En el marco de la conmemoraciòn del 20 aniversario del asesinato de los Padres Jesuitas y dos salvadoreñas, se realizarà el estreno nacional de la cantata para coro y orquesta del Compositor Carlos Colón, Las Lamentaciones de Rufina (Amaya).
Gracias a los buenos oficios del compositor Paulino Espinoza (ex Yolocamba I ta y ahora, Exceso de Equipaje) la obra será presentada en el país, junto a la conmemoración de otros mártires de la violencia estructural que sufre El Salvador desde sus orígenes. Los crìmenes del Mozote y la masacre de los Jesuitas y dos salvadoreñas, continúan impunes.
Fecha: 6 de Noviembre del 2009
Lugar: Auditorio de la UCA
Gracias a los buenos oficios del compositor Paulino Espinoza (ex Yolocamba I ta y ahora, Exceso de Equipaje) la obra será presentada en el país, junto a la conmemoración de otros mártires de la violencia estructural que sufre El Salvador desde sus orígenes. Los crìmenes del Mozote y la masacre de los Jesuitas y dos salvadoreñas, continúan impunes.
Fecha: 6 de Noviembre del 2009
Lugar: Auditorio de la UCA
Hora:5:30 pm
Participa: El Coro de la OPES
Dirección del Concierto: El compositor, Carlos Colón-Quintana
Patrocina: Salvadoreños en el Mundo
Más información:
Fui invitada por el compositor a colaborar con un texto que va inserto al medio de la obra. El original enviado a Carlos – basado en la música que a su vez él me enviara- es el que reproduzco a continuaciòn, aunque entiendo que por motivos de tiempos musicales, fue reducido:
SOLISTA:
Ay! Mamá,
mamá Rufina,
éramos felices
con la canción de tu abrazo
en los colores planchados
de la tarde campesina
CORO
Mamá, Mamá Rufina
nos están matando
Mamá
Mamá Rufina
Por qué nos has abandonado?
SOLISTA:
soldados vienen
soldados
negros diablos enmasccardos
son los hombres reclutados
Son nuestros hermanos
Ay!
nuestros propios hermanos
Llamas rojas
cuartos cerrados
las paredes de Dios están mirando
CORO
Mamá Rufina
nos están matando
Mamá Rufina
por qué nos has abandonado
SOLISTA:
Zarza ardiente
protege a la madre de esta muerte
arrástrala como un tornado
como un tornado
como un tornado
Como una hoja seca bajo tu resguardo
Sorda y ciega
va Rufina
corriendo por los montes
con el vestido sangrado
el corazón no responde
CORO:
Dónde estä dios?
Dónde está Dios?
SOLISTA:
Va con Rufina
Va con Rufina
CORO:
Por qué con otros no?
Por qué con nosotros no?
SOLISTA:
El Cordero fue elegido
por el árbol de manzano
“nos están matando”
quedará escrito el evangelio
la palabra que va huyendo
CORO
Mamá
Mamá Rufina
Mamá Rufina (susurro)
Mamá Rufina ( las voces casi se apagan)
RUFINA:
Voy tierra abajo
No se quién soy
Voy tierra abajo
No se quièn soy.
Rufina Amaya (Morazán, 1942-2007) Campesina y única sobreviviente de la masacre del Mozote, murió a sus 64 años de un derrame cerebral y otras complicaciones. Su vida se vio marcada por la guerra, cuando el 10 de diciembre de 1981, en su caserío “El mozote”, el Ejército Salvadoreño “irrumpió en búsqueda de guerrilleros”; durante tres dìás mataron a más de 900 campesinos pobres, en su mayoría niños y mujeres, perpetrando una de las más crueles masacres de nuestra historia. Rufina perdió allí cuatro hijos, la menor tenía 8 meses y se la arrebataron de sus brazos.
Rufina Amaya sobrevivió -como ella misma lo contaba- por un milagro. En varias ocasiones que birindó su testimonio en público, narró en qué forma se fueron dando frente a sus ojos señales que le dieron valor para salvarse, agachándose y caminando a gatas hacia un árbol de manzano y rodando luego, monte abajo para huir por días con hambre y el dolor irremediable de sus hijos asesinados.
Rufina vivió 25 años superando ese dolor día a día, sin descanso, contando su historia como la única forma que tuvo para resarcirse de aquel crimen cometido contra sus hijos, su esposo, sus amigos y vecinos. Nadie le ofreció disculpas, nadie solicitó su opinión en las altas esferas del poder a la hora de evaluar la situación de las víctimas de guerra una vez finalizado el conflicto; pero la voz de Rufina llegó por diversos medios, a los oídos de miles de salvadoreños, incrédulos unos, y otros que la comprendieron, pues también sufrieron bejámenes por el simple hecho de vivir en el campo, de ser pobres, de estar indefensos.
