Si no eres capaz de amarlas no eres capaz de amarte a ti mismo ni des ser amado.
Del telúrico corazón de la preñada montaña baja la incansable hembra con su cántaro vacío para regresar al rato llena de luz y rocío. En la alforja campesina lleva las flores del día, un pequeño haz cedrino y las semillas de vida.
Con los primeros luceros se levanta el compañero, machete bien afilado, su tecomate y su alforja para regresar bien tarde con su salario ganado, que si no fuera por ellos nunca fuera asalariado y viviría como antes para todos la fortuna repartiéndose los frutos entre toda la comuna.
Así la madre en el pueblo se levanta a buenas cinco y comienza con ahínco el trajinar de la vida: viste niños, alimenta, limpia casa, lava ropa, va al trabajo miserable para volver por la tarde como una piltrafa rota.
Va la maestra a la escuela, la empleada a la oficina, pobres víctimas violadas a la vuelta de la esquina.
Así, se va a la maquila, al servicio, la hembra a la burrocacia a tornar sus frescas vidas en una eterna desgracia.
La explotación y el dolor se convierten en secuela y el salario no alcanza para alimentar los hijos, contimás para mandarlos por un día a la escuela.
Así, miseria y dolor construyen oscura ruta convirtiendo a nuestras niñas en infantes prostitutas.
Así, la madre soltera sin ningún trabajo fijo tiene que vender su cuerpo para alimentar sus hijos.
Ay! que ingrata sociedad, como una osa dormida, no mueve siquiera un pelo para mejorar la vida. Solo la infame promesa, prometer lo que haremos y al final de la jornada resultan haciendo nada.
Así seguimos llamando a nuestras hermanas “Putas” obviando que es el sistema semejante hijo de puta.
Ante tanta injusticia de la inmunda satrapía deja rancho, calle, oficio y se mete a la guerrilla.
Es tu madre, es mi madre, creadora universal, la que por amor se entrega para continuar la vida infinita… eternal.
Paul Fortis
No hay comentarios:
Publicar un comentario