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Protestas masivas en Cisjordania contra el coste de la vida, el paro y la Autoridad Palestina
En una zona del mundo, Oriente Medio, acostumbrada a
ser noticia por masacres y barbarie militarista; por las rivalidades
entre distintos gángters imperialistas con la población civil como
rehén; y por toda clase de odios y movimientos nacionalistas, étnicos y
religiosos (que las potencias “democráticas” occidentales suelen crear,
fomentar y publicitar según sus intereses, como en Libia o en Siria),
mientras los titulares de la prensa burguesa eran ocupados los últimos
días por los disturbios en los países musulmanes tras las caricaturas de
Mahoma, poco o nada se ha dicho [1] de las grandes protestas y huelgas
que han tenido lugar durante el mes de septiembre contra los efectos de
la crisis capitalista internacional en las vidas del proletariado y
capas oprimidas en los territorios palestinos de Cisjordania, descritas
como las mayores protestas en años.
En el contexto de una situación a menudo desesperada,
sometido a la ocupación militar, al bloqueo y al absoluto desprecio por
su vida y su sufrimiento por parte del Estado israelí, el proletariado y
la población sometida de los territorios palestinos, dadas las
circunstancias, ha encontrado muy difícil escapar a las influencias
tanto nacionalistas como islamistas, y a la tendencia a enrolarse, bajo
distintas organizaciones, a la “resistencia militar” contra Israel
(auténtico camino al martirio para miles de palestinos, dada la
superioridad de la monstruosa maquinaria militar israelí). Es
precisamente la lucha contra los efectos de la profunda crisis económica
del capitalismo internacional la que abre la posibilidad a la
reaparición de las luchas proletarias masivas a nivel mundial, y a la
superación de las divisiones sectoriales, nacionales, étnicas o de otro
tipo en el seno de la clase trabajadora, así como a la superación de las
ilusiones y mistificaciones de todo tipo (ilusiones “democráticas” en
el seno del capitalismo; de “liberación nacional”; etc).
Las protestas
El desencadenante de la oleada de protestas y huelgas
fue la declaración del gobierno del primer ministro Fayyad [2] de un
incremento de los precios de los productos básicos (incluidos la comida y
la gasolina). Este hecho ha sido la gota que ha colmado el vaso de un
desencanto cada vez mayor de la población en Cisjordania hacia la
Autoridad Palestina. Vista por la población de forma creciente como un
nido de arribistas y corruptos, bajo cuyo paraguas actuarían toda una
casta de capitalistas palestinos y foráneos, cuya personificación sería
el mismo Fayyad [3]; con una pérdida de legitimidad por la ausencia de
elecciones desde 2006 y por el conflicto con Hamás; e incapaz de
solucionar los problemas de la extremadamente frágil y dependiente de
donaciones exteriores economía palestina [4], ahogada a su vez tanto por
la ocupación militar, como por el control exhaustivo que sobre
importaciones y exportaciones, sobre los precios, la recaudación de
impuestos, o los recursos naturales, ejerce Israel (acuerdos de París,
el equivalente económico de los acuerdos de Oslo).
Ya durante el verano el malestar y las diversas
protestas se han hecho evidentes. Por ejemplo, a finales de junio, una
manifestación en Ramala tras el anuncio de una reunión entre el
presidente Abbas y el viceprimer ministro israelí, Shauz Mofaz, derivó
en una brutal represión por parte de la policía palestina [5].
Con una un paro masivo (un 57 % según la ONU,
especialmente insoportable entre los jóvenes), y un coste de la vida que
apenas da para comer a la mayoría, y con la gran parte de sectores
populares descontentos (por ejemplo, a los 150.000 empleados públicos de
la AP se les adeudan salarios), el anuncio del incremento de precios el
1 de septiembre no hizo otra cosa que encender la mecha.
