PRONUNCIAMIENTO
Por la lucha campesina organizada
Organización Política Los Necios (OPLN)
15 de julio del 2011
PRIMERO: La Organización Política Los Necios (OPLN) denuncia la continua represión violenta contra los movimientos campesinos en todo el país a manos de la oligarquía voraz que busca acaparar los medios de producción del pueblo Hondureño.
SEGUNDO: Nos solidarizamos con la Asociación por el Desarrollo de la Península de Zacate Grande (ADEPZA) y el Movimiento Campesino de Rigores quienes en la última semana han sido víctimas de desalojos ilegales y amenazas de desalojo. Actualmente ambos Movimientos viven en hostigamiento diario y amenazas a la integridad de la vida de sus socios y socias.
TERCERO: Denunciamos al régimen de facto como cómplice de la oligarquía Hondureña que permite la re-concentración de la tierra en las manos de grandes terratenientes asesinos como Miguel Facussé, René Morales y René Canales para quienes exigimos se aplique justicia.
CUARTO: Condenamos las políticas neoliberales del actual gobierno golpista presidido por Porfirio Lobo que implementa leyes que benefician a la clase dominante de Honduras como la Ley de Asociación Público Privada, las ciudades modelos, y la derogación del decreto 18-2008 aprobado durante el periodo del Presidente Manuel Zelaya.
QUINTO: Apoyamos y agradecemos a las organizaciones internacionales que presentaron este 11 de julio el informe final al Parlamento Europeo sobre violaciones en Bajo Aguán. Rechazamos cualquier intento del estado de borrar los asesinatos de los 32 campesinos ocurridos entre enero 2010 y junio 2011 y de dejar en la impunidad a los autores intelectuales de los crímenes.
SEXTO: Llamamos al movimiento campesino de incorporarse al proceso histórico del Frente Amplio de la Resistencia Popular y llevar su lucha social a los espacios políticos para derrotar la oligarquía y el bipartidismo.
SEPTIMO: La Organización Política Los Necios (OPLN) reitera su apoyo a los movimientos campesinos en su lucha para la creación de una nueva sociedad y un Estado en control del pueblo consiente.
¡VENCEREMOS!
¡NECEDAD!
OPLN
Para más información de cómo sumarse o para compartir experiencias con las que podamos articularnos escribanos al correo: losnecios@gmail.com
El Frente Nacional de Resistencia Popular invita a todo el pueblo hondureño y a las fuerzas políticas que convergen en el Frente Amplio de Resistencia Popular y en especial a las personas que han sido víctimas del golpe de estado del 28 de junio, a todas las personas que fueron objeto de cualquier tipo de represión y tortura, a todos los familiares de los mártires y a todos aquellos afectados por el Golpe Militar del 28 de junio y sus efectos posteriores hasta la fecha, a LA GRAN MARCHA DE LAS VICTIMAS DEL GOLPE DE ESTADO que se realizara el día 28 de julio, a partir de las 8:00 am, saliendo desde la Universidad Pedagógica hacia el edificio de las Naciones Unidas en la que exigiremos:
1. El cese inmediato de la persecución política contra a los compañeros y compañeras del Frente Amplio de Resistencia Popular entre ellos el abogado Enrique Flores Lanza y el padre Andrés Tamayo miembros de la comisión política, el padre Fausto Milla y la compañera Denia Mejía miembros de la coordinación nacional, la compañera Rebecca Patricia Santos, además por el sector campesino y el magisterio que son víctimas del ataque sistemático del régimen.
2. Castigo a los criminales violadores de los derechos humanos, para lo cual requerimos la presencia del fiscal de la Corte Penal Internacional en nuestro país para que no queden impunes los 211 asesinatos registrados resultado del golpe de estado que no se les han hecho justicia, para que presente las demandas contra los respectivos responsables.
Fecha: 28 de julio del 2011
Lugar de partida: Universidad Pedagógica
Lugar de destino: Edificio de las Naciones Unidad
Hora: 8:00 a.m.
CASTIGO PARA LOS VIOLADORES DE LOS DERECHOS HUMANOS, LIBERTAD PARA LOS PRESOS POLITCOS.
MANUEL FLORES ¡VIVE!, ISIS OBED MURILLO ¡VIVE!, PEDRO MAGDIEL ¡VIVE!, WALTER REYES ¡VIVE!, Y LA LUCHA ¡SIGUE Y SIGUE!
¡RESISTIMOS Y VENCEREMOS!
Compañeros, Compañeras Frente Amplio de Resistencia Popular:
Por este medio deseo comunicarles que, a partir de la fecha, iniciamos la sección “Notas del Coordinador General al Pueblo Hondureño”, las que van dirigidas, especialmente, a las personas y organizaciones, políticas y sociales, que han manifestado su deseo de formar parte del Frente Amplio de Resistencia Popular.
Al mismo tiempo, ponemos a disposición del pueblo hondureño la cuenta de correo electrónico manuelzelayar@gmail.com para establecer un vinculo de comunicación directa con el Coordinador General.
Por mandato expreso de la Asamblea general Extraordinaria del 26 de junio recién pasado se ha iniciado un proceso de definición de los siguientes las siguientes preguntas:
¿Qué es el Frente Amplio de Resistencia Popular?
El FARP es la organización política que aglutina a todas las fuerzas en resistencia contra el Golpe de Estado Militar del 29 de Junio de 2009.
¿Quiénes participan en el Frente Amplio de Resistencia Popular?
En el FARP pueden participar todas las personas hondureñas, pertenecientes a partidos políticos y organizaciones sociales que se encuentran en resistencia y en contra del control oligárquico del Estado.
