Los intereses de Rusia y EEUU en Siria coinciden
© Agencia oficial de imágenes/ Ramil Sitdikov
13:13 09/09/2013
Mijail Rostovski, RIA Novosti
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En
1999, el entonces primer ministro ruso, Evgueni Primakov, canceló de
manera pública su reunión con las autoridades estadounidenses, en señal
de protesta contra la decisión de Washington de bombardear Serbia.
Primakov ordenó el retorno a casa de su avión, que volaba a EEUU.
En 2013, los líderes de Rusia y EEUU se sentaron a la mesa de
negociaciones cuando Washington se prepaba para lanzar una operación
militar contra Siria con la que Rusia mantiene relaciones amistosas.
Pero el presidente ruso, Vladimir Putin, metafóticamente dicho, no puede
ordenar el retorno de su avión.
Rusia suele recibir a los invitados pase lo que pase, hasta en caso
de que ellos estén dispuestos a realizar lo que se puede caracterizar
como una gran aventura en el ámbito de la política exterior.
La situación es paradójica. En un momento en que las discrepancias
entre Rusia y EEUU han alcanzado su apogeo, los presidentes de ambos
países, Barack Obama y Vladimir Putin, han tenido que sonreírse el uno
al otro en la cumbre del
G20 que se celebró en San Petersburgo la semana pasada.
Pero hay algo que sorprende aún más. Si dejamos aparte nuestros
prejuicios y tratamos de analizar la situación en Siria sin tomar en
consideración las posturas en materia de política exterior que mantienen
Rusia y EEUU, llegaremos a la conclusión de que Moscú y Washington no
tienen motivos reales para mantener sus discrepancias en lo que se
refiere a Damasco.
Los intereses principales de los dos países respecto a Siria
coinciden. Pero el peso del pasado en la política exterior es en
reiteradas ocasiones más fuerte que los argumentos lógicos.
Mientras, parece imposible que Rusia y EEUU se den cuenta de que sus
intereses reales en Siria coinciden y empiecen a actuar en conjunto.
¿Pero en qué consiste esta coincidencia de los intereses de Moscú y
Washington en Siria? Rusia es un aliado tradicional del régimen del
presidente sirio, Bashar Asad. EEUU es su opositor tradicional. A
primera vista, estos dos países no tienen motivos ni siquiera para
buscar fórmulas de compromiso respecto a Siria, por no hablar de la
coincidencia de sus intereses.
Creo que no es así. Para la élite política siria, así como para
cualquier ciudadano sirio, en general, el apellido del actual presidente
del país es de suma importancia. Pero Rusia y EEUU deben aplicar una
política que tome en consideración la famosa declaración del exprimer
ministro británico, Henry Temple, vizconde de Palmerston, en 1858: “No
tenemos aliados eternos ni enemigos permanentes. Nuestros intereses son
eternos. Nuestro deber es servir a estos intereses”.
Putin comenta el posible ataque contra Siria y niega que la legislación rusa sea antigay
Entonces, ¿cómo son estos “intereses eternos” de Rusia y EEUU en
Siria? Se puede destacar los dos principales. Tanto Moscú como
Washington están interesados en la estabilidad política y en que una
guerra civil no azote a Siria. Cuanto más tranquila sea la situación en
Siria, tanto más tranquila sería ésta en todo Oriente Próximo. Y cuanto
más tranquila sea la situación en Oriente Próximo, tanto más tranquila
será ésta en todo el mundo.
Además, ni Rusia ni EEUU están interesados en el fortalecimiento de
Irán ni en que Teherán posea armas nucleares. Unos podrían decir que la
guerra en Siria no tiene nada que ver con los intentos de Irán de
desarrollar armas atómicas. Es así, pero al mismo tiempo los
preparativos de Occidente para asestar un golpe contra Siria están
directamente vinculados con Teherán. Siria, bajo el gobierno de Bashar
Asad, es el aliado número uno de Irán. Y es una de las causas
principales por la que EEUU quiere cambiar el régimen político en Siria.
Parece que la situación en Siria dejó perplejos a los arquitectos de
la política exterior estadounidense. En caso contrario, Washington no
cometería un error tras otro en Siria.
Quisiera precisar que el autor de este artículo no promueve ni
defiende la postura oficial de Rusia respecto a Siria. No considero que
la posición rusa en esta materia sea al 100% justa y el punto de vista
estadounidense sea totalmente injusto. Pero en la actual crisis siria
EEUU desempeña un papel activo, mientras que el de Rusia es más bien
reactivo. EEUU se esfuerza por por cambiar drásticamente la coyuntura
política en Siria, mientras que Moscú sólo defiende el statu quo. La
diferencia entre los recursos y posibilidades de Rusia y EEUU respecto a
Siria es importante también.
Si EEUU persiguiera el objetivo de derrocar el régimen de Asad cueste
lo que cueste y Rusia decidiera salvar este régimen, EEUU lo
conseguiría y Rusia fracasaría a menos que amenazase a Washington con
desatar una guerra nuclear. Analicemos los errores que hizo EEUU durante
la crisis siria.
El primer error no lo cometió Obama sino su predecesor, George W.
Bush. A principios de la década pasada Occidente perdió la oportunidad
de cambiar la orientación del régimen sirio en el ámbito de política
exterior.
Bashar Asad, que tomó las riendas del poder en Siria en 2000, no sólo
hacía alusiones a que era posible. Durante sus conversaciones con los
políticos occidentales de alto rango, como por ejemplo el entonces
ministro británico de Asuntos Exteriores Robin Cook, Asad manifestaba
abiertamente su deseo de producir muchos cambios. Pero Occidente ignoró
estas señales por parte de Damasco. Occidente aceptó reconciliarse con
el exlíder libio Muamar Gadafi, pero no lo hizo respecto a Asad.
Las fuerzas principales que derrocaron el régimen de Gadafi fueron
los rebeldes libios, además de los extranjeros, pero la llamada
oposición siria fue incapaz de derrocar al régimen de Asad.
Cuando en Siria comenzó la guerra civil, muchos expertos (incluido al
autor de este artículo) estaban seguros de que sólo los alauitas, la
comunidad social y religiosa próxima al islam chiíta y a la que
pertenece Asad, apoyarían al presidente sirio. En este caso, la
correlación de fuerzas no está a favor del líder sirio. Los alauitas
constituyen un 12% de la población de Siria, 2,6 millones de personas de
22 millones de la población.
Pero estos expertos no tenían razón. A día de hoy es evidente que
debido a unas u otras causas, el presidente Asad goza del apoyo de al
menos 50% de la población del país. Así las cosas, la retórica
occidental sobre un ‘dictador malicioso’ que lucha contra su propio
pueblo no tiene nada que ver con la realidad.
La sangrienta guerra civil continúa en Siria y ambas partes del
conflicto actúan con extrema crueldad. Por eso la postura
estadounidense, que promueve la idea de que la situación en Siria
mejorará en cuanto Asad sea derrocado no es honesta. Tampoco está bien
pensada ni comprobada.
Esta postura no ayuda a los intereses nacionales: ni a los rusos, ni a los estadounidenses ni tampoco a los sirios.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI