Primera publicación: En en inglés en Londres en 1997 con el título, How Marxism Works.
Traducción:
Del portugués y el inglés al castellano, por Carla Modernell, Marina
Rivero y Sofía Rivero para En Lucha y Socialismo Internacional
(Uruguay).
Edición en castellano: El mundo al revés, diciembre de 2001.
Esta edición: Noviembre de 2009, en base al texto de Socialismo Internacional (Uruguay).
Chris Harman fue redactor de International Socialism, la revista marxista trimestral del
Socialist Workers Party (SWP), grupo hermano en Gran Bretaña de
En lucha /
En lluita. Escribió además La locura del mercado y La nueva crisis del capitalismo (disponibles en la
web de En lucha), así como los libros Zombie capitalism, A People’s History of the World y The Lost Revolution: Germany 1918-23, entre otros.
Introducción
Existe el mito muy difundido: "el
marxismo es complicado". Este ha sido propagado por los enemigos del
socialismo -Harold Wilson, un importante líder laborista británico, se
ufanaba de nunca haber sido capaz de ir más allá de la primera página de
El Capital. Y es un mito que también ha sido respaldado por un tipo
particular de académicos, que se dicen "marxistas": ellos
deliberadamente utilizan frases oscuras y expresiones místicas, con el
fin de dar la impresión de que poseen un conocimiento especial, negado a
otros. Por lo tanto nada hay de sorprendente, en que muchos socialistas
que trabajan 48 horas semanales en fábricas, minas y escritorios,
acaben concibiendo al marxismo como algo que nunca tendrán tiempo u
oportunidad de entender.
En realidad las ideas básicas del
marxismo son particularmente simples. Ellas explican, como ningún otro
conjunto de ideas consigue hacerlo, la sociedad en que vivimos. Estas
ideas posibilitan entender un mundo destrozado por las crisis, con
pobreza en medio de tanta riqueza, con golpes de estado y dictaduras
militares, en el que invenciones fantásticas llevan a millones al
desempleo y la miseria, donde existen "democracias" que toleran la
acción de torturadores y países "socialistas" que amenazaban a la
población de otros países con misiles nucleares.
Pero aunque el marxismo no sea difícil,
existen algunos problemas para el lector que toma contacto con los
escritos de Marx por primera vez. Marx escribió hace más de 100 años.
Utiliza el lenguaje de su tiempo, realiza referencias a personas y
eventos entonces familiares para casi toda la gente, pero ahora
conocidos solamente por historiadores especializados. Recuerdo mi
perplejidad, cuando estando en la Facultad intenté leer su obra El 18
Brumario de Luis Bonaparte. No sabía que significaba Brumario, ni quien
era Luis Bonaparte. ¡Cuántos habrán abandonado sus tentativas de
aproximarse al marxismo, después de experiencias como esta!
Aquí se halla la justificación para este
pequeño libro. Pretende brindar una introducción a las ideas marxistas,
que haga más fácil a todos la comprensión de lo que Marx planteaba y
entendía, y el desarrollo del marxismo de la mano de los aportes de
Federico Engels, Rosa Luxemburg, Vladimir Lenin, León Trotsky y un grupo
de pensadores menores.
La mayoría de lo que esta escrito en este folleto, apareció en una serie de artículos publicados en el Socialist Worker
bajo el título "Marxism Made Easy" [Marxismo para todos]. Pero con el
agregado de una cantidad importante de material nuevo. Este proviene de
dos intentos anteriores de proveer una exposición simple de las ideas de
Marx: El Significado del Marxismo de Duncan Hallas, y la "Serie de Educación Marxista" del Comité de Norwich del Socialist Workers Party de Gran Bretaña.
Chris Harman
1. Por qué necesitamos la teoría marxista
¿Por qué necesitamos una teoría? Sabemos
que hay crisis. Sabemos que somos robados por nuestros patrones.
Sabemos que esto nos indigna. Sabemos que necesitamos el socialismo.
Todo lo demás es sólo para intelectuales. A menudo pueden escucharse
palabras como estas venir de militantes sindicales y socialistas. Tal
visión es promovida fuertemente por aquellos que están en contra del
socialismo, quienes intentan dar la impresión de que el marxismo es una
teoría oscura, complicada y aburrida.
Ellos dicen que las ideas socialistas
son "abstractas". Pueden parecer muy correctas en teoría, pero el
sentido común nos dice absolutamente lo contrario. El problema con esos
argumentos es que las personas que los defienden, tienen su propia
"teoría" de las cosas, aunque se nieguen a reconocerlo. Si uno les
pregunta sobre cualquier aspecto de la sociedad, ellas responderán con
alguna generalización. Estos son algunos ejemplos:
"Las personas son naturalmente egoístas".
"Cualquiera puede triunfar en la vida, si se esfuerza lo suficiente".
"Si no hubieran ricos, no habría gente con dinero para proveernos de
empleos". "Si pudiésemos educar a los trabajadores, la sociedad
cambiaría".
"Es la decadencia moral lo que ha llevado al país a este estado de cosas".
Uno puede escuchar afirmaciones como
estas en cualquier discusión en la calle, en un ómnibus o en un boliche.
En todas y cada una de ellas está presente una visión sobre las razones
de por qué la sociedad es como es, y sobre cómo las personas pueden
mejorar sus condiciones de vida. Tales visiones, son "teorías" sobre la
sociedad. Cuando las personas dicen que no tienen una teoría, lo que
realmente quieren decir es que ellas no han clarificado sus
concepciones.
Esto es particularmente peligroso para
quienes estamos intentando cambiar la sociedad, puesto que los diarios,
las radios y la televisión están llenando permanentemente nuestras
mentes con explicaciones del caos en que se encuentra la sociedad.
Esperan que aceptemos lo que ellos dicen sin pensar más en esos temas.
Pero uno no puede luchar efectivamente para cambiar esta sociedad, si no
aprende a reconocer lo que es falso en todos esos argumentos y
explicaciones diferentes.
Esto tuvo demostración por primera vez
hace 150 años. Entre las décadas de 1830 y 1840 el desarrollo de la
industria en regiones como el noroeste de Inglaterra arrastró a cientos
de miles de hombres, mujeres y niños a trabajos con pagas miserables. De
hecho, fueron forzados a soportar condiciones de increíble pobreza.
Ellos comenzaron a luchar contra esta realidad, creando las primeras
organizaciones de masas de los trabajadores -los primeros sindicatos, y
en Gran Bretaña el primer movimiento por derechos políticos para los
trabajadores, el cartismo. Junto con esos movimientos surgieron los
primeros pequeños grupos de personas dedicadas a la causa de la
conquista del socialismo.
Inmediatamente surgió el problema sobre
cómo podría el movimiento obrero alcanzar este objetivo. Algunas
personas decían que por medios pacíficos sería posible convencer a
quienes dominan la sociedad de cambiar las cosas. La "fuerza moral" de
un movimiento pacífico de masas, aseguraría que fuesen concedidos
beneficios a los trabajadores. Centenares de miles de personas se
organizaron, movilizaron y trabajaron para construir un movimiento
basado en esas concepciones -solamente para acabar derrotados y
desmoralizados.
Otros reconocieron la necesidad de usar
la "fuerza física", pero concluyeron que esto solo podía ser realizado
por pequeños grupos de conspiradores, aislados del resto de la sociedad.
Esto también condujo a decenas de miles de trabajadores a luchas para
acabar también derrotados y desmoralizados. Había otros además, que
consideraban que los trabajadores podían alcanzar sus objetivos a través
de la acción económica, sin confrontar al ejército y a la policía.
También estos argumentos llevaron a acciones masivas. Durante 1842, en
Inglaterra se realizó la primera huelga general de la historia,
llevándose a cabo en las áreas industriales del norte, con decenas de
miles de trabajadores parando por cuatro semanas, hasta ser forzados a
retornar al trabajo fruto del hambre y las privaciones.
Fue al final de esta primer etapa de
derrotas en las luchas obreras, en 1848, que un socialista alemán, Karl
Marx, expuso el conjunto de sus ideas en un trabajo llamado El
Manifiesto Comunista. Sus ideas no venían de la nada. Ellas intentaban
proporcionar una base para responder a todas las interrogantes que
habían sido levantadas por el movimiento obrero de su época. Las ideas
que Marx desarrolló son relevantes todavía hoy. Es absurdo decir, como
algunas personas hacen, que estas ideas están pasadas de moda porque
fueron escritas 150 años atrás. De hecho, todas las nociones de la
sociedad que Marx defendió, están todavía muy extendidas. Los cartistas
discutían si "fuerza moral" o "fuerza física", y los socialistas de hoy
discuten si "vía parlamentaria" o "vía revolucionaria". Entre aquellos
que son revolucionarios la discusión entre posiciones contrarias o
favorables al "terrorismo" está tan viva hoy
como lo estaban en 1848.
Los idealistas
Marx no fue la primera persona en
intentar describir lo que venía ocurriendo en la sociedad. En el tiempo
en que él escribía, nuevas invenciones en las fábricas proporcionaban
riquezas en una escala nunca soñada por las generaciones precedentes.
Por primera vez parecía que la humanidad tenía los medios para
defenderse contra las calamidades naturales que nos habían azotado en
épocas anteriores.
Pero esto no significó ninguna mejora en
la vida de la mayoría de las personas. Más bien todo lo contrario. Los
hombres, las mujeres y los niños que trabajaban en las nuevas fábricas,
llevaban una vida mucho peor que sus abuelos, que trabajaban en el
campo. Sus salarios no daban para mantenerles por encima de la línea de
pobreza, y las crisis periódicas de desempleo acababan por dejarlos bien
por debajo de la misma. Vivían amontonados en tugurios miserables, sin
condiciones sanitarias apropiadas, a merced de terribles epidemias. En
vez de traer la felicidad y el bienestar general, el desarrollo de la
civilización estaba dando origen a una miseria mucho mayor.
Esto no fue solo advertido por Marx,
sino también por otros grandes pensadores del período -gente como los
poetas ingleses Blake y Shelley, los franceses Fourier y Proudhon, y los
filósofos alemanes Hegel y Feurbach. Estos últimos daban el nombre de
"alienación" al estado de infelicidad en el cual se encontraba la
humanidad -un término que todavía puede escucharse con frecuencia. Por
alienación Hegel y Feuerbach entendían que los hombres y las mujeres
continuamente se encontraban dominados y oprimidos por lo que ellos
mismos habían hecho en el pasado. Por esta razón, decía Feuerbach, la
gente desarrolló la idea de Dios -y se inclinaron ante ella, sintiéndose
miserables por tener que vivir de acuerdo a aquello que ellos mismos
habían creado. Cuanto más avanza la sociedad, más miserables y
"alienadas" se volvían las personas.
En sus primeros escritos, Marx tomó la noción de "alienación" y la aplicó a aquellos que crean la riqueza de la sociedad.
El trabajador se vuelve más pobre cuanto más produce, y cuanto más crece
el poder y alcance de su producción... El aumento en el valor del mundo
de las cosas ocurre en proporción directa con la desvalorización del
mundo de los hombres... Los objetos que el trabajo produce se presentan
ante el trabajador como algo ajeno a él, como un poder independiente al
productor...
En tiempo de Marx, las explicaciones más
populares sobre lo que estaba mal en la sociedad, eran de naturaleza
religiosa. La pobreza de la sociedad, decían, existía porque las
personas no conseguían hacer lo que Dios quería que hiciesen. Si todos
"renunciáramos al pecado", las cosas serían mejores. Una visión similar y
frecuentemente escuchada en estos días, niega cualquier carácter
religioso. Ella afirma que "para cambiar la sociedad, necesitamos
primero cambiar nosotros mismos". Si las mujeres y los hombres se
liberaran de su "egoísmo" y de su "materialismo" (y ocasionalmente de
sus obsesiones) la sociedad se volvería automáticamente mejor. Una
visión parecida a esta plantea no el cambio de todos los individuos,
sino el de algunos individuos claves aquellos que ejercen el poder en la
sociedad. La idea es intentar que los ricos y poderosos "entren en
razón".
Uno de los primeros socialistas
británicos, Robert Owen, comenzó intentando convencer a algunos
empresarios para que fueran bondadosos con sus trabajadores. La misma
idea todavía es dominante entre los líderes del Partido Laborista
británico, incluida su ala izquierda. Y esto se nota cuando ellos juzgan
los crímenes de las patronales como "errores", como si un poco de
convencimiento pudiera persuadir a los grandes empresarios de aflojar su
presión sobre la sociedad.
Marx se refiere a todas estas visiones
como "idealistas". No porque él estuviera en contra de que la gente
tuviera "ideales", sino porque esas visiones consideran que las ideas
existen aisladas de las condiciones en las cuales viven las personas.
Las ideas de las personas están íntimamente ligadas al tipo de vida que
ellas son capaces de vivir. Vamos a tomar al "egoísmo" como ejemplo. La
actual sociedad capitalista estimula el egoísmo -incluso entre aquellas
personas que intentan sacrificar sus propios intereses en beneficio de
los demás. Un trabajador que intenta hacer lo mejor por sus hijos, o
ayudar a sus padres a tener una vida mejor en la vejez, descubre que el
único método para realizar esas cosas es luchar continuamente contra las
demás personas -conseguir un empleo mejor, hacer más horas extras, ser
el preferido del patrón, etc. En esta sociedad no nos podemos librar del
"egoísmo" y de la "ambición"
apenas cambiando la mentalidad de los individuos.
Es todavía mas ridículo hablar de
cambiar la sociedad a través de cambiar las ideas de capitalistas y
gobernantes. Supongamos que conseguimos conquistar a un gran empresario
para las ideas socialistas y él deja de explotar a sus trabajadores.
Este empresario simplemente perdería en la competencia con los
empresarios rivales y quedaría fuera del negocio. Incluso para aquellos
que gobiernan la sociedad lo que importa no son las ideas, sino la
estructura sobre la cual se apoyan esas ideas.
Esto se lo puede decir de otra manera.
Si las ideas son las que pueden cambian la sociedad, es importante saber
de dónde vienen las ideas. Vivimos en un determinado tipo de sociedad.
Las ideas divulgadas por los periódicos, la televisión, el sistema
educativo y demás, defienden este tipo de sociedad. Entonces: ¿Cómo es
que las personas pueden ser capaces de desarrollar ideas completamente
nuevas y diferentes? Porque las experiencias de la vida cotidiana
contradicen las ideas oficiales sobre nuestra sociedad. Por ejemplo, no
podemos explicar que muchas menos personas sean religiosas hoy que hace
100 años, solamente porque sea grande la divulgación de las ideas ateas.
Al contrario, es preciso explicar por qué las personas adoptan estas
ideas de un modo que no lo hacían 100 años atrás.
De la misma manera, si quisiéramos
explicar la capacidad de liderazgo de los "grandes hombres", tenemos que
explicar primero por qué las personas concuerdan en seguirlos. No
alcanza decir, por ejemplo, que Napoleón o Lenin cambiaron la historia,
sin explicar por qué millones de personas aceptaron hacer lo que ellos
proponían. Al final, ellos no eran especialistas en hipnosis colectiva.
Alguna cosa en cierto momento en la vida de la sociedad llevó a las
personas a sentir que lo que ellos proponían parecía correcto. Sólo
llegaremos a entender cómo las ideas cambian la historia, si
comprendemos de dónde vienen las ideas y por qué las personas las
aceptan. Esto significa intentar conocer, además de las ideas, las
condiciones materiales de la sociedad en la cual ellas surgen. Por esto
es que Marx insistía en que "no es la conciencia la que determina el ser
social, sino el ser social el que determina la
conciencia".
2. Comprendiendo la historia
Las ideas por si mismas no pueden
cambiar la sociedad. Esta fue una de las primeras conclusiones de Marx.
Al igual que muchos pensadores antes que él, Marx insistía en que para
entender la sociedad era preciso entender a los seres humanos como parte
del mundo material. El comportamiento humano estaba determinado por
fuerzas materiales igual que cualquier otro objeto natural. El estudio
de la humanidad es parte del estudio científico del mundo natural. Los
pensadores que defendían esta concepción eran llamados materialistas.
Marx consideraba el materialismo como un
gran avance en relación a las variadas concepciones idealistas y
religiosas de la historia. Significaba que se podía discutir
científicamente sobre las condiciones del cambio social y este no
dependía más de las súplicas a Dios y de un "cambio espiritual" en las
personas. El reemplazo del idealismo por el materialismo era el
reemplazo del misticismo por la ciencia. Pero no todas las explicaciones
materialistas de la conducta humana son correctas. Así como ha habido
teorías científicas equivocadas en biología, química o física, ha habido
intentos fallidos de desarrollar teorías científicas de la sociedad. A
continuación algunos ejemplos.
Una visión materialista muy difundida,
no marxista, es aquella que considera a los seres humanos simples
animales, que se comportan "naturalmente" de cierta forma. Del mismo
modo en que la naturaleza del lobo sería la de matar y la de la oveja
ser pacífica, la naturaleza del hombre sería la de ser agresivo,
dominador, competitivo y ambicioso (así como las mujeres estarían
destinadas a ser dóciles, sumisas, respetuosas y pasivas). Una reciente
formulación de esta visión puede ser hallada en el libro de gran venta
The Naked Ape [El Mono Desnudo]. Las conclusiones que son extraídas en
el libro son invariablemente reaccionarias. Si los hombres son
naturalmente agresivos, no tiene ningún sentido intentar mejorar la
sociedad. Las cosas siempre van a llegar al mismo lugar. Las
revoluciones "siempre fracasarán".
Pero, la verdad, es que la "naturaleza
humana" varía de sociedad a sociedad. Por ejemplo, la competencia, que
es entendida como propia de nuestra sociedad, raramente existió en
muchas de las antiguas sociedades. Cuando los científicos intentaron por
primera vez aplicar tests para medir el coeficiente intelectual en los
indios Sioux, descubrieron que ellos no conseguían comprender por qué no
se podían ayudar unos a otros en las pruebas. En la sociedad en que
ellos vivían se enfatizaba la cooperación, no la competencia. Lo mismo
ocurre con la agresividad. Cuando los esquimales se encontraron por
primera vez con los europeos, no tenían la menor idea de lo que era una
"guerra". La idea de un grupo de personas intentando aniquilar a otro
grupo les parecía absurda. En nuestra sociedad se considera natural que
los padres amen y protejan a sus hijos. En la ciudad de Esparta, en la
Grecia antigua, se consideraba
"natural" llevar a las criaturas a lo alto de las montañas y
abandonarlas allí para medir su capacidad de resistir al frío.
Las teorías que defienden una
"naturaleza humana inmutable" no pueden ofrecer una explicación de los
grandes acontecimientos de la historia. Las pirámides de Egipto, las
maravillas de la Grecia antigua, los imperios romano e incaico y la
moderna ciudad industrial, son colocados al mismo nivel que los
campesinos ignorantes que vivían en las chozas inmundas de la Edad
Media. Todo lo que importa es un "mono desnudo" -no las grandiosas
civilizaciones que el "mono" construyó. Siendo irrelevante que algunas
formas de sociedad hayan sido capaces de alimentar a los "monos",
mientras otras dejan a millones morir de hambre.
Muchos aceptan una concepción
materialista diferente, que enfatiza lo necesario de cambiar el
comportamiento humano. Igual que los animales pueden ser entrenados para
comportarse en forma diferente en un circo que en la jungla, el
comportamiento humano también podría ser cambiado. Bastaría con que las
personas adecuadas tomasen el control de la sociedad, para que la
"naturaleza humana" fuese transformada. Esta visión es ciertamente un
gran paso frente a la del "mono desnudo". Pero falla al momento de
explicar la transformación de la sociedad como un todo. Si todos están
absolutamente condicionados en la sociedad de nuestros días: ¿cómo
alguien podría colocarse por encima de los otros y poner en
funcionamiento los mecanismos que condicionaran los cambios sociales?
¿Sería una especie de minoría escogida por Dios para ser inmune a las
presiones que dominan a todos los demás? ¿Si todos somos animales en un
circo, quién podría ser el domador de leones?
Aquellos que sustentan esta teoría
terminan diciendo que la sociedad no puede cambiar (como en el "mono
desnudo") o creen que los cambios sólo podrían ser realizados desde
fuera de la sociedad por Dios, o los "grandes hombres", o por el poder
de las ideas individuales. Su "materialismo" nos lleva a una nueva
versión del idealismo que entra por la puerta de atrás. Como señaló
Marx, esta doctrina acaba necesariamente por dividir la sociedad en dos
partes, una de las cuales sigue siendo superior a la otra. Esta
concepción "materialista" es, en general, reaccionaria. Uno de los más
conocidos partidarios de esta visión, es un psicólogo de derecha llamado
Skinner. El propone condicionar a las personas para que se comporten de
ciertos modos. Pero como él mismo es un producto de la sociedad
capitalista norteamericana, su "condicionamiento" persigue simplemente
que las personas se conformen con esa sociedad.
Otra visión materialista culpa a la
"presión demográfica" de toda la miseria del mundo (es común que se
llame malthusianismo a esta concepción, ya que fue Malthus, un
economista inglés del siglo XVIII el primero en desarrollarla). Pero
esta no puede explicar por qué en los Estados Unidos, por ejemplo, se
queman cereales mientras que en la India muere gente de hambre. Ni puede
explicar por qué 150 años atrás no había en EE.UU. alimentos
suficientes para 10 millones de personas y hoy la producción es capaz de
alimentar a 200 millones. Esta visión olvida que cada boca a ser
alimentada es también la de un individuo más, capaz de trabajar para
crear riquezas.
Marx denominaba a todas estas
explicaciones como formas "mecanicistas" o "vulgares" del materialismo.
Estas visiones olvidaban que siendo parte del mundo material, los seres
humanos también son criaturas vivas y activas cuyas acciones lo
transforman.
La interpretación materialista de la historia
Los seres humanos se pueden diferenciar de los animales por la
conciencia, la religión y cualquier otra cosa que queramos considerar.
Pero, ellos solamente empiezan a diferenciarse de los animales en cuanto
comienzan a producir sus propios medios de subsistencia -comida,
vestimenta y viviendas.
