San Salvador, 24 jul (PL) El Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), de El Salvador, rechazó la reincorporación de Honduras a la OEA mientras continúen las violaciones de los derechos humanos en ese país.
Medardo González, coordinador general del FMLN, declaró que el reintegro a ese organismo debe darse cuando las autoridades garanticen el regreso al país al ex presidente Manuel Zelaya y se respeten las prerrogativas ciudadanas.
Zelaya fue secuestrado en su residencia por militares encapuchados y llevado a la fuerza a Costa Rica el 28 de junio de 2009.
Tres meses después logró entrar de manera sorpresiva al país, donde permaneció alojado en la embajada de Brasil hasta su salida a República Dominicana, en enero pasado.
"El golpe de Estado que rompió el orden democrático en la región aún está fresco y no se puede obviar ese hecho tan nefasto", dijo el coordinador del FMLN, partido que llevó al poder al presidente Mauricio Funes.
Durante una cumbre celebrada esta semana en El Salvador, cuatro presidentes del istmo se pronunciaron por el regreso de Honduras al Sistema de Integración Centroamericana (SICA), lo cual fue rechazado por Nicaragua.
La decisión no toma en cuenta que en esa nación aún se cometen graves violaciones a los derechos humanos y el quiebre constitucional no ha sido juzgado ni sentenciado, dijo el mandatario nicaragüense, Daniel Ortega.
Sin la participación de Nicaragua la decisión carece de validez porque, según las normas del SICA, los acuerdos deben ser aprobados por unanimidad.
En un comunicado emitido en ocasión de la cumbre, el Frente Nacional de Resistencia Popular de Honduras también rechazó de manera rotunda el retorno del país a los mecanismos regionales e internacionales.
El Frente, que agrupa a organizaciones populares, políticas y a intelectuales, advirtió que un año después de aquellos sucesos las estructuras golpistas están intactas y los autores de los crímenes gozan de total impunidad.
Por otra parte -señaló- no existen condiciones mínimas para el retorno de Zelaya, ni de otras 200 personas obligadas a vivir en el exilio por la persistencia de las amenazas, persecuciones e intimidaciones en su contra.
El movimiento de resistencia, surgido a raíz del golpe de Estado, sindicó a Estados Unidos de ser coautor de la ruptura institucional y el principal impulsor del regreso de Honduras a la OEA y a otros mecanismos.
http://www.prensa-latina.cu/
“Aplicaron un plan de exterminio: arrasar la hierba, arrancar de raíz hasta la última plantita todavía viva, regar la tierra con sal. Después, matar la memoria de la hierba. Estaba prohibido recordar. Se formaban cuadrillas de presos. Por las noches los obligaban a tapar con pintura blanca las frases de protesta que en otros tiempos cubrían los muros de la ciudad. Pero la lluvia, de tanto golpear los muros, iba disolviendo la pintura blanca y reaparecían, poquito a poco, las porfiadas palabras”.
Eduardo Galeano
Kenia Oliva, abogada coordinadora del Área de Acceso a la Justicia del COFADEH (Comité de los Familiares de los Detenidos Desaparecidos en Honduras) es una de las muchas víctimas de este golpe de estado cívico-militar: su único delito es tratar de no permitir las violaciones de los derechos humanos y defender la justicia a cualquier costo.
Quise escuchar Kenia porque me preocupa esta persecución de los verdaderos abogados, de los que no se doblan a las opresiones del gobierno de facto: el 20 de julio de 2010 asesinaron en modo salvaje el valiente abogado del Frente de Abogados contra el golpe, Marco Tulio Amaya y el 21 de julio de 2010 asaltaron el carro de Kenia y le roban el ordenador.
Para mi, la Comisión de Verdad, impulsada por la Plataforma de los Derechos Humanos, está asustando los gorilas, ¡entiendo que es molesto pagar las consecuencias de acciones así horribles y violentas!
Pues, ¡para evitar el castigo hace falta mandar a callar quien está apuntando el dedo a los culpables o destruir engorrosas pruebas aplastantes!
En esta óptica, Kenia tuvo que soportar muchas violaciones de los derechos humanos, entre otra el peligroso destornillamiento de la llanta de una rueda de su carro, con el riesgo de matarse en un incidente mortal.
El 21 de julio de 2010, después de haber sido dos horas en los despachos del Fiscal, para controlar como están los muchos casos de denuncia de las violaciones de los derechos humanos y poner al día algunos casos (absurdamente, la Corte de Justicia de Honduras cierra por vacaciones 21 días al año!!!!), Kenia encontró su máquina abollada, con un vidrio roto, con todo el contenido del habitáculo desordenado, el baúl abierto, con los documentos botados por todos lados : el único objeto que faltó (otros de valor no fueron tocados) fue la computadora.
