Las 25 noticias más censuradas en Estados Unidos (XXIII)
Mapocho Press
Las desmoralizadas
tropas de EEUU en Afganistán se han dedicado a matar civiles, mujeres,
niños y ancianos "con fines de recreación", al parecer mientras sus más
altos jefes militares parecían demasiado absorbidos por las exigencias
del género epistolar de alcoba con amantes medio compartidas, y un
tráfico de decenas de miles de mensajes porno-románticos, amenazas y
afines, como aparecen hoy el general David Howell Petraeus, ex jefe de
las tropas estadounidenses en ese lejano país y ex director de la CIA, y
su sucesor al mando en Kabul, el general John Allen, jefe también de
las tropas OTAN. Como ocurrió en Vietnam, el desaliento contagia cuando
la guerra se pierde. Y se pierde por el simple hecho de no ganarla en
más de 10 años de continuo esfuerzo bélico de la nación considerada la
más poderosa de la Tierra, además secundada por sus aliados de Europa y
Canadá, todo esto en nombre de la sagrada "libertad", la “democracia”,
la “civilización occidental” y el "anti-terrorismo". Aunque recibió
algún seguimiento informativo la masacre de 16 civiles afganos
desarmados, entre ellos 9 niños, en marzo de 2012, las fuentes
independientes de noticias han ido más lejos que centrar la
responsabilidad directa en algunos soldados de EEUU que actuaron solos,
como han dicho los funcionarios estadounidenses, o soldados múltiples,
que actuaron en grupo, como afirman testigos de las matanzas y el
presidente afgano Hamid Karzai. Estos informes destacan la
responsabilidad fundamental, por los crímenes cometidos por sus tropas,
del alto mando militar de EEUU, incluyendo al presidente Obama.
Artículo de James Petras* sobre la masacre y la política imperial de Obama
De
las fuentes de Proyecto Censurado para esta noticia, elegimos traducir
el artículo completo de James Petras “La masacre de los 17 afganos y el
encubrimiento de Obama”, publicado el 27 de marzo 2012 en
Information Clearing House:
La
masacre del 11 de marzo de 17 ciudadanos afganos, entre ellos al menos 9
niños y 4 mujeres, plantea muchas cuestiones fundamentales acerca de la
naturaleza de una guerra colonial, las prácticas de un ejército
colonial atrapado en una ocupación prolongada (11 años) y el carácter de
un estado imperial, que comete crímenes de guerra y depende cada vez
más de medidas dictatoriales arbitrarias para asegurar su dominio
público y reprimir la disidencia.
Tras el asesinato a sangre
fría de los 17 aldeanos afganos en la provincia de Kandahar, los
militares de EEUU y el régimen cada vez más cómplice de Obama
construyeron un elaborado encubrimiento, exponiendo a su administración a
cargos de conspiración para suprimir los principales hechos, falsificar
datos y obstruir a la justicia: Todos estos actos son causales de
persecución penal y juicio político al presidente (
impeachment).
Esta
masacre es sólo una entre varios cientos cometidas por las fuerzas
armadas estadounidenses, según el presidente afgano Hamid Karzai. Podría
arruinar la presidencia de Obama, llevándolo a juicio por conspiración
para obstruir a la justicia y, podría decirse, que mandarlo a la cárcel
por crímenes de guerra.
Las mentiras deliberadas de Obama acerca
de los acontecimientos que rodearon la matanza y la responsabilidad
fundamental de los altos mandos militares por los crímenes cometidos por
sus tropas, subraya una inflexión en la ocupación de Afganistán, la
pieza central de la política de guerra de Obama. El presidente de
Estados Unidos ha desempeñado personalmente un papel importante en el
encubrimiento. Desde un punto de vista político, el cargo de
conspiración del ejecutivo tiene implicaciones más amplias y profundas
que la propia masacre, tan horrible como ha sido.