Con estas palabras, Marx quería
enfatizar antes que nada lo que era distintivo de su explicación de cómo
se desarrolla la sociedad. Los seres humanos son animales que
descienden de los primates. Al igual que en los otros animales, su
primera preocupación es la alimentación y la protección del clima. Pero
el modo en que los demás animales satisfacen estas necesidades depende
de su naturaleza biológicamente heredada. Un lobo se mantiene vivo
cazando y matando a sus presas, de la forma en que sus instintos
biológicos determinan. Su piel se mantiene caliente en las noches frías.
Cría a sus cachorros de acuerdo a patrones de comportamiento heredados.
Pero la vida humana no está determinada
de esta manera. Los hombres que vagaban por el planeta 30.000 y 100.000
mil años atrás vivían de un modo completamente diferente al nuestro. Lo
hacían en cavernas o en agujeros en el suelo. No poseían recipientes
para almacenar los alimentos o el agua, y para alimentarse dependían de
la recolección de frutos o de derribar animales con piedras. Ellos no
podían escribir, o contar más allá de los dedos de sus manos. No poseían
ningún conocimiento de lo que ocurría más allá de las tierras que
habitaban o de lo que sus antepasados habían realizado. Con todo,
físicamente, el hombre de 100.000 años atrás era semejante al hombre
moderno y el de 30.000 años atrás idéntico. Si bañáramos y afeitásemos
al hombre de las cavernas, lo vistiéramos con un traje y lo llevásemos a
caminar por una avenida céntrica, nadie lo consideraría extraño. Como
el arqueólogo Gordon
Childe dice:
Los más antiguos esqueletos de nuestra especie pertenecen a las fases
próximas de la última Edad de Hielo... Para el momento de los primeros
registros geológicos del Homo Sapiens... la evolución física del hombre
había llegado a un punto de estabilidad, aunque su progreso cultural
estaba justo comenzado.
El mismo punto de vista es defendido por otro arqueólogo, Leakey:
La diferencia física entre los hombres de las culturas Auriñaciense y
Magdaleniense (25.000 años atrás) y el hombre contemporáneo, es
despreciable. Mientras que la diferencia cultural es inconmensurable.
Lo que el arqueólogo llama "cultura" son
aquellas cosas que los hombres y las mujeres aprenden y enseñan unos a
otros. Por ejemplo, cómo fabricar ropas con lana y piel de animales,
cómo hacer vasijas de barro, cómo hacer fuego, cómo construir casas y
demás. Esta idea contrapone la cultura a aquellas cosas que los animales
saben instintivamente.
Las vidas de los primeros humanos ya
eran inmensamente diferentes a la vidas de los otros animales. Porque
ellos eran capaces de usar las características físicas propias del ser
humano -cerebro grande, miembros posteriores capaces de manipular
objetos- para modificar el ambiente de modo de tornarlo conveniente a
sus necesidades. Esto significaba que ellos podían adaptarse a una gran
variedad de condiciones ambientales, sin cambiar en nada su estructura
fisiológica. Los seres humanos ya no necesitaban luchar contra las
condiciones naturales. Podían actuar sobre dichas condiciones para
transformarlas en su beneficio.
Al principio ellos usaron piedras y
palos para atacar a los animales salvajes, obtenían luz y calor a partir
del fuego que surgía accidentalmente en la naturaleza, se cubrían con
vegetación y pieles de animales. Transcurridas muchas decenas de miles
de años, ellos aprendieron a hacer fuego por sí mismos, a dar forma a
las piedras con otras piedras, a cultivar alimentos a partir de
simientes que ellos mismos plantaban, a guardarlas en recipientes hechos
de arcilla y a domesticar algunos animales. En tiempos relativamente
recientes -hace apenas 5.000 años, al lado del medio millón de años de
historia humana- los seres humanos aprendieron el secreto de transformar
minerales metálicos en herramientas resistentes y armas eficaces.
Cada uno de estos avances tuvo un enorme
impacto, no solo por hacer más fácil la alimentación y el vestuario de
los seres humanos, sino también al transformar la propia organización de
la vida humana. Desde el inicio la vida humana fue social. Solamente la
unión de los esfuerzos de varios seres humanos les posibilitaba matar
animales, recoger alimentos y mantener vivo el fuego. Tenían que
cooperar. Esta cooperación continua también los llevó a que se
comunicaran a través de la emisión de sonidos y al desarrollo de
lenguajes. En el comienzo, los grupos eran simples. En ninguna parte
existía una provisión natural suficiente para mantener a más de dos
docenas de individuos. Todo el esfuerzo tenía que ser dirigido a las
tareas básicas de conseguir alimento, lo que llevaba a que todos
hiciesen el mismo trabajo y viviesen el mismo tipo de vida.
Sin medios para acumular alimentos, no
podía haber propiedad privada o división entre clases sociales, y ni el
saqueo ni el pillaje podían presentarse como motivos para la guerra.
Hasta hace pocos años, todavía había centenares de sociedades en las más
variadas partes del globo en el que este patrón social permanecía. Es
el caso de algunos indígenas de América del Sur y del Norte, ciertos
pueblos del África ecuatorial y del Pacífico, además de algunos
aborígenes australianos. No es que estos pueblos fuesen menos
inteligentes que nosotros o tuviesen una "mentalidad primitiva". Los
aborígenes de Australia, por ejemplo, aprendieron a reconocer
literalmente millones de plantas y los hábitos de una gran diversidad de
animales para poder sobrevivir. El profesor y antropólogo Firth lo
describe de esta forma:
Las tribus australianas... conocen los hábitos, características, zonas
de procreación y migraciones estivales de todos los pájaros, peces y
demás animales que son objeto de caza para su alimentación y vestuario.
Conocen tanto las propiedades externas, como algunas menos obvias, de
piedras, grasas, resinas, plantas, fibras y cáscaras; saben como hacer
fuego, como utilizar el calor para aliviar el dolor, detener sangrados y
retardar el deterioro de los alimentos frescos; saben también utilizar
el fuego para endurecer algunas maderas y ablandar otras... Saben lo
básico sobre las fases de la luna, el movimiento de los mares, los
ciclos planetarios y las secuencias y duración de las estaciones,
relacionan los cambios climáticos con sistemas de vientos, patrones
anuales de unidades, temperaturas y flujos de crecimiento y presencia de
las especies naturales...
Además realizan un uso inteligente y económico de los subproductos de
los animales muertos para alimentación; la carne del canguro es comida;
los huesos de las piernas son utilizados para realizar herramientas como
hechas de piedras o de madera; los tendones son utilizados para amarrar
las puntas de piedra de las lanzas; las garras forman collares atados
con fibras y ceras, la gordura combinada con ocre rojo es usado como
cosmético, la sangre mezclada con carbón se transforma en un pigmento...
Tienen algún conocimiento de los principios básicos de la mecánica y
por eso trabajaban sus bumerangs una y otra vez hasta darles la
curvatura correcta...
Son mucho más "capaces" que nosotros
para lidiar con los problemas de la supervivencia en el desierto
australiano. Lo que ellos no aprendieron fue a sembrar y cultivar su
propio alimento -algo que nuestros ancestros aprendieron hace sólo unos
5.000 años, cuando ya habían vivido en el planeta un período 100 veces
mayor. El desarrollo de nuevas técnicas para producir bienes -los medios
necesarios para la continuidad de la vida humana- siempre hizo que
nacieran nuevas formas de cooperación entre los seres humanos, nuevas
relaciones sociales. Por ejemplo, luego de que las personas aprendieron a
cultivar su propio alimento (sembrando la tierra y domesticando
animales) y los almacenaron (en vasijas de barro) hubo una completa
revolución en la vida social -llamada por los arqueólogos "la revolución
neolítica". Los seres humanos tenían que cooperar entre sí para limpiar
la tierra, recoger el alimento, así como para
cazar animales. Podían vivir juntos en grupos más numerosos que antes,
podían guardar comida e iniciar la práctica de intercambiar bienes con
otros asentamientos humanos.
Las primeras ciudades se desarrollaron.
Por primera vez había posibilidades de que algunas personas vivieran sin
dedicarse únicamente a la producción de alimentos: algunos se
especializaron en la fabricación de vasijas, otros al trabajo de la
piedra y más tarde a la producción de herramientas y armas, otros
desempeñaron tareas administrativas elementales para el grupo como un
todo. Pero lo malo fue que el excedente de comida ofreció un motivo para
la guerra. Al comienzo, la gente había comenzado a descubrir nuevas
maneras de relacionarse con el mundo que los rodeaba, o de someter a la
naturaleza a sus necesidades. Pero en el proceso, sin querer habían
transformado la sociedad en que vivían y con ella sus propias vidas.
Marx describió este proceso del siguiente modo: el desarrollo de las
"fuerzas productivas" transformó las "relaciones de producción" y, a
través de ellas, la sociedad. Existen buenos ejemplos
más recientes...
Hace mas de 300 años la gran mayoría de
la población de Gran Bretaña vivía en el campo, cultivando alimentos con
técnicas que eran las mismas desde hacía siglos. Su horizonte
intelectual estaba delimitado por la aldea en la que vivían y sus ideas
estaban muy influenciadas por la iglesia local. La gran mayoría no tenía
necesidad de la lectura o la escritura, y nunca aprendieron a
utilizarlas. Entonces, 200 años atrás, la industria comenzó a
desarrollarse. Decenas de miles de personas fueron llevadas a las
fábricas. Sus vidas sufrieron una transformación completa. Ahora vivían
en grandes ciudades, no en pequeñas aldeas. Precisaban aprender
habilidades nunca imaginadas por sus ancestros, incluyendo la capacidad
de leer y escribir. La llegada del ferrocarril y la navegación a vapor
volvieron posible viajar a gran parte del planeta. Las viejas ideas
martilladas en sus cabezas por sus padres ya no tenían
sentido frente a todo eso. La revolución material en la producción fue
también una revolución en el modo en que ellos vivían y en las ideas en
que creían.
Cambios parecidos están aún hoy
afectando a un gran número de personas. Basta con observar como los
habitantes de las aldeas de Bangladesh o de Turquía acuden a las
fábricas de Alemania y de Inglaterra en busca de empleo. Y como, muchos
de ellos descubren que sus antiguas costumbres y actitudes religiosas ya
no son adecuadas. Basta observar como en los pasados 50 años la mayoría
de las mujeres se han acostumbrado a trabajar fuera del hogar y como
esto les ha llevado a desafiar la vieja concepción de que ellas eran
prácticamente propiedad de sus maridos. Los cambios en el modo en que
los seres humanos trabajan colectivamente para producir sus alimentos,
vestimentas y viviendas propicia cambios en el modo en que la sociedad
se organiza y en el comportamiento de las personas al interior de ella.
Este es el secreto del cambio social -en
la historia- que los pensadores anteriores a Marx (y muchos después de
él), idealistas y materialistas mecanicistas, no pudieron comprender.
Los idealistas entendían que los cambios ocurrían -pero decían que
debían ser enviados por el cielo. Los materialistas mecanicistas
entendían que los seres humanos eran condicionados por el mundo
material, pero no veían cómo los seres humanos pudiesen algún día llegar
a transformarse. Lo que Marx vio fue que los seres humanos
efectivamente estaban condicionados por el mundo que les rodea, pero
también que ellos reaccionan ante su medio, trabajando sobre él para
hacerlo más habitable. Pero al hacerlo ellos transforman a su vez las
condiciones en las cuales viven y por ende a ellos mismos.