Rufina murió sin recibir justicia legal en El Salvador, pero sí el reconocimiento de instancias internacionales y nacionales que ratificaron su testimonio e hicieron del dominio público la verdad de esta mujer sencilla. Rufina nunca se dió por vencida, con una esperanza y dignidad que sirven de ejemplo ahora, a todos aquellos que se afanan por continuar la vida, aún con las pérdidas terribles que la violencia social y económica sigue horadando.
Participa: El Coro de la OPES
Dirección del Concierto: El compositor, Carlos Colón-Quintana
Patrocina: Salvadoreños en el Mundo
Más información:
Fui invitada por el compositor a colaborar con un texto que va inserto al medio de la obra. El original enviado a Carlos – basado en la música que a su vez él me enviara- es el que reproduzco a continuaciòn, aunque entiendo que por motivos de tiempos musicales, fue reducido:
SOLISTA:
Ay! Mamá,
mamá Rufina,
éramos felices
con la canción de tu abrazo
en los colores planchados
de la tarde campesina
CORO
Mamá, Mamá Rufina
nos están matando
Mamá
Mamá Rufina
Por qué nos has abandonado?
SOLISTA:
soldados vienen
soldados
negros diablos enmasccardos
son los hombres reclutados
Son nuestros hermanos
Ay!
nuestros propios hermanos
Llamas rojas
cuartos cerrados
las paredes de Dios están mirando
CORO
Mamá Rufina
nos están matando
Mamá Rufina
por qué nos has abandonado
SOLISTA:
Zarza ardiente
protege a la madre de esta muerte
arrástrala como un tornado
como un tornado
como un tornado
Como una hoja seca bajo tu resguardo
Sorda y ciega
va Rufina
corriendo por los montes
con el vestido sangrado
el corazón no responde
CORO:
Dónde estä dios?
Dónde está Dios?
SOLISTA:
Va con Rufina
Va con Rufina
CORO:
Por qué con otros no?
Por qué con nosotros no?
SOLISTA:
El Cordero fue elegido
por el árbol de manzano
“nos están matando”
quedará escrito el evangelio
la palabra que va huyendo
CORO
Mamá
Mamá Rufina
Mamá Rufina (susurro)
Mamá Rufina ( las voces casi se apagan)
RUFINA:
Voy tierra abajo
No se quién soy
Voy tierra abajo
No se quièn soy.
Rufina Amaya (Morazán, 1942-2007) Campesina y única sobreviviente de la masacre del Mozote, murió a sus 64 años de un derrame cerebral y otras complicaciones. Su vida se vio marcada por la guerra, cuando el 10 de diciembre de 1981, en su caserío “El mozote”, el Ejército Salvadoreño “irrumpió en búsqueda de guerrilleros”; durante tres dìás mataron a más de 900 campesinos pobres, en su mayoría niños y mujeres, perpetrando una de las más crueles masacres de nuestra historia. Rufina perdió allí cuatro hijos, la menor tenía 8 meses y se la arrebataron de sus brazos.
Rufina Amaya sobrevivió -como ella misma lo contaba- por un milagro. En varias ocasiones que birindó su testimonio en público, narró en qué forma se fueron dando frente a sus ojos señales que le dieron valor para salvarse, agachándose y caminando a gatas hacia un árbol de manzano y rodando luego, monte abajo para huir por días con hambre y el dolor irremediable de sus hijos asesinados.
Rufina vivió 25 años superando ese dolor día a día, sin descanso, contando su historia como la única forma que tuvo para resarcirse de aquel crimen cometido contra sus hijos, su esposo, sus amigos y vecinos. Nadie le ofreció disculpas, nadie solicitó su opinión en las altas esferas del poder a la hora de evaluar la situación de las víctimas de guerra una vez finalizado el conflicto; pero la voz de Rufina llegó por diversos medios, a los oídos de miles de salvadoreños, incrédulos unos, y otros que la comprendieron, pues también sufrieron bejámenes por el simple hecho de vivir en el campo, de ser pobres, de estar indefensos.
Rufina murió sin recibir justicia legal en El Salvador, pero sí el reconocimiento de instancias internacionales y nacionales que ratificaron su testimonio e hicieron del dominio público la verdad de esta mujer sencilla. Rufina nunca se dió por vencida, con una esperanza y dignidad que sirven de ejemplo ahora, a todos aquellos que se afanan por continuar la vida, aún con las pérdidas terribles que la violencia social y económica sigue horadando.
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