Subrayo que el carro fue aparcado delante de una tienda con un vigilante privado: ¿porque no vio nada?
¿Por qué solo el carro de Kenia fue asaltado, cuándo carros mas llamativos, estaban aparcados al lado del suyo no fueron tocados?
“Regresé en los despachos del Fiscal para denunciar el suceso, pero puesto que ya era el horario del término de la jornada laboral, no había nadie, tampoco en el despacho de emergencia”, me cuenta Kenia.
“Llamé enseguida el Fiscal con quien trabajé, Juan Carlos Griffin, que no se había ido todavía y que me tranquilizó, afirmando que inmediatamente habría mandado a alguien”, continuó Kenia.
Pues, abogado, una pregunta: ¿qué concepto usted tiene de “inmediatamente”?
Después de tres horas de espera, Kenia tuvo que irse de allí, cuando ya estaba obscuro y peligroso, y nadie había escrito su denuncia.
Kenia, así experimentó personalmente cuanto es difícil, en Honduras, en este momento, acceder a la justicia: el hecho mas absurdo es que tampoco entre colegas abogados existe una solidaridad de cuerpo.
Me permito de añadir que Kenia, laborando en un centro por la defensa de los derechos humanos es considerada por este gobierno golpista como una enemiga que obstaculiza su horrible impunidad.
En este momento, me acuerdo una frase de Franz Kafka cuando se preguntó, quién habría controlado los revisores de la ley: aquí en Honduras no existe absolutamente un control, los funcionarios del estado golpista pueden hacer absolutamente lo que creen impunemente, el ciudadano y la ciudadana son absolutamente desamparados y desamparadas, si no fuera por las organizaciones de defensa de los derechos humanos.
Propongo a Kenia de escribir una carta al presidente de facto, el Lobo vestido de oveja, para ver si puede ayudar, puesto que se cree primer ciudadano de la República… .pero llegamos a la triste conclusión que en realidad no tiene ningún poder concreto, ¡es solo un adorno de la Casa Presidencial, con la única función de empolvarse!
3.
Incondicional peón del imperio, Álvaro Uribe se despide de la presidencia de Colombia con una nueva provocación: la denuncia de la existencia de campamentos de las FARC en territorio venezolano. Ni lerdo ni perezoso el Departamento de Estado salió a respaldar sin reservas la acusación formulada por Bogotá en la OEA, alentado por la supuesta “contundencia” de las pruebas presentadas por Uribe que denuncian al gobierno de Hugo Chávez por permitir la instalación de campamentos de la FARC y la realización de diversos programas de entrenamiento militar de unos 1.500 efectivos de la guerrilla en territorio venezolano. El vocero del Departamento de Estado, Philip Crowley, declaró con singular insolencia que “Venezuela ha mostrado una conducta desafortunada e insolente” con su vecino y amenazó que si ese país “no coopera, Estados Unidos y los demás países obviamente lo tomarán en cuenta". Hay que recordar que desde 2006 Estados Unidos incluye a Venezuela en la lista de países que no cooperan en la lucha contra el terrorismo. En la misma línea se manifestó el Subsecretario Adjunto para América Latina, Arturo Valenzuela, declarando que la denuncia hecha por Uribe era “muy seria”. Ambas declaraciones arrojan espesas sombras de dudas sobre las capacidades intelectuales de ambos funcionarios y, lo que es aún más grave, alimentan la sospecha de que por su afición a la mentira la calidad moral de ambos no parece ser demasiado diferente de la de Álvaro Uribe.
Es evidente que para los administradores imperiales cualquier cosa que convenga a sus intereses tratan de hacerla aparecer ante los ojos de la opinión pública como “seria y contundente”. Y son esos intereses los que movieron a la Casa Blanca a pedirle una última “prueba de amor” al gobernante colombiano pocos días antes de abandonar la presidencia. Como es de público conocimiento, el prontuario que la DEA, la CIA y el FBI han venido construyendo sobre Uribe por sus íntimas y prolongadas vinculaciones con los narcos no le permite al mandatario colombiano desobedecer ninguna orden originada en Washington, so pena de correr la misma suerte que el ex presidente panameño Manuel A. Noriega y terminar sus días en una cárcel de máxima seguridad de los Estados Unidos.1 La disparatada denuncia de Uribe, un inveterado mentiroso, viene de perlas para impulsar la desestabilización que Washington quiere producir en vísperas de las cruciales elecciones venezolanas programadas para el 26 de septiembre y, a la vez, legitimar el impresionante programa de militarización que está imponiendo en América Latina, una de cuyas mayores expresiones ha sido la firma del tratado Obama-Uribe mediante el cual el país sudamericano cede al menos siete bases militares para uso de las fuerzas armadas de los Estados Unidos. Por eso los personeros del gobierno norteamericano simulan que consideran “serias y contundentes” las pruebas que respaldan la denuncia de Uribe, sabiendo que no tienen asidero alguno y que son puro palabrerío y montajes fotográficos. Pero las mentiras son parte del discurso oficial de Estados Unidos, elementos imprescindibles para rodear con un halo de legitimidad los designios del imperialismo norteamericano, y esto por varias razones.
