COPEMH convoca: Tod@s a cerrar filas contra la nefasta intención del régimen de Pepe Lobo de privatizar la educación a través de la nueva Ley General de Educación y las reformas curriculares que plantea. Todos a la movilización nacional en cada depto junto a padres y madres de famila, estudiantes y pueblo en general este jueves 21 de julio.
El presente documento busca plantear una respuesta a una cuestión interesante: ¿puede el gobierno del Ec. Rafael Correa Delgado ser catalogado como neoliberal? Para llegar a una conclusión primero se realizará una brevísima introducción a la problemática (bastante difusa a los ojos de la Historia del Pensamiento Económico) del neoliberalismo como concepto, encontrando en uno de sus orígenes (quizá imputados) una doble alternativa que puede brindar una especial concordancia con las políticas e ideas del “socialismo” que se viven Ecuador. |
Neoliberalismo, ¿un nuevo liberalismo o una crítica a los socialistas?
Los orígenes de la categoría Neoliberalismo no podrían ser identificados de forma tajante, a diferencia de pensamientos claramente marcados (al menos en su origen) como lo son el Keynesianismo o el Marxismo, al margen de lo cuestionable que el uso de estos términos puede resultar1.
Una de las primeras alusiones al término Neoliberal (o una traducción que podría acercarse a este término) se remonta a los escritos del economista austrohúngaro Friedrich Von Mises, más específicamente a dos de estos, uno publicado en 1922 llamado Socialismo y otro de 1927 denominado Liberalismo.
La idea de Neoliberalismo que de cierta forma corresponde a lo que en la actualidad se puede denominar como criterio “socialmente” aceptado de la esencia de este concepto, es la idea presentada en Socialismo, donde el autor señala que:
“El liberalismo antiguo, basado en la economía política clásica, afirmaba que la situación material de todas las clases asalariadas sólo se podía elevar en forma sostenida mediante un aumento del capital, y éste únicamente puede garantizarlo la sociedad capitalista basada en la propiedad privada de los medios de producción. La economía subjetiva moderna ha fortalecido y confirmado los cimientos de esa visión mediante su teoría de los salarios. Aquí el liberalismo moderno concuerda plenamente con la vieja escuela.”(Citado en Ghersi; pg. 296)
En cambio, en Liberalismo, Von Mises busca expresar la diferencia entre el pensamiento liberal del siglo dieciocho, en donde se proclamaba (bajo la influencia de la idea de una ley natural junto con la visión impulsada por el Iluminismo) la igualdad de los hombres ante la ley, y los socialistas o neoliberales quienes no solamente buscaban la igualdad ante la ley como mecanismo que garantice el orden social, sino que, según Von Mises, buscaban iguales ingresos y terminar con las diferencias provocadas por la propiedad privada (Von Mises; pg. 29)
De hecho, al comienzo del apartado Equidad, Von Mises escribe:
“Nowhere is the difference between the reasoning of the older liberalism and that of neoliberalism clearer and easier to demonstrate than in their treatment of the problem of equality” (Von Mises; pg. 27)
Entonces, hay una doble significación del término Neoliberalismo bajo el enfoque de Mises2, en donde por un lado se cataloga de Neoliberales a los “socialistas encubiertos” bajo políticas liberales y por otro lado se busca designar al liberalismo asociado a la teoría subjetiva del valor (Ghersi; pg. 297). Si bien para nuestro caso es la segunda idea nuestra base para analizar al gobierno de Correa, es interesante la alusión a los socialistas, que quizá se apegue más al gobierno de la revolución ciudadana que la definición “socialmente aceptada”.
El fin de la “larga noche neoliberal” y el comienzo del “corto amanecer socialista”
El 15 de enero del 2007, el economista Rafael Correa Delgado asume la Presidencia de la República afirmando en su discurso que se convocará a “consulta popular para que el soberano, el pueblo ecuatoriano, ordene o niegue esa Asamblea Nacional Constituyente de plenos poderes que busque superar el bloqueo político y social en el que el país se encuentra sumergido” junto con otras ideas tales como la“renegociación soberana y firme de la deuda externa” (El Universo; 15/enero/2007) , dos puntos que sin duda se contraponen a las políticas neoliberales (la disminución de la participación de las masas a nivel interno y el pago de la deuda).
El cumplimiento de estas cuestiones es un tanto discutible en términos de praxis, pues si bien se formó la Asamblea Constituyente, la manera como la “premura de los tiempos” hizo que la posición “de no sacrificar el debate” no haya sido compartida por la mayoría de la cúpula de Acuerdo País, lo que promovió la salida de Alberto Acosta de la Asamblea, no muestra un alejamiento a los lineamientos de pensamiento único,bastante característicos al esquema neoliberal3.
