Días de Perro. Carta a Don Ponciano.
Hay días cabrones Ponciano, mejor deberían llamarse noches, como esas
noches putas cuando la guardia atacaba y sólo tenias el pecho contra las balas, la culata y las botas. Días en los cuales no quisieras ser lo que tú eres y
preferirías ser el más pendejo de toda la especie para no darte cuenta de toda
la mierda que puebla tu derredor.
Días en que los perros en que alimentaste te resultaron rabiosos y quisieras ponerles a cada uno un certero de 3.57 mm para que no vuelvan a morder a nadie. Días en los cuales quisieras que fuera mejor que todo terminara
de un solo vergazo y que no te importara nada, nada en lo absoluto de esta
sociedad mierda desideologizada donde el bestiario es mucho peor que el Circo Romano o Abu Graib, o Sabra o Shatila, o My Ly o alguna otro infierno
holocaustico del sistema.
Días de perros Ponciano. Crees que una mujer se te acerca y te resulta
un maricon de mierda y aunque no los detestes, los dejas para esa clase de
cabrones en los que un día creíste y te resultaron más putos que los callejeros,
días espejistas en los cuales todo es reflejo de falsedad, durante los cuales te
das cuenta que de mil 999 son comprables con mendrugos y los que creíste que repres
entaban el corazón del tallo, no son más que cascaras carcomidas por la polilla de la ignominia y del estomacalismo.
Después te ries de ese montón de basura hablando de epistemología y de axiología, cuando lo único que saben es lo mierda que son y el único valor que conocen es el valor de la mierda misma.
Caramba Ponciano, como cuesta el aprendizaje.
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