¿Podríamos traer de vuelta a especies extintas hace miles de años?
Gracias a los avances en el campo de la genética, la idea de
resucitar animales extintos ya no parece gravitar tan lejos de nuestras
posibilidades.
Quizá un día, en lugar de ir de paseo al zoológico para contemplar
las cebras, rinocerontes o leones, puedan ser vistos en todo su
esplendor ejemplares de mamuts lanudos, felinos de dientes de sable,
perezosos de Shasta y de otros tantos gigantes de la Era de Hielo.
Tras una expedición en el Ártico, realizada a principios de mayo del
presente año, la Sociedad Geográfica rusa y especialistas de la
Universidad Federal del Noreste (cuya sede radica en la ciudad de
Yakutsk, Siberia oriental) aseguran estar cerca de lograr tal proeza.
Los investigadores analizaron la carcasa bien conservada de una
hembra de mamut lanudo, que había sido localizada en agosto pasado en el
islote de Maly Liajovski, en el océano Ártico ruso. Y, para sorpresa de
todos, fueron capaces de recuperar sangre líquida de sus venas.
El jefe del equipo científico, Semen Grigoriev, declaró a la agencia
AFP que el animal cuando murió, hace 10 000 o 15 000 años, tenía unas
seis décadas de vida.
«Descubrimos mamuts en Rusia casi todos los años, pero esta
expedición permitió encontrar por primera vez una hembra en muy buen
estado de conservación. Cuando rompimos el hielo bajo su abdomen, fluyó
sangre, muy oscura. Y los tejidos musculares estaban rojos, del color de
la carne fresca. Es el caso más sorprendente que he visto en mi vida»,
relató el experto.
Según Grigoriev, todo parece indicar que el mamut cayó en un pozo de
agua o en un pantano, probablemente hasta la mitad de su altura, y la
parte inferior del cuerpo se congeló en el agua. Asombrosamente, los
fluidos se conservaron bien a pesar de haber permanecido en temperaturas
muy por debajo de cero grados Celsius.
«Este descubrimiento nos da posibilidades reales de encontrar células
vivas que pueden permitir concretar el proyecto de clonación de un
mamut», explicó el especialista.
En caso de que lo lograsen, el núcleo de las células del ejemplar
prehistórico sería transferido a óvulos de elefante con el objetivo de
producir embriones con ADN de mamut, que serían luego colocados en el
útero de una elefanta.
No obstante algunos expertos no se muestran del todo convencidos ante
la posible clonación del animal extinto debido a la relativa calidad de
la muestra.
«Lo que es la noticia aquí es que tienen el líquido», comentó a la
cadena de televisión NBC Stephan Schuster, biólogo de la Universidad
Estatal de Pensilvania, Estados Unidos, quien contribuyó a descifrar el
genoma completo del mamut lanudo hace varios años.
«Aunque esto también podría ser agua que ahora se está derritiendo y
se está descomponiendo con compuestos orgánicos que se encuentran en la
carcasa», sostuvo el biólogo.
Sí es posible
En 2003 nació por primera vez un clon de la extinta cabra montesa
pirenaica (Capra pyrenaica), a partir de una muestra de tejido congelado
que se logró recolectar antes de que la especie desapareciera en el año
2000. Aunque el recién nacido sobrevivió apenas siete minutos, algunos
científicos vieron en ese ejemplar una esperanza para traer de regreso a
animales que desaparecieron para siempre de la Tierra.
Al decir de la publicación LiveScience, no son pocos los
investigadores que confían en resucitar especies que murieron hace miles
de años, siempre y cuando exista suficiente ADN intacto.
Dicho ADN —afirman— no necesita obligatoriamente ser conservado en
condiciones árticas para ser útil. De hecho se ha logrado reunir los
genomas de especímenes que habían sido colocados en museos durante
décadas.
Así lo evidencia un equipo de la Universidad de Harvard, Estados
Unidos, quienes están intentando revivir a la paloma migratoria, que
alguna vez llenó los cielos del este de Norteamérica, a partir del ADN
de un espécimen disecado hace cien años.
Hasta la fecha han sido capaces de reconstruir aproximadamente mil
millones de nucleótidos en el genoma del ave. Luego piensan incorporar
esos genes en el genoma de una paloma bravía común para traer de vuelta a
la migratoria.