La masacre, historia 'oficial' (primera versión) y encubrimiento
Según
el comando militar de EEUU en Afganistán y el régimen de Obama, a las 3
am del 11 de marzo de 2012 un soldado loco se alejó una base de las
fuerzas especiales en la rural provincia de Kandahar y sin autorización
del comando se introdujo en dos aldeas (separadas por más de tres
kilómetros), disparó y mató a 17 civiles desarmados, la mayoría mujeres y
niños, e hirió a un número indeterminado de campesinos, luego roció los
cuerpos con gasolina, les prendió fuego y regresó a la base para
entregarse a sus comandantes.
El Pentágono afirma que esta
"entrega" fue grabada en video y avala su autenticidad nada menos que el
presidente de EEUU, Barack Obama, como prueba concluyente de la
historia de un asesino solitario y desequilibrado. El comando militar
rápidamente se llevó fuera de Afganistán al asesino, inicialmente no
identificado, a la prisión federal de máxima seguridad de Fort
Leavenworth, Kansas, y sólo entonces el loco de 38 años, veterano con 11
años en el ejército y multi-condecorado, fue identificado como el
sargento Robert Bales. EEUU rechazó todos los intentos del presidente
afgano, del jefe del ejército afgano y de los miembros del parlamento
afgano por entrevistar al sargento Bales, recoger su testimonio y llevar
el sospechoso a un juicio en Afganistán.
De acuerdo con una
investigación independiente parlamentaria afgana, encabezada por Sayed
Ishaq Gillami (líder en la cámara baja), y las primeras investigaciones
del general Sher Mohamed Karimi del ejército afgano, quien entrevistó a
residentes de los dos pueblos, hay contradicciones importantes en la
"historia oficial" de los militares de EEUU y del presidente Obama.
Testigos presenciales declararon que estuvieron involucrados hasta 20
soldados, con apoyo de un helicóptero. Lo que se ha descrito es una
típica incursión nocturna de fuerzas especiales, que incluye la ruptura
sistemática de puertas, despertar a familias dormidas y disparar sobre
víctimas afganas.
Gordon Duff, editor
senior de Veteranos
de Hoy, encuentra bastante plausible la versión de los pobladores sobre
los acontecimientos, por las siguientes razones: en primer lugar, los
pueblos, donde ocurrieron los asesinatos están a dos millas de distancia
(más de 3 km), por lo que es muy poco probable que un soldado solitario
completamente armado pudiera acarrear un bidón multi-galón de gasolina
desde su base hasta la aldea dormida, romper las puertas de una o más
viviendas, cometer los asesinatos, rociar y quemar a sus víctimas y
luego seguir a pie dos millas más adelante hasta la segunda aldea,
disparar, matar y quemar al siguiente grupo de aldeanos desarmados y
caminar de regreso a su base y entregarse.
Tiene mucho más
sentido que un grupo fuertemente armado de tropas de fuerzas especiales,
dedicado a operaciones de 'pacificación' de aldeas, dejó su base en
vehículos militares, salieron por la puerta en las primeras horas de la
madrugada, en una rutina de operación oficial, autorizada por el comando
de la base militar, y algo salió mal. ¿Qué se suponía que debía haber
sido un típico asalto a medianoche a un pueblo "pacificado" en busca de
partidarios de los talibanes? ¿Por qué se convirtió en asesinato en masa
de niños y sus madres en cama, prácticamente sin hombres adultos
(esposos, padres, tíos o hermanos) presentes para su protección? Por lo
general, todos los agricultores afganos mantienen armas en sus casas,
pero estos pueblos habían sido desarmados por las fuerzas especiales y
los hombres adultos habían sido detenidos en redadas anteriores o
estaban en la clandestinidad desde otras brutales operaciones de este
tipo, a la expectativa de que sus esposas e hijos no fueran atacados.