Mentiras porque, en primer lugar, si las FARC controlan cerca del 30 % del territorio nacional (cosa que es archisabida en Colombia) no se entiende que sentido puede tener distraer nada menos que 1.500 hombres del teatro de operaciones, enviar a sus jefes a vacacionar en Venezuela y organizar 85 campamentos guerrilleros en el vecino país. Si hay un político que miente sistemáticamente en nuestra región -¡y hay muchos!- Uribe se lleva las palmas: es en la propia Colombia donde la crisis y putrefacción del estado oligárquico permite que amplias franjas de su territorio, especialmente en las zonas selváticas, estén contraladas por la guerrilla, los narcos y los paramilitares. Diversas autoridades ecuatorianas comentaron luego del ataque que las fuerzas colombianas realizaron en su territorio que Ecuador no limita al norte con Colombia sino con una tierra de nadie controlada por las organizaciones descritas más arriba. Con una necedad sin límites Uribe acusa a sus vecinos de no hacer lo que él ha dado sobradas muestras de ser incapaz de hacer: controlar su propio territorio. Cerrando los ojos ante esta realidad, Estados Unidos se monta sobre esta falaz denuncia para, desde allí, acosar al gobierno bolivariano por su falta de colaboración en la lucha contra el narcotráfico, ocultando ante la opinión pública -¡con la complicidad de la “prensa libre”, por supuesto!- el molesto hecho de que el mayor exportador mundial de cocaína (y también de narcotraficantes) es la Colombia militarizada por Uribe y devenida gracias a su invalorable colaboración en un protectorado norteamericano. Ante semejante cuadro de descomposición política, denunciar que las FARC se instalan en Venezuela -¡y para colmo con el aval y la complicidad del gobierno de Hugo Chávez!- no pasa de ser una vulgar engañifa al servicio del imperio ; una acusación que carece por completo de entidad como para ser tomada mínimamente en serio. Es la calumnia que descerraja un personaje completamente inescrupuloso como Uribe. 2
En segundo lugar, ¿cómo olvidar que Uribe fue el hombre que mintió alevosamente cuando sus fuerzas, apoyadas por las de Estados Unidos, incursionaron en territorio ecuatoriano aduciendo que iban en persecución de una columna de las FARC? Las pruebas demostraron que los guerrilleros a los que supuestamente se perseguía luego de un enfrentamiento ocurrido en territorio colombiano estaban durmiendo -vestidos inclusive con pijamas- al momento de producirse el ataque y que, en consecuencia lo que tuvo lugar en Santa Rosa de Sucumbíos no fue un combate sino lisa y llanamente una masacre indiscriminada. Esta operación, realizada poco después de la medianoche del 1º de marzo del 2008, fue realizada con el apoyo logístico y material de los efectivos norteamericanos estacionados en la base de Manta, los únicos que disponían de la tecnología necesaria y de aviones capaces de efectuar un bombardeo de asombrosa precisión en plena selva y en medio de la más absoluta oscuridad. Una muestra más de la enfermiza afición de Uribe por la mentira fue la historia montada en torno a la famosa laptop de Raúl Reyes, que en un prodigio tecnológico sin precedentes sobrevivió indemne a un bombardeo que destruyó todo lo que había a su paso y cuyo disco rígido habría entregado valiosísima información sobre los profusos contactos de Reyes y las FARC con todos los enemigos de Uribe y Estados Unidos.3
Tercero, ¿cómo se le puede creer a un hombre que desde la presidencia de Colombia convalidó la acción de los paramilitares y del terrorismo de estado? El 16 de febrero de este año la unidad de “Justicia y Paz” de la Fiscalía colombiana publicó un informe en el que se revela que algo más de 4.000 paramilitares de las AUC, las Autodefensas Unidas de Colombia, aseguraron haber perpetrado 30.470 asesinatos en el período comprendido desde mediados de los ochenta hasta su “desmovilización” en 2003-2006. No sólo eso: la Fiscalía recibió además declaraciones de los paramilitares dando cuenta de 1.085 masacres, 1.437 reclutamientos de menores, 2.520 desapariciones forzadas, 2. 326 desplazamientos forzados y 1.642 extorsiones, además de 1.033 secuestros. Pese a este luctuoso record Uribe es considerado por sus mandantes en Washington como un campeón en la lucha por los derechos humanos.4 En relación a esto, si el ansiado TLC entre Colombia y Estados Unidos no ha sido todavía ratificado por el Congreso norteamericano es porque, tal como lo señala el conservador periódico colombiano El Tiempo, tan sólo en el año 2009 los paracos y las “fuerzas de seguridad” asesinaron a 40 sindicalistas, convirtiendo a Colombia en el país más peligroso del mundo para ese tipo de actividad. Sobre un total de 76 dirigentes gremiales asesinados en todo el mundo, el 52 % de esos crímenes se perpetraron en un país al que Estados Unidos considera un ejemplar paradigma de la lucha por los derechos humanos y el combate al terrorismo. La Central Única de Trabajadores de Colombia informó pocos meses atrás que desde 1986, año de su creación, 2.721 activistas y dirigentes de esa organización fueron asesinados por las “fuerzas de seguridad.” 5 Pese a ello, las credenciales democráticas de Colombia jamás fueron puestas en duda por Washington.6
