Peña Esclusa, un cómplice del terrorista Luis Posada Carriles y del recién capturado Francisco Chávez Abarca, fue detenido el pasado lunes 12 de julio en Caracas con un importante arsenal dinamitero, destinado según las primeras investigaciones, a la ejecución de atentados durante las próximas elecciones a realizarse en Venezuela. (Y a quien el mismo salvadoreño Chávez Abarca reconociera como su colaborador).
Este terrorista internacional fue el maestro elegido por la Familia Simán (Almacenes Simán, Inversiones Simco, Unicomer, Agelsa); Por la Familia Simán Siri (Grupo Fratell, Construmarket, Constructora Simán, Kalea). Adicionalmente, este terrorista también disertó en el auditórium de SISA para empleados de múltiples empresas relacionadas con el Sr. Alfredo Cristiani (actual Presidente de Arena y relacionado directamente al asesinato de los sacerdotes Jesuitas. Publicación reciente en España.
Las últimas personas en traer a este personaje a El Salvador fueron el apoderado del azucarero Tomás Regalado, el Dr. Francisco Armando Arias (presidente de ABANSA y AMCHAM, instituciones desde las cuales realiza un verdadero terrorismo empresarial en contra del desarrollo nacional al bloquear el crédito de los empresarios Salvadoreños y ahuyentar la inversión extranjera por medio de su discurso incendiario de temor e inestabilidad, poniendo en práctica las enseñanzas de su amigo Alejandro Peña Esclusa) y su esposa Lili Zelaya de Arias (que manejó el financiamiento para este proyecto con Peña Esclusa a través de la agencia Scotiabank de La Mascota), así como por el partido ARENA a través de la ONG fachada Fuerza Solidaria de origen Venezolano con la cual la ultraderecha fundó el movimiento “Yo No entrego a El Salvador”, presidida por el frustrado candidato a la Alcaldía de San Salvador, Jaime Roberto Handal y actualmente separado del partido por malos manejos de dinero de dicha fundación.
Corría enero de 2009, lo más intenso de la campaña electoral por la presidencia de la república, cuando algunos de los empresarios salvadoreños más poderosos organizaron seminarios de capacitación y orientación política para hacer una “concientización democrática” a sus empleados. Los seminarios, según dijeron trabajadores de empresas del grupo Simán a periodistas en aquel entonces, eran de carácter obligatorio. El maestro-catedrático de las magnas charlas no era otro que Alejandro Peña Esclusa, el venezolano amparado en suelo salvadoreño por las administraciones de Francisco Flores y Tony Saca, y hoy detenido en Venezuela como parte de la red terrorista comandada por Luis Posada Carriles y a la que pertenece Francisco Chávez Abarca.
En una investigación periodística publicada ese mismo enero, el periódico El Faro citaba una de las convocatorias giradas por el grupo Simán para la charla de Peña Esclusa. “Si tienen alguna cita u otro compromiso les pedimos que lo dejen para otro día. Este es un esfuerzo que como empresa estamos haciendo para que todos estemos conscientes de la decisión que se tomará en las próximas elecciones”, decía un correo electrónico enviado por una gerente de Construmarket al personal. La represaría al no asistir a esta charla era el despido, el cual era ordenado directamente por el propio Gabriel Simán Siri, amigo íntimo de Rodrigo Ávila (ex-candidato a la presidencia por ARENA).
Peña Esclusa también participó en charlas “informativas” o de adoctrinamiento político auspiciadas por el presidente de la Asociación Bancaria Salvadoreña y, con recursos del Estado, en seminarios organizados por ministerios de la administración Saca. Tal es el caso reportado en los medios de prensa salvadoreños de un seminario organizado por el Ministerio de Salud.
Los seminarios auspiciados por empresarios o funcionarios de ARENA eran solo una parte de una estrategia de guerra sucia empujada y financiada por la derecha salvadoreña a través de la fachada Fuerza Solidaria, de la que Peña Esclusa era presidente. Su mensaje, basado en la estrategia del miedo, fue difundida con gran bombo y platillo por los principales medios de comunicación de El Salvador en aquella época preelectoral. Fuerza Solidaria fue, por ejemplo, una de las encargadas de difundir mentiras como que si el FMLN y Mauricio Funes ganaban las elecciones, Estados Unidos dejaría de otorgar el TPS a los salvadoreños y dejaríamos de recibir remesas.
Otro vínculo directo con este proyecto terrorista de adoctrinamiento ideológico es el escritor mercenario y ex guerrillero Paolo Lüers, quien recientemente viajó a Venezuela como parte del plan de desestabilización. Es lamentable ver como los periódicos El Diario de Hoy y Más regalan sus páginas para que este terrorista de la información escriba con toda impunidad. Y es más preocupante ver como algunos empresarios salvadoreños han colocado al señor Lüers como asesor político y escuchan su opinión para tomar sus decisiones.
Pero Lüers es solo un mercenario al servicio de una estructura de poder más grande que dirige el ex presidente arenero Francisco Flores y que ejecuta su ex director de la PNC, Mauricio Sandoval, con dineros de empresarios relacionados con ARENA como Ramón Sanfeliú o de la Fundación Cubano-Americana.
Pero el hombre clave en este plan desestabilizador, el que lo protagonizó con las finanzas de la derecha, fue el que para grandes empresarios salvadoreños tenía las credenciales para orientar a su recurso humano y el rumbo ideológico de sus empresas. Pero no hay que extrañarse: estos son los mismos personajes que acaban de juntarse en San Salvador a homenajear al golpista hondureño Roberto Micheletti por sus “aportes a la democracia”. El guión fue el mismo: apoyo financiero de cierta derecha empresarial salvadoreña, uso de las fachadas de ARENA y sus grupos satélite y gran bombo y platillo a través de los ideólogos y editorialistas de generales conocidas”. Estos son los mismos empresarios que se rasgan las vestiduras invocando el bien de la patria, los mismos que no pagan impuestos, los mismos a los que un importante congresista estadounidense acaba de tildar de fuerzas oscuras que se empeñan en impedir cualquier cambio en El Salvador. Son los mismos que no dudan en amparar en su seno a terroristas del calibre de Peña Esclusa o del de Posada Carriles. Los mismos que coquetean con los golpes de Estado.
Ing. Mauricio Sermeño Palacios