La clave para entender el cambio social
reside en la comprensión de cómo los seres humanos hacen frente a los
problemas de cultivar su alimento, construir sus viviendas y proveerse
de vestimenta. Este fue el punto de partida de Marx. Pero esto no
significa que los marxistas crean que los avances de la tecnología
automáticamente produzcan una sociedad mejor, o que las invenciones
lleven necesariamente a los cambios sociales. Marx desaprobaba esta
concepción (algunas veces conocida como determinismo tecnológico).
Repetidas veces en la historia, las personas han rechazado ideas que
hubieran permitido aumentar la producción de alimentos, viviendas o
vestimentas porque estas chocaban con las conductas o formas de sociedad
existentes.
Por ejemplo, en el Imperio Romano
aparecieron muchas ideas sobre cómo incrementar la cosecha en una
limitada extensión de tierra, pero las personas no las adoptaron porque
requerían una dedicación al trabajo que no podía ser obtenida de los
esclavos que cumplían su labor bajo el miedo al látigo. Cuando Gran
Bretaña dominó a Irlanda en el siglo XVIII, intentó impedir el
desarrollo de la industria local porque chocaba con los intereses de los
empresarios de Londres. Si alguien encuentra el método para resolver el
problema del hambre en la India matando a las vacas sagradas o
abasteciendo a cada habitante de Gran Bretaña con suculentos bifes
surgidos del procesamiento de carne de ratón, sería ignorado debido a
los preconceptos establecidos.
El desarrollo de la producción desafía
los viejos preconceptos y los antiguos hábitos de organización social,
pero no los derrota automáticamente. Muchos seres humanos luchan para
evitar el cambio -y aquellos que quieren introducir nuevos métodos de
producción deben luchar para cambiar las cosas. Si los que se oponen
vencen, las nuevas formas de producción no pueden ser puestas en
funcionamiento y la producción puede quedar estancada o retroceder.
Utilizando la terminología marxista diríamos que: cuando las "fuerzas
productivas" se desarrollan, ellas chocan con las "relaciones sociales"
preexistentes y con las ideas que surgen en el marco de las viejas
fuerzas productivas. Es así que las personas que se identifican con las
nuevas fuerzas productivas pueden ganar este enfrentamiento o pueden
hacerlo aquellas identificadas con el viejo sistema. En el primer caso,
la sociedad se mueve hacia delante, en el
último, esta permanece paralizada o incluso retrocede.
3. Lucha de clases
Vivimos en una sociedad dividida en
clases, en donde algunas personas poseen grandes cantidades de riquezas y
la mayoría de nosotros no posee prácticamente nada. Naturalmente,
tendemos a dar por sentado que las cosas siempre fueron así. Pero de
hecho, durante gran parte de la historia humana no existieron las
clases, la propiedad privada, la policía ni el ejército. Esta fue la
situación durante medio millón de años de desarrollo hasta hace unos
5.000 o 10.000 años. Como no era posible que una persona con su trabajo
produjera más alimento que el necesario para mantenerse en condiciones
de trabajar, no podía haber división en clases. ¿Que motivo podía haber
para tener esclavos si todo lo que producían sería utilizado para
mantenerlos vivos?
Pero pasado cierto punto, el avance de
la producción hizo que la división en clases fuera posible y necesaria.
Podía producirse suficiente alimento para que quedara un excedente,
luego de que los productores inmediatos tomaran lo necesario para
sobrevivir. Y comenzaron a existir los medios que permitían almacenar
alimentos y transportarlos de un lugar a otro. Las personas que con su
trabajo producían todo el alimento, podían simplemente comer el que les
quedaba excedente. Como vivían en condiciones de extrema pobreza estaban
fuertemente tentados a hacerlo. Pero los dejaría desprotegidos contra
los desastres naturales, tales como hambrunas o inundaciones del año
siguiente, y contra ataques de tribus hambrientas venidas desde otras
áreas.
En un primer momento era una gran
ventaja para todos el que un grupo especial de personas tomase a su
cuenta la riqueza excedente, almacenándola en prevención contra futuros
desastres, usándola para apoyar a los artesanos, construyendo medios de
defensa, utilizando una parte para intercambiar con otros pueblos
distantes a cambio de objetos útiles. Estas actividades comenzaron a ser
llevadas a cabo en las primeras ciudades, donde los administradores,
mercaderes y artesanos vivían. A partir de marcas hechas en tablas para
registrar diferentes tipos de productos, la escritura se empezó a
desarrollar.
Tales fueron los primeros pasos
vacilantes de lo que nosotros llamamos "civilización". Pero -y este pero
es más que importante- todo esto estuvo basado en un creciente control
de la riqueza por parte de una pequeña minoría de la población. Y esa
minoría usaba la riqueza para su propio bien, así como en beneficio del
resto de la sociedad como un todo. Cuanto más se desarrollaba la
producción, más riquezas se concentraban en las manos de esta minoría -y
más de la misma era retirada al resto de la sociedad. Las "reglas" que
al principio eran un medio para mejorar la vida social, se transformaron
en "leyes", donde se insistía en que las riquezas que la tierra
producía eran "propiedad privada" de una minoría. Una clase dominante
comenzó a surgir -así como las leyes que defendían su poder.
Podemos preguntarnos si tal vez hubiera
sido posible que la sociedad se hubiese desarrollado de otra manera, de
modo que aquellos que trabajaban la tierra hubiesen podido controlar su
producción. La respuesta es, no. Y no por causa de la "naturaleza
humana", sino porque la sociedad era todavía muy pobre. La mayoría de la
población del planeta estaba ocupada escarbando el suelo en busca de su
subsistencia, como para dedicar tiempo a desarrollar la escritura y la
lectura, para crear obras de arte, para construir navíos, determinar el
curso de las estrellas, descubrir los rudimentos de las matemáticas,
para saber cómo actuar cuando los ríos se desbordaban o cómo podían ser
construidos canales de riego. Estas cosas podían darse solamente porque
algunos medios de vida fueron retirados a la población y usados para
mantener a una minoría privilegiada que no tenía que trabajar de sol a
sol.
Pero esto no significa que existiese una
división en clases como la de hoy en día. En los últimos 100 años se ha
visto un desarrollo jamás soñado en la historia previa de la humanidad.
La escasez natural ha sido vencida lo que existe ahora es una escasez
artificial, creada por los gobiernos con la destrucción de alimentos
almacenados. La sociedad de clases de hoy está retrasando a la
humanidad, impidiéndole avanzar. No fue solamente aquel cambio inicial
que transformó a las sociedades puramente agrícolas en sociedades
urbanas, el que provocó, necesariamente, las nuevas divisiones de
clases. El mismo proceso se repitió cada vez que se desarrollaban nuevas
formas de producción.
Así, en Gran Bretaña, mil años atrás, la
clase dominante estaba formada por señores feudales que controlaban la
tierra y vivían del trabajo de los siervos. Cuando el comercio comenzó a
desarrollarse a gran escala, surgió junto con ellos una nueva clase
privilegiada, la de los ricos comerciantes. Cuando la industria empezó a
desarrollarse en una escala respetable, su poder, a su vez, fue
cuestionado por los propietarios de las industrias. En cada etapa de
desarrollo de la sociedad hubo una clase oprimida, cuyo trabajo generó
la riqueza, y una clase dominante que controló esa riqueza. Pero al
desarrollarse la sociedad tanto los oprimidos como los opresores sufrían
cambios.
En la sociedad esclavista de la Roma
antigua, los esclavos eran propiedad personal de la clase dominante. Al
propietario de esclavos pertenecían los bienes producidos por sus
esclavos, fruto de que ellos eran de su propiedad. Exactamente de la
misma forma en que a él le pertenecía la leche producida por las vacas
de que era dueño. En la sociedad feudal de la Edad Media, los siervos
poseían su propia tierra y poseían aquello que era producido en ellas.
Pero para mantener esa tierra, ellos tenían que trabajar un cierto
número de días por año en las pertenecientes al señor feudal. Su tiempo
estaba dividido -tal vez la mitad del mismo era dedicado al trabajo en
las tierras del señor y la otra mitad en sus propias tierras. Si ellos
se negaban a trabajar para el señor, él tenía derecho de castigarlos
(con golpes, prisión o cosas peores). En la moderna sociedad
capitalista, el patrón no posee físicamente a sus
trabajadores, ni tiene derecho a castigar a un empleado que se niegue a
trabajar gratis para él. Pero el patrón posee la empresa donde el
trabajador tiene que conseguir empleo para seguir viviendo. Y es por
esto que es muy fácil para él obligar al trabajador a producir a cambio
de un salario, cuyo monto sea mucho menor al de los bienes producidos
por él en la fábrica.
En cada caso la clase opresora toma el
control de toda la riqueza una vez que las necesidades más elementales
de los trabajadores han sido cubiertas. El propietario de esclavos
quería mantener su propiedad en buenas condiciones. Por eso alimentaba a
sus esclavos de igual forma en que nosotros le ponemos combustible al
auto. Pero todo lo que excediera las necesidades físicas del esclavo, su
propietario lo usaba en su propio beneficio. El siervo feudal tiene que
alimentarse y vestirse con lo producido en su propio pedazo de tierra.
Todo el trabajo extra que pone en las tierras del señor beneficia a este
último. El trabajador moderno tiene un trabajo remunerado. Pero toda la
riqueza que él crea queda en manos de la clase dominante como ganancia,
intereses o rentas.
La lucha de clases y el Estado
Los trabajadores raramente han aceptado
su destino sin resistencia. Hubieron revueltas de esclavos en Egipto y
Roma antiguos, levantamientos de campesinos en la China imperial,
guerras civiles entre ricos y pobres en las ciudades de la Grecia
antigua, en Roma, y en la Europa renacentista. Por eso es que Karl Marx
inició su Manifiesto Comunista, insistiendo en que "la historia de todas
las sociedades hasta ahora ha sido la historia de la lucha de clases".
El desarrollo de la civilización ha dependido de la explotación de una
clase por otra y por lo tanto de la lucha entre ellas.
Por más poderoso que fuese un faraón
egipcio, un emperador romano o un señor medieval, por más suntuosas que
fueran sus vidas, magníficos sus palacios, ellos siempre necesitaron
asegurarse la apropiación de los productos cultivados por los campesinos
y los esclavos más humildes. Solamente podían hacer esto si junto con
la división de clases también se desarrollaba algo más: el control sobre
los medios de violencia en su favor y el de sus aliados. En las
primeras sociedades no había ejército, policía o aparato gubernamental
al margen de la mayoría de la población. Así mismo hasta hace 50 o 60
años atrás era posible encontrar, por ejemplo, en algunas regiones de
África, sociedades en las cuales la situación era la misma. Muchas de
las tareas que cumple el Estado en nuestra sociedad eran realizadas
informalmente por la población en general o por asambleas de
representantes. Tales asambleas juzgaban a
cualquier persona cuya conducta fuese considerada una desobediencia a
alguna ley social importante. La penalización podía ser aplicada por
toda la comunidad por ejemplo, forzando a los infractores a dejarla.