Cuarto, el denunciante es nada menos que el responsable intelectual y político de la masacre serial conocida con el nombre de “falsos positivos.” Tal como lo señalan distintas notas publicadas en Colombia por el Observatorio Latinoamericano, Cronicón, durante estos tres últimos años de gobierno de Uribe el balance es funesto. Se comprobó que el ejército, ante el acoso del gobierno para que mostrara resultados concretos en la lucha contra la guerrilla, diseñó y ejecutó un plan criminal: recorrer las comunidades y aldeas más pobres del país ofreciendo trabajo a la enorme masa de desocupados y reclutando a un elevado número de indigentes, campesinos indefensos y jóvenes marginados, que luego eran asesinados a sangre fría y hacer pasar sus cadáveres como pertenecientes a guerrilleros ejecutados en combate para cobrar la recompensa establecida por el gobierno u obtener estímulos o ascensos en su carrera militar. Según estimaciones muy conservadoras, estos crímenes de Estado, perpetrados cuando el futuro presidente de Colombia, Juan M. Santos era Ministro de Defensa, superan los mil setecientos casos.7 Otra faceta de esta criminal política mal llamada de seguridad democrática la brinda el hallazgo, dado a conocer el 16 de febrero del 2010, “de la mayor fosa común de la historia contemporánea del continente americano, horrendo descubrimiento que ha sido casi totalmente invisibilizado” por los principales medios de comunicación de masas en Colombia y en el mundo. "La fosa común contiene los restos de al menos 2.000 personas, está en La Macarena, departamento del Meta…(y fue descubierta ) gracias a la perseverancia de los familiares de desaparecidos y a la visita de una delegación de sindicalistas y parlamentarios británicos que investigaba la situación de derechos humanos en Colombia, en diciembre 2009."8 Cabe añadir que esa zona había sido objeto de preferente atención por parte de las fuerzas armadas colombianas desde el 2005, con los nefastos resultados recientemente revelados.
Como ocurrió con todos los terrorismos de estado que asolaron la región en los años setentas del pasado siglo, los crímenes de lesa humanidad cometidos por sus perpetradores tenían también un trasfondo económico. En el caso de la Colombia de Uribe, con su comparsa de sanguinarios esperpentos, entre las corruptas fuerzas armadas, los paramilitares y el narco se repartieron millones de hectáreas que en su desesperado éxodo dejaban tras de sí los campesinos desplazados por los bombardeos y masacres indiscriminadas a que estaban sometidos. Tal como lo expusiera Jomary Orteon Osorio, del Colectivo de Abogados de Colombia, en la conferencia del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU reunida en Ginebra a comienzos de mayo de este año, la cifra de los campesinos desplazados ascendería a 4.500.000 y sus tierras fueron luego transferidas, con gran provecho para los encargados de desalojarlos, a los terratenientes y el agronegocios, auspiciantes y cofinanciadores del paramilitarismo. En esa misma conferencia se estableció que pese a los “éxitos” del gobierno de Uribe el número de desplazados sigue creciendo a razón de 150.000 personas por año. El Ministro de Planeación de Colombia, Esteban Piedrahita Uribe, jefe de la delegación colombiana en esta conferencia, no desmintió las alegaciones antes formuladas y se limitó a decir que "hemos confiscado 2.000.000 de hectáreas a grupos criminales que se apropiaran ilegalmente de esas tierras y ahora la justicia va a decidir la devolución a sus verdaderos propietarios."9 En todo caso, hay que subrayar que el cálculo del número de hectáreas expropiadas en esta salvaje reedición del proceso de acumulación originaria que Marx describiera en su célebre capítulo 24 del primer tomo de El Capital está sujeto a fuertes controversias. Hay quienes sostienen que el número de hectáreas así transferidas asciende a 6 millones pero hay otros que fijan esa cifra en torno a los 10 millones. En todo caso, cualquiera que sea el número que finalmente se establezca más allá de toda duda, lo cierto es que la política de seguridad democrática si hay algo que efectivamente aseguró: la expropiación de la masa campesina y la apropiación de las mismas por el capitalismo agrario.10
