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miércoles, 24 de marzo de 2010

Así matamos a monseñor Romero

Submitted by admin on Tuesday, 23 March 2010No Comment
Así matamos a monseñor Romero

El mayor D´Aubuisson fue parte de la conspiración para asesinar a monseñor Romero, aunque el tirador lo puso un hijo del ex presidente Molina, dice el capitán Álvaro Saravia. 30 años después, él y otros de los involucrados reconstruyen aquellos días de tráfico de armas, de cocaína y de secuestros. Caído en desgracia, Saravia ha sido repartidor de pizzas, vendedor de carros usados y lavador de narcodinero. Ahora arde en el infierno que ayudó a prender aquellos días cuando matar “comunistas” era un deporte.

Comienza a leer despacio, en voz alta: “Algunos años después de asesinar a monseñor Romero, el capitán Álvaro Rafael Saravia se quitó el rango militar, abandonó a su familia y se
 mudó a California”. En la mano sostiene varias páginas con la impresión de una nota periodística publicada hace cinco años. Se reacomoda los lentes -dos grandes vidrios sostenidos por un alambre-. Tiene las uñas rotas y sucias, y los ojos muy abiertos y agitados. Alertas. Vuelve a leer el primer párrafo. “Algunos años después de asesinar a monseñor Romero, el capitán Álvaro Rafael Saravia…” Hace una pausa y repite ese nombre, que no ha dicho en mucho tiempo: “El capitán Álvaro Rafael Saravia”.

Levanta la cabeza y me mira fijamente.

-Usted escribió esto, ¿verdad?

-Sí.

-Pues está mal.

-¿Por qué?

-Aquí dice “Algunos años después de asesinar a monseñor Romero”. Y yo no lo maté.

-¿Y quién lo mató?

-Un fulano.

-¿Un extranjero?

-No. Un indio, de los de nosotros. Por ahí anda ese.

-Usted no disparó, pero participó.

-30 años y me voy a morir perseguido por eso. Sí, claro que participé. Por eso estamos hablando.
Presione aqui para leer la entrevista completa en El Faro

Clic aqui para leer tambien “Los Escuadrones de la Muerte”

Amnistía Internacional urge al país revocar la Ley de Amnistía

Submitted by admin on Wednesday, 24 March 2010No Comment
Amnistía Internacional urge al país revocar la Ley de  Amnistía

“Es inaceptable que los responsables por miles de desapariciones, asesinatos y torturas no han tenido que rendir cuentas por sus crímenes”, afirmó Kerrie Howard, directora adjunta del Programa Regional de AI para América.
Por Redacción La Página.

Amnistía Internacional (AI) urgió este día a las autoridades de El Salvador a revocar la ley de amnistía que protege a los responsables de los crímenes de la guerra civil que asoló el país de 1980 a 1992.

Asimismo instó a las fuerzas de seguridad a cooperar con cualquier investigación permitiendo a sus autores un acceso completo a sus archivos, en un comunicado difundido en Londres.

“Es inaceptable que los responsables por miles de desapariciones, asesinatos y torturas no han tenido que rendir cuentas por sus crímenes”, afirmó Kerrie Howard, directora adjunta del Programa Regional de AI para América.

“La ley de amnistía debe ser revocada urgentemente y deben iniciarse investigaciones completas”, agregó.
La Ley de Amnistía de 1993 bloqueó todas las investigaciones sobre masacres y otros crímenes de lesa humanidad cometidos durante el conflicto bélico, que dejó más de 75 mil muertos, cerca de 7 mil desaparecidos y pérdidas económicas por valor de 1.579 millones de dólares.

Durante el conflicto armado, tanto las fuerzas guerrilleras como el ejército y grupos de ultraderecha cometieron crímenes, como la muerte de los jesuitas, los asesinatos de los alcaldes, la masacre de los marines en la zona rosa, la muerte de intelectuales de derecha, los asesinatis de activistas de derechos humanos, a desaprición de sindicalistas y otros.

A grupos de derecha e izquierda también se les atribuyen secuestros.