Desde el 4 de septiembre se suceden a diario
manifestaciones masivas por una mejora de las condiciones de vida a lo
largo de toda Cisjordania (Hebrón, Belén, Ramala, Jenín, etc). Las
protestas también se dirigen contra el control israelí de la economía de
la zona (acuerdos de París), pero es evidente que el descontento va
bastante más allá de un sentimiento anti-israelí o nacionalista, sino
que el eje central de la protestas son las condiciones de vida y de
trabajo. En Ramala unos jóvenes corean “Antes luchábamos por Palestina, ahora luchamos por un saco de harina” [6]
Al comienzo de las protestas, en una clara lucha de poder con su rival Fayaad, Abbas muestra sus simpatías por la “primavera palestina”.
Sin embargo el desarrollo de las protestas, en el que el malestar no se
limita al gobierno de Fayaad o a los acuerdos de París, sino que se
extiende contra la propia Autoridad Palestina, lleva a Fatah, que al
inicio posiblemente pudiera haber sido un factor en la canalización y
materialización de las protestas, a buscar el fin de estas a medida que
van recrudeciéndose y extendiéndose. [7]
Algo parecido puede decirse de Hamás, que muy
probablemente haya aprovechado las movilizaciones para tratar de
desestabilizar al actual gobierno de la AP, pero que la magnitud de
estas, y el peligro de un contagio a la franja de Gaza, desde luego le
ha hecho recular.
En Nablús un manifestante declara . “Estamos aquí
para decirle al gobierno que basta ya... Queremos un gobierno que viva
como su pueblo vive y coma lo que su pueblo come”.[8]
“Estamos cansados de oír hablar de reformas... gobierno tras gobierno... un ministro tras otro... y la corrupción no se va” reza un cartel en la localidad de Beit Jala. [9]
En Jenin los manifestantes piden el establecimiento
de un salario mínimo, la creación de puestos de trabajo para los
desempleados y la disminución de las tasas universitarias. [10]
El primer ministro Fayyad declara estar “preparado para dimitir”.
Las protestas masivas continúan, con cortes de
carretera y enfrentamientos con la policía de la Autoridad Palestina. El
día 10 de septiembre comienza una huelga general en el transporte
convocada por los sindicatos. Participan de forma masiva taxistas,
camioneros y conductores de autobús, afectados gravemente por la subida
del precio de la gasolina. Numerosos sectores, como los empleados de
guarderías, se suman a la huelga.
El movimiento va en aumento. El día 11 los
estudiantes universitarios y de instituto hacen un paro de 24 horas en
solidaridad con la huelga general. [11]
Trabajadores de todas las universidades palestinas,
junto con los estudiantes universitarios, convocan una huelga conjunta
de 24 horas para el día 13.[12]
Ante la situación, y tras reunirse con los
sindicatos, el gobierno de Fayyad anuncia dar marcha atrás con la subida
de precios anunciada, el pago de la mitad de los salarios adeudados de
agosto a los funcionarios, y recortes en los salarios y privilegios de
los políticos y altos funcionarios de la AP.
El día 14 el sindicato de transportes desconvoca la huelga por la existencia de “negociaciones constructivas” con la AP.
Las protestas masivas parecen calmarse al menos
temporalmente, pero el malestar social no se ha apagado. Los sindicatos
de funcionarios y de maestros anuncian movilizaciones con paros
parciales a partir del día 17 [13]. Los sindicatos de sanidad anuncian
el 18 de septiembre que iniciaran protestas si sus reivindicaciones,
tales como el aumento de plantilla o la mejora del sistema de movilidad y
promoción de los trabajadores, siguen sin ser escuchadas por el
gobierno. [14]
Las protestas parecen haberse limitado a la zona controlada por la Autoridad Palestina, Cisjordania.
Importancia del movimiento de protestas
Más allá de los elementos concretos o particulares de
este movimiento, su importancia estriba en lo sensible de la zona,
escenario de sangrientos conflictos imperialistas (ya sea directamente
entre Estados, o a través de peones [15]), con la población civil
sufriendo principalemente las consecuencias [16], y testigo del
desarrollo de reaccionarios movimientos de influencia nacionalista o
religiosa. Pero sobre todo, es importante subrayar que se producen
claramente en un contexto de luchas similares tanto en la región como a
nivel internacional. No debemos olvidar las grandes movilizaciones en
Israel los últimos meses contra la carestía de la vida, que pese a sus
debilidades e ilusiones “democráticas” pueden significar un primer paso
importante en la ruptura de la “unidad nacional” en el militarizado
Estado israelí; no debemos olvidar que fueron las grandes huelgas
obreras a lo largo de Egipto las que dieron el impulso decisivo en la
caída del protegido de EEUU, Mubarak.
