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lunes, 26 de abril de 2010

La Psicosis de Ponciano


Farabunterra

PARA LAS Y LOS LECTORES DEL MUNDO



En su visión postrera vio que todo lo que había hecho lo había hecho bien ante sus ojos; pero mal ante los de los demás. Vio a los que un día consideró sus amigos darle la espalda e irse riendo creyendo haberlo engañado. No se inmutó. Agarró sus pinturas y sus escritos e hizo una pira donde se consumieron todos los esfuerzos de una vida que le dio la alegría, de haberle permitido el esfuerzo de pintar y de escribir a lo largo de la mayor parte de la existencia. De todas formas -se dijo-, son capaces únicamente de consumir lo anti axiológico.

Vio la inmensa caravana de humanoides con los cuales se vio forzado a compartir el efímero espacio de la vida y comenzó a ver el interior del bestiario por lo que en realidad es. Así vio desfilar ante sus asustados ojos a falaces religiosos y vio sus almas llenas de odio y corrupción, ladrones con devoción, sus talegos llenos de odio y de ignominia, cruzados de eterno medievalismo. Vio en las putas a la juventud incomprendida y en las monjas, a putas escondidas, vio en los mandatarios a traficantes autorizados, a criminales con poder e ignorantes con títulos comprados, en los periodistas de la prensa magnicida, a fabricantes permanentes de mentiras.

Examinó la vida. Pensó que lo que puede ser una alborada de alegrías se convierte en vorágine de heridas. Como todo nihilista, negó la moral y la ética impuesta por falsa y a los dioses como la inoperatividad de la física para dar lugar a respuestas metafísicas en consecuencia, insatisfactorias por anti científicas. Vio en lo artistas a una fraternidad ontológicamente incomprendida y en los obreros a verdaderos productores de la vida y sin embargo; explotados por falta de desarrollo del pensamiento revolucionario causado por las manipulaciones propagandísticas del sistema explotador y por los líderes seudo revolucionarios.

Vio a los seudo revolucionarios sin sus máscaras y determinó que son peores que los enemigos declarados de los pueblos ya que los últimos son conocidos y por ende odiados y los primeros son odiados después de descubiertos; pero los males causados son mucho más que los causados por el enemigo declarado.

Vio a los lacayos y se dio cuenta que es la parte más sucia de la especie ya que pareciera que genéticamente están programados para limpiaculos y para obedecer la orden más estúpida emitida por el más imbécil de los imbéciles perteneciente a la misma jauría nada más que con poder, por equívocos de la vida.

Lo vio todo y vio con tristeza a los trabajadores dignos con sus miradas fijas, incapaces de levantarse contra el sistema y comprendió que no pertenecía ni al espacio ni al tiempo ni aun a la especie y se marchó entre las brumas, consciente de que la luz nada más era espejismo y no sintió tristeza al dejar atrás el inmenso colectivo de frutos sin mañana.

Ah la sociedad! Convertida en una jauría pavloviana salivando por un hueso, incapaz de liberarse del sistema de trabajo forzado y del espejismo consumista. Una sociedad con un complejo de inferioridad del tamaño del sol, sin brillo, sino con la angustia de buscar “ser”, sin lograrlo, una sociedad putrefacta y perdida en los senderos de la ignominia total, incapaz de la siembra y la cosecha colectiva. El hombre, único animal capaz de odiarse así mismo.

Paul Fortis

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