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domingo, 8 de enero de 2012

Edificios soviéticos y espacios verdes (I)


En el último post hablaba del 26 de diciembre de 2011 como el día en el que pude escaparme un poco de los compromisos sociales. Fue el único, aunque no solo lo aproveche para escribir algo en el blog o para atender a medios de comunicación, también lo utilice para hacer una de las cosas que más me gusta en cualquier ciudad, pasear por los extrarradios. Los de Riga los conozco muy bien, no obstante, siempre hay algo nuevo o renovado que descubrir.

Mi afición es probable que hunda sus raíces en al menos la convergencia de tres factores. El primero está relacionado con mi profesión de científico social, me gusta tomarle el pulso a las ciudades que habito y a las que visito, y sabido es que ese pulso difícilmente se puede obtener en los aeropuertos impersonales o los ‘Port aventura’ para el turismo en los que se han convertido los centros de las capitales. Habitualmente las impresiones de los downtown muestran una cara mucho más amable (extremadamente tuneada) del país en comparación con la que es realmente. Por ello, para evitar llevarme una impresión errónea, me suele gustar visitar al menos los suburbios de la ciudad y, si hay tiempo, las zonas rurales y apartadas.

A esto habría que añadirle el segundo factor, mi propia preferencia personal por los barrios populares de las ciudades o por las zonas rurales donde las vidas transcurren con mayor sinceridad, sin tantas caretas, falsas poses y trajes de disfraz para impresionar o, al menos, no desentonar con no se sabe bien qué imagen pretenciosa. Precisamente, esta percepción de circo-pasarela, precios desatados y consumismo desmedido se me hace especialmente agresivo en Vecrīga (parte vieja de la ciudad) donde la explosión capitalista y de contrastes me cuesta digerirlos.

26-12-2011: típicos edificios 'soviéticos' del barrio de ķengarags (Riga)

Finalmente, el tercer factor que me ayuda a impulsar este hobby de pasear por los suburbios es mi papel de peatón, no tengo coche ni conduzco, así que estoy acostumbrado a andar por las ciudades porque tengo poca paciencia para esperar al transporte público. Estos tres factores, junto a la ausencia de nieve en Riga, un tiempo relativamente cálido para la época del año en la que estamos (varias veces hemos alcanzamos los diez grados) y un cambio de distrito en el alojamiento, han ayudado para que siempre que he podido me haya echado a ‘patear’ las calles del extrarradio de la capital letona .

En Riga solemos pernoctar cerca del parque Grīziņkalns y, sobre todo, en nuestro pisito de Teika. Sin embargo, esta vez ha sido diferente, un piso estaba lleno de visitas y el otro alquilado, así que nos hemos ‘mudado’ a otra parte de la ciudad. Exactamente nos han dejado un apartamento en el barrio de Ķengarags, en el denominado distrito de Moscú (recientemente rebautizado como Daugavpils) por ser la salida de la carretera y vía ferroviaria de Riga para ir a Daugavpils (la ciudad más al Este del país) y Moscú. Ķengarags es un barrio que no tiene precisamente buena fama. Su construcción moderna es básicamente soviética y los habitantes son mayoritariamente eslavos y de clases sociales humildes. Históricamente se podría denominar como un barrio obrero y de clase social baja. Su crecimiento como zona residencial para las masas de trabajadores que venían del resto de la Unión Soviética no empezó hasta la década de 1950, y muy especialmente a partir de los años 60 del siglo pasado con la extensión de los bloques ‘soviéticos’ típicos de la época de Jrushchov. En la URSS fundamentalmente eran dos las razones que impulsaban la gran necesidad de edificios de viviendas (un problema extremadamente grave que nunca se llegó a solucionar): por una parte subsanar toda la destrucción que se había generado durante la Segunda Guerra Mundial y, por otra parte, responder a los intensos movimientos de población que empezaban a generarse del campo a la ciudad y de las zonas más subdesarrolladas a las más desarrolladas (nos suena, ¿no?).