En cuanto a la renegociación de la deuda externa, si bien se señaló como “un éxito total” la recompra de bonos Global con vencimiento 2012 y 2030 (por 3.375 millones de dólares) con un descuento del 65 por ciento, el juego de lo legítimo e ilegítimo no se ha resuelto en realidad, pues una renegociación hasta cierto punto es mantenerse dentro del esquema del mercado y aceptar sus reglas4, aunque, esta vez sí en términos de praxis, el gobierno es contrario a una política neoliberal a favor de un pago de la deuda externa que limite la soberanía nacional5.
Respecto al Gasto Público, una visión a priori nos dice que no hay duda en negar la postura neoliberal del gobierno en este punto, aunque la efectividad de ese gasto es (y quizá siempre ha sido y será) cuestionable. Al menos aquí sería más fácil asociar al gobierno de Correa con un Estado de Bienestar antes que como un estado neoliberal.
Pasando breve vista ahora a la situación de la fuerza de trabajo en este gobierno, las políticas encaminadas a terminar con la precarización laboral como la eliminación de la tercerización o la tipificación como delito la no afiliación al IESS de trabajadores en relación de dependencia, son políticas que no pueden ser asociadas al Neoliberalismo en tanto no vuelven más “fluido” al mercado laboral, sino que le colocan más “trabas” (en un modelo neoclásico todo aquello que dificulte contratar y despedir fuerza de trabajo es una traba, así los derechos mínimos también son trabas, a menos que estos coincidan con la voluntad “equilibrada” del mercado).
La situación de las renegociaciones petroleras es interesantemente contraria a la explotación de los recursos que en el neoliberalismo era bendecida bajo la tutela de la eficiencia y la actividad privada, pero habría que pensar hasta qué punto las renegociaciones están bien encaminadas, y no terminen en situaciones similares a la que actualmente se discute en el CIADI.
Finalmente, un gobierno que en vez de fomentar las contradicciones de clase, propone que tanto trabajadores como empleadores buscan un mismo fin6, donde si bien ha existido un aumento tremendo del sector estatal, no se han hecho cuestionamientos de fondo al modo de producción vigente, y más bien se ha hecho explícita la implementación de metodologías e incluso métodos y paradigmas vinculados a la escuela neoclásica entremezclada con keynesianismo.
Finalmente no queda mal una pequeña mirada al Socialismo del Siglo XXI al cual Rafael Correa dice coincidir. Esta visión en donde se afirma que “Tenemos […] una especie de socialismo experimental o aplicado, pero no el socialismo teórico ni su “matemática” y lógica pura. En consecuencia, carecemos de una teoría socialista para el siglo XXI que pueda guiar las luchas de transición hacia el triunfo de las mayorías” (Dieterich; pg. 38) parece bastante similar a los esquemas revisionistas que al final fueran aceptados por sectores como la Socialdemocracia, lo cual si bien no es para nada neoliberal, no es muy fácil aceptarlos como socialistas en su sentido original.
CONCLUSION
Como puede verse, el gobierno de Correa no se expresa fenomenológicamente como neoliberal, aunque una visión a detalle puede encontrar bastante cercanía a los esquemas neoliberales, por ejemplo en una posible aceptación de la legitimidad del endeudamiento durante los 90, el uso de mecanismos no tan democráticos para la promover la agilidad del proceso oficialista, una promoción a la estabilidad del sistema, y otras cuestiones que son bastante similares al neoliberalismo en la medida que en la praxis pueden oponerse a las libertades individuales7.
Sin embargo así también pueden encontrarse similitudes con un Estado de Bienestar y en general con “híbridos del pensamiento socialista” que en última instancia dan al gobierno un sentido de izquierda.
Esta apariencia que en el fondo encierra la promoción de nuevos grupos de poder y de nuevas realidades en la sociedad ecuatoriana guarda similitud un tanto con la definición de neoliberal otorgado por Von Mises enLiberalismo, en donde en realidad se tiene a un gobierno que pretende mostrarse de una forma pero que en realidad está bastante vinculado con esquemas contrarios a la libertad. Este no es un gobierno socialista auténtico, sino una esquematización que se viste de socialista, pero que en verdad responde a aquellos intereses que le permiten mantenerse en el poder, muchos de estos aun interesados en la libertad de mercado y la teoría subjetiva del valor, ingredientes importantes del neoliberalismo.