Este es el hombre que hoy levanta su dedo acusador contra la revolución bolivariana. Es evidente que lo suyo es una maniobra más, dictada por los estrategas del imperio, para acosar al gobierno de Hugo Chávez y para legitimar la política del hard power (poder duro) a la cual parece haberse vuelto más afecto Obama que su ignominioso predecesor, pese a que en las declaraciones oficiales y en los escritos de algunos analistas cercanos a la Casa Blanca, como Joseph Nye, se hable con insistencia de las ventajas del soft power (poder blando, o la diplomacia tradicional) o el smart power (el poder inteligente, de la nueva diplomacia) sobre la brutalidad y elevado costo del primero. Sin embargo, el imperio insiste en el poder duro de su impresionante dispositivo militar: por eso las bases en Colombia; en Aruba y Curazao, a pocos kilómetros del litoral marítimo venezolano; las que se encuentran en El Salvador y en Honduras y, ahora, la autorización para introducir nada menos que 7.000 marines y toda clase de armamento, además de portaviones, helicópteros, buques anfibios, aviones de última generación, en la vecina Costa Rica. Por eso también la Cuarta Flota. El gobierno de Uribe cumple así un servicio de extraordinaria importancia para facilitar los planes destituyentes del imperialismo: incapaz de proteger su frontera de 586 kilómetros con Ecuador, a la que destina apenas 8 minúsculos destacamentos militares, y mucho más incapaz todavía de hacer lo propio en los 2.216 kilómetros que tiene la frontera colombo-venezolana, convertida en una zona liberada para narcos y paracos, trata por todos los medios de crear las condiciones que justifiquen la intervención militar norteamericana en América del Sur; en lo inmediato, mantener viva la tensión entre Colombia y Venezuela luego del recambio presidencial, evitar que Santos modifique la agenda de confrontación permanente con la revolución bolivariana instituida por Uribe y enlodar la cancha para que Chávez llegue desgastado y acosado internacionalmente a las elecciones de finales de septiembre. Preocupado por su futuro y agobiado por el espectro de Noriega pudriéndose en una cárcel gringa o de una querella planteada ante la Corte Penal Internacional, Uribe se esmera hasta el último día de su mandato para mostrar su total sumisión a los dictados de los imperialistas. Por eso es importante desenmascarar al denunciante, y exigir la pronta intervención de la UNASUR para desbaratar los planes de Washington en Nuestra América. Este no es un tema para la OEA (que además no supo desbaratar la provocación uribista) sino para la UNASUR, que será puesta a prueba con este incidente. Es de esperar que esta naciente organización de los países suramericanos actúe de inmediato, ya mismo, porque de lo contrario puede ser demasiado tarde para evitar las graves consecuencias de todo orden que tendría la consumación del proyecto belicista de los Estados Unidos, implementado por Washington y sus proxys latinoamericanos.
4.
Tras dos años y medio de haber retomado el control del país, el Gobierno sandinista está logrando revertir el deterioro económicos y social en el que dejaron a Nicaragua 16 años de regímenes neoliberales y pro estadounidenses.
Cuando en enero de 2007 los sandinistas, encabezados por el presidente Daniel Ortega retomaron el poder, encontraron una Nicaragua devastada por la pobreza, la insalubridad y la desatención social mientras sólo 12 familias acaparaban las riquezas del país.
Hay que hacer un poco de historia y recordar que el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) derrocó en julio de 1979, mediante una masiva lucha guerrillera, a la dictadura somocista que se había adueñado del país en 1936 mediante un golpe de Estado fraguado por Estados Unidos.
La familia Somoza (primero el padre, Anastasio Somoza García, y después sus hijos) era la mayor latifundista, a la cual pertenecía el 30% de las tierras. Entre los recursos que nutrían sus arcas aparecía el negocio de la cría de ganado con los respectivos mataderos, numerosas fábricas y recursos minerales. Era lógico que Nicaragua apareciera entre los países más pobres de América Latina.
Durante la gobernación del FSLN (1979-1990) y pese a la cruenta guerra que enfrentó, lanzada y organizada por Estados Unidos, se llevaron a cabo grandes campañas de alfabetización que alcanzaron a zonas remotas de su geografía, se estableció la atención médica gratuita y se inició una reforma agraria para beneficiar a las masas campesinas, entre otras medidas.