Todos coincidían en la necesidad de penalizar la infracción, no haciendo
falta una fuerza policial independiente. Si una guerra daba comienzo,
todos los hombres jóvenes tomaban parte bajo el liderazgo de las
personas escogidas para la tarea, sin la necesidad de una estructura
militar especializada.
Pero cuando se tiene una sociedad en que
una minoría controla gran parte de la riqueza, estas maneras de
mantener la "ley y el orden" y una organización militar como la
mencionada, dejan de funcionar. Cualquier asamblea de representantes o
banda de jóvenes armados se dividiría conforme a los intereses de clase.
El grupo privilegiado solamente puede sobrevivir si comienza a
monopolizar en sus manos la implementación de castigos, las leyes, la
organización militar y la producción de armas. Por eso, la separación en
clases sociales fue acompañada por el surgimiento de jueces, policías,
personal de inteligencia, generales, burócratas -a quienes la clase
privilegiada ofreció parte de la riqueza de la cual se apropia, a cambio
de la protección de su dominio.
Aquellos que sirven en las filas de ese
Estado fueron entrenados para obedecer sin vacilar las órdenes de sus
"superiores" y romper todos los lazos sociales normales con las masas
explotadas. El Estado se desarrolló como una máquina asesina en manos de
la clase privilegiada. Y es una máquina extremadamente eficaz. Por
supuesto, los generales que controlan esta máquina frecuentemente
derrocan a determinado rey o emperador e intentan colocarse a si mismos
en el poder. La clase dominante, habiendo armado al monstruo, muchas
veces no consiguen controlarlo. Pero como la riqueza necesaria para
mantener la maquina asesina funcionando viene de la explotación de las
masas trabajadoras, cada revuelta de estas es seguida por la continuidad
de la sociedad bajo los viejos esquemas.
A lo largo de la historia las personas
que realmente quisieron cambiar la sociedad para mejor se encontraron
enfrentados no sólo a una clase privilegiada, sino también a una máquina
armada, un Estado, que sirve a los intereses de esta clase. Las clases
dominantes, junto a sacerdotes, generales, policías y los sistemas
legales que los sustentan, surgieron en primer lugar porque sin ellos la
civilización no se hubiera podido desarrollar. Pero una vez que se
establecieron en el poder, pasó a ser interés suyo el que la
civilización no se desarrollara. Su poder radica en la habilidad para
forzar a aquellos que trabajan, a entregarles la riqueza que producen.
Están alertas a todo nuevo sistema de producción que sea más eficiente,
pues temen que el control se les escape de las manos. Temen cualquier
cosa que lleve a las masas explotadas a desarrollar iniciativa e
independencia. Y temen también el surgimiento de
nuevos grupos privilegiados con riqueza suficiente para asumir el costo
de sus propias armas y ejércitos. A partir de cierto punto, en vez de
ayudar al desarrollo de la producción, ellos comienzan a impedirlo.
Por ejemplo, en el Imperio Chino, el
poder de la clase dominante se apoyaba en la propiedad de la tierra y el
control de los canales y diques que eran necesarios para la irrigación y
freno de las inundaciones. Este control fue la base para una
civilización que se extendió por cerca de 2.000 años. Pero al final del
período la producción no estaba mucho más avanzada que a su comienzo a
pesar del floreciente arte chino, el descubrimiento de la pólvora y de
la imprenta, todo esto en una época en que Europa estaba sumergida la
Edad Oscura de comienzos de la Edad Media. El motivo fueron las nuevas
formas de producción que comenzaron a desarrollarse en las ciudades, a
través de la iniciativa de comerciantes y artesanos. La clase dominante
le temía al crecimiento del poder de los grupos que no estaban
completamente bajo su control. Por esto, periódicamente las autoridades
imperiales tomaban duras medidas para
enlentecer la creciente economía de las ciudades, disminuyendo la
producción y destruyendo el poder de las nuevas clases sociales.
El crecimiento de las nuevas fuerzas
productivas -de los nuevos medios de producir riquezas- chocaron con los
intereses de la vieja clase dominante. Y se desarrolló una lucha cuyo
resultado determinó el futuro de toda la sociedad. Algunas veces el
resultado, como en China, fue que las nuevas formas de producción fueron
sumergidas y la sociedad permaneció estancada por largos períodos de
tiempo. Otras veces, como en el Imperio Romano, la ineptitud de las
nuevas formas de producción determinaron que no hubiera creación de
riquezas suficiente para mantener a la sociedad sobre sus viejas bases.
La civilización entró en colapso, las ciudades fueron destruidas y las
personas volvieron a vivir en sociedades agrícolas. Y otras veces una
nueva clase, basada en nuevas formas de producción, fue capaz de
organizarse, debilitar y derrumbar a la vieja clase dominante, junto con
su sistema legal, sus ejércitos, ideología y
religión. De este modo, la sociedad pudo avanzar.
En cada caso, la sociedad avanzaba o
retrocedía dependiendo de quien venciera en la guerra entre las clases. Y
como en cualquier guerra, la victoria no estaba garantizada de
antemano, dependía de la organización, unidad y liderazgo de las clases
en lucha.
4. Capitalismo. ¿Cómo se inició el sistema?
Uno de los argumentos más absurdos que
pueden escucharse, es que las cosas no hubieran podido ser diferentes de
lo que hoy son. Pero, las cosas ya fueron diferentes. Y no hay que ir
muy lejos para descubrirlo. En Gran Bretaña por ejemplo, la realidad era
diferente hace no mucho tiempo. Apenas 250 años atrás las personas nos
hubieran considerado locos, si les describiésemos el mundo en que hoy
vivimos, con grandes fábricas, aviones, misiones espaciales. Incluso las
vías férreas estaban lejos de su imaginación. Porque ellos vivían en
una sociedad que era fundamentalmente rural, en la cual la mayoría de
las personas nunca se había alej ado a más de 15 kilómetros de su aldea,
y en la cual el ritmo de vida por miles de años, estuvo determinado por
el cambio de las estaciones. Pero hace 700 u 800 años ya comenzaba un
desarrollo que iría a transformar toda la sociedad. Grupos de artesanos y
negociantes empezaron
a establecerse en las ciudades, no prestando sus servicios a cambio de
nada como sí lo hacía el resto de la población, sino intercambiando sus
productos con varios señores y siervos a cambio de alimentos. Cada vez
más se comenzó a utilizar el metal como medida de cambio. Fue un gran
paso ver en cada operación de intercambio una oportunidad para conseguir
un poco del precioso metal del cual obtener alguna ganancia.
Al comienzo las ciudades sólo podían
sobrevivir al contraponer un señor feudal contra otro. Pero a medida que
las habilidades de sus artesanos se fueron perfeccionando, más riquezas
producían y mayor poder de influencia obtenían. Los "burgueses"
comenzaron a surgir como clase social al interior de la sociedad feudal
de la Edad Media. Pero ellos obtenían su riqueza de un modo diferente a
como lo hacían los señores feudales que dominaban la sociedad. Un señor
feudal vivía directamente de la producción agrícola que era capaz de
obligar a sus siervos a producir en sus tierras. Este usaba su poder
personal para forzarles sin necesidad de pagarles. Diferente a las
clases ricas de las ciudades que vivían de la manufactura de bienes no
agrícolas. Ellos les pagaban a los trabajadores para que produjesen para
ellos, por día o por semana.
Estos trabajadores, frecuentemente
siervos escapados, eran "libres" de ir y venir -desde el momento en que
terminaban el trabajo por el cual se les había pagado. Lo "único" que
los llevaba a trabajar era el hecho de que morirían de hambre si no
encontraban a alguien que los empleara. Los ricos se hacían aún más
ricos porque para no morirse de hambre, los trabajadores libres
aceptaban menos dinero del valor de los bienes que ellos producían con
su trabajo. Volveremos a este punto más tarde. Ahora lo que nos interesa
es que la burguesía y los señores feudales obtenían sus riquezas de
diferentes fuentes. Esto los llevaba a querer organizar la sociedad de
diferentes formas.
La sociedad ideal de los señores
feudales era una sociedad en la cual ellos tuviesen el poder absoluto
sobre sus tierras, sin restricciones en la ley escrita, sin intromisión
de cualquier ente externo, teniendo a sus siervos imposibilitados de
escapar. Ellos querían las cosas tal como eran en los tiempos de sus
padres y de sus abuelos, con todos aceptando la situación social
existente al momento de venir al mundo. La recién enriquecida burguesía
necesariamente veía las cosas de forma diferente. Quería restringir el
poder individual con que los señores feudales y los reyes interferían en
el comercio o robaban las riquezas que producían. Soñaban conseguirlo a
través de un cuerpo estable de leyes, que serían escritas y refrendadas
por sus propios representantes electos. Querían liberar a los pobres de
la servidumbre para que pudiesen trabajar (y aumentar las ganancias de
los burgueses) en las ciudades. En
cuanto a ellos mismos, sus padres y sus abuelos ya habían estado bajo
el yugo de los señores feudales y ciertamente no querían que eso
continuase.
En una palabra, ellos querían
revolucionar la sociedad. Sus desacuerdos con el viejo orden no eran
solamente económicos sino también políticos e ideológicos. Y desacuerdo
ideológico significa principalmente desacuerdo religioso, en una
sociedad analfabeta en donde la principal fuente de las ideas generales
sobre la sociedad eran el resultado de la predicación de la Iglesia.
Debido a que la Iglesia medieval era dominada por obispos y abades que
también eran señores feudales, ellos propagaban visiones en favor del
feudalismo, atacando como "pecaminosas" muchas de las prácticas de la
burguesía urbana. Por esto en Alemania, Holanda, Gran Bretaña y Francia
en los siglos XVI y XVII sectores de la burguesía organizaron su propia
religión, el protestantismo una religión que predicaba el ahorro, la
sobriedad, el trabajo duro (¡principalmente de los trabajadores!) y la
independencia de la congregación de los
obispos y abades. Estos sectores de la burguesía crearon un Dios a su
imagen, en oposición al Dios de la Edad Media.
Hoy cuentan en la escuela y en la
televisión que hubieron grandes guerras religiosas y civiles que
estuvieron motivadas por diferencias religiosas, como si los hombres
fuesen lo suficientemente locos para luchar y morir por las razones
esgrimidas para ellas el papel de la sangre y del cuerpo de Cristo en la
Sagrada Familia. Mucho más estaba en juego -el choque entre dos formas
completamente diferentes de sociedad, basadas en diferentes formas de
organizar la producción de riquezas. En Gran Bretaña, la burguesía
venció. Tan horrible como debe parecerle a nuestra actual clase
dominante, sus ancestros consolidaron su poder cortando cabezas
coronadas, justificando el acto con palabras de los profetas del Antiguo
Testamento. Pero en otros lugares el primer round fue para el
feudalismo. En Francia y Alemania la burguesía protestante
revolucionaria fue liquidada después de terribles guerras civiles
(aunque una versión
feudal del protestantismo sobrevivió como religión en el norte de
Alemania). La burguesía tuvo que esperar más de dos siglos hasta
alcanzar su triunfo en el segundo round, que comenzaría esta vez sin
ropaje religioso, en París en el año 1789.