¿Puede un miembro del FARP portar otras banderas políticas?
Si, cada persona puede portar la bandera de la institución política a la que pertenece, sin restricción de ninguna índole; así los miembros del FNRP podrán llevare su bandera roja; los liberales en resistencia su emblema rojo-verde-rojo; la Unificación Democrática en resistencia su color amarillo, etc. Esto también es aplicable a las organizaciones sociales que integran el FARP.
¿Cómo se puede participar en el FARP?
Las formas de participación en el Frente Amplio de Resistencia Popular estarán sujetas a los Estatutos y Reglamentos que se están consensuando, y que deben estar listos a más tardar el día 30 del mes en curso.
En el Frente Amplio de Resistencia Popular aspiramos que la próxima Asamblea General Extraordinaria mande que todos los cargos sean electos a través de la consulta popular, universal y secreta, que se practica en las urnas electorales; esta es la mejor forma de garantizar que no regresen las prácticas tradicionales de imposición por compadrazgos.
Una vez que sean aprobados los Estatutos, comenzaremos de forma inmediata a la recolección de firmas y a llenar los requisitos necesarios para la inscripción legal del Frente Amplio de Resistencia Popular.
Usare estas Notas como Coordinador General, como un instrumento de comunicación permanente para expresar mis ideas y hacer mis planteamientos sobre la realidad nacional
Resistimos y venceremosJosé Manuel Zelaya Rosales
Coordinador General
3.
La tragedia está presente en Honduras, anquilosada en el diario vivir, como una bofetada contra la existencia misma, disfrazada de cruel e impuesta “democracia, después de aquella infausta asonada golpista del 28 de junio de 2009, cuando fue depuesto el presidente constitucional Manuel Zelaya a Honduras, ante el asombro del mundo entero, recrudecida ella por la impunidad, el sucio contubernio de militares y patrones, acreedores del burdo espaldarazo de las principales potencias mundiales y el genuflexo contubernio de la OEA. No importó, empero, que el depuesto presidente regresara al aeropuerto de Toncontin, en Tegucigalpa, el pasado 28 de mayo de 2011, donde una vez quiso volver a su país y le fuera impedido el ingreso mientras se masacraba a su pueblo, para que el luto, el dolor impreso en el alma de las gentes, el sentimiento de pérdida y los crímenes indetenibles, dimensionaran aún más el trágico balance del destino de los ciudadanos.
Algo había cambiado, sin embargo. Y todos lo sabíamos, tanto espectadores como protagonistas. Esta vez el pueblo hondureño se había curtido en el terco enfrentamiento contra el golpista asesino, esta vez las calles le habían servido de escuela para fraguar conciencias y fortalecer convicciones; esta vez, también, el camino se había definido con mayor claridad y la demanda adquirió sentido pleno y voz genuina. Esta vez sus muertos les sirvieron de bandera ante la represión y cargaron con su memoria como un arma nueva; esta vez la frustración y el dolor se trastrocaron en fuerza motriz para seguir adelante, para hacer sentir su voz y su reclamo permanente. Y allí, en la Plaza Isis Obed Murillo, donde estuvo presente el joven asesinado en el corazón de todos, volvió Zelaya al reencuentro con su pueblo. Nada era igual ya, por supuesto. Con solo ver en los rostros de las gentes levantando sus puños, Zelaya comprendió que el pueblo, aquel que lo defendió y salió a las calles ante el golpe militar, se había crecido y organizado en el Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP). Había alcanzado su más plena estatura a fuerza de coraje y martirologio. Lo había dejado atrás, en el deambular por la historia. Lo supo y lo aceptó. Lo supo y vio en él la única forma de regresar al pasado arrancado por la fuerza.
Mucho podrá decirse sobre los protagonistas y cambios políticos que favorecieron el retorno de Zelaya, sobre la base de El Acuerdo de Cartagena, sin embargo, sería tonto e iluso negar que el principal artífice de ese regreso fuera el propio pueblo hondureño. Cada calle conoció su protesta, cada ciudad y pueblo, por lejanos que fueran, conocieron de su rabia y sus demandas, de sed desmedida de justicia y de su esperanza bulléndole en la sangre. “Debemos rendir homenaje a aquellos que hemos perdido en esta lucha, a los que ofrecieron sus vidas”, dijo Zelaya, refiriéndose a los más de 200 hondureños asesinados.
“Del lobo, un pelo”, reza un antiguo refrán, y el actual presidente Porfirio Lobo, consciente de que era prácticamente imposible enfrentar la oleada de protestas y descontento social mediante la más brutal represión, acudió a la diplomacia para frenar la oleada revolucionaria en Honduras, aceptando una solución que todavía no está totalmente clara en cuanto a sus expectativas. Lo cierto es que, mediante el Acuerdo de Cartagena, Zelaya regresó del obligado exilio y el 1 de junio Honduras fue readmitida a la OEA, sin tenerse en cuenta que los golpistas y sus cómplices permanecieron impunes y gozando de las prerrogativas de sus cargos públicos y comodidad económica. Muchos participaron en el arreglo: unos de buena fe y otros, los aprovechadores, cargando sobre sí un malsano oportunismo. La OEA, como todos, se contentó con el pacto, tejido a las espaldas de los mártires. El propio Zelaya cayó en la trampa urdida contra su propio pueblo, al declarar, apenas llegado a Honduras: “Si el gobierno reconoce los derechos del pueblo, el presidente Lobo reconocerá los derechos democráticos que han sido violados, y entonces la comunidad internacional tiene la obligación de reconocer los derechos del Presidente y su gobierno”. Fue, sin lugar a dudas, una legitimación de la continuidad golpista, de dar luz verde a las privatizaciones y desalojos, de las desapariciones selectivas y a la criminalización de las emergentes fuerzas de la resistencia. El ardid, empero, no les dará a la larga el resultado esperado pues la chispa ya se encendió en el corazón de cada hondureño que anhela una vida mejor. De esta forma, el FNRP se ha convertido en alternativa de lucha hacia una restructuración a fondo de la sociedad hondureña.
