Rafael era poseedor de una inteligencia extraordinaria, segundo bachiller de la república y el primero en la Universidad, hablaba y escribía inglés perfecto. Fue su inteligencia la que resolvió aquel complejo problema. Hizo una gira y se reunió con campesinos de Morazán, Usulután, San Vicente, Chalatenango, Santa Ana y La Unión. Sus conclusiones fueron contrarias a lo que la izquierda pensaba y la derecha temía, sostuvo que no eran los jornaleros de las grandes haciendas el centro de gravedad de una rebelión; planteó que la clave eran los campesinos minifundistas medios y pobres de Morazán, San Vicente y Chalatenango.
Rafael murió en combate un 26 de septiembre, hace treinta años, en el municipio de El Carmen en La Unión. Un puñado de jóvenes con más indignación que entrenamiento militar tomamos por primera vez un puesto de la Guardia Nacional. Rafael no pudo conocer a su hijo, ni ver al país en paz y democracia, pero la brigada guerrillera que llevó su nombre y los combatientes de Morazán alcanzaron San Salvador en noviembre de 1989. Rafael fue parte de una generación de jóvenes educada en la excelencia, que abandonaron un futuro personal exitoso para rebelarse y transformar al país. Su imaginación e inteligencia junto a la de otros revolucionarios como Felipe Peña y Lil Milagro Ramírez, sentaron las bases de un movimiento que sólo estaba subordinado a buscar una vida mejor para los salvadoreños. Sin su influencia jamás se hubiese firmado una paz basada en el interés nacional y en un programa democrático.
Recopilaciones varias.
Rafael murió en combate un 26 de septiembre, hace treinta años, en el municipio de El Carmen en La Unión. Un puñado de jóvenes con más indignación que entrenamiento militar tomamos por primera vez un puesto de la Guardia Nacional. Rafael no pudo conocer a su hijo, ni ver al país en paz y democracia, pero la brigada guerrillera que llevó su nombre y los combatientes de Morazán alcanzaron San Salvador en noviembre de 1989. Rafael fue parte de una generación de jóvenes educada en la excelencia, que abandonaron un futuro personal exitoso para rebelarse y transformar al país. Su imaginación e inteligencia junto a la de otros revolucionarios como Felipe Peña y Lil Milagro Ramírez, sentaron las bases de un movimiento que sólo estaba subordinado a buscar una vida mejor para los salvadoreños. Sin su influencia jamás se hubiese firmado una paz basada en el interés nacional y en un programa democrático.
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