REFERENCIAS
- Acosta Alberto, CARTA DE RENUNCIA A LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE, citado en Peripecias.com, 25 de junio del 2008.
- Carella Alfredo, LA AUDITORÍA DE LA DEUDA EXTERNA DEL ECUADOR, publicado en CADTM.org, 2009
- Dieterich Heinz, EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI, Fundación para la Investigación y la Cultura, 2007
- El Universo, CORREA CONVOCA A CONSULTA POPULAR EL 18 DE MARZO, publicado el 15 de enero del 2007.
- Galeano Eduardo, ESPEJOS, Siglo XXI editores, Madrid, 2008
- Ghersi Enrique, EL MITO DEL NEOLIBERALISMO, publicado en
- Von Mises Friedrich, LIBERALISM, traducción al inglés de Ralph Railco, The Foundation for Economic Education Inc. 1985 y Mises.org, 2002
Adjunto en este Envio
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El retorno del mito
Martes, 19 de Julio de 2011 08:34
VÍCTOR MEZA
El retorno de Manuel Zelaya, ex presidente, presidente derrocado (el primero en el siglo XXI en estas honduras), político desterrado y luego reclamado, líder en vías de retiro y después conductor en ascenso, actor camino hacia el desván de la historia, como tantos ex presidentes, y posteriormente personaje principal, es, sin proponérselo él mismo, un reflejo claro de eso que algunos autores llaman “la ironía de la historia”.
Las élites empresariales y políticas, ideológicamente auxiliadas por los fundamentalistas religiosos y operativamente apoyadas por militares igualmente mentecatos y no menos mercenarios, le defenestraron del gobierno y le expulsaron del país. Luego, sorprendidos y asustados por ell laberinto siniestro en que se habían metido y, de paso, habían hundido al país, se empeñaron, sin recato ni verguenza alguna, en reclamar su presencia y acelerar su regreso. Víctimas inconscientes de su inherente torpeza e idiotez política, los golpistas no vacilaron en optar por una “solución” que, sin saberlo ellos mismos, contenía en su seno la propia raíz de sus viejas preocupaciones y angustias.
Zelaya salió como un gobernante golpeado y regresó como un mito triunfante. Le expulsaron como indeseable y aceptaron traerle como un vencedor. Ni Zelaya mismo se lo esperaba ni, por lo tanto, se lo creía. Le sacaron del gobierno para introducirlo en la historia. Le expulsaron de la escena para concederle el escenario. Lo condenaron para, luego, sin darse todavía cuenta, absolverle. Lo repudiaron para terminar, al final de cuentas, necesitándole. Lo sacaron del país para entregarle la nación. Así son de estúpidos y torpes. Para mal y para bien.
El retorno de Zelaya es algo más que el regreso de un ex presidente. Va más allá de la simple recomposición de la historia. Supera el reacomodo y la devolución de las fichas en el antiguo tablero del ajedrez político. Zelaya retorna convertido en lo que siempre quiso ser, en un dirigente de masas a nivel nacional, en un conductor de amplia dimensión, en un mito.
La derecha tradicional, tan obstinada y ciega como es, no acaba de entender este fenómeno político. Rompió el orden constitucional dizque para salvar la democracia y, al final, terminó desbaratando la escasa y frágil democracia que había. Organizó, financió y llevó a cabo el golpe de Estado supuestamente para salvar al sistema de partidos políticos y, a fin de cuentas, terminó descalabrando el modelo bipartidista y rompiendo el viejo equilibrio centenario del esquema político local. Interrumpió la discreta y moderada transición hacia la democracia, dicen los golpistas, con el fin de salvar a la sociedad de las supuestas ambiciones geopolíticas del presidente Hugo Chávez de Venezuela, para, a fin de cuentas, acabar enfrentados con el mundo, víctimas de la condena internacional y del repudio de todos. Querían pelear con Chávez y terminaron enfrentados con Obama. Querían impedir el caos y generaron la anarquía. Querían combatir a la izquierda y terminaron fortaleciéndola. Querían defender a los dueños de los grandes medios de comunicación y acabaron engrandeciendo a los pequeños medios. Dijeron defender los valores de la civilización occidental y cristiana y, como resultado, debilitaron a las iglesias. Se propusieron defender a Washington y acabaron desvisados. Usaron a los militares para erigirlos, aseguraron, en adalides de la democracia, pero, en el último recuento, éstos acabaron convertidos en monigotes útiles y mercenarios deleznables. Creyeron defender la institucionalidad y apenas lograron debilitarla más. Repudiaron a un hombre y le convirtieron en mito. ¡Vaya estúpidos que son!