El peligro de la radicalización de las luchas populares en Honduras ha preocupado no solo a la oligarquía de ese país, sino también a Estados Unidos. La propia secretaria de Estado de los Estados Unidos, Hillary Clinton, brindó total apoyo a Porfirio Lobo, previo a la reunión del SICA para encontrar fórmulas que favorezcan el status quo imperante en esa nación centroamericana. A pesar de sus declaraciones contrarias a una supuesta reelección, Lobo es aún visto como una carta de triunfo de la oligarquía para las elecciones de 2013. De esos políticos hipócritas viene cargada la historia como un baldón a cuestas.
Pero el imperio y sus amos, los que hacen de la calumnia un instrumento para confundir, tramaron una nueva forma de debilitar a la resistencia. De esta forma se instrumentó una sucia campaña de desprestigio contra los ministros de Zelaya, intentando socavar los primeros pasos hacia la emergente fueras de la resistencia popular. Esta vez usaron la difamación contra los miembros del ex gabinete de Zelaya, particularmente contra Enrique Flores Lanza. Las acusaciones aparecieron como una tormenta mediática, usando a la justicia dudosa y comprada como instrumento para llevar a cabo la difamación y el golpe rastrero contra el FNRP. Las dudosas acusaciones contra Flores Lanza hicieron al pueblo salir a la calle, a retomar la protesta el pasado 20 de junio, con Manuel Zelaya a la cabeza. El arresto domiciliario dictado contra el ex ministro de la Presidencia Enrique Flores y miembro de la Comisión Política del FNRP, encausado presuntamente por corrupción, no podía aceptarse, pues esta acción legal desconocía una cláusula del Acuerdo de Cartagena, a la par que demostraba el doble rasero de la justicia hondureña, la que ha obviado, deliberadamente, cualquier acción penal contra los golpistas. Esta vez, sobre un hombre honesto, se lanzaba el perjurio de desfalcar al Banco Central, que lo condujo al arresto domiciliario y a pagar una fianza de 27 millones de lempiras, cerca de 1,4 millones de dólares. El sucio rejuego político judicial se puso en marcha contra otros ex ministros de Zelaya, con la clara intención de viciar la percepción del pueblo hondureño y de la opinión pública internacional sobre el FNRP y el futuro papel de Zelaya dentro de la política nacional.
El propio Flores Lanza, en una entrevista concedida al periodista Dick Emanuelsson, declaró:
“Estamos en este encierro a pesar que somos inocentes, que hemos ingresado al país en el marco del acuerdo político de Cartagena, donde el presidente Lobo comprometió su palabra y estampó su firma para darnos garantías de libertad y de podernos defender, hecho que nos ha sido negado durante dos años.” (…) “Nos declaramos presos políticos, como lo han dicho los organismos de derechos humanos. Sabemos que somos presos políticos por que representamos hoy aquí en esta prisión en la que se ha convertido mi hogar, al pueblo hondureño en Resistencia contra la opresión, que quiere recuperar la democracia y la libertad y buscan una Honduras mejor para todos.”
Detrás de esta maniobra contra los ministros de Zelaya y el FNRP se encuentra el propio Roberto Micheletti, con la anuencia de la ultraderecha norteamericana y la oligarquía hondureña, cegados por un revanchismo a ultranza con el que pretenden desoír el Acuerdo de Cartagena. En una videoconferencia durante una audiencia del Congreso estadounidense, Micheletti se vio apoyado por senadores norteamericanos como su vieja socia, la presidenta del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara, Ileana Ros-Lehtinen; el presidente del Subcomité de Asuntos Latinoamericanos, Connie Mack; así como otros representantes conservadores. Con desparpajo, declaró Micheletti en esta ocasión: “Que nadie que haya cometido delitos contra intereses del Estado quede en las calles del país impune”. Obviamente, no se refería ni a él, ni a sus socios golpistas y represores.
Hoy para el ex presidente Manuel Zelaya, tanto como para el FNRP, se vislumbra una solución mediante la convocatoria a una Asamblea Constituyente, así como con la creación de una agrupación política dentro de Frente, lo que sería empleado como alternativas para desarrollar sus nuevas estrategias dentro de la vida pública nacional de un país minado por la pobreza y donde la situación interna se vuelva cada vez más álgida al incrementarse los desalojos de campesinos, las privatizaciones, los asesinatos selectivos, la corrupción, el narco tráfico y las acciones dudosas de la justicia hondureña.
LA CORRUPCION Y OTROS ESCANDALOS
Un reciente informe titulado “Indicadores Internacionales de Corrupción. ¿Qué reflejan y qué omiten? El caso de Honduras”, elaborado por el franco-alemán Frederick Boehm, pone al desnudo que la corrupción en todas sus manifestaciones (el soborno, la extorsión, la malversación de fondos, el favoritismo, nepotismo y clientelismo, el fraude, la captura y la colusión) representa un fenómeno estructural en ese país. Así lo confirmó igualmente Miguel Ángel Domínguez, Director Ejecutivo del Consejo Nacional Anticorrupción (CNA). Para ambos, las causas obedecen a tres factores principales: debilidad y falta de independencia del sistema judicial; debilidad del control en procesos presupuestarios y concentración de poderes económicos y políticos. Sin embargo, el estudio no profundiza en el hecho de que la corrupción está intrínsecamente ligada a las propias bases del sistema capitalista, oligárquico y semi feudal existente en Honduras.