Explotación y plusvalía
En las sociedades esclavista y feudal
las clases superiores tenían que tener control legal sobre la masa
trabajadora de la población. De otro modo, aquellos que trabajaban para
el señor feudal o el propietario de esclavos huían, dejando a la clase
privilegiada sin nadie que trabajara para ella. Pero el capitalista,
generalmente, no precisa controles legales sobre la persona física del
trabajador. No necesita poseerlo, porque sabe que el trabajador al
negarse a trabajar para él morirá de hambre. En lugar de poseer al
trabajador, el capitalista puede prosperar porque posee y controla las
fuentes de supervivencia del trabajador -las máquinas y las fábricas.
Las necesidades materiales de la vida
son producidas por el trabajo del ser humano. Pero este trabajo es casi
inútil sin herramientas para cultivar la tierra y procesar materias
primas. Las herramientas pueden variar enormemente de simples
implementos agrícolas como arados y asadas hasta complicadas máquinas en
las modernas fábricas. Pero sin herramientas ni el más habilidoso
trabajador es capaz de producir las cosas necesarias para sobrevivir. El
desarrollo de esas herramientas llamadas por nosotros "medios de
producción" separan al ser humano moderno de sus distantes ancestros de
la Edad de Piedra. El capitalismo está basado en la propiedad de esos
medios de producción por parte de unas pocas personas. En la Gran
Bretaña de hoy, por ejemplo, un 1% de la población controla el 84% del
capital y de las acciones de la industria. En sus manos está concentrado
el control efectivo sobre la gran mayoría de los
medios de producción máquinas, fábricas, campos petroleros y las
mejores tierras de cultivo. La masa de la población solamente puede
sobrevivir si el capitalista le permite trabajar con dichos medios de
producción. Esto le da a los capitalistas un poder inmenso para explotar
el trabajo de las demás personas, aunque a los ojos de la ley "todos
los hombres sean iguales".
Se necesitaron algunos siglos para que
los capitalistas monopolizaran el control sobre los medios de
producción. En Gran Bretaña, por ejemplo, los parlamentos de los siglos
XVII y XVIII tuvieron que aprobar una sucesión de Leyes de Alambramiento
de los campos que separaron a los campesinos de sus medios de
producción, o sea de la tierra que ellos habían cultivado por siglos.
Ella se volvió propiedad de una parte de la clase capitalista y la gran
mayoría de la población rural fue forzada a vender su trabajo para los
capitalistas o morirse de hambre. Una vez alcanzado el monopolio de los
medios de producción, el capitalismo pudo permitir que la mayoría de la
población disfrutase, como los capitalistas, de una aparente libertad e
igualdad de derechos políticos. Ya que, por mas "libres" que fuesen, los
trabajadores aún tenían que trabajar para vivir. Los economistas
favorables al capitalismo tienen una
explicación simple sobre lo ocurrido entonces. Ellos dicen que al pagar
salarios, el capitalista compra el trabajo del empleado. Y debe pagar
un precio justo por él. Caso contrario, el trabajador iría a emplearse
con otra persona. El capitalista paga un "salario justo" al trabajador,
por lo tanto el trabajador debe dar un "día de trabajo justo" al patrón.
¿Cómo entonces, podemos explicar las
ganancias? Las ganancias, afirman, son una "recompensa" para el
capitalista por el "sacrificio" que ha hecho para poner en actividad los
medios de producción (capital). Es un argumento que difícilmente
convence a ningún trabajador que piense esto dos veces. Tomemos una
empresa que anuncia una "tasa de ganancias neta" de 10% al año. Estarían
afirmando que si el costo de toda su maquinaria, instalaciones y todo
lo que posee es de 100 millones de libras, le sobran 10 millones después
de pagar salarios, la materia prima y el costo de reposición de la
maquinaria desgastada en un año. No es preciso ser un genio para ver que
después de 10 años, esa empresa totalizará una ganancia de 100
millones- o sea, el monto integral de la inversión original.
Si es el "sacrificio" el que está siendo
recompensado, entonces seguramente después de 10 años toda ganancia
debería cesar. Pues entonces los capitalistas ya habrían recibido el
equivalente a lo que invirtieron al inicio. Entretanto, la verdad es que
el capitalista se hizo dos veces más rico que antes. Se quedó con la
inversión inicial más la ganancia acumulada. Mientras tanto el
trabajador sacrificó gran parte de la energía de su vida trabajando 8 o
más horas por día, 48 semanas por año, en una empresa. ¿Estará dos veces
mejor al final de ese tiempo que al inicio? Puedes apostar tu ropa a
que no. Aunque él ahorrase todo el dinero que pudiese, no podría ser
capaz de comprar mucho más que un televisor color, un sistema de
calefacción barato o un automóvil de segunda mano. Nunca será capaz de
juntar dinero suficiente para comprar la empresa donde trabaja. El
"justo día de trabajo por un justo jornal"
multiplicó el capital del capitalista, mientras dejaba al trabajador
sin capital y sin más opción que ir a trabajar apenas por ese jornal. La
"igualdad de derechos" entre capitalistas y trabajadores ha
incrementado la desigualdad.
Uno de los mayores descubrimientos de
Marx fue la explicación de esa aparente anomalía. No existe mecanismo
que obligue al capitalista a pagar a sus trabajadores el valor integral
del trabajo que realizan. Un trabajador empleado hoy (1979), por ejemplo
en la industria, puede crear 400 libras de productos por semana. Pero
esto no significa que él o ella reciban esa suma. En 99 casos de 100
ellos recibirán mucho menos. La alternativa de los trabajadores, es
trabajar o morir de hambre (o como máximo vivir algunos meses con un
miserable subsidio de desempleo). Por ello los trabajadores no
reivindican el valor integral de lo que producen, apenas lo suficiente
para tener un nivel de vida aceptable. El trabajador recibe apenas lo
suficiente para reponer diariamente todas fuerzas y capacidades de
trabajo a disposición del capitalista.
Desde el punto de vista de los
capitalistas, si los trabajadores están recibiendo lo suficiente para
mantenerse trabajando y criar a sus hijos, quienes serán la nueva
generación de trabajadores, están entonces recibiendo un salario justo
por su fuerza de trabajo. Pero el total del valor necesario para
mantener a los trabajadores en condiciones de trabajar, es
considerablemente menor que la cantidad de riqueza que ellos producen
-el valor de la fuerza de su trabajo es considerablemente menor que el
valor creado por su trabajo. A la diferencia que va a parar a los
bolsillos de los capitalistas, Marx la llamó "plusvalía".
La autoexpansión del capital
Si leemos los escritos de los
apologistas del actual sistema, vamos a notar que ellos comparten una
extraña creencia: el dinero tiene una extraña propiedad mágica. Puede
crecer como una planta o un animal. Cuando un capitalista coloca dinero
en un banco, su expectativa es de que crezca. Cuando ellos invierten en
acciones de Unilever, por ejemplo, esperan ser recompensados al año con
generosos retornos en dinero, en forma de beneficios. Marx notó eso y
llamó a este fenómeno "autoexpansión del capital", en relación a lo cual
elaboró una explicación.
Como vimos anteriormente, su explicación
comienza no con el dinero, sino con el trabajo y los medios de
producción. En la sociedad actual, aquellos que poseen riqueza
suficiente pueden comprar el control de los medios de producción. Pueden
entonces obligar a cada uno de aquellos que no tengan ese poder, a
vender la fuerza de trabajo necesaria para hacer funcionar los medios de
producción. El secreto de la "autoexpansión del capital", de la
milagrosa capacidad del dinero de crecer y multiplicarse para quien ya
posee grandes cantidades de él, reside en la compra-venta de esta fuerza
de trabajo.
Tomemos como ejemplo un trabajador, a
quien daremos el nombre de Jack. El consigue un empleo con un
empresario, Sir Browning Browne. El trabajo que Jack puede hacer en 8
horas diarias creará un volumen adicional de valor -tal vez de unas 48
libras. Pero Jack está dispuesto a vender su trabajo por mucho menos que
eso, ya que su alternativa es el seguro de desempleo. Hay
parlamentarios favorables al capitalismo que afirman que con 12 libras
diarias un trabajador y su familia pueden subsistir, y pagar un seguro
de desempleo mayor a esa cifra implicaría "destruir el incentivo para
trabajar". Si Jack quiere ganar más de 12 libras diarias, tendrá que
vender su habilidad para trabajar, su fuerza de trabajo, aunque le
ofrezcan mucho menos que las 48 libras que él puede crear en sus 8 horas
de trabajo. Podrá trabajar, quizás, por 28 libras diarias. La
diferencia diaria de 20 libras irá al bolsillo de Sir Browning. Esta,
es la plusvalía de Sir Browning.
Porque tuvo riqueza suficiente para
comprar el control de los medios de producción en primera instancia, Sir
Browning Browne puede asegurar enriquecerse en 20 libras al día por
cada trabajador que emplea. Su dinero sigue creciendo, su capital se
expande, no por causa de alguna ley natural, sino debido al hecho de que
su control sobre los medios de producción le permite comprar el trabajo
ajeno a bajo precio. Por supuesto que Sir Browning no guarda
necesariamente la totalidad de estas 20 libras para si mismo. El puede
alquilar instalaciones fabriles o tierras. Puede haber pedido dinero
prestado a los otros miembros de la clase dominante para iniciar su
negocio y ellos van a exigir una parte de su plusvalía. Tal vez, ellos
exijan 10 libras como pago, dejando a Sir Browning apenas las restantes
10 libras de beneficios.
Aquellos que viven de rentas
probablemente nunca han visto a Jack en su vida. Sin embargo, no fue el
poder místico del dinero lo que les proveyó de ingresos, sino el muy
físico sudor de Jack. Los dividendos, los intereses, los beneficios,
todos ellos provienen de la plusvalía. ¿Qué es lo que determina cuánto
consigue Jack por su fuerza de trabajo? Su empleador va a intentar
pagarle lo menos posible. Pero en la práctica existen límites, debajo de
los cuales los salarios no pueden llegar. Algunos de esos límites son
físicos -no es recomendable pagar salarios tan miserables como para que
los trabajadores estén desnutridos e incapacitados de poner esfuerzo en
el trabajo. Ellos también tienen que ser capaces de viajar hacia y desde
el trabajo, y tener algún lugar para descansar en la noche, para no
caer de sueño sobre las máquinas. Desde este punto de vista, vale la
pena incluso pagar por aquello que los
trabajadores consideran "pequeños lujos" -como unos tragos a la noche,
un televisor, y ocasionalmente unas vacaciones. Todo esto da al
trabajador nuevo ánimo para trabajar mejor. Sirve también para que el
trabajador "reabastezca" su fuerza de trabajo. Y un hecho importante es
que donde los salarios son mantenidos muy bajos, la productividad
también cae.
El capitalista tiene que preocuparse por
otra cosa también. Su empresa va a estar en actividad por muchos años.
Mucho tiempo después de que sus actuales trabajadores ya estén muertos.