Una
cosa está clara de lo que desencadenó el asesinato en masa de madres y
niños en ropa de dormir en esos poblados de Kandahar: el Presidente de
Estados Unidos conspiró con el comando militar de EEUU para obstruir a
la justicia en el encubrimiento de un atroz crimen de guerra, un delito
punible con
impeachment (acusación y destitución del presidente).
Cuando
la inverosimilitud de la primera historia "oficial" se convirtió en
vergonzosamente evidente para el observador más superficial, el equipo
de 'encubrimiento' de Obama dio a conocer una nueva versión el 26 de
marzo: De acuerdo con la versión revisada de los acontecimientos, el
loco solitario, el sargento Bales, cometió la primera masacre en la
madrugada del 11 de marzo, regresó a la base para el desayuno y el
almuerzo, y luego se dirigió de nuevo a un segundo poblado para otra
ronda de asesinatos en masa, antes de regresar y entregarse a su
comandante posando para el vídeo.
¿Por qué encubre el gobierno de Obama?: Desmoralización y “recreación” militar
¿Por
qué el presidente Obama participa en un torpe encubrimiento,
erosionando aún más las relaciones de EEUU con el presidente afgano
Karzai, el ejército afgano y, sobre todo, el pueblo afgano? ¿Por qué iba
a arriesgarse a cargos de conspiración para proteger a criminales de
guerra, insistiendo en un encubrimiento fácilmente refutable?
La
historia del presunto asesino, el sargento Robert Bales, ofrece algunas
pistas acerca de la crisis más grande que enfrentan los militares
imperiales. Bales es un soldado 'condecorado', recompensado por sus tres
períodos de servicio en combate en Irak y, más recientemente, asignado
en Afganistán a misiones en que habría participado en el mismo tipo de
operaciones especiales de pacificación contra la población civil de las
zonas rurales de Afganistán. En los días posteriores a la filtración de
la noticia de la masacre, un furioso presidente afgano Karzai afirmó que
habían sido perpetradas "cientos" de masacres similares por fuerzas de
EEUU y la OTAN en impunidad y que fueron ignoradas por los medios de
comunicación occidentales. Karzai ha pedido reiteradamente que se ponga
fin a los asaltos nocturnos de las fuerzas especiales de EEUU contra
villorrios dormidos. Pero, hasta ahora, no hubo necesidad de un
encubrimiento presidencial de EEUU.
Con la aproximación de la
retirada de EEUU de Afganistán y las crecientes expresiones de
nacionalismo militante afgano, el régimen de Obama debe ocultar la
verdadera naturaleza de la ocupación. Los clientes afganos de Washington
ya no pueden hacer caso omiso de los crímenes de guerra de EEUU contra
niños y mujeres inocentes y otros no combatientes. Esto es especialmente
cierto en las llamadas aldeas 'pacificadas', donde los hombres adultos
afganos ya han sido detenidos en incursiones o conducidos a la
clandestinidad, o queda un pequeño remanente desarmado y "bajo el
control" de las fuerzas especiales de EEUU.
Teniendo en cuenta
incluso la versión oficial de EEEUU, ¿por qué los comandantes de las
fuerzas especiales a cargo de la base del sargento Bales ignoraron, a
las 3 am, las fuertes ráfagas de disparos y los gritos de mujeres y
niños de un pueblo a menos de 100 metros de su perímetro? De acuerdo con
su versión oficial, el comando de la base sólo se dio cuenta de las
masacres cuando el sargento Bales regresó a la base caminando, alzó las
manos en alto para un video sobre la operación y confesó haber matado y
profanado los cuerpos de 17, la mayoría niños y mujeres.
Obama
ha tratado de vender el vídeo de "confesión" como prueba de la "versión
oficial" de los acontecimientos a un escéptico presidente afgano Karzai
que desdeñosamente exigió que el 'supuesto' video se entregará a un
examen detallado de autenticidad. La negativa de Obama a liberar el
vídeo tiende a confirmar su papel en el encubrimiento. La afirmación de
Obama de que cometió el crimen un "pistolero solitario desequilibrado”
es completamente egoísta y expone los serios problemas estructurales y
profundos de la guerra en Afganistán.