Lo cierto es que la inoperancia y complicidad de las instituciones públicas como el Ministerio Público, la Procuraduría General del Estado y el mismo Consejo Nacional Anticorrupción, con los corruptos dentro del aparato gubernamental, es un garante de la propia existencia y perpetuidad de este mal que atenta contra el ciudadano común, quien se ve excluido y empujado a la miseria. Siempre el rico ha incrementado sus arcas a costa del sudor de los pobres y esta triste realidad parece perpetuarse en Honduras. Por ello no sorprenden a nadie los casos recientemente destapados en relación con las frecuentes corruptelas existentes en el país, que llegan a vincular a altos estamentos militares con el narcotráfico y el tráfico de armas y personas. Por ejemplo, el pasado día 20 de junio varios agentes de la policía hondureña serían investigados por amasar fortuna ilegalmente, provenientes del crimen organizado. Otro escándalo vincula al Instituto Nacional de Previsión del Magisterio (IMPREMA) con el lavado de dinero, con independencia de ser esta una institución vinculada al sistema de educación. Esa es solo una parte de la verdad, la que aparece a flote. La gran parte de los negocios turbios permanece en las sombras.
AYUDAS QUE COMPROMETEN
Quienes se involucraron tras bambalinas en el golpe de estado en Honduras tratan por todos los medios de sostener el engendro “constitucional” pos golpista. De esta forma, cantidades inmensas de dinero, cuyo destino nunca va a parar a manos de los necesitados, llegan a Honduras en busca de compromiso y adhesión a las políticas injerencistas del poder imperial. Unas veces el dinero llega de forma directa, otras solapadamente. De acuerdo con informaciones recientes, los organismos financieros internacionales desembolsaron 510.2 millones de dólares al gobierno de Honduras durante los últimos 15 meses, según lo reconoce un informe ejecutivo preparado por la Secretaría de Finanzas (SEFIN) sobre el comportamiento de la deuda pública. Una parte, 199.2 millones de dólares, fueron supuestamente a parar al sector monetario fiscal. El desglose del resto del dinero se realizó de la siguiente manera: 75.5 millones de dólares se orientaron al sector transporte, 55 millones de dólares para el mejoramiento institucional, 50.6 millones de dólares destinados al multisectorial y 34.5 millones de dólares a la salud. Los restantes 42.1 millones de dólares se distribuyeron a los sectores de energía, turismo, vivienda, comercio e industria, forestal, educación y agropecuario. Para lo que va del 2001, se recibieron 53.3 millones de dólares, destinándose la mayor parte a los acreedores de la deuda y otros destinos.
El gobierno pretende desarrollar 40 proyectos con los organismos financieros internacionales como el BID, el Banco Mundial y el Banco Centroamericano, parte principal de los cuales se esfumarán e irán a parar a los bolsillos de quienes detentan el poder en el país catracho.
LOS DERECHOS HUMANOS EN HONDURAS
Los derechos humanos en Honduras son, hoy por hoy, una mera ilusión, fabricada por aquellos que intentan vender una insostenible imagen de democracia y bienestar social. Pruebe de ello es que, recientemente, Ministerio de Salud ha reducido la contratación médica para los Centros de Atención Integral (CAI), que tienen en sus manos el tratamiento de los ciudadanos portadores del VIH SIDA, en un país donde el 47 % de los 28.892 casos de personas con VIH no reciben algún tipo de tratamiento para su enfermedad y quedan condenados a su suerte. Esto pone en tela de juicio las palabras de Porfirio Lobo ante las Naciones Unidas, donde declaró que su gobierno había frenado el avance de este flagelo.
El pueblo no ha permanecido en silencio. Prueba de ello es el mensaje de la Organización Fraternal Negra Hondureña (OFRANEH), emitido el pasado 3 de Junio del 2011 y dirigido al Secretario General de la OEA, donde se expresó: “Afirmamos que la posición expresada por el gobierno de Honduras de “olvido y perdón” no contribuye a avanzar en el esclarecimiento de las graves violaciones a los DDHH cometidas en el contexto del golpe de estado, sino al encubrimiento de los responsables y a la impunidad amparada en un discurso de reconciliación nacional.” Y continúa: “Vemos con preocupación que actores directos del golpe de estado siguen ocupando altos cargos en las instituciones del Poder Ejecutivo, en la cúpula militar y policial, en la Corte Suprema de Justicia, en el Congreso Nacional, y otras instancias gubernamentales, y demandamos su salida de las mismas como la única vía para iniciar un proceso de restablecimiento de la institucionalidad democrática y el estado de derecho.”
El documento relata continuas violaciones a los derechos humanos como la brutalidad de las fuerzas represivas del estado y privadas, la persecución y represión en contra de los integrantes del movimiento social y popular, los asesinatos políticos, el hostigamiento a defensoras y defensores de DDHH, las agresiones contra la población, los asesinatos a campesinos organizados en el Aguán y a varios periodistas, entre otros males emanados de la actitud anti constitucional del gobierno.
Otra denuncia en este sentido fue dada a conocer el 7 de junio pasado por Reporteros sin Fronteras y la Asociación Mundial de Radios Comunitarias-América Latina y El Caribe (AMARC-ALC), donde se reclama “el fin de la impunidad por los crímenes cometidos, en particular contra periodistas y defensores de los derechos humanos; por las agresiones, los atentados, sabotajes y cierres de medios de comunicación, así como el restablecimiento de las frecuencias suspendidas o retomadas por el Estado. Desde 2010, en Honduras han sido asesinados once periodistas y un propietario de un medio de comunicación. Desde el inicio del año 2011, otros cuatro periodistas y un director de un medio han sobrevivido a atentados dirigidos.” Sin embargo, la cifra de periodistas asesinados aumentó a doce con la muerte de Adán Benítez, quien resultó asesinado en la ciudad atlántica hondureña de La Ceiba.
