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sábado, 5 de noviembre de 2011

Discurso del diputado Roberto Lorenzana

sábado 5 de noviembre de 2011

Discurso del Diputado Roberto Lorenzana en la Sesión Solemne de la Asamblea Legislativa, con motivo de la celebración del Bicentenario del Primer Grito de Independencia, 5 de Noviembre de 2011

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Compañero Presidente de la Asamblea Legislativa, Sigfrido Reyes.

Compañero Vicepresidente de la República, Profesor Salvador Sánchez Cerén.

Señor Magistrado Marcel Orestes Posada, en representación de la Corte Suprema de Justicia y demás Magistrados.

Colegas Diputados y Diputadas tanto nacionales como del Parlamento Centroamericano.

Miembros del Gabinete.

Representantes del Ministerio Público.

Invitados especiales todos.

Un saludo especial a los empleados de la Asamblea Legislativa que están con nosotros.

Celebramos un acontecimiento importante y no podemos dejar de expresar algunas ideas y valoraciones que tenemos sobre este suceso. Estamos hablando de una lucha que marcó una ruta trascendental en la vida de este país. Una lucha que duró aproximadamente 15 años, desde 1808 hasta 1823.

En 1811 se da el primer grito de independencia, como se conoce, en 1814 se da un segundo intento, fue una insurrección fallida. En 1821 se proclamó la independencia en una negociación, aunque el pueblo estaba sublevado, negociaron en la mesa los que tenían el poder en aquellos tiempos, españoles peninsulares y criollos.

La lucha por la independencia continuó después de esa fecha, porque México intentó anexar Centroamérica; se consuma plenamente la segunda acta de independencia en 1823, que nos proclamamos independientes no solamente de España, también de México y de cualquier otro imperio.

En ese marco es que surgió el ejército, en 1822, cuando fue nombrado Comandante General Manuel José Arce; se hizo justamente para defender la soberanía nacional conquistada, para defender la independencia, fueron esos los únicos factores por los cuales se constituyó el ejército nacional.

Hoy celebramos el Bicentenario de este gran movimiento, que duró 15 años, y es un momento propicio para mirar atrás y ver las condiciones que tenemos hacia el futuro, las perspectivas, el devenir histórico de nuestro país. Sin duda somos producto de ese devenir y de aquellas luchas que tuvieron un sujeto social, una fuerza motriz fundamentalmente indígena y mestiza, los criollos fueron unos aliados que finalmente condujeron el proceso, porque tenían, por supuesto, poder y niveles de informaciones mayores en aquel tiempo.

Este proceso se da en un entorno internacional al que no nos vamos a referir por cuestiones de tiempo, pero se da en un marco en el que se había logrado condiciones para el éxito.

Nos sentimos orgullosos de aquellos hombres y mujeres que hicieron esa gesta, los pueblos que no conocen su historia son pueblos que no tienen identidad, nuestra identidad se sigue construyendo porque no conocemos bien nuestra historia. Es oportuno hacer un llamado al pueblo salvadoreño para apostar más al conocimiento de la historia y afianzar nuestra identidad.

En aquellos tiempos tuvimos alzamientos sociales de gran envergadura, una manifestación de resistencia por décadas y siglos, porque durante la guerra de conquista nuestros pueblos originarios se enfrentaron con valentía a los invasores, defendieron nuestros territorios, pero los invasores españoles saquearon nuestros pueblos, destruyeron nuestros pueblos y mataron, en gran medida, a nuestros pueblos. No podemos ignorar esa parte de la historia, de ahí venimos.

Los efectos de esa conquista fueron devastadores; en lo político significó la eliminación de las libertades de nuestros indígenas, prácticamente pasamos a ser pueblos esclavos; en lo económico, un saqueo sin precedentes de nuestras riquezas; en lo social, un exterminio de nuestros indígenas, casi totalmente, en algunos lugares de Centroamérica; en lo cultural, se perdió nuestro idioma, prácticamente ahora no se habla más el náhuat, hay pequeños resabios en algunos lugares del país, es un desafío que debemos enfrentar si realmente apostamos por nuestra propia identidad, algunos se burlan porque se quiere promover el conocimiento del náhuat y dicen que solo hay que estudiar inglés, estamos de acuerdo con que se dominen otras lenguas, pero no perdamos de vista la necesidad de reencontrarnos con nuestra identidad, porque se perdió aquella grandiosa cultura de los pueblos originarios que se había estructurado a lo largo de miles de años, un mundo indígena donde había ciencia, había religión, respeto por la naturaleza, un mundo que quedó totalmente desestructurado por la conquista que sufrimos por parte del imperio español.