Las tropas de combate
estadounidenses en Afganistán están desmoralizadas y agriadas porque sus
comandantes militares las han conducido a un
cul de sac, un
callejón sin salida. Están atrapadas en una larga guerra que están
perdiendo, donde a cada soldado de EEUU muerto lo acompaña una cuenta de
mutilados, ciegos y traumatizados mentalmente. En la guerra de Obama,
los heridos son remendados y reciclados en la misma máquina de picar
carne, en un ambiente cada vez más hostil, donde la violación, la
tortura, mutilación y asesinato se han convertido en su única
'recreación'. El sargento Bales fue obligado a múltiples giras de
servicio en Irak y luego enviado a Afganistán, contrariamente a sus
expectativas de promoción y el fin de las tareas de combate en el
extranjero.
Existe una enorme brecha entre el mundo de los
señores de la guerra políticos de Washington y sus cómplices de los
‘lobbies’ guerreristas y el mundo de los soldados que arriesgan sus
vidas en las guerras imperiales de ocupación. Estos soldados son
prescindibles, repetidamente desplegados en brutales guerras coloniales,
a miles de kilómetros de sus hogares, para hacer frente a un "enemigo"
que no pueden entender. Terminan brutalmente con las familias, amigos,
vecinos y compatriotas de los esquivos luchadores anticoloniales
afganos, que se encuentran por todas partes. Atrás, en Washington,
ninguno de los políticos belicistas experimentó nunca el dolor y el
sufrimiento de una guerra prolongada, que para cualquier soldado en el
campo de batalla está siempre presente en todos lados. Los soldados,
como el sargento Bales operan en un entorno muy hostil, donde una bomba o
una granada lanzada desde una moto, o incluso un aliado afgano de
'confianza' podría disparar su arma contra sus 'mentores' de EEUU; son
amenazas omnipresentes cada vez que regresan a dormir en una sola pieza.
Obama
tiene que conspirar con el Pentágono en el encubrimiento de estos
asesinatos en masa y en la defensa de los funcionarios encargados de
estos pueblos "pacificados", porque no hay alternativas, no hay
respaldo, ni nuevos reclutas deseosos de participar en el 12 º año de la
guerra en Afganistán. Sólo hay asesinos reciclados, dispuestos a
proseguir sus carreras en 'fuerzas especiales', que implican operaciones
de “matar y destruir”. Por otra parte, Obama no puede confiar en los
aliados internacionales que se apresuran a retirar sus tropas de este
atolladero. Y Obama tiene un problema con sus aliados afganos, barones
de la guerra y cleptócratas, que lograron arrancarse con más de 4,5 mil
millones de dólares en 2011 (la mitad del presupuesto estatal,
Financial Times,
19/3/12, p. 1). El Presidente Obama no puede permitir que una
guarnición entera, incluyendo su comandante, sea sometida a juicio por
los crímenes de guerra de esta masacre. Sin sostén de nadie, además del
desventurado sargento Bales, los responsables de la masacre incitarían a
una rebelión general en las fuerzas armadas o, como mínimo, cundiría la
desmoralización en la elite de las fuerzas especiales, de quienes se
espera que cumplan sus compromisos a largo plazo después del retiro de
las tropas regulares, y en el caso de Afganistán, esta elite podría
quedarse hasta 2024.
Esta cuestión tiene implicaciones más allá
de Afganistán: Obama ha desarrollado toda una nueva estrategia de
contrainsurgencia para más de 75 países, centrada en fáciles entradas y
salidas sangrientas de las Fuerzas Especiales de Estados Unidos. Las
Fuerzas Especiales ocupan un lugar destacado en los preparativos
militares de Obama para Siria e Irán, que se han desarrollado a
instancias de sus amos sionistas.