Pavor e indignación ha causado en el mundo la represión contra el campesinado en el Bajo Aguán, perpetrado por la policía y los grupos paramilitares al servicio de terratenientes y productores palmeros. Muchos murieron ante el impacto de armas de grueso calibre, pero el Movimiento Auténtico Reivindicador Campesino del Aguan (MARCA) y del Movimiento Unificado Campesino del Aguán (MUCA), mantienen sus genuinas demandas a pesar de los asesinatos y la desmedida represión contra sus integrantes. A la suma de los muertos provocados por las fuerzas policiales y paramilitares, se han sumado los casos de Olvin Gallegos, Secundino Gómez, José Recinos Aguilar, Joel Santamaría y Genaro Cuesta, quienes pasaron a engrosar la lista de 31 campesinos asesinados en el Bajo Aguán en los últimos 15 meses.
También la mano asesina de los cuerpos represivos hondureños y sus sicarios han arrebatado la vida de varios periodistas como Nicolás Josué Asfura, Joseph Hernández Ochoa, David Enrique Meza Montesinos, Nahum Palacios, José Bayardo Mairena, Manuel Juárez, Luis Chévez Hernández, Jorge Alberto Orellana, Luis Arturo Mondragón Morazán, Israel Díaz Zelaya, Henry Orlando Suazo Santos y otros dos más recientemante. De la misma manera, varios periodistas han sido amenazados de muerte y han tenido que salir del país. Muchos medios de comunicación también han recibido amenazas o han sido saboteados, como los casos de Radio Falemu Bimetu, La Voz de Zacate Grande, Canal Televisión Educativa Nacional y Radio Uno.
Uno de los fenómenos más sobresalientes en la vida social hondureña ha sido la proliferación de la violencia entre jóvenes y adolescentes, quienes no ven por parte del gobierno las oportunidades necesarias para resolver sus expectativas de vida, pues carecen de equidad y participación en la vida social, siendo mantenidos en la marginación y en la pobreza. Muchos casos de las pandillas y maras son respuestas a la marginación, la estigmatización, criminalización y persecución de los jóvenes, carentes de un sistema gubernamental de atención básica. ¡Pobre país aquel que abandona a las generaciones venideras al libre albedrío del temor, la duda, la insatisfacción y la pobreza! ¡Pobre país aquel donde el 32 % de su población joven no estudia y se educa, marginada del deporte, la cultura y otras oportunidades sociales! ¡Pobre país aquel donde los jóvenes mueren a diario víctimas de la violencia, del abuso intrafamiliar, por las drogas y por un concepto infundado de la limpieza social controlada por la fuerza represoras!
Honduras duele, pues, en el corazón de todos aquellos que la aman y la han defendido, unos con las armas y piedras, con los puños y palos; tanto como los que la hemos defendido con la palabra oportuna y enérgica, con la denuncia militante y la más infinita solidaridad. Pero Honduras, a la vez, nos despierta esperanzas y optimismo. También confiamos en su pueblo, capaz de labrar sus propios derroteros en el largo y complicado camino hacia la verdadera, única y genuina libertad.
4.
traducido por Fernanda Gerpe y Democracy Now! en español |
La negación de cartas de condolencia en los casos de suicidio cobró relevancia a nivel nacional cuando Gregg y Jannett Keesling hablaron acerca del suicidio de su hijo Chancellor Keesling. Chance Keesling se integró al ejército en el año 2003. Luego de prestar servicio activamente en Irak, fue transferido a las Fuerzas de Reserva del Ejército y llamado nuevamente para prestar servicio en Irak en el año 2009. Los años de guerra habían dejado sus huellas en el joven de veinticinco años de edad. Como me dijo su padre, Gregg: “Fue entrenado para la reconstrucción de Irak. Era un ingeniero de combate entrenado. Operaba equipos grandes y amaba dirigir esos grandes equipos. Sin embargo, al final, fue entrenado nuevamente como artillero táctico para sentarse sobre un todoterreno militar, un Humvee. Y todo esto, porque en realidad allá no se estaba haciendo mucha reconstrucción.”
Cuando Chance Keesling regresó a su hogar, intentó acceder a un tratamiento psiquiátrico a través del Departamento de Asuntos de los Veteranos de Guerra. Su matrimonio había fracasado y sabía que necesitaba sanar. Rechazó la oferta del Ejército de recibir un pago extra de veintisiete mil dólares para servir nuevamente en Irak. Finalmente, fue de todos modos enviado a Irak. Dos meses después de ser desplegado nuevamente, Chance llevó su revólver a una letrina y se disparó. En el informe que emitió, el Pentágono consideró su muerte como “un incidente no vinculado al combate”. Cinco meses después de su muerte y sumando a la herida el agravio, el Departamento de Asuntos de los Veteranos envió una carta a Chance, la cual fue recibida por sus padres, solicitándole completar su “Reajuste post despliegue.”