Y, lo peor de todo, no parece que se hayan dado cuenta de los errores – valga el eufemismo – que han cometido. Siguen empecinados en la misma tontería, creyendo que lo hicieron bien, que salvaron al país y defendieron la democracia en el continente. No hay peor ciego que el que no quiere ver. Pero tampoco es cierto aquello de que en el país de los ciegos el tuerto es rey. No. El tuerto puede ser, y generalmente lo es, un desalmado que, creyendo verlo todo, se cree superior y se comporta como tal… hasta que se estrella contra la pared y pierde el único sentido visual que le quedaba. Eso es exactamente lo que le está pasando y le espera a la derecha ultramontana de nuestro país, esa misma élite tonta y ciega que no acaba de entender los cambios que se han operado y se siguen produciendo al interior de la sociedad hondureña. No ven la avalancha que se les viene encima, el alud, la bola, no precisamente de nieve, que ha empezado a formarse y rodar. Están ciegos y sordos, aunque todavía no han quedado mudos. Ya se darán cuenta. Ojalá que no sea tarde.
El mito que crearon recorre el país. Y lo contamina todo, lo moviliza, lo entusiasma, le revive la esperanza y, de pronto, también el ansia del desquite. Así es la historia de irónica y vengativa. No cometan el error, craso error, de ignorarlo.
Valle de Ángeles, 18 de julio de 2011
El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, propuso hoy un referendo para que el pueblo decida si se cobra o no a Estados Unidos la indemnización que le debe por la guerra sucia contra esta nación centroamericana.
El mandatario hizo la propuesta durante el discurso pronunciado en la clausura del acto central en conmemoración de los aniversarios 32 del triunfo de la Revolución Popular de 1979 y del 50 de la fundación del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
La celebración contó con una multitudinaria participación del pueblo nicaragüense, principalmente de jóvenes, quienes aclamaron la propuesta del líder sandinista.
En junio de 1986, la Corte Internacional de Justicia de La Haya falló a favor de una demanda presentada por Managua y condenó a Estados Unidos a indemnizar a Nicaragua por los daños causados al país en sus intentos de derrocar al gobierno sandinista surgido de la victoria popular de 1979 contra la tiranía somocista.
La corte no fijó el monto de la indemnización, pero cálculos nicaragüenses estimaron el resarcimiento de los daños provocados por las acciones de Washington en unos 17 mil millones de dólares de la época.
Sucesivos gobernantes estadounidenses se han negado a cumplir el dictamen del tribunal de las Naciones Unidas, que no es reconocido por Washington.
El tema resurgió aquí el pasado mes de junio, en ocasión de cumplirse el aniversario 25 de la decisión de La Haya, tras lo cual el embajador estadounidense en Managua, Robert Callahan, ratificó en repetidas ocasiones la negativa de Washinton a saldar la deuda.
El presidente Ortega, al proponer hoy la celebración de un referendo, no fijó fecha de esa consulta y se limitó a señalar que se haría “en su momento”.
En Chile crece el decontento con respecto a la radicalización de las políticas neoliberales ejecutadas por el gobierno de Sebastián Piñera.
La posibilidad de que Piñera profundice los procesos privatizadores de la educación y de sectores como el cobre, despertó la movilización de centenares de miles de personas. La popularidad del mandatario se encuentra en su punto más bajo.
El modelo neoliberal chileno era mostrado como una vitrina de éxito económico en la región. Pero es un crecimiento económico que no se refleja en equidad e inclusión social.
Algunas cifras desnudan la situación, por ejemplo, las diez familias más ricas de Chile, entre ellas las del presidente Piñera, acumulan un patrimonio de 75.000 millones de dólares, tres veces el PIB de Bolivia o el doble de Uruguay.
Por contraste, la mitad de los hogares chilenos sobrevive con 900 dólares mensuales y los más pobres con menos de 150 dólares mensuales.
No obstante, un estudiante de clase media que curse medicina en una universidad pública, donde la educación es pagada, egresará con una deuda bancaria de 50.000 dólares a pagar en varios años.
5.Los titulares sobre deuda soberana y cesación de pagos en Europa abundan en estos días. Y parece que son el eco de lo acontecido con la crisis de la deuda en América Latina de los años ochenta. Ese episodio desembocó en lo que se llamó la década perdida en la región, pero en realidad, el quebranto en Latinoamérica ha perdurado más allá de aquél decenio trágico. El calvario para los ciudadanos de América Latina es una lección que en la Unión Europea no puede ignorarse.
