre movimiento popular y gobierno, partiendo de una independencia institucional y de una negociación entre el mismo movimiento popular.
Estamos hablando de un proceso frío y sereno, dueño de mucha cabeza y sobre todo de mucho cerebro. En este proceso puede muy bien participar la parte progresista del partido FMLN, pero sobre todo la parte más lúcida del pueblo.
La sicología profunda de los seres humanos necesita ser resguardada y en los hombros del movimiento popular descansa la responsabilidad histórica, de defender la esperanza; pero esta siendo una construcción social y no un impulso subjetivo e individual como la fe, puede ser convertida en una esperanza nutrida en las fuerzas propias del propio pueblo, frente al cual hay un gobierno pendiente de demostrar que merece ser confiable para este pueblo.
La lucha por la justicia y la redención, tiene una línea larga, por eso es que debemos prepararnos para eso, para una lucha larga; pero sin olvidar que la coyuntura, por desengañadora que sea, tiene la virtud de ponernos a todos y todas con los pies sobre la tierra, y esta es la condición fundamental para pensar bien.
La sicología del pueblo busca un gobierno del pueblo y para el pueblo, y, al mismo tiempo, sueña con que un gobierno así haga las cosas de diferente manera, y aunque no está ocurriendo así, el alma popular pide a gritos que sea así, y se enfrenta, de ese modo, a la realidad más real y más terca, que esta diciendo a gritos, que las derechas, tienen el poder en el país, que ARENA gobierna en el país, que el partido que ganó la elección presidencial parece no saber nada de lo que esta ocurriendo y parece estar pensando más en las próximas elecciones, la presidencial, la de alcaldes y diputados , y no en la coyuntura quemante que estamos comentando.
El movimiento popular tiene en sus manos la mayor responsabilidad histórica de conducción, y sus fuerzas necesitan convertirse en poder político suficiente para convocar, escuchar y concertar, los acuerdos políticos populares, necesarios, para influir en los acontecimientos.
No hay tiempo que perder, es la hora de pensar actuando de actuar pensando, de otro modo el pan se te puede quemar en el horno y este horno se te puede apagar.
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