Kevin y Joyce Lucey entienden bien de qué se trata todo esto. Su hijo Jeffrey formó parte de la invasión a Irak en el año 2003. Luego de regresar a su hogar en Massachusetts, presentó síntomas de trastorno de estrés postraumático. A él y a su familia les fue casi imposible acceder a los servicios que necesitaban recibir a través del Departamento de Asuntos de los Veteranos. Jeffrey decidió automedicarse: se volcó al alcohol. Se vestía con ropas de camuflaje y caminaba por el barrio con su arma en la mano. Destruyó el automóvil de la familia. Una noche, tras cumplir veintitrés años, Jeffrey se acurrucó en el regazo de su padre, afligido. Kevin, su padre, recordó lo sucedido: “Esa noche me pidió si podía sentarse en mi regazo. Lo acuné durante tres cuartos de hora y luego se fue a su cuarto. Al día siguiente, el 22 de junio, lo tuve nuevamente en mi regazo mientras cortaba la soga que lo sujetaba a una viga.” Jeffrey Lucey se colgó en el sótano de la casa familiar. Sobre su cama yacían las chapas de identificación que había quitado a los soldados iraquíes a los que dijo haber matado.
Dado que Jeffrey era técnicamente un veterano y no estaba en servicio, su suicidio es uno más entre los miles que se sospecha que ocurren. Con frustración, Kevin Lucey resumió: “La cifra formal de suicidios que escuchamos nos parece tremendamente baja con respecto a la real. Debido a que, como decías, el suicidio de Jeff se encuentra entre los que no figuran en los cálculos, entre los que no son conocidos, los que no son reconocidos; es que en este momento ponemos el tema sobre la mesa ante la opinión pública, ya que sentimos, al igual que la familia Keesling, que es una situación que necesita ser discutida. Aunque hayan pasado los años, nuestro hijo murió en 2004, pero casi todos los años se anuncia la creación de una comisión presidencial de investigación. ¿Qué tan seguido es necesario investigar una epidemia de suicidios?”
No existe un sistema para llevar registro de los suicidios de los veteranos. Algunos estudios epidemiológicos llevados a cabo por los Centros de Control y Prevención de Enfermedades, así como otros estudios, sugieren que la tasa de suicidios en veteranos de guerra es siete u ocho veces mayor que en la población en general. Un informe del año 2005 y restringido a dieciséis estados estableció que los suicidios de veteranos de guerra representaban el veinte por ciento del total, un hallazgo extraordinario, considerando que los veteranos representan menos del uno por ciento de la población. Actualmente se cree que el trastorno de estrés postraumático afecta al treinta por ciento de los casi dos millones de soldados en actividad y veteranos de las guerras de Irak y Afganistán. La tasa de desempleo de veteranos de guerra de sexo masculino supera actualmente el veintidós por ciento.
Pensemos en una base: Fort Hood, Texas. El Mayor Nidal Hasan se enfrenta a la pena de muerte por presuntamente haber asesinado a trece personas en noviembre del año 2009 en el marco de un horrendo ataque sumamente difundido por los medios masivos de comunicación. Mucho menos conocida es la epidemia de suicidios que hay en esa base. Veintidós personas se quitaron la vida en ese lugar, tomando en cuenta sólo el año 2010.
Ni la familia Lucey, ni la familia Keesling recibirán una carta de condolencia del presidente a pesar del cambio respecto a esa política. La familia Keesling no la recibirá porque la medida no es retroactiva. La familia Lucey no la recibiría aunque lo fuera, ya que sólo se aplica a los suicidios cometidos por soldados en actividad desplegados en zonas de combate activo.
Quienes padecen trastorno de estrés postraumático pueden abandonar el campo de batalla. Lamentablemente, el campo de batalla nunca los abandona a ellos. Algunos ven en el suicidio su única salida. Ellos también son bajas de guerra.
Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
Traducido para Rebelión por Ricardo García Pérez |
Según la CIA e informaciones del Financial Times de Londres (25-26 de julio de 2011, p. 5), el gobierno estadounidense (la Casa Blanca y el Congreso) gasta 10.000 millones de dólares mensuales, 120.000 millones al año, en combatir una cifra estimada de «entre 50 y 75 “individuos de Al Qaida” en Afganistán». En los últimos 30 meses de presidencia de Obama, Washington ha destinado 300.000 millones de dólares a Afganistán, lo que equivale a 4.000 millones de dólares por cada supuesto «individuo de Al Qaida». Si multiplicamos la cifra por las dos docenas aproximadas de lugares y países donde la Casa Blanca afirma haber localizado a terroristas de «Al Qaida», empezamos a comprender por qué el déficit presupuestario estadounidense ha ascendido astronómicamente a más de 1,6 billones de dólares en el presente año fiscal.
Durante la presidencia de Obama han quedado congelados los ajustes de la Seguridad Social al coste de la vida, lo que se ha traducido en una pérdida neta de poder adquisitivo de un 8 por ciento, cantidad equivalente al céntimo a la suma destinada a perseguir en las montañas que rodean Pakistán a tan solo cinco docenas de «terroristas de Al Qaida».
Es ridículo creer que el Pentágono y la Casa Blanca iban a gastar 10.000 millones de dólares mensuales simplemente a dar caza a un puñado de terroristas instalados en las montañas de Afganistán. Pero entonces, ¿en qué consiste la guerra de Afganistán? La respuesta que solemos leer y escuchar es que la guerra se libra en realidad contra los talibanes, un movimiento guerrillero nacionalista islámico con gran respaldo popular y con decenas de miles de activistas. Sin embargo, los talibanes nunca se han implicado en ningún acto terrorista contra territorio estadounidense o sus bases en el extranjero. Los talibanes siempre han defendido que luchaban para expulsar de Afganistán a las fuerzas de ocupación extranjeras. De ahí que los talibanes no formen parte de ninguna «red terrorista internacional». Si la guerra estadounidense en Afganistán no tiene que ver con derrotar al terrorismo, ¿por qué ese descomunal derroche de fondos y efectivos durante más de una década?
