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por marcela pérez silva
Roque Dalton, definiendo a su maishtro Bertolt Brecht, precisaba: comunista, dramaturgo y poeta alemán (en ese orden).
De Roque podremos decir que fue roca derretida del volcán Izalco; poeta hasta la lucidez y el asombro; comunista en la huella de Farabundo Martí y los treinta mil mártires de 1932. Roque Dalton fue chancón, juerguero, polémico, blasfemo, bebedor de cerveza, enamorado, guerrillero. Una noche infausta se convirtió en el muerto que, desde entonces, es (matado en el sueño y a traición, por supuestos compañeros). Desde entonces es un desaparecido más, que reclama verdad y justicia. Un ícono iconoclasta.
Roque, como Vallejo, asoma desde un tiempo que será y nos sorprende: Pobrecito poeta que era yo. Nos guiña un ojo: Pobre de mí, que soy marxista y me como las uñas (...) pobre de este muchacho que nunca hirió a los árboles...
Él sostenía que es bello ser comunista, aunque cause muchos dolores de cabeza. En el capitalismo, decía, nos arrancan la cabeza; durante la lucha por la Revolución, la cabeza es una bomba de retardo; en la construcción del socialismo, se planifica el dolor de cabeza…
Y prometía que el comunismo sería, entre otras cosas, una aspirina del tamaño del sol.
Roque
collage *de marcela pérez silva
Era frágil y menudo y se llamó Roque Dalton, el juglar.
Había una vez un país que se llamaba El Salvador. Era un país chiquito. Todo el océano estaba enamorado de un solo milímetro de El Salvador, así de hermoso era el país. Había hambre, injusticia, dolor. Pero el país era hermoso. Le crecían gentes hermosas como él. Y ahí nació Roque.
Yo conocí a Roque Dalton una tarde de octubre. Lo vi atar astros con su boca. Lo vi meter un pajarito en el dedo del tiempo. Roque colgaba poemas en las paredes del día. Abría la boca para que quepa el día. Para que quepa la hermosura.
Algunas noches, cuando había bebido, alzaba su copa a la salud del diablo. Pisaba el césped de sus mejores amigos.
Le tenía ojeriza a lo prohibido. Le tenía ojeriza a la pureza, porque sabía cómo somos de impuros. Cómo mezclamos sueños y vigilia.
Lo habían condenado a muerte y cuatro días antes de la ejecución cayó el gobierno. Otra vez iban a fusilarlo y un terremoto rajó las paredes de la cárcel y se escapó. Las dictaduras de ese país chiquito que era el suyo y que él llevaba tatuado en todo el cuerpo, nunca pudieron con él.
Pero la muerte se vengó de ese tipo que tanto le había tomado el pelo
Han matado a mi Roque. Llegó demasiado temprano a una muerte que no era la suya y que a esta hora no sabrá qué hacer con tanta vida.
Yo lo vi arder, una mañana clara. Subió al cielo y escribió que El Salvador es hermoso.
*sobre versos de Eliseo Diego, Juan Gelman, Mario Benedetti y Eduardo Galeano.
Roque Dalton (San Salvador, 14 de mayo de 1935 - 10 de mayo de 1975)
Cuando sepas que he muerto/ no pronuncies mi nombre/ porque se detendría/ la muerte y el reposo/ tu voz que es la campana/ de los cinco sentidos/ sería el tenue faro/ buscado por mi niebla...
Imperdible artículo para todos los que quieran conocer una posición marxista seria y no cargada de demagogia sobre la soberanía de los Estados en la Ántartida y en el Ártico y la soberanía de los Estados que se disputan el archipiélago malvinense. Escrito por David Rey, de la sección argentina de la Corriente Marxista Internacional.
Por Eduardo Galeano
En MONCADA
Un país bombardea dos países. La impunidad podría resultar asombrosa si no fuera costumbre. Algunas tímidas protestas dicen que hubo errores. ¿Hasta cuándo los horrores se seguirán llamando errores?
Esta carnicería de civiles se desató a partir del secuestro de un soldado. ¿Hasta cuándo el secuestro de un soldado israelí podrá justificar el secuestro de la soberanía Palestina? ¿Hasta cuándo el secuestro de dos soldados israelíes podrá justificar el secuestro del Líbano entero?
La cacería de judíos fue, durante siglos, el deporte preferido de los europeos. En Auschwitz desembocó un antiguo río de espantos, que había atravesado toda Europa. ¿Hasta cuándo seguirán los palestinos y otros árabes pagando crímenes que no cometieron?
Hezbollá no existía cuando Israel arrasó el Líbano en sus invasiones anteriores. ¿Hasta cuándo nos seguiremos creyendo el cuento del agresor agredido, que practica el terrorismo porque tiene derecho a defenderse del terrorismo?