26-12-2011: la calle Moscú, la artería del distrito de Daugavpils por la que discurre la carretera que va a Latgalia y Moscú

Muchos de los edificios de paneles construidos en Ķengarags se suponían que eran provisionales, decían que eran para 20 años y que después, igual que el PCUS y sus dirigentes en plan mesiánico (un método indudablemente científico –modo ironía ON–) predecían la llegada del comunismo, llegarían también nuevas y mejores construcciones para realojar a la ciudadanía. Pues bien, nunca llegaron ni los edificios ni el comunismo. Eso sí, en la primera parte del mandato de Brézhnev prosiguió la construcción y, posteriormente, ya en la segunda parte de la década de los 70 y primera de los 80, en los años del estancamiento (más bien recesión camuflada como la de nuestros días), el deterioro de los servicios públicos y el crecimiento exponencial de la corrupción, se pasó a un estado próximo a la inacción en la construcción y en la renovación y acondicionamiento de los espacios públicos.

Con la caída de la Unión Soviética la cosa no mejoró, ni en Ķengarags ni en la mayoría de los extrarradios de bloque soviéticos. Es más, lo habitual fue que sus zonas de uso comunal (zonas verdes, parques, fachadas, portales y escaleras) y de uso privado (apartamentos) prosiguieran deteriorándose a un ritmo más acelerado. Esas imágenes han sido muy utilizadas para fustigar a la Unión Soviética y, sobre todo, al socialismo o cualquier alternativa al capitalismo de tipo neoliberal que se ha impuesto. En este caso, al igual que con lo de la 'libertad para viajar’, el enfoque manipulador y demagógico es el imperante.

26-12-2012: los edificios del distrito de Daugavpils (Moscú) suelen estar sin renovar, pero eso sí, los utilizan como soporte publicitario.

No hay duda que en la URSS tenían un problema importante con el tema de la vivienda, había momentos en el que las políticas fueron más efectivas y otras en las que la incompetencia dominaba. Sin embargo, si hablamos estrictamente de los barrios de ‘edificios soviéticos’ se cometen una serie de injusticias. Primero, habría que aclarar que no se trata de los edificios de la época de Stalin, estos gozan de muy buen prestigio entre los ex ciudadanos de la URSS, también en el Báltico. Pero claro, el ritmo de construcción era mucho más pausado. La cosa cambió en los 60 y 70, años en los que se buscó elevar el nivel de vida de la población proveyéndola mejor en sus necesidades básicas, de forma parecida a lo que ocurría en la mayoría de Europa occidental. El fenómeno de los bloques de viviendas estilo colmena no era excepcional soviético, porque las inercias socioeconómicas que algunos tanto han querido autonomizar entre el lado ‘socialista’ y ‘capitalista’ no lo eran tanto. Por ejemplo, en la España franquista también fueron esos los años en los que construyeron infinidad de barrios y bloques de viviendas para trabajadores, en su mayoría inmigrantes de zonas rurales.

Una de las diferencias entre Occidente y la URSS era que los edificios de bloques soviéticos solían estar construidos con una mejor planificación del espacio urbano, gracias a que no estaban sometidos a la especulación del suelo y la vivienda. Esto quería decir que, entre otras cosas, se aseguraban espacios verdes y todo tipo de servicios en los extrarradios. En España se construía de forma caótica, sin proveer servicios como aceras, alcantarillados, conexiones de transporte y un largo etcétera. El resultado era el inicio de largas luchas vecinales para poder mejorar sus condiciones de vida. Así se forjaron muchas conciencias ciudadanas y sociopolíticas. En cambio, en los barrios soviéticos las necesidades básicas solían estar cubiertas. Los apartamentos y los barrios estaban provistos de todo tipo de comodidades que, por aquel entonces, en muchos países serían impensables: una excelente red de transportes públicos baratos, espacios verdes, escuelas, centros de salud, centros culturales, centros comerciales, calefacción central, agua caliente… y en Ķengarags, en los ochenta hasta la televisión por cable les pusieron en los apartamentos. ¿Esta satisfacción de necesidades básicas tendrá algo que ver con el individualismo y la escasa organización comunitaria de los países soviéticos de la época?

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