La resistencia indígena fue impresionante, estos acontecimientos de 1811 fueron parte de esa resistencia que se encadenó con otras luchas de poder. La de 1811 fue una insurrección victoriosa pero que lastimosamente se vio aislada en cosa de días, la Capitanía General de Guatemala logró controlar la insurrección que tuvo prácticamente el poder a lo largo de unos 30 días.

Leyendo un poco lo que pasaba en esa época, me llamó poderosamente la atención una homilía del padre Manuel Aguilar, uno de los líderes e ideólogos más importantes de las luchas independentistas. En una parte de la homilía dijo: “Sé muy bien por dolorosa experiencia, que colocada la autoridad en el camino de las arbitrariedades, no encuentre nada que sea digno de respeto. No se me oculta que mis palabras lastiman el orgullo de los nuevos Herodes, pero sé que por decir la verdad se me persigue, estoy pronto a marchar al sacrificio porque como representante de Cristo, es mi deber predicar la verdad”. No me queda ninguna duda que Monseñor Oscar Arnulfo Romero había estudiado las homilías del padre Manuel Aguilar, casi 200 años después, sus frases fueron coincidentes.

Al celebrar este acontecimiento no podemos dejar de rendir tributo a todos los sectores que en ese tiempo lucharon, pero me quiero referir especialmente a la lucha de las mujeres, porque su lucha fue destacada. Vale la pena recordar a María Madrid, aquella mujer en el occidente del país que encabezó una lucha femenina y que promovió la participación de muchos hombres en aquellas batallas; es justo reconocer el papel de la mujer en aquellas luchas por la independencia.

Tras la declaración de independencia vino el desarrollo de la República, en un complejo proceso que tuviera como primera experiencia la conformación de la Federación de Repúblicas Centroamericanas, ese intento de mantenerse unidos no duró más que un par de décadas, vino el separatismo y surgimos como República de El Salvador. En esas dos décadas se empezaron a dar rupturas entre los que fueron aliados, indígenas, mestizos y los criollos, que conservaron el poder.

En ese contexto se dan las luchas indígenas en 1832 y 1833, el levantamiento de los Nonualcos, encabezados por el indio Anastasio Aquino. Era una rebelión contra sus propios aliados, que estaban ejerciendo el poder de la misma manera que la ejercieron los españoles peninsulares. A lo largo de esas décadas se constituyó nuestro Estado, con una visión liberal en aquellos tiempos.

En 1932 tenemos un nuevo levantamiento indígena con el propósito de recuperar las tierras de las que habían sido despojados. Un levantamiento dirigido por Agustín Farabundo Martí. En ese momento se impuso la dictadura militar del General Maximiliano Hernández Martínez.

La dictadura militar duró hasta 1992, cuando con la firma de los Acuerdos de Paz, se le devolvió al ejército las únicas atribuciones que en su acta de fundación de 1822, se le habían delegado. El ejército surgió para defender la soberanía, la independencia del país. En los tiempos de la dictadura llegó a tener 14 atribuciones Constitucionales, que fueron eliminadas con la firma de los Acuerdos de Paz y la respectiva reforma Constitucional hecha por dos Asambleas Legislativas.

Por eso la firma de los Acuerdos de Paz constituye una especie de refundación política, para nosotros es la reforma política más importante, prácticamente la que culmina el siglo político anterior en nuestro país.

El FMLN se considera heredero y portador de los valores de lucha que surgen desde 1811. A 200 años de este movimiento podemos constatar un profundo contenido transformador de aquellos tiempos. Hoy tenemos consciencia de lo difícil que es transformar la realidad y lo valioso de esas gestas para conquistar lo poco que se pudo conquistar en materia de libertad e independencia.

Estamos en una etapa superior de la emancipación política de nuestro país, los desafíos de la independencia siguen existiendo, seguimos teniendo mucha dependencia de los países desarrollados en este mundo globalizado, se nos siguen imponiendo modelos económicos que han fracasado, el último ha fracasado plenamente y ha provocado esta crisis económica y financiera en el mundo. Esos son los desafíos que hoy tenemos y debemos enfrentar todos los salvadoreños, todos los centroamericanos y todos los países subdesarrollados, porque seguimos siendo un mundo donde las desigualdades siguen existiendo.

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