El hijo
de Robert Kennedy confirma que su padre
sabía que el magnicidio fue una
conspiración y consideraba una broma a
la Comisión Warren
Gabriel Molina Franchossi
El desenlace del
intento de golpe de Estado en junio de
1962 no dejó satisfecho al general Leman
Lemnitzer.Documentos secretos del exjefe del Estado Mayor Conjunto de Kennedy muestran que después de su traslado siguió conspirando con el jefe de las fuerzas de Estados Unidos en Europa, el general Lauris Norstad y otros oficiales de muy alto rango, para sabotear la política del Presidente.
Lyndon B. Johnson, la figura más favorecida con la muerte del presidente Kennedy. |
Para los conspiradores, JFK se iba convirtiendo, de real o supuesto adepto de la guerra, en adversario de ella.
Después de ese colapso primaveral de 1961 en Bahía de Cochinos, JFK comenzó a cuestionar la competencia de los jefes de la CIA y el Pentágono por la falta de rigor en la evaluación del Plan Pluto.
John F. Kennedy |
Robert Kennedy. |
Los senadores sospechaban que el jefe de estado mayor conjunto, general Lyman L. Lemnitzer, participaba en la conjura de Walker. En 1944 Lemnitzer encabezó con Allen Dulles las negociaciones secretas con los nazis en Ascona (Suiza) para preparar la capitulación de Alemania (Operación Sunrise) y participó en la crea-ción de la red de agentes nazis para luchar contra la URSS. Con esos apoyos de Lemnitzer, en particular los de Dulles y los Bush, el senador Gore no logró demostrar su responsabilidad en la conspiración que tanto pesó en los acontecimientos de 1963.
Los líderes de la tesis de bombardear e invadir a Cuba contaban también con otro encarnizado enemigo de los Kennedy, el jefe de la Fuerza Aérea, Curtis Le May, de quien se recordaba había provocado 250 mil muertos con sus salvajes bombardeos con fósforo vivo en Japón. ¿No es también esta un arma de guerra química?
Sus planes para arrasar todo Japón superaban a los provocados por los posteriores bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, para impedir que los rusos, quienes ya habían comenzado a invadir Japón, llegasen a Tokyo antes que el ejército de Estados Unidos, como había ocurrido con Berlín. Le May se volvió fanático del golpe atómico y presionó enormemente a JFK para dirigirlo primero contra la URSS y después, durante la crisis de octubre de 1962, contra Moscú y La Habana. Propuso hacerlo también contra Vietnam.
El hecho de que se haya ocultado y luego descubierto la presencia de Le May en el vuelo que conducía los restos del finado Kennedy, en el curso del cual juró Johnson como presidente, ha hecho renacer las sospechas de una criminal complicidad, unida a la denuncia de su presencia y sus palabras en el festejo la víspera del crimen de Dallas que ha sido calificada como la coordinación final del magnicidio.
Lyndon B. Johnson, la figura más favorecida con la muerte del Presidente, no dudó en dejar sin efecto, solo horas después del asesinato, una de las últimas decisiones de Kennedy: terminar con la guerra de Vietnam. Veinte días después desautorizó también el plan de JFK de normalizar las relaciones con Cuba, lo cual había acelerado probablemente la decisión de matarlo.
El 12 de diciembre de 1963 Johnson enterró los contactos de Kennedy con Fidel, al negarse a aprobar la iniciativa de Robert Kennedy, aún secretario de Justicia, quien urgió al canciller Dean Rusk, a dejar sin efecto la prohibición a los norteamericanos de viajar a Cuba que consideraba inconstitucional. "Es impracticable arrestar, acusar y comprometerse en persecuciones de mal gusto contra los ciudadanos que buscan viajar a Cuba", sentenció RFK en su memorándum desclasificado en el año 2005, tres años antes de que Obama fuera elegido presidente.
Es tema de sospecha universal que Johnson haya designado nada menos que a Allen Dulles, uno de los siniestros personajes que odiaban a JFK, para presidir la Comision Warren que desinformó más que investigó el magnicidio. El exjefe de la CIA fue el funcionario más importante destituido por Kennedy después de Girón.
Robert Kennedy Jr., hijo del también asesinado candidato a la presidencia en 1968, actualizó el pasado mes de septiembre la convicción de su familia sobre la conspiración. Interrogado por la revista Paris Match, en ocasión del próximo 50 aniversario del magnicidio, denunció que "más de un millón de documentos ligados al hecho no han sido desclasificados. Eso es un obstáculo a la verdad. De todos modos, el examen profundo de los elementos de la encuesta existentes, son suficientes para señalar a los probables sospechosos —añadió— para demostrar que se trata efectivamente de un complot y no la acción de un tirador solitario...
"En sus declaraciones públicas, mi padre apoyaba los trabajos de la Comisión Warren, pero en privado, afirmaba que la Comisión Warren era una broma y que sus conclusiones eran una muestra de un trabajo para salir del paso.
"Al día siguiente del asesinato de mi tío, mi padre perdió el control sobre la parte investigativa del Depar-tamento de Justicia. Al patrón del FBI, J. Edgar Hoover, le molestaba enormemente que mi padre lo obligase a pasar por él para acceder al Presidente. Después del atentado de Dallas más nunca le dirigió la palabra".
De hecho, Hoover manifestó de ese modo sentimientos de odio a los Kennedy que compartía con Dulles. Robert se impresionó con el modo en que Hoover le comunicó la terrible noticia del asesinato de su hermano y lo comentó con su gente de confianza; sintió como que Dulles se alegraba. En realidad, Hoover aborrecía a los hermanos y estos correspondían de modo idéntico. Desde el principio comentaron que Hoover chantajeaba a políticos y funcionarios con los dossiers de delicadas informaciones que almacenaba de cada uno, lo cual complicaba sustituirlo como pensaban era una necesidad cuando fue electo JFK.
La situación alcanzó el clímax cuando Hoover fue a almorzar con ellos el 22 de marzo de 1962 y en el comedor de la Casa Blanca les dijo en tono confidencial que tenía "evidencia desagradable" del indiscreto affair del Presidente con una joven belleza nombrada Judy Campbell, quien le fue presentada a JFK por Frank Sinatra.*
Hoover sabía que Kennedy, aparentemente desconociéndolo, estaba compartiendo una amante nada menos que con el gángster Sam Giancana.
Robert Kennedy Jr. también confirmó que su padre, en uno de los últimos mítines de su campaña presidencial anunció, a preguntas de un estudiante, que se proponía reabrir la investigación del asesinato del Pre-sidente.
Haber perdido su hermano era lo que contaba más en su vida. Tanto que estaba decidido a dedicar el resto de ella a decir la verdad, expresó el hijo de Robert, para confirmar las verdaderas opiniones de su padre, reveladas por colaboradores del también asesinado Kennedy y escamoteadas por quienes se refugian aún en una supuesta razón de seguridad del país. Tal vez sea porque George Bush es el más importante y casi único sobreviviente del crimen del siglo.
*David Talbot: Brothers, Simon & Shuster, New York, 2007, pp. 139-140.
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