LA CULTURA POPULAR DE ATEOLANDIA. CARTA A DON PONCIANO.
Indiscutiblemente mi querido Ponciano, la Memoria de Ateolandia recoge Estampas Históricas que debemos pegar en los tejidos del pueblo y heredarlas a las futuras generaciones. Obvio es pensar que a los no ateolandeses nuestro lenguaje les parece rústico en lugar de vernacular o pastoril; pero la realidad es que somos una sociedad diferente a la de otras comunidades y estamos felices de que así sea.
Nosotros celebramos las lunas llenas haciendo el amor en público y no detrás del matocho, eso queda para los chochos y otras civilizaciones que no envidiamos, de la misma forma nuestros casamientos son colectivos y nos vamos de luna de miel al rio durante quince días hasta que quedamos desmayados de tanta polvazón y de común acuerdo intercambiamos esposas y esposos con la mayor naturalidad que el mundo pueda conocer, de esa manera todos somos familiares y los que yo considero mis hijos se parecen casi a todos los demás nacidos durante el equinoccio de verano y por generaciones incontables, todos y todas nos consideramos y somos familiares en primer grado.
Nuestra filosofía básica es no joder ni dejarse joder de nadie. En la pasada guerra contra los cristeros comandadas por los monseñores Tamagás, Colindante y Alasquebradas fusilamos en público y ahorcamos a todas las tropas cristeras invasoras y fue cuando declaramos nuestro ateísmo colectivo ante la repugnante, odiosa y oscurantista oposición de los inquisidores vaticanos.
Muchos aun se preguntan porque perdonamos a don Chusito, el cura y bueno, ahora ya lo saben, “lo envestimos de cura antes de la invasión cristera y fue nuestro infiltrado permanente en las tropas enemigas”. Al cerrar las iglesias y templos de ignorancia, don Chusito dejó la sotana y lo pusimos a regentear el Palacio del Sexo Encantado, cargo en el cual el ex prelado y ahora pelado, se siente más que satisfecho y seguro pues es ahí donde siempre ha pertenecido.
La propiedad privada fue prohibida desde que ahorcamos en público al último de los gachupines santeros y balestinos que habían echado raíces en Ateolandia.
Algunos dirán que somos xenofóbicos, lo cual negamos, lo que no somos es majes y desde entonces todos y todas los y las ateolandesas hemos vivido diaverguita, siendo el trabajo colectivo envidia internacional y el reparto justo, el motor principal de la paz, la justicia social y con ello, la felicidad.
No destruimos iglesias y templos como nos denuncian los pajarracos articuleros sabaneros vaticanos, simplemente les cambiamos de función, ahora es ahí donde enseñamos, aprendemos y practicamos todo tipo de arte desde teatro, danza y música folclórica, hasta arquitectura, pintura y artesanía pictórica.
Cuánta belleza, Ponciano! Nuestros campos floridos, los inmensos ceibos, cedros, robles y brasiles meciéndose con el viento nórdico, la montaña vertiendo mares prístinos y el rocío cubriendo océanos de flores. Ah Ponciano!
Nuestros bellos amaneceres con ríos lácteos perfumados de azahares y por guindamias de jazmines, hiedras, florecidas enredaderas y violetas silvestres multicolores.
Qué gran alegría Ponciano, oír cantar los arrozales su canción de aporreaderas, azules cañaverales su canto de moliendas, espumas, batidos y panelas, la cantata eterna del maíz dialéctico, las campánulas azules del frijolar en flor, el cafetal maduro como bola de fuego de encendidos ocasos, el lúbrico relinchar de los potros y el mugir al ganado anunciando la hora del trabajo, los embrujados gallos, las horas encantadas de la vida y los coros canarios, senzontles y ruiseñores saludando el nuevo día. Ello es vida!
Que belleza Ponciano! Aquí tanto el amor como el sexo siguen las leyes natu rales, cuando quieras, con quien quieras y donde quieras, todo basado en la libertad y la mutua comprensión. No hay edad para ello, sino la de la maduración de las uvas y la ternura de las manos que las cortan.
Nuestra ancestral educación está basada en el Pensamiento Crítico, heredado de tiempos eternales de siembra y cosecha: “aprendemos enseñando y enseñamos aprendiendo” en comunión sagrada de abuelos e infantes y con la permanente obligatoriedad de todo nuestro pueblo. Jurídicamente jamás hemos escrito leyes, las vivimos generacionalmente y las cumplimos desde la gestación y nuestros ejemplos por falta de cumplimiento de las mismas, no permiten que nadie deje de cumplirlas.
Tu bella Ateolandia, Ponciano, sin dioses y sin santos desculados y repletos de culos encantados y embramados.
Ah bella Ateolandia! Paraíso escondido en la niebla azul de la floresta, protegida por cerros encantados y montañas en arto permanente.
Ateolandia Libertad, donde los ríos cantan la pureza del vertiente natural! Ateolandia tierra de amor, de fraternidad incondicional, tierra de mieles y frutales permanentes, libre de hambre y contaminación, libre de teléfonos y carros, libre de ignorancia y religiones, llena de amor y pureza, tierra de fuego, de teluria y calor humano, cuna de belleza natural. Tierra del venado, de coyotes y linces, de tepezcuintes, de pumas trasnochadores y cocuyos incendiarios.
Tierra donde la fauna vive libre como los hombre y mujeres, donde la flora es tupida y robusta y la tierra es negra y eternamente productora.
Donde la muerte es el más bello ritual de agradecimiento a la vida y más que todo el llamado de la las entrañas de la tierra hacia sus hijos.
Ah Ponciano, Poeta Irreverente De Tu Tierra!
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