Su empresa va a precisar de los hijos de estos trabajadores, por lo que
tiene que pagarles lo suficiente como para que los críen. También tienen
que asegurar que el Estado provea a través del sistema de educación,
ciertas habilidades a esos niños (como leer y escribir). En la práctica,
una cosa más es importante -aquello que el trabajador considera como un
"salario decente". Un trabajador que recibe un salario más bajo del que
podría percibir puede ser negligente con sus responsabilidades
laborales, importándole poco perder su empleo ya que este le parece
"inútil". Todos esos elementos determinantes del salario tienen una cosa
en común. Todos intentan asegurar que el salario sea suficiente para
mantener viva la fuerza de
trabajo, para que el capitalista la compre por hora. Los trabajadores
reciben una paga para mantenerse ellos y sus familias, vivos y aptos
para trabajar.
En la actual sociedad capitalista, un
aspecto más debe ser destacado. Grandes cantidades de dinero son
gastadas en cosas como fuerzas policiales y armamentos. Tales
instrumentos son utilizados por el Estado en defensa de los intereses de
la clase capitalista. De hecho, ellos pertenecen a la clase
capitalista, aunque sean dirigidos por el Estado. El valor que es
gastado en ellos pertenece a los capitalistas, no a los trabajadores.
Esto también es parte del plusvalor.
Plusvalor = beneficio + renta + intereses + gastos en policía, ejército y demás.
5. La teoría del valor-trabajo
Pero maquinaria y capital producen tanto bienes como trabajo. Si este es
el caso, es una cuestión de justicia que el capital, así como el
trabajo, reciban su parte de la riqueza producida. Cada "factor de
producción" tiene que tener su recompensa.
De esta forma respondería al análisis
marxista de la explotación y la plusvalía, alguien que hubiese aprendido
un poco de economía favorable al capitalismo. Y a primera vista, esta
objeción parece tener algún sentido. Pues ciertamente no se puede
producir bienes sin capital.
Los marxistas nunca argumentamos que
fuera posible. Pero nuestro punto de partida es bien diferente.
Comenzamos por preguntar en primer lugar: ¿de dónde viene el capital?
¿cómo surgieron los medios de producción? La respuesta no es difícil de
hallar. Todo lo que el hombre utilizó en su historia para crear riquezas
desde un hacha neolítica a la más moderna computadora fue producido por
el trabajo humano. La misma hacha fue producida con otras herramientas,
que a su vez eran producto de un trabajo previo. Es por eso que Marx
acostumbraba denominar a los medios de producción como "trabajo muerto".
Cuando los hombres de negocios exaltan el capital que poseen, en
realidad están resaltando el hecho de que ellos controlan el enorme
manantial de trabajo de las generaciones precedentes. Y eso no significa
que sea el trabajo de sus ancestros, quienes no trabajaron más de lo
que ellos lo hacen ahora.
La noción de que el trabajo es la fuente
de la riqueza comúnmente llamada "teoría del valor-trabajo" no fue
descubierta originariamente por Marx. Todos los grandes economistas
favorables al capitalismo del tiempo de Marx aceptaban esa teoría. Esos
hombres, como el economista escocés Adam Smith o el inglés David
Ricardo, produjeron sus teorías cuando el sistema capitalista industrial
todavía era muy joven pocos años antes y después de la Revolución
Francesa. Los capitalistas todavía no dominaban la sociedad y
necesitaban conocer la verdadera fuente de su riqueza si querían llegar
al poder. Smith y Ricardo sirvieron a sus intereses afirmando que el
trabajo creaba la riqueza, y que para aumentar sus riquezas ellos tenían
que "liberar" el trabajo del control de las antiguas clases dominantes
precapitalistas. Pero no se demoró mucho para que los pensadores
cercanos a la clase trabajadora volvieran ese argumento
contra los amigos de Smith y Ricardo: si el trabajo crea riquezas,
entonces el trabajo crea el capital. Y los "derechos del capital" no son
más que los derechos del trabajo usurpados. Pronto los economistas que
apoyaban al capital, comenzaron a afirmar que la teoría del
valor-trabajo no pasaba de ser un montón de ideas sin sentido. Pero
cuando la verdad es echada por la puerta de adelante, ella acostumbra
volver por la puerta trasera.
Enciende la radio. Escúchala algún
tiempo y oirás a algún experto diciendo que el problema de la economía
es que las "personas no trabajan suficientemente duro" o, de otro modo,
que "la productividad es muy baja". Olvidemos por un momento si el
argumento es correcto o no. En lugar de esto, echémosle un vistazo.
Ellos nunca dicen "las máquinas no trabajan suficientemente duro". No.
Son siempre las personas, los trabajadores. Afirman que si los
trabajadores se esforzasen más, mayor sería la riqueza creada, y eso
posibilitaría más inversión en nuevas máquinas. Las personas que usan
este argumento pueden no saberlo, pero están afirmando que más trabajo
crea más capital. El trabajo es la fuente de la riqueza.
Digamos que tengo un billete de 5 libras
en mi bolsillo. ¿Cuál es su utilidad para mí? Después de todo no pasa
de ser un pedazo de papel impreso. Su valor para mi reside en el hecho
de que puedo conseguir, a cambio de él, algo útil, que fue hecho gracias
al trabajo de otra persona. El billete, en verdad, no es más que una
representación de los productos de ese trabajo. Dos billetes representan
los productos de dos veces ese trabajo, y así sucesivamente. Cuando
medimos la riqueza estamos midiendo el trabajo que fue realizado para
crear esa riqueza.
Obviamente, no todos producen la misma
cantidad de trabajo en el mismo período de tiempo. Si yo decidiera, por
ejemplo, hacer una mesa, me llevaría cinco o seis veces más tiempo que a
un carpintero experimentado. Pero nadie en sus sana conciencia
consideraría a la mesa que yo hice cinco o seis veces más valiosa que la
mesa realizada por el carpintero experimentado. Sería preciso evaluar
mi trabajo de acuerdo a la cantidad de trabajo necesario para que un
carpintero la haga y no de acuerdo a la cantidad de trabajo realizado.O
sea, si a un carpintero le llevase una hora realizar la mesa, el valor
de la mesa será considerado como el equivalente a una hora de trabajo.
Este sería el tiempo necesario para hacer una mesa, tomando en cuenta el
nivel general de técnica y habilidad existentes actualmente en la
sociedad.
Por esa razón, Marx insistía en que la
medida del valor de cualquier cosa no es simplemente el tiempo que le
lleva a un individuo hacerlo, sino el tiempo de trabajo que un individuo
emplearía dentro del nivel medio de tecnología y habilidad él llamaba a
ese nivel medio de trabajo"el tiempo de trabajo socialmente necesario".
Este punto es importante porque el capitalismo siempre está avanzando
tecnológicamente, lo que quiere decir que cada vez se necesita menos y
menos trabajo para producir cada mercancía. Por ejemplo, cuando se
acostumbraba fabricar radios utilizando válvulas térmicas, esos
productos eran muy caros, porque había gran cantidad de trabajo en la
fabricación de las válvulas, para conectarlas y todo lo demás. Entonces
fue inventado el transistor, que podía ser confeccionado y conectado con
mucho menos trabajo. De repente, todos los trabajadores de las fábricas
de radios que aún utilizaban
válvulas descubrieron que el precio de lo que ellos producían estaba
desfasado. Porque el precio de las radios ya no estaba más determinado
por el tiempo trabajo necesario para fabricar válvulas, sino por el
tiempo necesario para fabricar transistores.
Un último punto. Los precios de algunos
bienes fluctúan de forma desenfrenada de un día a otro o de una semana a
otra. Estos cambios pueden ser causa de muchas otras cosas, además de
los cambios en la cantidad de trabajo necesario para producirlos. Cuando
una helada en Brasil arrasó todos los cultivos de café, el precio del
café se disparó porque esto provocó una escasez mundial y las personas
terminaron pagando más por ese producto. Si mañana alguna catástrofe
natural destruye todos los televisores, no hay duda de que los precios
de los aparatos de televisión se van a disparar de la misma forma. Lo
que los economistas llaman "la oferta y la demanda" causa constantemente
estas fluctuaciones en los precios.
Por esta razón, muchos economistas
favorables al capitalismo dicen que la teoría del valor-trabajo no tiene
sentido. Afirman que solamente importa la ley de la oferta y la
demanda. Pero esto sí que carece de sentido. Porque este argumento
olvida que cuando alguna cosa fluctúa, fluctúa generalmente alrededor de
un nivel medio. El mar avanza y retrocede debido a las mareas, pero eso
no significa que no podamos localizar un punto en torno al cual se
mueve, al cual llamamos "nivel del mar". De la misma forma, el hecho de
que los precios suban y bajen diariamente, no significa que no existan
valores fijos en torno a los cuales fluctúan. Por ejemplo, si todos los
aparatos de televisión fuesen destruidos, los primeros en aparecer
serían muy buscados y alcanzarían precios elevadísimos. Pero no se
demoraría mucho para que más aparatos llegasen al mercado, compitiendo
unos con otros hasta que los precios fuesen forzados
a bajar, hasta llegar cerca de su valor en términos del tiempo de
trabajo necesario para producirlos.
Competencia y acumulación
Hubo un tiempo en que el capitalismo
parecía ser un sistema dinámico y progresista. Durante la mayor parte de
la historia humana, las vidas de la mayoría de los hombres y las
mujeres fueron dominadas por el trabajo pesado y la explotación. El
capitalismo industrial no cambió esto cuando apareció en los siglos
XVIII y XIX. Pero parecía haberle dado al trabajo pesado y a la
explotación un propósito útil. En vez de gastar grandes cantidades de
riqueza en lujos para unos pocos aristócratas parasitarios o en la
construcción de imponentes tumbas para los monarcas muertos, o en
absurdas guerras para conquistar un pedazo de tierra para el hijo de
algún emperador, usó la riqueza para construir los medios de crear más
riquezas. El surgimiento del capitalismo fue un período de crecimiento
de las industrias, ciudades, medios de transporte, en una escala nunca
soñada por la historia humana anterior.
Puede parecer extraño hoy, pero lugares
como las antiguas ciudades industriales de comienzos del capitalismo,
eran sitios en donde se operaban milagros. La humanidad nunca había
visto antes tanto algodón e hilados transformados tan rápidamente en
vestimenta para vestir a millones. Esto no ocurrió porque los
capitalistas tuviesen alguna virtud especial. Ellos eran siempre, más
bien, personas avaras, obsesionadas por colocar sus manos sobre la mayor
cantidad de riqueza posible, pagando el más bajo precio posible por el
trabajo que utilizaban. Muchas clases dominantes anteriores habían sido
como ellos en este aspecto, sin haber levantado industrias. Pero los
capitalistas fueron diferentes en dos aspectos importantes.
El primero con el que hemos tratado es
el hecho de que ellos no poseían sus propios trabajadores, pero pagaban a
los trabajadores por hora por su habilidad en el trabajo, por su fuerza
de trabajo. Eran esclavos asalariados, ya no solamente esclavos. El
segundo aspecto es que ellos no consumían los bienes producidos por sus
trabajadores. El señor feudal vivía directamente de la carne, el pan, el
queso y el vino producido por sus siervos. Pero el capitalista vivía de
la venta a otras personas de los bienes producidos por los
trabajadores. Esto daba al capitalista individual menos libertad para
hacer lo que quería, que la que tenían los señores feudales y los
propietarios de esclavos. Para vender las mercancías, el capitalista
tenía que producirlas lo más barato posible. El capitalista poseía la
fábrica y era todopoderoso dentro de ella. Pero no podía usar este poder
de cualquier forma. El también tenía que
inclinarse ante la necesidad de competir con otras fábricas.