Iraq, Afganistán, Palestina, Líbano… ¿Hasta cuándo se podrá seguir exterminando países impunemente?
Las torturas de Abu Ghraib, que han despertado cierto malestar universal, no tienen nada de nuevo para nosotros, los latinoamericanos. Nuestros militares aprendieron esas técnicas de interrogatorio en la Escuela de las Américas, que ahora perdió el nombre pero no las mañas. ¿Hasta cuándo seguiremos aceptando que la tortura se siga legitimando, como hizo la Corte Suprema de Israel, en nombre de la legítima defensa de la patria?
Israel ha desoído cuarenta y seis recomendaciones de la Asamblea General y de otros organismos de las Naciones Unidas. ¿Hasta cuándo el gobierno israelí seguirá ejerciendo el privilegio de ser sordo?
Las Naciones Unidas recomiendan pero no deciden. Cuando deciden, la Casa Blanca impide que decidan, porque tiene derecho de veto. La Casa Blanca ha vetado, en el Consejo de Seguridad, cuarenta resoluciones que condenaban a Israel. ¿Hasta cuándo las Naciones Unidas seguirán actuando como si fueran otro nombre de los EE.UU.?
Desde que los palestinos fueron desalojados de sus casas y despojados de sus tierras, mucha sangre ha corrido. ¿Hasta cuándo seguirá corriendo la sangre para que la fuerza justifique lo que el derecho niega?
La historia se repite, día tras día, año tras año, y un israelí muere por cada diez árabes que mueren. ¿Hasta cuándo seguirá valiendo diez veces más la vida de cada israelí?
En proporción a la población, los cincuenta mil civiles, en su mayoría mujeres y niños, muertos en Iraq, equivalen a ochocientos mil estadounidenses. ¿Hasta cuándo seguiremos aceptando, como si fuera costumbre, la matanza de iraquíes, en una guerra ciega que ha olvidado sus pretextos? ¿Hasta cuándo seguirá siendo normal que los vivos y los muertos sean de primera, segunda, tercera o cuarta categoría?
Irán está desarrollando la energía nuclear. ¿Hasta cuándo seguiremos creyendo que eso basta para probar que un país es un peligro para la humanidad? A la llamada comunidad internacional no la angustia para nada el hecho de que Israel tenga doscientas cincuenta bombas atómicas, aunque es un país que vive al borde de un ataque de nervios. ¿Quién maneja el peligrosímetro universal? ¿Habrá sido Irán el país que arrojó las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki?
En la era de la globalización, el derecho de presión puede más que el derecho de expresión. Para justificar la ilegal ocupación de tierras palestinas, la guerra se llama paz. Los israelíes son patriotas y los palestinos son terroristas, y los terroristas siembran la alarma universal.
¿Hasta cuándo los medios de comunicación seguirán siendo miedos de comunicación?
Esta matanza de ahora, que no es la primera ni será, me temo, la última, ¿ocurre en silencio? ¿Está mudo el mundo? ¿Hasta cuándo seguirán sonando en campana de palo las voces de la indignación?
Estos bombardeos matan niños: más de un tercio de las víctimas, no menos de la mitad. Quienes se atreven a denunciarlo son acusados de antisemitismo. ¿Hasta cuándo seguiremos siendo antisemitas los críticos de los crímenes del terrorismo de estado? ¿Hasta cuándo aceptaremos esa extorsión? ¿Son antisemitas los judíos horrorizados por lo que se hace en su nombre? ¿Son antisemitas los árabes, tan semitas como los judíos? ¿Acaso no hay voces árabes que defienden la patria palestina y repudian el manicomio fundamentalista?
Los terroristas se parecen entre sí: los terroristas de estado, respetables hombres de gobierno, y los terroristas privados, que son locos sueltos o locos organizados desde los tiempos de la guerra fría contra el totalitarismo comunista. Y todos actúan en nombre de Dios, así se llame Dios o Alá o Jehová. ¿Hasta cuándo seguiremos ignorando que todos los terrorismos desprecian la vida humana y que todos se alimentan mutuamente? ¿No es evidente que en esta guerra entre Israel y Hezbollá son civiles, libaneses, palestinos, israelíes, quienes ponen los muertos? ¿No es evidente que las guerras de Afganistán y de Iraq y las invasiones de Gaza y del Líbano son incubadoras del odio, que fabrican fanáticos en serie?
Somos la única especie animal especializada en el exterminio mutuo. Destinamos dos mil quinientos millones de dólares, cada día, a los gastos militares. La miseria y la guerra son hijas del mismo papá: como algunos dioses crueles, come a los vivos y a los muertos. ¿Hasta cuándo seguiremos aceptando que este mundo enamorado de la muerte es nuestro único mundo posible?