Aniversario

Amnistía Internacional recuerda que en noviembre pasado, El Salvador reconoció ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) su responsabilidad por la muerte de Monseñor Romero, pero lamenta que “no se han tomado medidas para investigar “.

Mañana se cumplen 30 años de la muerte del arzobispo de San Salvador Oscar Arnulfo Romero , asesinado por un francotirador el 24 de marzo de 1980 cuando oficiaba misa en un hospital de enfermos de cáncer.

Una comisión de la Verdad, creada por la ONU para investigar las atrocidades de la guerra civil, culpó como autor intelectual del asesinato al mayor del ejército y líder de derecha Roberto D’Aubuisson, quien murió en 1992.

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Sobre la beatificación de Monseñor Romero

José M.Tojeira

En los tiempos recios de la guerra a Mons. Romero se le acusaba de ser una persona débil de carácter, que había dividido al país y que tenía errores doctrinales. La propia Fuerza Armada publicó un folleto titulado «la Iglesia del pueblo nace en El Salvador», dedicado a exponer ese tipo de acusaciones.

Hoy ya nadie presta atención a esas tonterías. Pero cuando la causa de beatificación del arzo-bispo mártir avanza, aunque sea a paso excesivamente lento, se empieza a decir que la politización de su figura impide el avance del proceso vaticano. Y curiosamente quien más difunde esa idea es el periódico que en su tiempo daba espacio a los ataques más enconados contra Monseñor Romero, al que llamaba sin empacho obispo rojo y todas esas sandeces que solían usar quienes en el pasado justificaban el asesinato de quienes pensaban de modo distinto a ellos.

Sobre los procesos de beatificación en la Iglesia, aprovechando este tiempo «romeriano», es bueno hacer algunas aclaraciones. En primer lugar que cualquier comunidad cristiana tiene derecho a pedir la beatifi-cación de aquellas personas que hayan sido ejemplares y hayan despertado cercanía con el Evangelio de Jesucristo.

Posteriormente el servicio de la autoridad en la Iglesia debe investigar y analizar si la petición procede. Pero independientemente de la ideología que uno tenga, si es cristiano, tiene el pleno derecho a desear y pedir que se ponga en los altares a quien para él sea ejemplar en su radicalidad evangélica. Que gente de izquierda pida beatificaciones no es ni puede ser un obstáculo para beatificar a alguien.

Lo mismo que no lo es que gente de derecha lo pida. Llamar santo a alguien, o decir desde la libre opinión cristiana que alguien es mártir, no es nunca culto público, si no se utiliza dentro de la liturgia formal de la Iglesia. Si podemos decir de alguien, incluso estando vivo, que es un santo varón, cómo no poder decir de Monseñor Romero, o de Monseñor Rivera, que fue un arzobispo santo. Si bien no podemos ni debemos incluir en la liturgia eclesial advocaciones no autorizadas para el culto público, el derecho a opinar sobre la santi-dad o el martirio es un derecho claro de cualquier cristiano.

La santidad, y sobre todo el martirio, tiene siempre su dimensión política, entendida ésta en el sentido amplio de la palabra. Para los cristianos, los santos producen mejoría de la «polis», construyen «ciudad de Dios» en la tierra y hacen más humanos a los hombres y mujeres con quienes se relacionan. El martirio, por su parte, no puede explicarse plenamente sin verlo como una oposición claramente política, en su sentido amplio de nuevo, a la idolatría del poder.

La palabra mártir en su sentido actual en el cristianismo, nace a partir de quienes derramaron su sangre por negarse a reconocer a los emperadores romanos como señores de la historia. Bastaba con decir ante la estatua del emperador la simple y corta frase que reza: «el César es el Señor», para que el cristiano quedara libre de la muerte. Esta dimensión política del martirio no la puede olvidar la Iglesia. Porque es real, en primer lugar, y porque de olvidarla correría el peligro de justificar a quienes hoy siguen todavía idolatrizando el poder o algunas dimensiones del mismo.