El proletariado y las capas oprimidas de Palestina, y
de todo el mundo, tienen que saber que su única esperanza de tener unas
condiciones de vida y de trabajo dignas y una existencia en paz (que es
realmente lo que la inmensa mayoría de la población palestina desea),
pasa por el desarrollo de luchas masivas junto con todos los explotados
de la región, por encima de las divisiones nacionales y religiosas.
Romper la “unidad nacional” palestina y unificar sus luchas, en primer
lugar, con la de los explotados y oprimidos en Israel, y con los de toda
la región, es su arma más poderosa para debilitar y paralizar la mano
asesina del Estado israelí y demás gángsters imperialistas. La
“resistencia armada”, es decir su sometimiento a los intereses de las
distintos grupos nacionalistas o religiosos, sólo les lleva a la masacre
y al sufrimiento sin fin, y a reforzar a los explotadores y ladrones
palestinos.
Que no les quepa ninguna duda a los explotados
palestinos y del mundo entero: si no luchan por sus propios intereses de
clase contra el capitalismo, si se dejan arrastrar en “luchas de
liberación nacional”, “racial” o de otro tipo; si se someten a los
“intereses generales del país” (es decir, a los intereses generales de
la burguesía y su Estado), el presente y el futuro que les espera bajo
el sistema capitalista es el mismo que el ANC de Mandela le reserva a
sus “hermanos” y “compatriotas” mineros: miseria, explotación y muerte.
Draba 23/09/12
[1] Algo ha aparecido en la prensa burguesa
occidental, mientras llenaban interesadamente sus titulares con las
protestas musulmanas, o publicitan a los “luchadores por la libertad”
opositores a Al Assad en Siria. Muy poco en la prensa – y el poco
centrado, como no, en la ocupación israelí- “antiimperialista” (sólo
anti-USA y aliados, realmente) como la agencia cubana Prensa latina o la
televisión estatal iraní Press tv, tan profusas en cuanto a movimientos
de tipo nacionalista se refiere. Tampoco la izquierda y la extrema
izquierda han mostrado gran interés por los acontecimientos. Por lo
visto la “solidaridad con el pueblo palestino” se limita a cuando esta
sirve para respaldar los intereses diversos en el tablero imperialista
mundial o a publicitar alguna causa patriotera. Cuando este lucha contra
“su” propio gobierno, y rompe la “unidad nacional” para defender sus
condiciones de vida, ya no merece ser publicitada.
[2] Hombre del FMI, nombrado por Abbas en 2007 en el contexto de guerra con Hamás, bajo presión de EE.UU.
[3] http://www.aljazeera.com/indepth/opinion/2012/09/20129128052624254.html
Si no se domina la lengua inglesa, los traductores online -tipo Google
Traductor-, aunque lejos de ser perfectos, son una buena herramienta.
[11] http://latimesblogs.latimes.com/world_now/2012/09/palestinians-protest-riot-in-west-bank-cities.html
[15] No es ningún secreto que tanto Irán como Siria
han tenido y tienen lazos con Hamás. Tampoco es ningún secreto que la
Siria de Al Assad tiene a Rusia como principal aliado entre las grandes
potencias imperialistas, y a Irán como principal aliado regional.
También es un hecho que tanto Rusia e Irán, y también China, mantienen
relaciones económicas y políticas estrechas con Estados
latinoamericanos, como Brasil, Venezuela o Cuba.
[16]No olvidemos, sin ir más lejos, que la guerra
entre Hamás y Fatah por el control de la franja de Gaza en 2007 dejó
numerosos víctimas y sufrimientos entre la población civil; daños
colaterales de la “liberación nacional”... http://www.haaretz.com/news/human-rights-watch-condemns-hamas-fatah-for-war-crimes-1.223006