Al igual que en varios países de Europa, el sobre-endeudamiento en la región latinoamericana se acompañó de la voracidad e irresponsabilidad del sector financiero internacional. Durante la segunda mitad de los años setenta, los bancos de las economías desarrolladas enfrentaron la necesidad de reciclar sus recursos a través de préstamos imprudentes en busca de ganancias rápidas. Los países con una mayor base de recursos naturales fueron los más buscados.
Ayer como hoy, ninguno de los organismos internacionales encargados de supervisar el sistema financiero internacional vio venir la crisis. El Fondo Monetario Internacional no se dio cuenta que el estancamiento en la economía mundial, el sobre-endeudamiento y el rápido deterioro en los términos de intercambio eran una combinación explosiva. Cualquier aumento en las tasas de interés podía ser el detonante de una brutal explosión. En el plano nacional, las autoridades económicas tampoco estuvieron a la altura de su misión. Todos los bancos centrales y ministerios de hacienda en la región se sorprendieron cuando México anunció su incapacidad de pago en agosto de 1982.
Por supuesto, cuando estalló la crisis los bancos acreedores pidieron la ayuda de los organismos financieros internacionales y de sus gobiernos. El FMI impuso los primeros paquetes de austeridad en la región, recortando el gasto público y aumentando la presión fiscal sobre los segmentos más desprotegidos de la población. Muy pronto se hizo evidente que el crecimiento económico se congelaba y que el empleo y la recaudación se desplomaban. La crisis se profundizó en un círculo vicioso. Es lo mismo que se ve venir en Grecia, pero los acreedores y los tecnócratas del Banco Central Europeo no sueltan presa.
Después de 10 años en el estancamiento, era claro que la deuda de los países de la región nunca sería pagada y que sería necesario llevar a cabo algo que los bancos acreedores, co-responsables de la crisis, se habían negado a discutir desde el principio. Al igual que en las negociaciones sobre la crisis en Grecia, la palabra restructuración era hasta 1989 un vocablo prohibido.
El plan Brady fue cocinado por el ex secretario del Tesoro Nicolás Brady para re-estructurar la deuda de los países latinoamericanos, permitirles el regreso a los mercados financieros y, supuestamente, reanudar su crecimiento. El esquema estaba basado en un programa de recortes en el principal, ampliación de plazos de pago y en algunos casos reducciones en las tasas de interés.
Los bonos Brady consistían en títulos de recompra de la deuda comercial previamente adquirida, ya fuera a la par con nuevos calendarios de plazos o con un descuento. Estaban relacionados con bonos cupón cero del Tesoro estadunidense, lo cual introducía la denominación en dólares, lo que a su vez proporcionaba un sentimiento de garantía adicional y permitía alargar el plazo de vencimiento. México, tan cerca del núcleo imperial, nuevamente pagó el costo de iniciación y fue el primer país en emitir bonos Brady (unos 42 mil millones de dólares en 1990).
Para forzar la mano a los acreedores fue necesario otorgar algo a cambio. Esta vez, el aval consistió en la aceptación de los mandatos del Consenso de Washington. Así, los primeros ajustes impuestos por el FMI cedieron su lugar a la consolidación de las reformas estructurales y a una modificación profunda del modelo económico y social. Lo que al principio de la crisis era un arreglo temporal se hizo permanente. El neoliberalismo impuso la más pesada hipoteca sobre la región, una herencia odiosa para las siguientes generaciones.
Frente a la probabilidad de un cese de pagos por parte de Grecia ya se habla de re-estructuración (aunque el Tesoro estadunidense mantiene su oposición activa debido a la gran exposición que tienen los bancos de ese país en la crisis europea). También se discuten planes para que el Banco Central Europeo emita unos eurobonos que podrían desempeñar un papel análogo al de los bonos Brady. De cualquier modo, es seguro que lo primero que se buscará será una restructuración suave, con quitas marginales y extensión moderada de plazos de vencimiento. A cambio, la política macroeconómica deberá subordinarse a las necesidades del capital financiero.
En estos días, cuando buena parte de Europa se asoma al espejo, quizás pueda ver el rostro de América Latina. La imposición de un régimen macroeconómico de austeridad sólo llevará a las economías de la región a la profundización de la recesión y la crisis.
Este es un grupo de correos de amigos de la Organizacion Politica Los Necios. Creemos en el debate, en el ejercicio de opinar y difundir pensamiento revolucionario, sentimiento humano. Tambien para hacer acopio de ideas, observaciones, criticas y pensamientos que contribuyan con la construccion de una nueva sociedad hondureña y centro americana, que a la vez nuestra luz crezca y se comparta con el mundo.
¡Venceremos!
¡Necedad!
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