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domingo, 30 de septiembre de 2012

BUEN VIAJE DON BALTA

 
 
Tenía que viajar cincuenta kilómetros diarios hasta su trabajo a la zona paracentral. El bus destartalado brincaba en cada cárcava como caballo de Gitano, el hombre parecía buey tucero arrastrando las coyundas y como el cuento de la Gritona, gemía como alma que lleva el diablo en todo el trama de Ateolandia  hasta su trabajo.

El diagnóstico del Perico quizá fue el más acertado: "Se va a morir primero que la vieja" y la otra se va a  quedar con la herencia. El problema, según lo explicó Mauro Girona, es que Balta quiere que la vieja se muera y quedarse con la herencia. La mujer de Balta llegó con el puño de cartas de venta y le dijo: "fírmalas, no vaya a ser", mientras el pobre se retorcía del dolor en espera de que alguien llegara a salvarlo y llevarlo,  tal vez a que lo terminaran de matar a algún hospital donde todavía operan con tijeras de podar.

Como a la 28 horas de espera angustiosa llegó una ambulancia que más parecía carro fúnebre,  la cual se tardó 10 horas en un viaje que se hace normalmente en 45 minutos. Todo el mal era apendicitis en etapa inicial, lo cual se habría evitado si Balta hubiera oído las recomendaciones del pleno de que lo operara el Tío Calisto, pero por orgullo revolucionario tuvo que vivir la amarga aventura del sistema hospitalario.

A los  15 días  regresó al pueblo, con una herida de lado a lado como si hubiera ido de turista al Mercurio Central, bien adolorido y con un año de incapacidad y como es mi vecino, lo visito a cada rato. Mira, me dijo, no sólo sufrí el dolor, la operación, la espera, sino el huevo de estar en un hospital salvadoreño y lo peor,  antes de operarme el hijueputa médico me dijo: "Que la vaya Bien Don Balta"...Quizá me salve de puro Chiripazo.

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