Monseñor Romero fue enormemente crítico y firme ante la idolatría del poder (y por supuesto ante la del dinero), y en buena parte lo mataron por ello. Jamás justificó la violencia de nadie, como mecanismo de acceso y/o permanencia en el poder, y en ese sentido contrastaba con el medio ambiente político de su época, que confiaba excesivamente en los mecanismos violentos a la hora de hacer política. En ese sentido hay que reconocer que la dimensión política del martirio de Mons. Romero es muy clara y evidente. Nuestro arzobispo mártir propiciaba una política del bien común arraigada en la Doctrina Social de la Iglesia, pacifista y partidaria de enfrentar desde la conversión y el diálogo las injusticias estructurales y las violaciones sistemáticas de Derechos Humanos.

La continuación de este modo pastoral de actuar, por parte de Monseñor Rivera y Monseñor Gregorio Rosa, les valió también, a lo largo de la guerra civil, una infinidad de insultos, califica-ciones políticas, amenazas e incluso una petición tan absurda como subnormal, hecha al Papa por el Fiscal General de la República, solicitando que a ambos obispos se les sacara de El Salvador. La figura de Mons. Romero ha ido cobrando cada vez más luz y fuerza con el paso de los años.

No sólo ilumina nuevas dimensiones que deben estar presentes en la figura del obispo en la Iglesia Católica, sino que se ha vuelto ampliamente ecuménica. La confesión anglicana, tan cercana a la católica, lo considera un mártir del siglo XX. Y algo parecido piensan luteranos, bautistas y otras confesiones de larga tradición y raíz cristiana. En la Iglesia Católica Juan Pablo II insistió en que el obispo, en medio de la crisis mundial caracterizada por «una guerra de los poderosos contra los débiles», tuviera unas actitudes y características muy similares a las que tuvo nuestro santo arzobispo.

En realidad recuperó en el texto que citamos, la dimensión política amplia que tantos buenos obispos han tenido en América Latina. Y la dimensión política del martirio si se les asesina por ser voz de los pobres. En efecto, el Papa insiste en que ante los retos de nuestro mundo actual el obispo debe estar «afianzado en el radicalismo evangélico», está llamado a una enorme libertad para predicar la Palabra («parresía»), se le pide ser «profeta de justicia», «es defensor y padre de los pobres, se preocupa por la justicia y por los Derechos Humanos», recuerda que «si no hay esperanza para los pobres no la habrá para nadie, ni siquiera para los llamados ricos».

Y finalmente, para que el parecido sea mayor con Mons. Romero, «asume la defensa de los débiles haciéndose la voz de quienes no tienen voz para hacer valer sus derechos». Si Monseñor Romero no se merece la beatificación como mártir después de estas palabras de Juan Pablo II en su Exhortación Apostólica Pastores Gregis, será difícil encontrar en el futuro a un obispo que pueda ser beatificado como mártir.

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Comunidad Romero tendrá actos religiosos en Cripta

Beatriz Castillo
Redacción Diario Co Latino

La Comunidad Monseñor Romero de la Cripta de Catedral Metropolitana, desarrollará una serie de actividades culturales y religiosas el próximo 24 de marzo, en la conmemoración del martirio y asesinato del arzobispo.

La comunidad tiene previsto inicien las actividades desde las 8 de la mañana, con el saludo a Romero, en la cripta, donde se cantará el “corrido” preparado para el día.

Además, se tienen programados varios puntos artísticos y testimonios de gente que estuvo cercana a Romero, que conoció la historia y que ha trabajado bajo su guía en los últimos 20 años.

También se desarrollará la ponencia: “Las transformaciones necesarias en el país a la luz del pensamiento de Romero” ,a cargo de Fray Oscar Granados y el oficio de la misa a las 5:p.m.

Reina de Rivas, de las fundadoras de la comunidad, explicó que en el marco del martirio están promoviendo las actividades, para que los feligreses y los salvadoreños pueden ser parte de la “resurrección de nuestro mártir y pastor”.

“Para nosotros el día grande es el 24 de marzo, que es el propio día del martirio y estamos invitando a todos a participar. Monseñor logró que el evangelio viva” explicó de Rivas.

Mientras que Magaly Urrutia, también de las fundadoras, aseguró que la comunidad, todos los domingos, a través de la homilías trata de mantener viva la palabra del arzobispo mártir y por eso existe la motivación de organizar una agenda especial para el 24 de marzo.