Varias hipótesis acuden a la imaginación:
La primera es la posición geopolítica de Afganistán: Estados Unidos está instalando bases militares de avanzada en las inmediaciones de China para rodearla.
En segundo lugar, las bases estadounidenses de Afganistán operan como plataforma de lanzamiento para fomentar conflictos étnicos armados de «disidentes separatistas» y para aplicar la táctica del «divide y vencerás» contra Irán, China, Rusia y las repúblicas de Asia central.
En tercer lugar, la declaración de guerra a Afganistán por parte de Estados Unidos (en 2001) y la fácil conquista inicial animó al Pentágono a creer que se podía obtener una victoria militar a un coste muy bajo; una victoria que realzara la imagen de Estados Unidos como potencia invencible y capaz de imponer su ley en cualquier lugar del mundo, a diferencia de la catastrófica experiencia de la URSS.
En cuarto lugar, el éxito inicial de la guerra de Afganistán se consideró un preludio para el lanzamiento de toda una serie de guerras victoriosas, primero contra Iraq, pero a la que seguirían después otras en Irán, Siria y otros lugares. Todo serviría a la triple finalidad de reforzar el poderío regional israelí, controlar recursos petrolíferos estratégicos y ampliar la instalación de bases militares estadounidenses desde Asia central y meridional formando un arco que llegara hasta el Mediterráneo pasando por el Golfo Pérsico.
Las medidas estratégicas expuestas por los militaristas y los sionistas de los gobiernos de Bush y Obama presuponían que las armas, el dinero, la fuerza y los sobornos lograrían forjar y afianzar Estados satélites estables en la órbita del imperio estadounidense post-soviético. A Afganistán se la consideró una primera conquista fácil, el primer escalón de una serie de guerras. Se suponía que cada victoria debilitaría a la oposición del interior de Estados Unidos y de los aliados (europeos). Según afirmaban los neoconservadores, el coste de poner en marcha la guerra imperial se sufragaría con la riqueza extraída de los países conquistados, sobre todo en las zonas productoras de petróleo.
El derrocamiento inmediato del gobierno talibán confirmó la idea de los estrategas militares de que unos pueblos islámicos «atrasados» y precariamente armados no eran rival para el centro neurálgico estadounidense y sus astutos dirigentes.
Suposiciones erróneas, estrategias equivocadas: La catástrofe del billón de dólares
Todas y cada una de las suposiciones formuladas por los estrategas civiles y sus homólogos militares han resultado ser erróneas. Al Qaida era y es un adversario marginal; la auténtica fuerza capaz de sostener guerras populares prolongadas contra un ocupante estadounidense, causarle bajas importantes y debilitar a cualquier gobierno títere local y acrecentar el apoyo de las masas es la de los talibanes y los movimientos de resistencia nacionalista afines. Los expertos, asesores y gabinetes de análisis estadounidenses, influidos por los israelíes, que presentaron al enemigos islámico como una fuerza incompetente, ineficaz y cobarde, se equivocaron de lleno con la resistencia afgana. Ciegos de antipatía ideológica, estos asesores de alto nivel y cargos civiles de la Casa Blanca y el Pentágono no lograron apreciar la sagacidad táctica, estratégica, política y militar de los líderes y los mandos intermedios nacionalistas islamistas y las ingentes dosis de apoyo generalizado con el que contaban en la vecina Pakistán y otros lugares.
La Casa Blanca de Obama, enormemente dependiente de expertos pro-israelíes islamófobos, aisló aún más a las tropas estadounidenses y se distanció de la población afgana triplicando el número de efectivos y otorgando a los talibanes la condición de auténtica alternativa a la ocupación extranjera.
Por lo que se refiere las quimeras neoconservadoras de librar una secuencia de guerras triunfantes, elaborada por gentes como Paul Wolfowitz, Feith, Abrams, Libby et al., con las que eliminar a los adversarios de Israel y convertir el Golfo Pérsico en un lago hebreo, las prolongadas guerras de Iraq, Afganistán y Pakistán han fortalecido en la práctica la influencia regional de Irán, han enfrentado a la totalidad del pueblo paquistaní contra Estados Unidos y han fortalecido los movimientos de masas contra los Estados clientes de Estados Unidos por todo Oriente Próximo.
La secuencia de derrotas encajadas por el imperio se ha traducido en una hemorragia abundante de dinero público estadounidense, en lugar de en el augurado aluvión de beneficios petrolíferos obtenidos con clientes subsidiarios. Según un estudio académico reciente, el coste militar de las guerras de Iraq, Afganistán y Pakistán ha superado los 3,2 billones de dólares («The Costs of War Since 2001», Eisenhower Study Group, junio de 2011) y aumenta a un ritmo de 10.000 millones de dólares mensuales. Mientras tanto, los talibanes «aprietan (su) garra psicológica» en Afganistán (Financial Times, 30 de junio de 2011, p. 8). Según los últimos informes, hasta el hotel de cinco estrellas más custodiado del centro de Kabul, el Intercontinental, era vulnerable al ataque sostenido y la tentativa de conquista por parte de los militantes talibanes, ya que hay infiltradas «fuerzas afganas de máxima seguridad» y los talibanes actúan en todas partes, con lo que en la mayoría de las ciudades, poblaciones y aldeas han fundado gobiernos «en la sombra» (Financial Times, 30 de junio de 2011, p. 8).