En el análisis final, el
aparato militar imperial entero del régimen de Obama, mientras sea
‘formidable’ sobre el papel, depende de formaciones para "operaciones
especiales". Como tales, son la pieza central en la nueva guerra
imperial, desarrollada como una respuesta a las demandas de reducir las
fuerzas de tierra, limitaciones presupuestarias y creciente descontento
doméstico. Sus "acciones" están diseñadas para no dejar testigos ni
evidencia embarazosa. Pueden ser los verdugos de niños, mujeres y
civiles desarmados, pero son los carniceros de la Casa Blanca.
A
despecho de todos sus crímenes y encubrimientos, la prioridad del
régimen de Obama es defender el imperio con el personal disponible a sus
propósitos. Así, mientras el sargento Bales está en Leavenworth, la
elite afgana grita injusticia, las familias en Kandahar lloran a sus
muertos y el plan Talibán urde su venganza.
En el frente
doméstico interno, Obama se enfrenta a una fuerte oposición popular a
las costosas guerras sin fin, que han destruido la economía de EEUU, y
la ira creciente y desmoralización en las fuerzas armadas. Como
resultado del descontento popular masivo del pueblo estadounidense con
los políticos de ambos partidos, que han enviado tropas imprudentemente a
guerras coloniales anacrónicas y que sirven a intereses de potencias
extranjeras, el presidente ha emitido un decreto ejecutivo que le
permite asumir facultades dictatoriales a fin de militarizar la economía
en su conjunto, sus recursos y su fuerza de trabajo. Para sostener el
imperio global, el 16 de marzo 2012 Barak Obama emitió la Orden
Ejecutiva Preparatoria de Recursos de Defensa Nacional (
National Defense Resources Preparedness Executive Order, Ver la Noticia Más Censurada N° 1).
Es
evidente que las guerras coloniales permanentes no pueden sostenerse a
través del consentimiento de los ciudadanos y tales guerras no pueden
ser procesadas, de acuerdo a los manuales militares y los Convenios
de Ginebra. En este punto, sólo el modo presidencial de "gobernar por
decreto" puede asegurar el cumplimiento de los ciudadanos en el país y
sólo las masacres y encubrimientos pueden sostener las ocupaciones
coloniales en el extranjero. Pero estos están desesperados, y
temporariamente: Cuando las medidas extremas hayan seguido su curso no
habrá nada para sostener de nuevo la caída y nada podrá salvar al
presidente de un imperio colapsado por la rebelión de sus ciudadanos y
soldados.
*) Ernesto Carmona, periodista y escritor chileno
Fuentes y referencias:
1) James Petras, ex profesor de sociología de la Universidad de
Binghamton, Nueva York, detenta una membresía de 50 años en la lucha de
clases, es asesor de Los Sin Tierra y Sin Trabajo de Brasil y Argentina y
es co-autor de la Globalización Desenmascarada (Zed Books, editorial
política británica).
● Al-Akhbar, “More than One US Soldier Involved in Massacre: Afghan President,”
Al-Akhbar English, March 16, 2012,
http://english.al-akhbar.com/content/multiple-soldiers-involved-killing-afghan-civilians-afghan-president.
● James Petras, “The Massacre of the Afghan 17 and the Obama Cover-Up,” Information Clearing House, March 27, 2012,
http://www.informationclearinghouse.info/article30922.htm.
●
http://www.mediafreedominternational.org/2012/03/24/afghan-president-us-soldier-did-not-act-alone-in-massacre-of-16-civilians/
●
http://www.mediafreedominternational.org/2012/03/27/obama-covers-up-afgan-massacre/
Student Researchers: Annie Keating (College of Marin); Dane Steffy (Sonoma State University)
Faculty Evaluators: Susan Rahman (College of Marin); Peter Phillips (Sonoma State University)