Al perder el Frente las elecciones generales debido al desgaste ocasionado por el conflicto y al bloqueo político y económico lanzado desde Washington, se sucedieron tres gobiernos de derecha que aplicaron y llevaron adelante las políticas neoliberales y de privatización diseñadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) que provocaron graves afectaciones a los programas sociales antes instaurados.
El analfabetismo, que prácticamente se había erradicado con el sandinismo, afectaba en 2007 al 35% de la población y 800.000 niños se encontraban fuera del sistema escolar.
En ese mismo año, la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) informó de que Nicaragua exhibía el índice más alto de desnutrición de Centroamérica con más de 1.400.000 personas, en su mayoría niños.
Los regímenes neoliberales (Violeta Chamorro 1990-1996, Arnoldo Alemán 1997-2001 y Enrique Bolaños 2002-2007) vendieron el país al mejor postor y dejaron al 80% de las personas en la pobreza, 45% en la indigencia, sin derecho a la atención médica ni a la educación.
En los 16 años, las compañías transnacionales se adueñaron de más de 350 empresas estatales, fundamentalmente las principales de los sectores financieros nacionales como la generación de electricidad, teléfonos, bancos, agua, construcción.
En solo 2 años y medio de haber retomado el poder, el FSLN ha logrado revitalizar la generación eléctrica en el país con la ayuda de Venezuela y Cuba (los apagones eran hasta de 16 horas diarias); la nación se declaró libre de analfabetismo después de una ardua campaña con la utilización del método cubano Yo Si Puedo.
Pese a los tiempos de crisis económica mundial, Nicaragua ha estado creciendo a un ritmo promedio de 2% del Producto Interno Bruto.
Asimismo, las exportaciones nicaragüenses aumentaron el 34,9% en el primer semestre de 2010 en relación con 2009, según indicó el Centro de Trámites de las Exportaciones (Cetrex).
De enero a junio las ventas al exterior alcanzaron 1.006 millones de dólares, superior en 260 millones con respecto a igual período de 2009.
Aunque Estados Unidos continúa siendo el principal destino de sus exportaciones, Venezuela ya aparece en el segundo lugar al incrementarse sus intercambios en los dos últimos años, después de la entrada de Managua en la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).
En cuanto a los avances sociales, la salud se ofrece en forma gratuita a la población y en este mes el Gobierno inauguró 16 hospitales y policlínicas acondicionadas con equipos de alta tecnología.
Mediante la Operación Milagro, auspiciada por Cuba y Venezuela, miles de ciudadanos, sin costo alguno, han podido recobrar o mejorar la visión.
La operación Todos con Voz ha recorrido toda la geografía del país centroamericano para analizar, descubrir y atender a personas con discapacidad o cualquier otro problema de salud.
Numerosos son los esfuerzos económicos que ha realizado el Gobierno sandinista para sacar a su pueblo del enorme sitial de pobreza que le han dejado los regímenes coloniales, neocoloniales y neoliberales a lo largo de su historia.
No obstante, resulta sintomático que el Fondo Monetario Internacional (FMI) mediante una declaración recientemente emitida por su Consejo Ejecutivo, pida (para no decir, exija) al “Gobierno de Nicaragua que resista las presiones para aumentar el gasto” y la organización se sienta “preocupada por el aumento de los salarios de los empleados públicos”.
Los tiempos han cambiado. Ya el Fondo no puede imponer políticas neoliberales a la usanza de los anteriores gobiernos neoliberales.
Nicaragua esta renuente a padecer la situación de principios de este siglo cuando el director de Proyectos y Capacitación de la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH), en 2008 la definió de la siguiente forma:
“La pobreza la vemos día a día, en la gente que llega a los hospitales públicos con altos niveles de desnutrición, cuando vemos que un millón de niños queda afuera del sistema educativo cada año, o un cuarto de millón trabajan en las calles, además de padecer una creciente explotación sexual de los menores".
Los comentarios huelgan.
5.
No diré que los imperialistas yanquis y europeos son unos torpes crónicos, pero sí que el ansia de lucro y poder les convierte muy a menudo en individuos carentes de raciocinio. En Cuba, la oligarquía nacional y extranjera siempre tuvo mucha fuerza, cierto, pero fortaleza no es sinónimo de inteligencia. Cegados por su parásita codicia pusieron en serio riesgo el mantenimiento de sus inmensos e injustos privilegios, tanto que, por querer más y más, finalmente acabaron perdiéndolos todos. Los imperialistas y sus obedientes lacayos apretaron demasiado la soga alrededor del cuello de los oprimidos, y éstos, sencillamente, no tuvieron otra alternativa que recurrir, con éxito, al único método eficaz que les quedaba para alcanzar la soberanía de la nación y hacerse con las riendas de su propio destino: el reinicio de la Guerra Necesaria. A eso obedeció el asalto al Cuartel Moncada aquel 26 de Julio de 1953 cuyo autor intelectual, sabemos, fue José Martí.