Otro intento similar ocurrió hace algunos años, cuando otro grupo de
científicos aislaron ADN de una muestra de tilacino joven, conocido como
tigre de Tasmania, que había sido conservada durante un siglo. El
material genético se insertó en embriones de ratón y demostró ser
funcional.
No obstante, pese a los intentos con resultados optimistas, una parte
de la comunidad científica internacional cuestiona la conveniencia de
revivir especies extintas.
Uno de ellos es Stuart Pimm, investigador de Duke University, quien
en un artículo para la revista National Geographic argumentó que estos
esfuerzos serían una «pérdida colosal», si luego no se supiese dónde
ubicar a los ejemplares.
Otra de las preocupaciones del investigador es que este proceso
pudiera crear la falsa impresión de que solo la ciencia puede salvar a
todas las especies en peligro, convirtiendo esta iniciativa en el centro
de atención de la conservación, en detrimento de otras, como la
salvaguarda de sus hábitats.
Tremenda «cola»
Teniendo en cuenta que, además de los mamuts lanudos, el listado de
animales que se extinguieron desde la prehistoria hasta hoy parece
interminable, resultaría difícil decidir cuáles especies traer a la vida
nuevamente y cuáles no.
Motivada por esta disyuntiva, la publicación New Scientist elaboró
una selección de diez candidatos, analizando no solo la posibilidad
objetiva de que pueda realizarse, sino también el carisma de cada
especie.
El primer lugar lo ocupa el Hombre de Neandertal (
Homo neanderthalensis),
extinto hace unos 30 000 años y que convivió con los humanos modernos.
Las posibilidades de clonar esta especie son elevadas, teniendo en
cuenta que en marzo de este año un equipo del Instituto Max Planck
publicó una secuencia completa de su genoma.
Un animal incluido en el listado fue el tigre dientes de sable (
Smilodon fatalis),
que dejó de poblar la Tierra hace 11 000 años. Se sabe que existen
muchos especímenes completos, y los leones parecen ser los indicados
para encontrar una madre «de alquiler».
También se incluyó al oso de cara corta gigante (
Arctodus simus),
desaparecido hace 10 000 años. Estos grandes animales, que en cuatro
patas igualan la altura de un hombre, eran una versión ampliada de los
osos actuales. Existen muchos ejemplares congelados.
El ranking de New Scientist no pasó por alto al tigre de Tasmania o tilacino (
Thylacinus cynocephalus),
totalmente desaparecido a principios del siglo XX. El último de su
clase murió en el Zoológico Hobart, Tasmania, en 1936, por lo que existe
suficiente tejido sin contaminar para conseguir ADN de buena calidad.
Asimismo se cuenta al gliptodonte (
Glyptodon clavipes), un
armadillo de dimensiones colosales que dejó de existir 10 000 años
atrás. De este solo se conservan restos óseos, pero parecen suficientes
para su clonación.
La famosa ave de las islas Mauricio, el dodo (
Raphus cucullatus),
también tiene amplias posibilidades de revivir. De este animal,
desaparecido en 1690, existe un ejemplar muy bien conservado, con el que
están trabajando genetistas de la Universidad de Oxford.
El séptimo escaño lo ocupa el rinoceronte lanudo (
Coelodonta antiquitatis), extinto también hace diez milenios. De este animal de dos metros de altura se conservan muchos especímenes congelados.
El perezoso gigante o megaterio (
Megatherium americanum) es
otra de las especies que clasifica para regresar a nuestros días. Este
animal, que dejó de poblar la Tierra hace 8 000 años, podía medir hasta
seis metros de estatura cuando se alzaba en sus dos patas traseras. Los
científicos conservan restos suficientes en buenas condiciones.
En la misma situación se encuentra el ciervo gigante o alce irlandés (
Megaloceros giganteus),
que dejó de integrar la fauna terrestre hace 7 700 años. Se dice que
podía llegar a los dos metros de altura, con una cornamenta de hasta
cuatro metros de ancho. Era muy parecido a los ciervos actuales.
Y por último New Scientist anotó al moa gigante de la isla norte de Nueva Zelanda (
Dinornis novaezelandiae),
un ave similar al avestruz que podía llegar a medir tres metros de
altura. Hay huesos suficientes, incluso huevos, a partir de los cuales
conseguir material genético. Este animal se extinguió hacia el año 1500.