Volvamos a nuestro capitalista favorito,
Sir Browning Browne. Consideremos que una cierta cantidad de tela de
algodón lleva 10 hs. del tiempo de un trabajador de su fábrica para ser
producida, pero en otra fábrica esa misma cantidad lleva apenas 5 hs.
Sir Browning Browne no podría fijar el precio de su mercancía por su
equivalente a 10 hs. de trabajo. Nadie en su sano juicio pagaría ese
precio si puede pagar más barato por la tela unas cuadras más adelante.
Cualquier capitalista que quisiera sobrevivir en el negocio tenía que
asegurarse que sus empleados trabajasen tan rápido como fuera posible.
Pero esto no era todo. El también tenía que prever que sus empleados
trabajen con la maquinaria más moderna, de modo que su trabajo produjera
tanta cantidad de bienes en una hora como los empleados que trabajan
para otros capitalistas. El capitalista que quisiera permanecer en el
negocio, tenía que asegurarse de
poseer cada vez mayor cantidad de medios de producción -o como Marx
dice: ¡acumular capital!
La competencia entre capitalistas
produjo un poder, el sistema de mercado, que tenía a todos y cada uno
bajo su control. Obligaba a todos a acelerar el proceso productivo todo
el tiempo e invertir todo lo que pudieran en nuevas máquinas. Y
solamente podían darse el lujo de gastar en nuevas máquinas (y
obviamente, en llevar su lujosa vida) si mantenían los salarios de sus
trabajadores lo más bajo posible. En su mayor obra, El Capital, Marx
escribe que el capitalista es un tacaño, obsesionado en juntar más y más
riquezas. Pero,
lo que en el avaro es mera idiosincrasia es, en el capitalista, el
efecto de un mecanismo social en el cual no pasa de ser uno de los
engranajes... El desarrollo de la producción capitalista vuelve
necesario el permanente crecimiento del total del capital colocado en un
determinado emprendimiento y la competencia hace que las leyes
inmanentes del capital sean percibidas por cada capitalista como leyes
coercitivas externas. Eso los obliga a mantener a su capital creciendo
constantemente para preservarlo. Pero ellos solo pueden hacer esto a
través de una acumulación progresiva.
¡Acumula, acumula! ¡Dicen Moisés y otros profetas!
La producción no se desarrolla para
satisfacer las necesidades humanas incluso las necesidades humanas de la
clase capitalista sino para posibilitar al capitalista sobrevivir en la
competencia con otros capitalistas. Los trabajadores que son empleados
por el patrón, descubren que sus vidas son dominadas por la necesidad de
sus empleadores de acumular más rápidamente que sus rivales. Como dice
Marx en el Manifiesto Comunista:
En la sociedad burguesa el trabajo vivo no pasa de ser un medio para
acumular trabajo muerto... El capital es independiente y tiene su
individualidad, las personas son dependientes y no tienen
individualidad.
La tendencia compulsiva de los
capitalistas a la acumulación en la competencia, fue el gran empuje de
la industria en los primeros años del sistema. Pero otra cosa también
resultó de esto: repetidas crisis económicas. Las crisis económicas no
son nuevas, son tan viejas como el propio sistema.
6. Las crisis económicas
Acumulación de riqueza por un lado y de pobreza por el otro.
Es así como Marx resume la principal
tendencia del capitalismo. Cada capitalista le teme a la competencia de
otro capitalista, y es por esto que hacen que sus empleados trabajen lo
más duro posible, pagando los salarios más bajos que puedan arrancarles.
El resultado es una desproporción entre el enorme crecimiento de los
medios de producción por un lado, y el limitado crecimiento de los
salarios y del número de trabajadores empleados por el otro. Esta,
insistía Marx, es la causa básica de las crisis económicas. El modo más
fácil de entender esto es preguntarnos: ¿quién compra la siempre
creciente cantidad de mercancías? Los bajos salarios que tienen los
trabajadores les impiden comprar los bienes que ellos mismos producen.
El capitalista no puede elevar los salarios porque esto iría en contra
de sus ganancias que son la fuerza impulsora del sistema.
Pero si las empresas no pueden vender
los bienes que producen, ellas tienen que cerrar sus puertas y despedir
trabajadores. El monto de los salarios, entonces, cae aún más, y más
empresas no consiguen vender sus mercancías. Una "crisis de
superproducción" se instala, con mercancías acumuladas por toda la
economía, que las personas no serán capaces de adquirir. Este ha sido un
aspecto recurrente en la sociedad capitalista en los últimos 160 años.
Pero cualquier apologista atinado del sistema, podría llamar la atención
sobre un medio fácil de salir de esta crisis. Todo lo que los
capitalistas deberían hacer sería invertir sus beneficios en nuevas
fábricas y máquinas. Esto ofrecería empleo a los trabajadores, que
podrían entonces ser capaces de comprar los bienes invendibles. Esto
significa que contando con que se realicen nuevas inversiones, todas las
mercancías podrían ser vendidas y el sistema podría
ofrecer empleos para todos.
Marx no era necio y reconocía este
hecho. Ciertamente, como vimos, él sabía que la presión de la
competencia que obligaba a los capitalistas a invertir, era central para
el sistema. Pero, él se preguntaba: ¿esto significa que los
capitalistas invertirían todos sus beneficios, todo el tiempo? Los
capitalistas sólo invertirían si considerasen que existe la garantía de
una ganancia "razonable". Si ellos no creen que pueda lograrse tal
ganancia, no arriesgarán su dinero en inversiones. Lo pondrán en el
banco y lo dejarán allí.
Que el capitalista invierta o no,
dependerá de cómo evalúe la situación económica. Cuando parece
favorable, todos los capitalistas se precipitarán a invertir al mismo
tiempo, abalanzándose unos sobre otros buscando sitios de construcción,
comprando máquinas, escarbando el suelo en busca de materias primas,
pagando de sobra la mano de obra calificada. Esto es llamado por lo
general el boom. Pero la frenética competencia por la tierra, la materia
prima y la mano de obra calificada hace subir los precios de estas
cosas. Y se llega repentinamente a un punto donde algunas empresas
descubren que sus costos se han elevado tanto que todas sus ganancias
han desaparecido.
El boom de inversiones repentinas da
lugar a una caída de las inversiones. Una depresión. Nadie más quiere
nuevas fábricas -los trabajadores de la construcción pierden sus
empleos. Nadie quiere nuevas máquinas -las industrias de maquinaria
entran en crisis. Nadie quiere el acero y el hierro que están siendo
producidos -la industria del acero comienza de repente a producir por
"debajo de su capacidad" y "deja de brindar ganancias". Quiebres y
cierres se desparraman de industria en industria, destruyendo empleos -y
con ellos la capacidad de los trabajadores de comprar bienes de otras
industrias. La historia del capitalismo es la historia de esas
periódicas caídas y depresiones, y de la demencial situación de los
trabajadores desempleados muriendo de hambre al lado de fábricas vacías,
mientras los stocks de mercancías "indeseadas" se pudren. El
capitalismo crea periódicamente crisis de superproducción, porque
no existe una planificación que impida las corridas y fugas simultaneas
de los capitales invertidos en la producción.
Las personas acostumbraban pensar que el
Estado podía detener esto. A través de su intervención en la economía,
aumentando la inversión gubernamental cuando la inversión privada
estuviese baja y reduciéndola cuando el capital privado volviese a
invertir, el Estado mantendría la producción en un nivel estable. Pero
hoy en día las inversiones estatales también son parte de la locura
general. Veamos el ejemplo de la British Steel. Algunos años atrás,
cuando la empresa todavía era pública, los metalúrgicos fueron
notificados de que sus empleos serían eliminados, para abrir camino a
modernos hornos automáticos que producirían más acero a menores costos.
Hoy les dicen que todavía más trabajadores deben perder sus empleos Gran
Bretaña no fue el único país en embarcarse en estos planes de
inversiones masivas. Francia, Alemania, Estados Unidos, Brasil,
Alemania, Surcorea, todos hicieron lo mismo. Hay ahora
un excedente mundial de acero una crisis de superproducción. La
inversión estatal está siendo recortada.
Los metalúrgicos, por supuesto, sufren
en las dos etapas. Cuando las inversiones crecen y cuando las suspenden.
Este es el precio que la humanidad paga por un sistema económico en que
la producción de enormes riquezas es controlada por un pequeño grupo
privilegiado, interesado solamente en las ganancias. No importa si esos
pequeños grupos privilegiados poseen directamente las empresas o las
controlan indirectamente a través de su poder sobre el Estado (como es
el caso de British Steel). Si ellos usan su control para competir unos
con otros, sea a escala nacional o global, siempre son los trabajadores
los que sufren. La mayor locura del sistema es el hecho de que las
"crisis de superproducción" no ocurren de forma alguna fruto a la
superproducción. Todo el excedente de acero, por ejemplo, podría haber
ayudado a resolver el hambre mundial. Campesinos de todo el mundo tienen
que arar la tierra con arados de madera
arados de acero hubieran ayudado a aumentar la producción mundial de
alimentos. Pero los campesinos no tienen dinero, entonces el sistema
capitalista no se interesa no hay manera de obtener beneficios de esa
forma.
¿Por qué las crisis tienden a empeorar?
Las crisis no ocurren con una
regularidad monótona. Marx también previó que se volverían peores a
medida que pasara el tiempo. Aunque las cosas acontecieran de forma
uniforme, sin convulsiones ni sobresaltos, esto no detendría la
tendencia general rumbo a las crisis. Y esto porque la competencia entre
capitalistas (y entre las naciones capitalistas) los obliga a invertir
en equipamientos que ahorran mano de obra.
Actualmente en Gran Bretaña casi todas
las nuevas inversiones son diseñadas para recortar el número de
trabajadores. Es por esto que hay menos trabajadores hoy en la industria
británica que 10 años atrás, aunque la producción se haya incrementado
en ese período. Solamente a través de una "producción racionalizada",
del "aumento de la productividad" y de la disminución de la mano de
obra, un capitalista puede hacerse de un pedazo más grande de la torta.
Pero el resultado para el sistema como un todo es desastroso. Pues esto
determina que el número de trabajadores no crezca a la misma velocidad
que las inversiones. Aun así la fuente del beneficio es la labor de los
trabajadores, el combustible que mantiene funcionando al sistema. Si
hicieran más y más inversiones, sin el correspondiente aumento de la
fuente de ganancias, estarían rumbo al colapso -esto es tan cierto como
si quisiéramos mover un gran auto
con la misma cantidad de gasolina utilizada para mantener un autito
pequeño funcionando.
Es por esto que Marx argumentaba 100
años atrás que es el éxito mismo del capitalismo en acumular grandes
inversiones en nuevos equipamientos, lo que produce la tendencia
decreciente de la tasa de ganancias, cuya mayor consecuencia es el
empeoramiento de las crisis. Este argumento puede ser trasladado muy
simplemente al capitalismo de hoy día. Al revés del viejo dicho sobre
los "malos tiempos" que dieron lugar a los "buenos tiempos", de la
depresión transformándose en expans
...