La decadencia imperial, el agotamiento de las arcas públicas y el fantasma de una confrontación violenta
El imperio que se desmorona ha vaciado las arcas estadounidenses. Mientras el Congreso y la Casa Blanca se enfrentan por elevar el techo de la deuda, el coste de la guerra erosiona con violencia toda posibilidad de mantener estable el nivel de vida de las clases medias y trabajadoras estadounidenses y agudiza las cada vez mayores desigualdades entre el uno por ciento más rico de la población y el resto de los habitantes. Las guerras imperiales descansan sobre el saqueo de las arcas estadounidenses. Mediante unas exenciones fiscales extraordinarias, el Estado imperial ha concentrado la riqueza en las manos de los millonarios, mientras que las clases medias y trabajadoras han sido desplazadas hacia abajo, pues solo hay puestos de trabajo mal pagados.
En 1974, el uno por ciento más rico de Estados Unidos obtenía el 8 por ciento de la renta nacional, pero en el año 2008 acaparaban el 18 por ciento de la renta nacional. Y la mayor parte de ese 18 por ciento está en manos de un minúsculo uno por ciento multimillonario de ese otro uno por ciento inicial; o, lo que es lo mismo, del 0,01 por ciento de la población estadounidense (Financial Times, 28 de junio de 2011, p. 4, y 30 de junio de 2011, p. 6). Mientras que los multimillonarios saquean las arcas e intensifican la explotación de la mano de obra, el número de puestos de trabajo con una remuneración media desciende en picado: entre 1993 y 2006 ha desaparecido más del 7 por ciento de empleos de remuneración media (Financial Times, 30 de junio de 2011, p. 4). Aunque las desigualdades aumenten en todo el mundo, Estados Unidos cuenta en la actualidad con los mayores niveles de desigualdad de todos los países capitalistas destacados.
La carga de mantener a un imperio en declive con un monstruoso incremento del gasto militar ha recaído desproporcionadamente sobre los contribuyentes y asalariados de clase media y trabajadora. El saqueo de la economía y las arcas públicas por parte de las élites militares y económicas ha puesto en marcha un acusado descenso del nivel de vida, la renta y las oportunidades de empleo. Entre los años 1970 y 2009, mientras se duplicaba el producto interior bruto, el salario medio estadounidense se estancó en términos absolutos (Financial Times, 28 de julio de 2011, p. 4). Si tenemos en cuenta los costes fijos adicionales de las pensiones, la salud y la educación, los ingresos reales de trabajadores y asalariados han experimentado un descenso muy acusado, sobre todo desde la década de 1990.
En la segunda mitad del año 2011 se esperan impactos aún mayores: mientras el gobierno de la Casa Blanca de Obama amplía las intervenciones imperiales en Pakistán, Libia y Yemen, con lo que incrementa el gasto de un Estado policial y militar, Obama se dispone a alcanzar acuerdos presupuestarios con los republicanos de extrema derecha, que se ensañarán con los programas sanitarios oficiales, como MEDICARE y MEDICAID, así como con la Seguridad Social, el programa nacional de jubilación. Las prolongadas guerras han llevado al presupuesto a una situación de quiebra, mientras que el déficit merma toda capacidad de reanimar una economía que se encamina a una «recesión reiterada».
El conjunto de la clase política dirigente se muestra completamente ajena al hecho de que su multimillonaria búsqueda de una cifra estimada de entre 50 y 75 terroristas fantasmas de Al Qaida en Afganistán ha acelerado la destrucción de empleos de remuneración media en Estados Unidos.
El conjunto del espectro político se ha orientado decisivamente hacia la derecha y la extrema derecha. El debate entre demócratas y republicanos versa sobre si recortar cuatro o más billones de dólares de lo poco que queda de los programas sociales del país.
Los demócratas y la extrema derecha se han unido en el objetivo de librar múltiples guerras al tiempo que tratan de ganarse el favor y los fondos del 0,01 por ciento de magnates multimillonarios poseedores de dinero y propiedades, cuya riqueza ha aumentado tan espectacularmente durante la crisis.
Conclusión
Pero en el seno de los círculos más destacados del gobierno de Obama hay un descontento profundo y sereno; los altos cargos «más capaces y brillantes» se apresuran a abandonar el barco antes de que quede claro que hace agua: el gurú económico Larry Summers, Rahm Emmanuel, Stuart Levey, Peter Orzag, Bob Gates, Tim Geithner y otros, responsables de unas guerras desastrosas, de las catástrofes económicas, de la burda concentración de riqueza y del deterioro de nuestro nivel de vida, han abandonado su puesto o han anunciado su «jubilación» dejando a los sonrientes estafadores (el presidente Obama y el vicepresidente «Joe» Biden») y a sus «últimos y despistados leales» que asuman la culpa de que se esfuman las reservas de la economía y nuestros programas sociales. ¿De qué otro modo podemos explicar una marcha muy poco valiente (para «pasar más tiempo con la familia») ante semejante agudización de la crisis? La precipitada retirada de estos altos cargos viene motivada por el deseo de eludir responsabilidades políticas y salvarse de las acusaciones de la historia por su participación en la inminente debacle económica. Están deseando ocultarse de un futuro juicio acerca de quiénes fueron los legisladores y líderes y cuáles las medidas que desembocaron en la desaparición de las clases medias y trabajadoras estadounidenses junto con sus empleos, sus pensiones estables, sus seguridad social, su atención sanitaria digna y su lugar decente en el mundo.
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Este es un grupo de correos de amigos de la Organizacion Politica Los Necios. Creemos en el debate, en el ejercicio de opinar y difundir pensamiento revolucionario, sentimiento humano. Tambien para hacer acopio de ideas, observaciones, criticas y pensamientos que contribuyan con la construccion de una nueva sociedad hondureña y centro americana, que a la vez nuestra luz crezca y se comparta con el mundo.
¡Venceremos!
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