Y es que todo maltrato tiene su límite. Existen maltratos soportables y maltratos insoportables. Si la población “maltratable” es maltratada con “moderación”, el maltratador podrá adquirir pingües beneficios económicos, y al maltratado difícilmente se le ocurrirá rebelarse contra el maltratador de forma decidida y contundente. Es decir, seguirá permitiendo el maltrato a cambio de las migajas que le permitan creer que vive a un nivel de vida más o menos aceptable. E incluso, en algunos casos, tendrá palabras de agradecimiento para su maltratador porque éste, “con su bondadoso y arriesgado esfuerzo me está dando de comer todos los días”. Pero, insisto, la parásita ambición de los históricos maltratadores es insaciable, y ésta no les permite ver más allá de sus propias narices; así está el mundo como está, que estallan conflictos por doquier todos los días.
La población cubana siempre fue extremadamente maltratada por la colonia española, primero, y por la neocolonia yanqui después. Por eso el pueblo cubano se rebeló repetidas veces contra el colonialismo español y el imperialismo yanqui. Con el grito de Yara -10 de octubre de 1868- se inició la Guerra de los Diez Años. Ésta finalizó tras la firma de un pacto indigno –el del Zanjón, 10 de febrero de 1878-, aunque un grupo de insurrectos, con Antonio Maceo a la cabeza, salvó la honra del pueblo con la protesta de Baraguá del 15 de marzo de 1878. Año y poco después, el 26 de agosto de 1879, la guerra Chiquita estalló en Santiago de Cuba. Ésta guerra la conocemos con el nombre de “Chiquita”, ya que fue la más corta de las tres desatadas durante la época colonial. Pero no lo fue tanto porque se combatió hasta 1881, y los muertos, heridos y prisioneros se acercaron a los 6.300. Aunque este intento no fructificó, sirvió para mantener vivo el espíritu de combate. Después, tras diecisiete años de “tregua fecunda” o “período de reposo turbulento”, el 24 de febrero de 1895, en Baire, estalló la ya mencionada Guerra Necesaria ideada por Martí. No por gusto, al cabo de la “tregua fecunda” el Apóstol dijo de Cuba que era “un presidio rodeado de agua”. Y anteriormente dejó escrito: “Para que la isla sea estadounidense no necesitamos hacer ningún esfuerzo, porque, si no aprovechamos el poco tiempo que nos queda para impedir que lo sea, por su propia descomposición vendrá a serlo. Eso espera este país y a eso debemos oponernos nosotros”.
Con Martí y Maceo caídos en combate, y el anexionista Tomás Estrada Palma adueñado de la dirección política de la guerra sin que fuera efectivamente elegido; con la intervención yanqui de 1898, la disolución del Partido Revolucionario Cubano a final de aquel mismo año –eliminando de esa manera la unidad ideológica de la Revolución-; con la disolución igualmente del propio Ejército Libertador, así como de la Asamblea General de Representantes de la Revolución, Cuba siguió en manos extranjeras, ya que de las garras españolas pasó a las estadounidenses.
En 1901 se aprobó una Constitución a medida de los imperialistas yanquis, a la que además, como apéndice de la misma, se le impuso la Enmienda Platt, que permitía al Gobierno estadounidense intervenir militarmente en Cuba siempre que lo considerara necesario; de hecho llegaron a intervenir entre 1906 y 1909 y desde 1917 hasta 1922. La Enmienda Platt también permitió la cesión de parte del territorio nacional –la porción de Guantánamo que hoy todavía permanece ilegalmente ocupada- para, según su sarcástico artículo séptimo, “mantener la independencia de Cuba y proteger al pueblo de la misma, así como para su propia defensa”. Finalmente, con la firma del Tratado Permanente y el Tratado de Relaciones Comerciales se oficializó la dependencia política y económica de Cuba con respecto a los Estados Unidos. La Revolución quedó pospuesta, y el pueblo cubano siguió sufriendo sobremanera.
Entre 1920 y 1930 –llamada por Juan Marinello como “La Década Crítica”-, se rescató la conciencia nacional de inspiración martiana y antiimperialista. A esta importante época pertenece el surgimiento de la Protesta de los Trece, el Movimiento de Veteranos y Patriotas, el Grupo Minorista, la Federación Estudiantil Universitaria, la Universidad Popular José Martí, la Confederación Nacional Obrera de Cuba y el primer Partido Comunista de Cuba; emergiendo como protagonistas de estos hechos tan importantes nombres no menos importantes para la historia como el ya nombrado Marinello, Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena, Pablo de la Torriente Brau, el “Canciller de la Dignidad” Raúl Roa, Antonio Guiteras...