“Estamos recordando a Monse-ñor Romero, renovando su espíritu a través de la liturgia que cada domingo preparamos. Entonces queremos decir que su presencia está en el pueblo, está en nosotros todo el año”, aseguró Urrutia.

Dentro de las actividades, se tiene programado que exista un espacio para brindar testimonios de algunas delegaciones internacionales, con lo que se confirma que Romero trascendió, ya no es sólo de El Salvador, sino del mundo.

Para el cierre de las actividades de ese día se desarrollará la eucaristía presidida por Mon-señor Samuel Ruiz, obispo emérito de las Casas de San Cristóbal, Chiapas, de México.

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MONSEÑOR ROMERO, OSCAR NUESTRO HERMANO, ARNULFO PROFETA!!!.

Submitted by admin on Tuesday, 23 March 2010No Comment
MONSEÑOR ROMERO, OSCAR  NUESTRO HERMANO, ARNULFO  PROFETA!!!.

Enredados en su sed, pululan los criminales
entre torturas, cuchillos o disparos, matan
envolviendo su hedor en su conciencia…
sanguinolenta conciencia.
Por Mariposa

Nuestro monseñor Romero
a poco mas de 30 años de tu crimen
todo o casi todo sigue igual
y tu palabra cada vez se vuelve vigente.

Asesinaron a Moisés, a Hector, a Juana,
a Francisco, a Paco, a fulana y a zutana
mientras tu grito de justicia
cubre lo largo y ancho del país.

Monseñor que pena decirte que
el crimen y la impunidad
siguen haciendo de las suyas en el
silencio sepulcral de la injusta justicia
como en aquellos años.

Tu palabra está despierta hermano Romero
tus homilías como campanadas en cada conciencia
vienen de mas de 30 años
Arnulfo profeta, pastor de los pobres.

Es una pena decirte que aún perduran las mafias de cuello blanco,allí siguen los trinquetes de los padres de la justicia, el poder legislativo nadando en la nada,
flotantes en aguas turbias algo así como si y no.

A mas de 30 años, nuestro querido pastor
se agiganta tu grito y se vuelve consigna, necesidad…
es tu voz un dedo en la llaga…braza encendida
chocando en el infernal y maquiavélico mundo
del poder económico, político y escuadronero.

Que pena monseñor, es como si nada pasó
matan y matan los asesinos y todo queda impune
cacarean y cacarean hablando de esto y lo otro
los dueños de la vida y la muerte en tu querido El Salvador
y el silencio y la infamia es la respuesta…
Es como si nada pasó.

La muerte sigue sorprendiéndonos
nos sume en la nada, nos atrapa
se burla de todo, nos hace musarañas
y la injusticia de la justicia obliga a callar;
terror, sometimiento, impunidad, crimen organizado!.

Ha! nuestro monseñor que pena escribirte quejas mas quejas
pero es que nos aqueja el silencio del poder
y para mí, quejarme ante vos es lo mas valioso
porque mi queja al amparo de tu voz
llegará hasta lo mas elevado del planeta.

Miles y miles han peregrinado en tus 30 años
después del martirio buscando tu luz…
siguiendo tus huellas…haciendo eco a tu palabra
traduciendo la misma aún en medio de la incertidumbre
del significado “vivir” en El Salvador.

Nuestro monseñor Romero
a poco mas de 30 años de tu crimen
todo o casi todo sigue igual
y tu palabra cada vez se vuelve vigente…necesaria
sabia…guía…Monseñor Romero, Oscar hermano.

(Por Mariposa).

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Fonoteca Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes  Saavedra




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Homilía de Monseñor Romero. 20 de enero de 1979


Entrevista telefónica entre Monseñor Romero (Roma) y Monseñor Urioste (San Salvador). 5 de febrero de 1980


Rueda de prensa ofrecida a los medios de comunicación. 10 de febrero 1980


Conclusión de la carta enviada al presidente Carter. 17 de febrero de 1980


Última homilía de Monseñor Romero. 23 de marzo de 1980

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