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miércoles, 25 de diciembre de 2013

¿Cuándo se jodió Europa?

DICIEMBRE DE 2013

Emir Sader

Al inicio de la obra prima de Vargas Llosa, Conversaciones en la Catedral, un peruano pregunta al amigo: ¿Y cuándo se jodió el Perú?

Dan por sentado que Perú se jodió, que está jodido. Se trata de saber desde cuándo, a partir de cuándo, para intentar entender el por qué y el para quiénes.

Hoy se da por sentado que Europa está jodida, que se jodió. Hay distintos diagnósticos. Unos, que se debe a la pereza de los del Sur, que el aire mediterráneo y la siesta los hizo vivir por encima de sus posibilidades (eso que hemos oído tanto, hace tiempo ya en América Latina). Otros, por la rigidez del Banco Central de Alemania, que domina la troika y se impone a las otras económicas. Las medicinas se diferencian un poco, pero al fin y al cabo, amargas todas. Porque todos aceptan que Europa se jodió.

Lo cual es un fenómeno de inmensas dimensiones, representa un retroceso de dimensiones civilizatorias, porque el Estado de bienestar social europeo fue una construcción solidaria que se había vuelto referencia a escala mundial. Terminar con él implica así un retorno a tempos de exclusión social y abandono que Europa había dejado atrás.

Cuándo se jodió Europa. Se podría ubicar en la explosión que apareció como Primera Guerra Mundial, en la cual las contradicciones interburguesas que Lenin dijo que comandarían la historia mundial entrado el siglo XX, se ha confirmado dramáticamente. Europa se ha vuelto escenario de la más brutal de las guerras que la humanidad había conocido hasta aquel momento.

Se podría también ubicar aquel momento en la división de la socialdemocracia entre belicistas y pacifistas, abandonando oficialmente la II Internacional el pacifismo y el internacionalismo que la había caracterizado, abriendo heridas que no volverían a cicatrizarse.

Se podría igualmente ubicar el momento en que se jodió Europa cuando no logró impedir el brote de las distintas formas de dictaduras de derecha –fascismos, nazismo– y, además, no fue capaz de derrotar ese fenómeno, teniendo que apelar a apoyos externos.

Pero nada de eso explicaría el viraje actual, porque después de todo eso, Europa occidental fue capaz de construir Estados de bienestar social que, a lo largo de tres décadas, fueron una de las más generosas construcciones sociales que la humanidad había conocido.

Fue entonces después de eso que es necesario encontrar el momento en que Europa dio un viraje que la llevó a estar jodida. Yo ubicaría ese momento en el paso del primero al segundo año del primer gobierno de François Mitterrand, en Francia. La victoria, finalmente tan conmemorada de la izquierda francesa en la segunda pos-guerra, propició a Mitterrand un primer año centrado en las nacionalizaciones, en la consolidación de los derechos sociales, en una política externa solidaria y volcada hacia el Sur del mundo.

Pero el mundo había cambiado, Reagan y Thatcher imponían un nuevo modelo y una política internacional, Francia sufrió las consecuencias del nuevo escenario. Una posibilidad sería que Francia estrecharía alianzas con la periferia, con el Sur del mundo, con América Latina, en particular, liderando a los países que más directamente sufrían los virajes globales. La otra, que predominó, fue el cambio radical de orientación del gobierno socialista francés, adaptándose a la nueva ola neoliberal, a su manera, sumándose como aliado subordinado al liderazgo del bloque EUA-Gran Bretaña.

Ese viraje, que consolidó la nueva hegemonía, de carácter neoliberal, inauguró la modalidad de gobiernos y fuerzas socialdemócratas asimilados a la hegemonía de los modelos centrados en el mercado y en el libre comercio. La España de Felipe González no tardó en adherir, en lo que fue seguida por otros gobiernos y abrió camino a que, en Latinoamérica también, esa vía de extendiera a países como México, Venezuela, Chile, Brasil, entre otros.

Esa nueva orientación predominante ya apuntaba a la condena del Estado de bienestar social –un modelo contradictorio con el Consenso de Washington-, que más temprano que tarde sufriría las consecuencias. La misma unificación europea se dio bajo esa orientación. Las consultas nacionales no se centraban en la unificación europea, sino en la moneda única, el euro, dando un carácter centralmente monetario a esa unificación.

La crisis iniciada en 2008 agarró a Europa absolutamente fragilizada, porque inmersa en los consensos neoliberales, lo cual la impidió reaccionar como los gobiernos latinoamericanos, que se han inspirado precisamente en los modelos reguladores que habían sido hegemónicos en Europa en las tres décadas llamadas de gloriosas, para reaccionar positivamente frente a la crisis.

El resto es la fisonomía actual de Europa, de destrucción del Estado de bienestar social, tirando fuego al alcohol, tomando medicinas neoliberales para la crisis neoliberal, que solo se ahonda y prolonga.

Hag

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