Derrocada el 12 de agosto de 1933, la sangrienta dictadura de Gerardo Machado –el “asno con garras”, al decir del citado Rubén- por la lucha revolucionaria del pueblo –la Revolución del 30-, el 29 de mayo de 1934 quedó abolida la Enmienda Platt y con ella también cesaron los desembarcos de marines y las injerencistas notas diplomáticas. Así acabó la era del protectorado (1902-1934), el régimen semicolonial de dependencia que sustituyó a la anexión, y se iniciaron los tiempos de la neocolonia (1934-1958) no mucho mejores, como demuestra la historia.
Con Machado derrocado, los yanquis trataron de prolongar el machadismo sin Machado. Pero el 4 de septiembre de 1933 se instaló en el poder, por primera vez en la historia de la republica plattista, un gobierno producto de un golpe revolucionario que, obviamente, no contó con la anuencia y aprobación de los Estados Unidos, sino todo lo contrario. El nuevo gobierno contó con el respaldo mayoritario del pueblo, y, por supuesto, con la acérrima oposición del gobierno imperialista, así como de los politiqueros y la oligarquía nacional. Pronto dictó leyes de carácter social, llegando a intervenir la compañía estadounidense de electricidad.
Pero los Estados Unidos no podían tolerar un gobierno nacionalista y popular en Cuba -que ya había rechazado la Enmienda Platt al no jurar la Constitución de 1901-, y no tardaron en comenzar a tramar, desde su embajada en La Habana, una conspiración con la reacción del país y el concurso traicionero del entonces jefe del ejército, Fulgencio Batista. Mientras tanto, amenazante, la flota de guerra yanqui rodeaba las costas cubanas.
El “Gobierno de los Cien Días” no consiguió sostenerse, y acabó cediendo el poder el 18 de enero de 1934. Una lástima, sin duda, porque, como dijera el Che, “revivió, en una de las épocas más oscuras de Cuba, todos los ideales de la generación anterior, que fueron frustrados después de 1898” y “volvía a tomar el espíritu de aquellos mambises…”
Estados Unidos utilizó a Fulgencio Batista para instaurar la república neocolonial en 1934, y lo utilizó otra vez colocándolo al frente del gobierno tras el golpe militar del 10 de marzo de 1952. “No fue suficiente la traición de enero de 1934… el pueblo sintió que había retrocedido veinte años de historia patria” –expresó Fidel en La historia me absolverá.
Por la vía electoral estaba claro que no existían posibilidades de tomar el poder. La Plataforma Programática del Partido Comunista de Cuba lo dijo de esta manera: […] “el imperialismo y los sectores más reaccionarios de las clases dominantes nativas, temerosos de las fuerzas de las masas, no estaban dispuestos a permitir el triunfo electoral de los candidatos que contaban con el respaldo de las mayorías nacionales, lo cual no habría implicado un cambio social, pero sí la barrida de la pandilla gobernante de turno, abriéndose nuevas perspectivas de lucha”.
Así lo entendió en su momento la llamada Generación del Centenario que, afortunadamente, tenía bien aprendida la lección del Maestro: “Un hombre que se conforma con obedecer a leyes injustas, y permite que le pisen el país en que nació los hombres que se lo maltratan, no es un hombre honrado. […] En el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro, como ha de haber cierta cantidad de luz. Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Ésos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana...”
El 28 de enero de 1953, José Martí cumplió 100 años de nacido. “Parecía que el Apóstol iba a morir en el año de su centenario, ¡tanta era la afrenta!” –expresó Fidel en su alegato del 16 de octubre de aquel mismo año-. “Pero vive, no ha muerto –continuó diciendo-, su pueblo es rebelde, su pueblo es digno, su pueblo es fiel a su recuerdo […] ¡Cuba, qué sería de ti si hubieras dejado morir a tu Apostol!”
Efectivamente, José Martí no murió el año de su centenario, todo lo contrario. Con las primeras luces del día 26 de julio de 1953, un grupo de jóvenes dirigidos por Fidel Castro Ruz asaltó los cuarteles Moncada de Santiago de Cuba y Carlos Manuel Céspedes de Bayamo. Estos hechos supusieron el reinició la Guerra Necesaria de 1895, la continuidad, en definitiva, de la Revolución iniciada en 1868. Debido a algunos contratiempos, los asaltantes fracasaron militarmente, pero nunca políticamente. Prueba de ello es que, cinco años, cinco meses, cinco días y 20.000 compañeros caídos después, la contundente victoria del Ejército Rebelde liberó al pueblo de Cuba de sus gruesas y oprobiosas cadenas.
Más sobre el 26 de julio: http://www.rebelion.org/
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